Jesús es verdadero profeta y la profecía que proclama se cumple en su predicación, en sus gestos, en su persona.
Avivado por el Espíritu Santo, Jesús regresa a Nazaret con el fin de anunciar la Buena Nueva del Reino de Dios. El se encuentra en casa, desde donde era conocido desde pequeño. Jesús se dirige un sábado a la sinagoga. Ya en la sinagoga, se levanta a leer, le entregan un libro y lee: “El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha consagrado por la unción. El me envió a llevar la Buena Noticia a los pobres, a anunciar la liberación a los cautivos y la vista a los ciegos, a dar la libertad a los oprimidos y proclamar un año de gracia del Señor”. La página profética es anunciada por el mismo Jesús, que no tarda en dar la interpretación de la misma. Jesús es verdadero profeta y la profecía que proclama se cumple en su predicación, en sus gestos, en su persona.
El texto elegido por Jesús, está en ese momento reflejando la realidad de su pueblo, y con las palabras de Isaías, El anuncia su misión, que es anunciar la Buena Noticia a los desposeídos, a los cautivos, devolver la vista a los ciegos y en otra palabras, proclamar “un año de gracia de parte del Señor”.
“Hoy se ha cumplido este pasaje de la Escritura que acaban de oír”
Jesús cerró el Libro, lo devolvió al ayudante y se sentó. Todos en la sinagoga tenían los ojos fijos en El. Entonces comenzó a decirles: “Hoy se ha cumplido este pasaje de la Escritura que acaban de oír”. Todos daban testimonio a favor de él y estaban llenos de admiración por las palabras de gracia que salían de su boca
Jesús, no tarda en dar la interpretación, El asume las palabras de Isaías como suyas, es decir le otorga un gran sentido y de alguna forma se declara Mesías, El viene a cumplir la profecía.
Algunos oyentes reaccionan ciertamente boquiabiertos por las cosas que decía y por el modo como las decía, pero otros quedaban resistidamente sobresaltados y, por eso, censores respecto a la persona de Jesús. Todos en la sinagoga tenían los ojos fijos en El.
Y decían: “No es éste el hijo de José?
Todos daban testimonio a favor de él y estaban llenos de admiración por las palabras de gracia que salían de su boca. Y decían: “No es éste el hijo de José?” Pero él les respondió: “Sin duda ustedes me citarán el refrán: “Médico, sánate a ti mismo”. Realiza también aquí, en tu patria, todo lo que hemos oído que sucedió en Cafarnaúm”. Después agregó: “Les aseguro que ningún profeta es bien recibido en su tierra.
Jesús intuye que el ánimo de los presentes está, por lo general, indispuesto respecto a su predicación y quedan escandalizados y no quieren saber nada de él. No aceptan que Jesús sea el Mesías anunciado por Isaías. Decían: “No es éste el hijo de José? .
Es así como Jesús, en medio de la discusión, les dice: “Yo les aseguro que había muchas viudas en Israel en el tiempo de Elías, cuando durante tres años y seis meses no hubo lluvia del cielo y el hambre azotó a todo el país. Sin embargo, a ninguna de ellas fue enviado Elías, sino a una viuda de Sarepta, en el país de Sidón”. El Señor, presenta dos referencias bíblicas de los tiempos de Elías y luego los leprosos del tiempo de Eliseo: También había muchos leprosos en Israel, en el tiempo del profeta Eliseo, pero ninguno de ellos fue sanado, sino Naamán, el sirio”. Jesús quiere echar abajo las disposiciones interiores de los presentes que estaban escandalizados.
Se enfurecieron y, levantándose, lo empujaron fuera de la ciudad
Jesús habla de acoger a los pobres, a los ciegos y a los oprimidos, sin embargo la gente no acepta su ofrecimiento, y por querer acoger a los excluidos, el es apartado de tal forma, que hasta su propia comunidad de Nazaret pensó matarlo: “Se enfurecieron y, levantándose, lo empujaron fuera de la ciudad, hasta un lugar escarpado de la colina sobre la que se levantaba la ciudad, con intención de despeñarlo. Pero Jesús, pasando en medio de ellos, continuó su camino.”
