Ten piedad de mí! Mi hija está terriblemente atormentada por un demonio”
Jesús partió de allí y se retiró al país de Tiro y de Sidón. Entonces una mujer cananea, que procedía de esa región, comenzó a gritar: “Señor, Hijo de David, ten piedad de mí! Mi hija está terriblemente atormentada por un demonio”. Pero él no le respondió nada.
Una mujer cananea, era como decir, una mujer pagana, o una mujer pecadora, o una mujer mala. Ella se acerca a Jesús, su hija esta enferma, no viene a pedir para ella, viene a pedir para su hija. Jesús al principio no le responde y parece que muestra la misma distancia y desconfianza que había entre el pueblo de Israel y los paganos de las tierras de Tiro y de Sidón.
¿Y nosotros, pedimos por los que necesitan de sanación aunque provengan de familias no creyentes? Es decir si un vecino nuestro, amigo o familiar esta enfermos, auque sea de otra confesión pido por el?
“Señor, atiéndela, porque nos persigue con sus gritos”.
Sus discípulos se acercaron y le pidieron: “Señor, atiéndela, porque nos persigue con sus gritos”. La mujer insistía mucho con sus gritos, es por eso que los discípulos le ruegan que la atienda y la despida. Pero Jesús tarda en responder: era la espera para avivar la fe y Jesús respondió: “Yo he sido enviado solamente a las ovejas perdidas del pueblo de Israel”. Pero la mujer fue a postrarse ante él y le dijo: “¡Señor, socórreme!”.
Jesús le dijo: “En la primera suplica, el señor no les responde nada, y la mujer fue a postrarse ante él y le dijo: “¡Señor, socórreme!”, Jesús le responde de una forma que nos parece dura: “No está bien tomar el pan de los hijos, para tirárselo a los cachorros” Era conocido denominar de modo metafórico a los dioses paganos como perros.
Talvez conozcamos muchos casos donde las personas se manifiestan agnósticas o interreligiosas, pero cuando les llega la necesidad, ruegan al Señor, es la espera para avivar la fe, es el momento para pedir al Señor, atiéndela que te necesita, es una tarea que debemos hacer, la caridad, es el don mas grande que Dios nos ha regalado.
“Mujer, ¡qué grande es tu fe!
Ella respondió: “¡Y sin embargo, Señor, los cachorros comen las migas que caen de la mesa de sus dueños!”.
Esta mujer no deja de insistir y lo hace con fe, y responde con una razón conocida en los hogares, le dirá que no hace falta que quite el pan a los hijos, sino que, como sucede en las casas, sin quitar el pan a los hijos, los pequeños perrillos comen también del mismo pan. Ella ve en Jesús, como un gran padre de Israel, entonces podía comprender esta situación mejor que los padres en el hogar, y así pidiendo con todo su corazón, demostraba una fe y confianza única.
La cananea, ha superado la prueba de la fe, e insiste con gran humildad y Jesús con su natural inclinación de hacer el bien, compasivo y bondadoso, hace la excepción para esta mujer de tierras paganas, Entonces Jesús le dijo: “Mujer, ¡qué grande es tu fe! ¡Que se cumpla tu deseo!”. Y en ese momento su hija quedó sana. La mujer marchó llena de fe en la palabra de Jesús, y así fue como volvió a su casa y encontró a su niña acostada en la cama, habiendo ya salido el demonio.
El Señor me enseña a acoger a todos y con espíritu de apertura, a creyentes y no religiosos, es decir hemos de estar disponibles para todos y sin miramientos.
De corazón
Pedro Sergio
domingo, 9 de agosto de 2009
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