Allí se transfiguró en presencia de ellos
Jesús tomó a Pedro, Santiago y Juan, y los llevó a ellos solos a un monte elevado. Allí se transfiguró en presencia de ellos. Sus vestiduras se volvieron resplandecientes, tan blancas como nadie en el mundo podría blanquearlas. Y se les aparecieron Elías y Moisés, conversando con Jesús.
Jesús sube a un monte elevado, tomó consigo a Pedro, Juan y Santiago, en el evangelio de Lucas (Lc 9,28-29) dice que subió al monte a orar. Ha escogido como testigos para una gran acontecimiento a los mismos apóstoles que luego serán testigo de de su agonía en Getsemani, así parece que ocupaban un lugar privilegiado de entre sus apóstoles. Ellos se sentían muy bien el estar allí.
Los Evangelios nos relatan que en ciertos momentos, Jesús ha subido orar al monte solo, y en esta ocasión invita tres de sus amigos íntimos. Estas narraciones son una gran oportunidad para aprender de su ejemplo. El monte, alejado del mundanal ruido, es un buen lugar para meditar cada instante de la vida de Cristo, de sus palabras, y guardar silencio para oírlo.
Mientras Jesús oraba, su rostro cambió de aspecto, “Allí se transfiguró en presencia de ellos”, en Lucas se narra que “sus vestiduras se volvieron de una blancura deslumbrante”. En nosotros también habrá una transformación si hay oración, es decir, si oramos con fe, sentiremos un cambio profundo en nosotros y nuestra alma se deslumbrará en el diálogo con Dios.
"Éste es mi Hijo muy querido, escúchenlo".
Pedro dijo a Jesús: "Maestro, ¡qué bien estamos aquí! Hagamos tres carpas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías". Pedro no sabía qué decir, porque estaban llenos de temor. Entonces una nube los cubrió con su sombra, y salió de ella una voz: "Éste es mi Hijo muy querido, escúchenlo".
Pedro esta muy feliz, "Maestro, ¡qué bien estamos aquí”, y además quiere seguir en estado de fiesta, por eso propone hacer tres carpas. El relato de la transfiguración comienza diciendo que seis días después Jesús tomó consigo a Pedro, Juan y Santiago, por lo que suponemos que se refiere a los seis días de la Fiesta de las Tiendas que celebraban en recuerdo de los cuarenta años en el desierto. Pero además el relato nos habla del temor de Pedro, “no sabía qué decir” ¿será porque no alcanzaba aún a comprender lo que sucedía?
Entonces una nube los cubrió con su sombra, y salió de ella una voz: "Éste es mi Hijo muy querido, escúchenlo". Se recuerda aquí la profecía de Isaías: He aquí mi siervo a quien yo sostengo, mi elegido en quien se complace mi alma. He puesto mi espíritu sobre él: dictará ley a las naciones. (Is 42,1) y cuando dice “escúchenlo” se recuerda a “Dios suscitará, de en medio de ti, entre tus hermanos, un profeta como yo, a quien escucharéis. (Deuteronomio 18,15), es decir en Cristo se realizan las profecías del Antiguo Testamento.
Muchas cosas le pedimos a Dios, y El nos pide ahora, "Éste es mi Hijo muy querido, escúchenlo"., Y María Santisima nos pide “Hagan lo que él les diga”. ¿Y que hacemos nosotros?, ¿Oímos a Jesús?, ¿Hacemos lo que él nos pide?
Jesús solo con ellos
De pronto miraron a su alrededor y no vieron a nadie, sino a Jesús solo con ellos. Mientras bajaban del monte, Jesús les prohibió contar lo que habían visto, hasta que el Hijo del hombre resucitara de entre los muertos. Ellos cumplieron la orden, pero se preguntaban qué significaría "resucitar de entre los muertos
¿Qué me quiere decir “Jesús solo con ellos”?, ¿Será por que ahora Jesús es nuestra única revelación de Dios?, ó el Señor quiere que sepamos que através de él se puede comprender el Antiguo testamento?
San Pablo: "hay un solo Dios, y también un solo mediador entre Dios y los hombres, Cristo Jesús" (1 Tim 2,5).
Jesucristo es la figura central de la Biblia, situado en la cúspide misma, allí donde culmina el Antiguo y el Nuevo Testamento. Los dos Testamentos tienen en él explicación consumada o dicha de otra forma cumplida. Porque, en definitiva, si leemos con contemplación ambos textos, uno y otro se refieren al Mesías, a Cristo, el Salvador, es decir a El únicamente. No puede caber duda, todo el Antiguo Testamento hace referencia al Nuevo. No se puede entender en plenitud el Antiguo sin la luz del Nuevo. Y si alguien no quiere considerar o desea ignorar el Antiguo, no le va a ser posible entender verdaderamente el Nuevo.
Las Sagradas Escrituras, la Biblia entera, desde sus primeras páginas hasta las últimas, nos hablan de múltiples maneras y de forma variada, de Jesucristo, Nuestro Señor.
San Jerónimo dijo que: “que ignorar las Sagradas Escrituras es ignorar a Cristo” Ahora invirtamos la frase, leámosla de nuestra perspectiva cristiana diciendo: Conocer las Sagradas Escrituras es conocer a Cristo, contemplarla, es contemplar al Señor.
De corazón
Pedro Sergio
domingo, 9 de agosto de 2009
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