El Señor conservó la calma, él no se desvió de su camino. No era extraño, que Jesús fuera objeto de un desconcierto y un rechazo empecinado. El relato de Lucas muestra lo difícil que es superar cierta mentalidad ciega.
Tampoco es de extrañar que el mensaje de Jesús hoy sea rechazado.
Oh Jesús, hablaste en tu tiempo de peregrino por la tierra y te encontraste con sordos a tu mensaje de salvación. Hoy nos sigues entregando tu mensaje, y del mismo modo que ayer, pocos quieren oírte. En todos los tiempos ha habido gente incomoda con tu mensaje, por tanto hubo gente que se alejo de ti y seguimos viendo como otros intentan alejarse. ¿No entienden que has venido a liberarnos de toda opresión?
Nosotros Señor, queremos ser un corazón abierto para tu palabra, tus Buenas Noticias nos sorprenden, tu nos dices la verdad y nos liberas de nuestros temores, por lo que deseamos tener un corazón para conocerte y encontrarnos contigo. Tu Palabra, Señor, tiene el poder de sanarnos y de curarnos, nos transforma por dentro y obra maravillas en nosotros.
De Corazón
Pedro Sergio
lunes, 31 de agosto de 2009
domingo, 30 de agosto de 2009
MARCOS 7, 1-8. 14-15. 21-23
Los fariseos con algunos escribas llegados de Jerusalén se acercaron a Jesús, y vieron que algunos de sus discípulos comían con las manos impuras, es decir, sin lavar.
Los fariseos y algunos escribas, venidos de Jerusalén, se acercan a Jesús y parece que vinieron con el propósito de observarlo a él y a sus discípulos. Inmediatamente se dan cuenta que los discípulos no se lavan las manos antes de comer. Esta costumbre, que es muy buena práctica de higiene, tenía e aquel tiempo un sentido religioso.
El Evangelio, explica diversa normas que debían ser observadas por la gente y de este modo, conseguir la pureza perseguida por la ley. Por cierto, el cumplimiento de la pureza era un asunto muy importante, por tanto las reglas de la pureza eran instruidas a fin de que las personas al cumplirlas, tenían un camino hacia Dios, fuente de armonía y paz en la vida. Sin embargo, en vez de armonía, para los desposeídos era un punto complicado de cumplir. En efecto, eran tantas las normas y leyes, que se les hacia difícil estar en todo y se les tachaban de “esa gente que no conoce la Ley son unos malditos.” (Juan (SBJ) 7)
“¿Por qué tus discípulos no proceden de acuerdo con la tradición de nuestros antepasados, sino que comen con las manos impuras?
Los escribas y fariseos vienen a criticar la actitud de los discípulos de Jesús. Sin embargo la verdad es que estos hipócritas vienen a criticar a Jesús, por permitir que los discípulos no observen las reglas de pureza. Ciertamente, los escribas eran encargados de velar por el cumplimiento de estas leyes. Ante esta crítica, el Señor responde con dureza, porque sabe que no hay coherencia en los fariseos.
Es así como Él les respondió: “¡Hipócritas! Bien profetizó de ustedes Isaías, en el pasaje de la Escritura que dice: “Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí. En vano me rinde culto: las doctrinas que enseñan no son sino preceptos humanos”. Ustedes dejan de lado el mandamiento de Dios, por seguir la tradición de los hombres”. Jesús con este texto de Isaías, (Is 29,13), les hace ver un ejemplo de cómo vuelven intrascendente el precepto de Dios.
Y Jesús, llamando otra vez a la gente, les dijo: “Escúchenme todos y entiéndanlo bien. Ninguna cosa externa que entra en el hombre puede mancharlo; lo que lo hace impuro es aquello que sale del hombre.
