domingo, 16 de agosto de 2009

MATEO 19, 16-22

Maestro, ¿qué tengo que hacer de bueno?
En aquel tiempo, se acercó uno a Jesús y le preguntó: -Maestro, ¿qué tengo que hacer de bueno para obtener la vida eterna?- Jesús le contestó: -¿Por qué me preguntas qué es bueno? Uno solo es Bueno.

No podemos tratar de sorprender a Jesús con ninguna pregunta, jamás lo podemos hallar desprevenido, me refiero a algo imprevisto, incomprensible y que le cause sorpresa, por mucho que nos acerquemos con algo oculto o disimulado, El nada tarda en descubrirlo, en todo caso ante esta pregunta Jesús le dice: ¿Por qué me preguntas qué es bueno? En ese instante el Joven recibe un sorpresa, porque espera que Jesús le indique alguna regla, entonces Jesús le responde uno solo es el Bueno y si quieres entrar en la vida eterna, cumple los Mandamientos". El joven falto de humildad frente al maestro, y quizá con algún aire de soberbia, pregunta "¿Cuáles?", pero Jesús mantiene su paz en su natural forma de ser y le responde: "No matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no darás falso testimonio, honrarás a tu padre y a tu madre, y amarás a tu prójimo como a ti mismo".

¿Qué me falta?

El muchacho le dijo: -Todo eso lo he cumplido. ¿Qué me falta?-

Aunque parezca una respuesta sencilla e inocente de alguien que busca ser mejor, no puedo imaginarme que no muestra una cierta altanería en una respuesta como esta, es algo típico de alguien orgulloso o que se cree superior o autosuficiente, y esto es porque responde casi en de forma despectiva ¿qué me falta?, es así como Jesús que en un instante pudo haber puesto la mirada en un joven como un futuro discípulo, le responde con algo que descoloca al joven: -Si quieres llegar hasta el final, vende lo que tienes, da el dinero a los pobres –así tendrás un tesoro en el cielo-

Jesús le dijo luego vente conmigo. Al oír esto, el joven se fue triste, porque era rico.


Pero pensemos también que el Joven se sintió atraído por las enseñanzas de Jesús, y buscaba la perfección al buscar algo mas que cumplir la Ley, y entonces Jesús le recuerda primeramente los mandamientos y para mejor perfección le abre el camino al desprendimiento y si lo hace, lo invita a seguirlo, en ese instante el joven no reconoce el gran beneficio de seguir a Jesús y prefiere mantener su bienes y se retira entristecido. Jesús debe haber quedado desilusionado del joven.

Cuantas veces nosotros le preguntamos al Señor, ¿Qué debo hacer?, ¿Señor, que quieres que haga?, e incluso nos atrevemos a decir, Señor, hágase tu voluntad, pero tenemos que conocer a quien nos llama y a quien nos ofrecemos, y lo conocemos abriéndole nuestro mejor espacio en el corazón, con la oración y la contemplación, porque El nos tiene ya una misión clara y especifica, ahora nos corresponde a nosotros tener claridad en nuestra respuesta y esta no puede ser causa de desilusión, es así, como para dar nuestro primer o siguiente paso, tenemos que saber que nuestras intenciones son sinceras y de corazón, y con mucho deseo de mejoramiento y perfección.

De corazón

Pedro Sergio

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