domingo, 9 de agosto de 2009

JUAN 6, 41-51

¿Cómo puede decir ahora: 'Yo he bajado del cielo?'".

Los judíos murmuraban de Jesús, porque había dicho: "Yo soy el pan bajado del cielo".

Los judíos murmuraban de Jesús que se presentaba como “pan bajado del cielo”. Se negaban a creer su palabra. No se fiaban de Él. Preferían permanecer encerrados en su razón, en su “experiencia”, en sus sentidos... y en sus intereses. La fe exige de nosotros un salto, un abandono, una expropiación. La fe nos invita a ir siempre “más allá”. La fe es “prueba de las realidades que no se ven” (Hb 11,1).

Murmuraban de Él los judíos porque había dicho: "Yo soy el pan bajado del cielo". Susurran sobre lo que Él dice, cuchichean sobre sus palabras. Este susurrar, muestra la desconfianza y la discrepancia con El.

Y decían: "¿Acaso éste no es Jesús, el hijo de José? Nosotros conocemos a su padre y a su madre. ¿Cómo puede decir ahora: 'Yo he bajado del cielo?'". El sarcasmo es sutil. Estos judío conocen los orígenes familiares de Jesús, claro, ellos conocen al hijo de José, pero no conocen al Hijo de Dios.

En nuestro caso es distinto, los evangelios de Mateo y muy especial los de Lucas, nos narran de la concepción virginal de María Santísima por tanto ¿que podemos murmurar nosotros?. Aún hay quienes dudan, aún hay quienes se dejan llevar por ciertos religiosos de ciertas confesiones que murmuran sobre él y sobre la virginidad de María Santísima. ¿Tengo yo duda? ¿Me gusta murmurar y sembrar duda?.

Nadie puede venir a mí, si no lo atrae el Padre que me envió

Jesús tomó la palabra y les dijo: "No murmuren entre ustedes. Nadie puede venir a mí, si no lo atrae el Padre que me envió; y yo lo resucitaré en el último día. Está escrito en el libro de los Profetas: 'Todos serán instruidos por Dios'. Todo el que oyó al Padre y recibe su enseñanza, viene a mí. Nadie ha visto nunca al Padre, sino el que viene de Dios: sólo él ha visto al Padre.

La fe es respuesta a esa atracción del Padre, a esa acción suya íntima y secreta en lo hondo de nuestra alma. La adhesión a Cristo es siempre respuesta a una acción previa de Dios en nosotros. Pero es necesario acogerla, secundarla. Por eso la fe es obediencia (Rom 1,5), es decir, sumisión a Dios, rendimiento, acatamiento. Y por eso la fe remata en adoración.

Nadie puede venir a mí, si no lo atrae el Padre que me envió;
Jesús destaca que sólo el que es atraído del Padre puede ir a Él. ¿Es la fe un don de Dios?. ¿Es importante la apertura de parte del hombre?, ¿Pero que significa nadie puede venir a mí, si no lo atrae el Padre que me envió?

Ciertamente que Dios ha creado al hombre para que tenga una caminar libre, y que sea atraído al Padre, es una manifestación intima que tenemos todos los hombres porque en El están nuestras raíces. Pero nuestra adhesión es libre. El Señor nos dice: El que quiera seguirme. ¿Y que quiero yo?, ¿Me atrae el Padre libre y espontáneamente?

“Yo soy el pan de la vida”.

Les aseguro que el que cree, tiene Vida eterna. Yo soy el pan de Vida. Sus padres, en el desierto, comieron el maná y murieron. Pero éste es el pan que desciende del cielo, para que aquel que lo coma no muera. Yo soy el pan vivo bajado del cielo. El que coma de este pan vivirá eternamente, y el pan que Yo daré es mi carne para la Vida del mundo".

Cristo es siempre el pan que alimenta y da vida; no sólo en la eucaristía, sino en todo momento. Y la fe nos permite “comulgar” –es decir, entrar en comunión con Cristo– en cualquier instante. La fe nos une a Cristo, que es la fuente de la vida.

Por eso confirma Jesús: “Os lo aseguro, el que cree tiene vida eterna”. Todo acto de fe acrecienta nuestra unión con Cristo y, por tanto, la vida.

Les aseguro que el que cree, tiene Vida eterna. Creerle a Jesús, es una condición para conseguir la vida eterna. No basta creer que Cristo existió y que vino a enseñar las buenas noticias del Reino, es decir no es lo mismo creer en Cristo que creerle a Cristo.

Yo soy el pan de vida. Pan de vida que se vincula con el de la fe, pan de la vida eterna, verdadero pan. Jesús es el pan vivo. Pan vital para poder vivir ahora y en la vida eterna. OH Jesús, como me dilatas el corazón cuando me alimento de ti.

De corazón
Pedro Sergio

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