Tal como lo leemos en Libro del Génesis, todas las cosas creadas son buenas, por tanto lo creado por Dios, no puede ser impuro ni menos volver impuro a alguien. Sin embargo, lo que contamina al hombre, es su pecado, pecado que nace desde el corazón del hombre y que por consiguiente lo incapacita para tener una buena relación con Dios.
El Señor me dice en esta lectura, que nuestro corazón es un punto importantísimo en mis acciones y decisiones, y que de mi corazón depende lo bueno o lo malo que yo pueda hacer o decir. El Señor me dice, que no se está en comunión con El, por el solo hecho de exigir una observancia celosa de las leyes, pero si se esta en correspondencia con El, cuando hay pureza en mi corazón.
El texto evangélico, me invita a mirar mi corazón con sinceridad, es una Palabra que me pide oírla con el corazón, me pide meditarla desde mi interior, es allí donde debo atesorarla, es allí en mi corazón donde se produce la conversión y es mi corazón el que debe animarme para ponerla en práctica, es en mi corazón donde debo tener conciencia de una vida coherente.
De Corazón
Pedro Sergio
Los fariseos y algunos escribas, venidos de Jerusalén, se acercan a Jesús y parece que vinieron con el propósito de observarlo a él y a sus discípulos. Inmediatamente se dan cuenta que los discípulos no se lavan las manos antes de comer. Esta costumbre, que es muy buena práctica de higiene, tenía e aquel tiempo un sentido religioso.
El Evangelio, explica diversa normas que debían ser observadas por la gente y de este modo, conseguir la pureza perseguida por la ley. Por cierto, el cumplimiento de la pureza era un asunto muy importante, por tanto las reglas de la pureza eran instruidas a fin de que las personas al cumplirlas, tenían un camino hacia Dios, fuente de armonía y paz en la vida. Sin embargo, en vez de armonía, para los desposeídos era un punto complicado de cumplir. En efecto, eran tantas las normas y leyes, que se les hacia difícil estar en todo y se les tachaban de “esa gente que no conoce la Ley son unos malditos.” (Juan (SBJ) 7)
“¿Por qué tus discípulos no proceden de acuerdo con la tradición de nuestros antepasados, sino que comen con las manos impuras?
Los escribas y fariseos vienen a criticar la actitud de los discípulos de Jesús. Sin embargo la verdad es que estos hipócritas vienen a criticar a Jesús, por permitir que los discípulos no observen las reglas de pureza. Ciertamente, los escribas eran encargados de velar por el cumplimiento de estas leyes. Ante esta crítica, el Señor responde con dureza, porque sabe que no hay coherencia en los fariseos.
Es así como Él les respondió: “¡Hipócritas! Bien profetizó de ustedes Isaías, en el pasaje de la Escritura que dice: “Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí. En vano me rinde culto: las doctrinas que enseñan no son sino preceptos humanos”. Ustedes dejan de lado el mandamiento de Dios, por seguir la tradición de los hombres”. Jesús con este texto de Isaías, (Is 29,13), les hace ver un ejemplo de cómo vuelven intrascendente el precepto de Dios.
Y Jesús, llamando otra vez a la gente, les dijo: “Escúchenme todos y entiéndanlo bien. Ninguna cosa externa que entra en el hombre puede mancharlo; lo que lo hace impuro es aquello que sale del hombre.
Tal como lo leemos en Libro del Génesis, todas las cosas creadas son buenas, por tanto lo creado por Dios, no puede ser impuro ni menos volver impuro a alguien. Sin embargo, lo que contamina al hombre, es su pecado, pecado que nace desde el corazón del hombre y que por consiguiente lo incapacita para tener una buena relación con Dios.
El Señor me dice en esta lectura, que nuestro corazón es un punto importantísimo en mis acciones y decisiones, y que de mi corazón depende lo bueno o lo malo que yo pueda hacer o decir. El Señor me dice, que no se está en comunión con El, por el solo hecho de exigir una observancia celosa de las leyes, pero si se esta en correspondencia con El, cuando hay pureza en mi corazón.
