jueves, 20 de agosto de 2009

MATEO 22, 34-40

“Maestro, ¿cuál es el mandamiento más grande de la ley?”.

Cuando los fariseos se enteraron de que Jesús había hecho callar a los saduceos, se reunieron con él, y uno de ellos, que era doctor de la ley, le preguntó para ponerlo a prueba: “Maestro, ¿cuál es el mandamiento más grande de la ley?”.

En los fragmentos anteriores, se nos relata como algunos que querían polemizar con Jesús, sobre los tributos al César, o sobre la resurrección de los muertos. En este segmento, los fariseos quieren poner a prueba al Señor. Existía una gran cantidad de prohibiciones negativas y mandamientos positivos. Entonces frente estos preceptos, quieren conocer la opinión de Jesús. “Maestro, ¿cuál es el mandamiento más grande de la ley?”.

Aleluya. Señor, enséñame tus senderos, guíame por el camino de tu fidelidad. Aleluya.

“Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón”Jesús le respondió: “Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con todo tu espíritu. Este es el más grande y el primer mandamiento. El segundo es semejante al primero: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos dependen toda la ley y los profetas”

Jesús les responde con el Deuteronomio 6,5 que dice: “Amarás a tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu espíritu. El Señor destaca lo intenso que es el verdadero amor, con todo tu corazón, energía máxima, con toda tu alma, es decir con el máximo ánimo, con todo tu espíritu, con total aliento. "El que no ama, no conoce a Dios; porque Dios es amor" (1 Juan 4,8). Luego el amor proviene de Dios y es Él quien lo demuestra a cada persona otorgándole la capacidad de amar.

OH Dios, deseamos amarte con todo el corazón, entendiendo que estos significa disponibilidad plena Tu voluntad y entrega incondicional a Tu servicio. Te pedimos Tu gran ayuda, para que nuestro corazón se transforme y no discrimine y pueda amar al prójimo entregándose a ellos con gran generosidad.

Amarás a tu prójimo como a ti mismo

Junto con esta forma autentica de amar, pone a la misma altura el amor al prójimo. Y solo quien ama a Dios intensamente, puede amar a su prójimo vivamente. Esta es la síntesis de “toda la ley y los profetas”

El amor a Dios y al prójimo, expuesto y cumplido de cualquier modo en su persona, nos sitúa en un escenario de amor ante Dios y ante los demás. Es así, como este doble mandamiento, el amor a Dios y al prójimo, pasa a ser el soporte la nuestra vida de cristiano.

OH señor Jesús, que gran ejemplo nos diste, Tu cumpliste plenamente la voluntad del Padre, al ponerte con tanto amor por nosotros al servicio de los hombres, “he venido a servir no ha ser servido” (Mc 10,32-45) y te inmolaste por puro amor para que nos salváramos.

Por tu gran obra Señor, por tu gran amor al Padre, y todos nosotros, se siempre nuestro guía y maestro, para que hagamos los mismo que hiciste, no separar en nuestro corazón el amor al Padre y nuestro hermanos.

De corazón

Pedro Sergio

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