domingo, 9 de agosto de 2009

MATEO 17, 14-20

“Señor, ten piedad de mi hijo

Un hombre se acercó a Jesús y, cayendo de rodillas, le dijo: “Señor, ten piedad de mi hijo, que es epiléptico y está muy mal: frecuentemente cae en el fuego y también en el agua.

Jesús venia bajando del monte, después de su transfiguración, cuando el se acerca a sus discípulos que se había quedado abajo, un padre desesperado le suplica con insistencia que intervenga ante el mal que tiene cautivo a su hijo. Se queja también este hombre: Yo lo llevé a tus discípulos, pero no lo pudieron sanar”. Frustración para los apóstoles, decepcionados e ignorante del porque de su fracaso.

¿Cuál es modo que debemos tener para acercarnos al Señor?, el hombre se acercó a Jesús y se arrodillo frente a una gran multitud. Se humilla por el dolor y por necesidad.

“¡Generación incrédula y perversa!

Jesús respondió: “¡Generación incrédula y perversa! ¿Hasta cuándo estaré con ustedes? ¿Hasta cuándo tendré que soportarlos? Tráiganmelo aquí”. Jesús increpó al demonio, y éste salió del niño, que desde aquel momento, quedó sano.

Molesto el Señor con sus discípulos. Estos nos habían sido capaces esta vez, no pudieron ejercer la autoridad que Jesús les había enseñado. Sin embargo, ellos no se molestaron por la reprimenda, porque se acercaron entonces a Jesús y le preguntaron en privado: “¿Por qué nosotros no pudimos expulsarlo?”. “Porque ustedes tienen poca fe, les dijo.

No podemos confiarnos en nosotros mismos, no podemos confiarnos de la fe que tenemos, y los apóstoles confiaron en si mismo, quizá se olvidaron en un momento del dador de la gracia. Los apóstoles pusieron la oración, pero no pusieron la fe. ¿Y como esta nuestra fe?, ¿Y cuando rogamos, nos acordamos de hacerlo por nuestro Señor Jesucristo?

Si tuvieran fe del tamaño de un grano de mostaza

Porque ustedes tienen poca fe, les dijo. Les aseguro que si tuvieran fe del tamaño de un grano de mostaza, dirían a esta montaña: ‘Trasládate de aquí a allá’, y la montaña se trasladaría; y nada sería imposible para ustedes”.

La enseñanza que nos deja Jesús, es como con algo tan pequeñito, tan insignificante, podríamos mover montañas, no hay dificultad que no pueda ser vencida por el que tiene espíritu de fe, así nada será imposible para nosotros.

¿Acaso el Señor nos pide que nos dejemos llevar por la potencia de la fe? ¿Acaso no es verdad que la fe se acrecienta en los momentos de dolor, de prueba y de sufrimiento? La fe lo puede todo, el mismo Señor nos lo dice que con fe: “nada sería imposible para ustedes”.

De corazón
Pedro Sergio

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