El texto evangélico, me invita a mirar mi corazón con sinceridad, es una Palabra que me pide oírla con el corazón, me pide meditarla desde mi interior, es allí donde debo atesorarla, es allí en mi corazón donde se produce la conversión y es mi corazón el que debe animarme para ponerla en práctica, es en mi corazón donde debo tener conciencia de una vida coherente.
De Corazón
Pedro Sergio
sábado, 29 de agosto de 2009
MARCOS 6, 17-29
Herodes, había hecho arrestar y encarcelar a Juan a causa de Herodías, la mujer de su hermano Felipe, con la que se había casado. Porque Juan decía a Herodes: "No te es lícito tener a la mujer de tu hermano". Herodías odiaba a Juan e intentaba matarlo, pero no podía, porque Herodes lo respetaba, sabiendo que era un hombre justo y santo, y lo protegía.
El profeta no puede callar lo que le ha sido revelado con el propósito de darlo a conocer a otros
El coraje, es la característica inconfundible de todo auténtico profeta. En efecto, el profeta no puede callar lo que le ha sido revelado con el propósito de darlo a conocer a otros. Justamente este valor de decir la verdad y no ocultar los hechos que ofenden a Dios, es lo que llevara a Juan Bautista por el camino del martirio.
¿Somos capaces de enfrentar a los poderosos que tienen la actitud de Herodes como lo hizo Juan Bautista?, quizá para algunos sea un coraje misterioso, pero no cabe duda que una franqueza que sólo Dios puede dar a quien se le somete y acepta la misión que le da.
Este fragmento del Evangelio donde se nos relata el martirio de Juan el Bautista, está instalado en el camino de Jesús hacia Jerusalén, aquí no sólo se ultima la vida del Bautista, además es preámbulo del martirio de Jesús. Este relato nos viene a descubrir cómo este gran profeta pone término a su vida por los mismos motivos que morirá Jesús.
Este relato, es una invitación a profundizar sobre el don de la profecía, en particular sobre la figura del profeta.
¿Somos nosotros profetas, nos sentimos iluminados y elegidos para llevar la Palabra de Dios?, ¿Cuál es religiosamente nuestra ocupación en el pueblo de Dios? ¿Cuáles son las opciones que nos caben para llevar las Buenas Noticias del reino?, ¿De qué modo podemos ser testigos de una presencia superior, como portavoz de una Palabra divina?
Como cristianos, siempre estaremos expuestos a cierto Herodes por ser profetas, pero proyectaremos la Palabra de Dios, que es profética, porque impulsa el bien, a la justicia y al amor.
Todo cristiano seguidor de Cristo debe asumir como profeta y hablar en nombre de Jesús, transmitir su mensaje, que por ser de justicia, amor, paz, libertad, se oponen al poder de los Herodes de hoy, de los poderes de hoy, de las ambiciones, por ello, nos criticarán, nos juzgarán, nos condenarán, y dirán muchas cosas de nosotros, y se preguntaran como Herodes, ¿quién es éste del que oigo decir semejantes cosas?".
Oración
Señor, Dios nuestro, tú has querido que san Juan Bautista fuese el precursor del nacimiento y de la muerte de tu Hijo; concédenos, por su intercesión, que, así como él murió mártir de la verdad y la justicia, luchemos nosotros valerosamente por la confesión de nuestra fe. Por nuestro Señor Jesucristo.
De Corazón
Pedro Sergio
El profeta no puede callar lo que le ha sido revelado con el propósito de darlo a conocer a otros
El coraje, es la característica inconfundible de todo auténtico profeta. En efecto, el profeta no puede callar lo que le ha sido revelado con el propósito de darlo a conocer a otros. Justamente este valor de decir la verdad y no ocultar los hechos que ofenden a Dios, es lo que llevara a Juan Bautista por el camino del martirio.
¿Somos capaces de enfrentar a los poderosos que tienen la actitud de Herodes como lo hizo Juan Bautista?, quizá para algunos sea un coraje misterioso, pero no cabe duda que una franqueza que sólo Dios puede dar a quien se le somete y acepta la misión que le da.
