martes, 18 de agosto de 2009

MATEO 19, 30—20, 16”

Porque el Reino de los Cielos se parece a un propietario que salió muy de madrugada a contratar obreros para trabajar en su viña

“Muchos de los primeros serán los últimos, y muchos de los últimos serán los primeros. Porque el Reino de los Cielos se parece a un propietario que salió muy de madrugada a contratar obreros para trabajar en su viña. Trató con ellos un denario por día y los envió a su viña……….. Al terminar el día, el propietario llamó a su mayordomo y le dijo: ‘Llama a los obreros y págales el jornal, comenzando por los últimos y terminando por los primeros’.

Del mismo modo como Jesús ha relatado otras parábolas, en esta se basa en temas de la vida diaria, ahora lo hace con un tema laboral, sin embargo en esta historia suceden cosas extrañamente sorprendentes, donde el dueño de la viña sale durante cinco veces a contratar trabajadores. Otro punto significativo es que les ofreció a los primeros un denario por día, a los que contrato mas tarde les ofreció un pago justo y a los ultimo no les dijo nada. Al final del día le dice al mayordomo, ‘Llama a los obreros y págales el jornal, comenzando por los últimos y terminando por los primeros’. ¿Cuál es el misterio?. ¿Habrían ido a trabajar los primeros sin haber tratado un salario?.

Nosotros ahora que conocemos la parábola identificamos que el que llama a trabajar, es decir el dueño de la viña es Dios, ¿para ir a trabajar en su viña, vamos sin tratar un salario?

Estos últimos trabajaron nada más que una hora, y tú les das lo mismo que a nosotros.

Fueron entonces los que habían llegado al caer la tarde y recibieron cada uno un denario. Llegaron después los primeros, creyendo que iban a recibir algo más, pero recibieron igualmente un denario. Y al recibirlo, protestaban contra el propietario, diciendo: ‘Estos últimos trabajaron nada más que una hora, y tú les das lo mismo que a nosotros, que hemos soportado el peso del trabajo y el calor durante toda la jornada’.

En esta parte del relato, sucede algo mas sorprendente aún, primero invierte el orden del pago y luego les paga a todos lo mismo independiente del trabajo que hayan realizado. ¿Reclamaríamos nosotros por este trato?. La respuesta debe ser sincera, desde nuestro interior, no nos gustaría recibir el mismo salario. Creo que Jesús, nos quiere entre otras cosas, mostrar la actitud extraordinaria del propietario de la viña.

Amigo, no soy injusto contigo

El propietario respondió a uno de ellos: ‘Amigo, no soy injusto contigo, ¿acaso no habíamos tratado en un denario? Toma lo que es tuyo y vete. Quiero dar a este que llega último lo mismo que a ti. ¿O no tengo derecho a disponer de mis bienes como me parece?

El dueño de la viña no cometió ninguna injusticia, el pago a los primeros contratados el salario acordado, por tanto no tienen derecho a reclamar. Del mismo modo el dueño de la viña tiene todo el derecho a dar de lo suyo a otros y dar más al que el crea o quiera darle. En especial, porque los últimos no le exigieron acordar un salario para ir a trabajar a su viña. Son las decisiones y planes del Señor.

“Mis planes no son como vuestros planes, ni vuestros caminos como los míos, oráculo del Señor. Cuanto dista el cielo de la tierra, así mis caminos de los vuestros, mis planes de vuestros planes” (Is 55,8-9).

¿Por qué tomas a mal que yo sea bueno?’. Así, los últimos serán los primeros y los primeros serán los últimos”

Esta parábola, relatada de una forma sutil, muestra que primero hubo una llamada dirigida a los judíos, a los cuales Dios les llamo y acordó con ellos muchos tratos y todo los cumplió con justicia, pero ahora llama a última hora a los paganos, publicanos y pecadores, mostrándose que los ama a todos por igual, por eso les da el mismo pago.

También este relato es una buena enseñanza para nuestro tiempo y nuestras comunidades, haciéndonos ver que no seamos mezquinos ni de mente ni del corazón, y dejemos que él les de a cada uno lo que desee, porque Dios es bueno, es así como el dueño de la viña pregunta: “¿Por qué tomas a mal que yo sea bueno?’” Jesús nos quiere enseñar que no es bueno hacer comparaciones ni tampoco actuar con egoísmo.

“Dios, que tiene poder sobre todas las cosas y que, en virtud de la fuerza con que actúa en nosotros, es capaz de hacer mucho más de lo que nosotros pedimos o pensamos” (Ef 3,20). El amor no contradice lo justo, al contrario va más allá de sus límites.

Dios es un Dios de corazón grande, ¿Acaso no lo debemos acoger con un corazón igual?. A la hora última, la undécima, El, dueño de la viña, llama a muchos a trabajar en su viña y estos van sin exigir nada, es así como ellos llegan a tener la preferencia en el corazón de Dios, de tal modo que: “Así, los últimos serán los primeros, y los primeros serán los últimos”.

De corazón

Pedro Sergio

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