viernes, 28 de agosto de 2009

MATEO 25, 1-13

“El Reino de los Cielos será semejante a diez jóvenes que fueron con sus lámparas al encuentro del esposo.

Este fragmento del Evangelio de Mateo, continúa con el tema de estar atentos y vigilantes, no invitan además a reflexionar sobre el momento desconocido del retorno del Señor. En este caso, se nos habla de diez mujeres vírgenes, es decir solteras, donde cinco son necias y cinco prudentes.

Esta parábola es una verdadera advertencia, el Señor está interesado en nosotros, por ese motivo nos advierte de su regreso, pero de nosotros dependerá el estado en que lo recibiremos. El Señor nos ha pedido que nos amemos como él nos ama. ¿Cómo estamos en esto?

‘Ya viene el esposo, salgan a su encuentro’

¿No es acaso cierto que todos los cristianos están expectante por la venida del Señor?, El Señor nos invita a nos quedarnos dormidos, y a no pensar como las cinco mujeres necias sobre que él no puede retrasarse.

Cuando se oiga en grito: “Ya viene el esposo, salgan a su encuentro”., en ese minuto los cristianos tendremos que estar preparados, pero con las lamparas surtidas de aceite y en ningún caso con las manos vacías. ¿podremos mostrar las buenas obras realizadas con amor?

También hay que preguntarse, ¿Qué significa para mi estar preparado?. Por nuestros frutos nos reconocerán. (Mateo (SBJ) 7,20). También es necesario reflexionar si con el solo hecho de ser creyentes es suficiente motivo para salvarse: “No todo el que me diga: "Señor, Señor, entrará en el Reino de los Cielos, sino el que haga la voluntad de mi Padre celestial.” (Mateo (SBJ) 7,21)

Estén prevenidos, porque no saben el día ni la hora”.

Mientras tanto, llegó el esposo: las que estaban preparadas entraron con él en la sala nupcial y se cerró la puerta. Después llegaron las otras jóvenes y dijeron: ‘Señor, señor, ábrenos’; pero él respondió: ‘Les aseguro que no las conozco’. Estén prevenidos, porque no saben el día ni la hora”.

Del mismo modo que las jóvenes necias, en el instante que gritemos ábrenos Señor, puede ser el minuto de una temible respuesta, ‘Les aseguro que no los conozco’. Y entonces les declararé: "¡Jamás os conocí; (Mateo (SBJ) 7,23)

"Al final de tu vida serás examinado en el amor".
Lo que tenemos seguro es que llegará el día de nuestra muerte, entonces seremos examinados si estamos preparados, ¿Examinados de que?, esta es una respuesta que debe nacer desde el corazón de cada uno. A mi me dice el Señor que este examen será sobre el amor. El Señor nos dijo que el mandamiento más importante es: “Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente. Este es el más grande y el primer mandamiento. El segundo, semejante a éste, es: Amarás al prójimo como a ti mismo.” (Mt 22: 37-40) ¿debo preguntarme si los he cumplido?

Dice San Juan de la Cruz: "Al final de tu vida serás examinado en el amor". No nos preguntarán si hemos hecho muchas cosas en lo profesional o pastoralmente, tampoco si hemos realizado grandes obras, o hemos vivido una vida religiosa dominical, ni nos sacaran la cuenta de cuanta limosna hemos dado, solo seremos examinados en el amor que hemos podido dar.

Parece que estamos tranquilos porque hacemos según nosotros las cosa bien, vamos a misa, el Señor es misericordioso, el cielo es para todos y todos somos hijos de Dios y El no nos va a dejar afuera del cielo. También creemos en que habrá intercesores que no ayudaran y rezarán para que no abran la puerta del cielo, ¿todo esto es verdad?, o ¿todo esto es vivir con imprudencia, con ligereza y sin previsión? ¿Estamos actuando según lo que creemos que esta bien y somos jueces y parte de nosotros mismos?

Cada uno debe presentarse ante Dios, Juez supremo de todo ser vivo

El Santo Padre Benedicto XVI, es su primera homilía dijo: “Cada uno debe presentarse ante Dios, Juez supremo de todo ser vivo, consciente del deber de rendirle cuentas un día de lo que ha hecho o no ha hecho”

Dios es misericordioso y nos juzgará con compasión, tendrá piedad de nosotros, pero nos juzgara por nuestras obras de amor, es por eso que los que hagamos no sirve de nada si no tenemos amor, San Pablo nos dice: “Aunque repartiera todos mis bienes, y entregara mi cuerpo a las llamas, si no tengo caridad, de nada me sirve” 1 corintios 13.

«Oh Señor, mi destino está en tus manos» (Sal 16,5).

De Corazón

Pedro Sergio

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