Este fragmento del Evangelio donde se nos relata el martirio de Juan el Bautista, está instalado en el camino de Jesús hacia Jerusalén, aquí no sólo se ultima la vida del Bautista, además es preámbulo del martirio de Jesús. Este relato nos viene a descubrir cómo este gran profeta pone término a su vida por los mismos motivos que morirá Jesús.
Este relato, es una invitación a profundizar sobre el don de la profecía, en particular sobre la figura del profeta.
¿Somos nosotros profetas, nos sentimos iluminados y elegidos para llevar la Palabra de Dios?, ¿Cuál es religiosamente nuestra ocupación en el pueblo de Dios? ¿Cuáles son las opciones que nos caben para llevar las Buenas Noticias del reino?, ¿De qué modo podemos ser testigos de una presencia superior, como portavoz de una Palabra divina?
Como cristianos, siempre estaremos expuestos a cierto Herodes por ser profetas, pero proyectaremos la Palabra de Dios, que es profética, porque impulsa el bien, a la justicia y al amor.
Todo cristiano seguidor de Cristo debe asumir como profeta y hablar en nombre de Jesús, transmitir su mensaje, que por ser de justicia, amor, paz, libertad, se oponen al poder de los Herodes de hoy, de los poderes de hoy, de las ambiciones, por ello, nos criticarán, nos juzgarán, nos condenarán, y dirán muchas cosas de nosotros, y se preguntaran como Herodes, ¿quién es éste del que oigo decir semejantes cosas?".
Oración
Señor, Dios nuestro, tú has querido que san Juan Bautista fuese el precursor del nacimiento y de la muerte de tu Hijo; concédenos, por su intercesión, que, así como él murió mártir de la verdad y la justicia, luchemos nosotros valerosamente por la confesión de nuestra fe. Por nuestro Señor Jesucristo.
De Corazón
Pedro Sergio
viernes, 28 de agosto de 2009
MATEO 25, 1-13
“El Reino de los Cielos será semejante a diez jóvenes que fueron con sus lámparas al encuentro del esposo.
Este fragmento del Evangelio de Mateo, continúa con el tema de estar atentos y vigilantes, no invitan además a reflexionar sobre el momento desconocido del retorno del Señor. En este caso, se nos habla de diez mujeres vírgenes, es decir solteras, donde cinco son necias y cinco prudentes.
Esta parábola es una verdadera advertencia, el Señor está interesado en nosotros, por ese motivo nos advierte de su regreso, pero de nosotros dependerá el estado en que lo recibiremos. El Señor nos ha pedido que nos amemos como él nos ama. ¿Cómo estamos en esto?
‘Ya viene el esposo, salgan a su encuentro’
¿No es acaso cierto que todos los cristianos están expectante por la venida del Señor?, El Señor nos invita a nos quedarnos dormidos, y a no pensar como las cinco mujeres necias sobre que él no puede retrasarse.
Cuando se oiga en grito: “Ya viene el esposo, salgan a su encuentro”., en ese minuto los cristianos tendremos que estar preparados, pero con las lamparas surtidas de aceite y en ningún caso con las manos vacías. ¿podremos mostrar las buenas obras realizadas con amor?
También hay que preguntarse, ¿Qué significa para mi estar preparado?. Por nuestros frutos nos reconocerán. (Mateo (SBJ) 7,20). También es necesario reflexionar si con el solo hecho de ser creyentes es suficiente motivo para salvarse: “No todo el que me diga: "Señor, Señor, entrará en el Reino de los Cielos, sino el que haga la voluntad de mi Padre celestial.” (Mateo (SBJ) 7,21)
Estén prevenidos, porque no saben el día ni la hora”.
Mientras tanto, llegó el esposo: las que estaban preparadas entraron con él en la sala nupcial y se cerró la puerta. Después llegaron las otras jóvenes y dijeron: ‘Señor, señor, ábrenos’; pero él respondió: ‘Les aseguro que no las conozco’. Estén prevenidos, porque no saben el día ni la hora”.
Del mismo modo que las jóvenes necias, en el instante que gritemos ábrenos Señor, puede ser el minuto de una temible respuesta, ‘Les aseguro que no los conozco’. Y entonces les declararé: "¡Jamás os conocí; (Mateo (SBJ) 7,23)
"Al final de tu vida serás examinado en el amor".
Lo que tenemos seguro es que llegará el día de nuestra muerte, entonces seremos examinados si estamos preparados, ¿Examinados de que?, esta es una respuesta que debe nacer desde el corazón de cada uno. A mi me dice el Señor que este examen será sobre el amor. El Señor nos dijo que el mandamiento más importante es: “Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente. Este es el más grande y el primer mandamiento. El segundo, semejante a éste, es: Amarás al prójimo como a ti mismo.” (Mt 22: 37-40) ¿debo preguntarme si los he cumplido?
Dice San Juan de la Cruz: "Al final de tu vida serás examinado en el amor". No nos preguntarán si hemos hecho muchas cosas en lo profesional o pastoralmente, tampoco si hemos realizado grandes obras, o hemos vivido una vida religiosa dominical, ni nos sacaran la cuenta de cuanta limosna hemos dado, solo seremos examinados en el amor que hemos podido dar.
Parece que estamos tranquilos porque hacemos según nosotros las cosa bien, vamos a misa, el Señor es misericordioso, el cielo es para todos y todos somos hijos de Dios y El no nos va a dejar afuera del cielo. También creemos en que habrá intercesores que no ayudaran y rezarán para que no abran la puerta del cielo, ¿todo esto es verdad?, o ¿todo esto es vivir con imprudencia, con ligereza y sin previsión? ¿Estamos actuando según lo que creemos que esta bien y somos jueces y parte de nosotros mismos?
Cada uno debe presentarse ante Dios, Juez supremo de todo ser vivo
El Santo Padre Benedicto XVI, es su primera homilía dijo: “Cada uno debe presentarse ante Dios, Juez supremo de todo ser vivo, consciente del deber de rendirle cuentas un día de lo que ha hecho o no ha hecho”
Dios es misericordioso y nos juzgará con compasión, tendrá piedad de nosotros, pero nos juzgara por nuestras obras de amor, es por eso que los que hagamos no sirve de nada si no tenemos amor, San Pablo nos dice: “Aunque repartiera todos mis bienes, y entregara mi cuerpo a las llamas, si no tengo caridad, de nada me sirve” 1 corintios 13.
«Oh Señor, mi destino está en tus manos» (Sal 16,5).
De Corazón
Pedro Sergio
Este fragmento del Evangelio de Mateo, continúa con el tema de estar atentos y vigilantes, no invitan además a reflexionar sobre el momento desconocido del retorno del Señor. En este caso, se nos habla de diez mujeres vírgenes, es decir solteras, donde cinco son necias y cinco prudentes.
Esta parábola es una verdadera advertencia, el Señor está interesado en nosotros, por ese motivo nos advierte de su regreso, pero de nosotros dependerá el estado en que lo recibiremos. El Señor nos ha pedido que nos amemos como él nos ama. ¿Cómo estamos en esto?
‘Ya viene el esposo, salgan a su encuentro’
¿No es acaso cierto que todos los cristianos están expectante por la venida del Señor?, El Señor nos invita a nos quedarnos dormidos, y a no pensar como las cinco mujeres necias sobre que él no puede retrasarse.
Cuando se oiga en grito: “Ya viene el esposo, salgan a su encuentro”., en ese minuto los cristianos tendremos que estar preparados, pero con las lamparas surtidas de aceite y en ningún caso con las manos vacías. ¿podremos mostrar las buenas obras realizadas con amor?
También hay que preguntarse, ¿Qué significa para mi estar preparado?. Por nuestros frutos nos reconocerán. (Mateo (SBJ) 7,20). También es necesario reflexionar si con el solo hecho de ser creyentes es suficiente motivo para salvarse: “No todo el que me diga: "Señor, Señor, entrará en el Reino de los Cielos, sino el que haga la voluntad de mi Padre celestial.” (Mateo (SBJ) 7,21)
Estén prevenidos, porque no saben el día ni la hora”.
Mientras tanto, llegó el esposo: las que estaban preparadas entraron con él en la sala nupcial y se cerró la puerta. Después llegaron las otras jóvenes y dijeron: ‘Señor, señor, ábrenos’; pero él respondió: ‘Les aseguro que no las conozco’. Estén prevenidos, porque no saben el día ni la hora”.
Del mismo modo que las jóvenes necias, en el instante que gritemos ábrenos Señor, puede ser el minuto de una temible respuesta, ‘Les aseguro que no los conozco’. Y entonces les declararé: "¡Jamás os conocí; (Mateo (SBJ) 7,23)
"Al final de tu vida serás examinado en el amor".
Lo que tenemos seguro es que llegará el día de nuestra muerte, entonces seremos examinados si estamos preparados, ¿Examinados de que?, esta es una respuesta que debe nacer desde el corazón de cada uno. A mi me dice el Señor que este examen será sobre el amor. El Señor nos dijo que el mandamiento más importante es: “Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente. Este es el más grande y el primer mandamiento. El segundo, semejante a éste, es: Amarás al prójimo como a ti mismo.” (Mt 22: 37-40) ¿debo preguntarme si los he cumplido?
Dice San Juan de la Cruz: "Al final de tu vida serás examinado en el amor". No nos preguntarán si hemos hecho muchas cosas en lo profesional o pastoralmente, tampoco si hemos realizado grandes obras, o hemos vivido una vida religiosa dominical, ni nos sacaran la cuenta de cuanta limosna hemos dado, solo seremos examinados en el amor que hemos podido dar.
Parece que estamos tranquilos porque hacemos según nosotros las cosa bien, vamos a misa, el Señor es misericordioso, el cielo es para todos y todos somos hijos de Dios y El no nos va a dejar afuera del cielo. También creemos en que habrá intercesores que no ayudaran y rezarán para que no abran la puerta del cielo, ¿todo esto es verdad?, o ¿todo esto es vivir con imprudencia, con ligereza y sin previsión? ¿Estamos actuando según lo que creemos que esta bien y somos jueces y parte de nosotros mismos?
Cada uno debe presentarse ante Dios, Juez supremo de todo ser vivo
El Santo Padre Benedicto XVI, es su primera homilía dijo: “Cada uno debe presentarse ante Dios, Juez supremo de todo ser vivo, consciente del deber de rendirle cuentas un día de lo que ha hecho o no ha hecho”
Dios es misericordioso y nos juzgará con compasión, tendrá piedad de nosotros, pero nos juzgara por nuestras obras de amor, es por eso que los que hagamos no sirve de nada si no tenemos amor, San Pablo nos dice: “Aunque repartiera todos mis bienes, y entregara mi cuerpo a las llamas, si no tengo caridad, de nada me sirve” 1 corintios 13.
«Oh Señor, mi destino está en tus manos» (Sal 16,5).
De Corazón
Pedro Sergio
jueves, 27 de agosto de 2009
MATEO 24, 42-51
“Estén prevenidos”
Jesús habló diciendo: “Estén prevenidos, porque ustedes no saben qué día vendrá su Señor. Entiéndanlo bien: si el dueño de casa supiera a qué hora de la noche va a llegar el ladrón, velaría y no dejaría perforar las paredes de su casa.
Entonces la finalidad que persigue este relato, no es asustarnos, al contrario, él quiere animarnos, Jesús habló diciendo: “Estén prevenidos”, estas son palabra claves, el Señor vendrá, eso es seguro. Pero no sabemos cuando, de ahí la imagen del ladrón, que da al relato algo muy vivo a los imprevistos. San Pablo también utilizó:. Vosotros mismos sabéis perfectamente que el Día del Señor ha de venir como un ladrón en la noche. (1 Tesalonicenses 5,2).
Estamos de prevenidos, es decir estamos avisados, el Señor nos lo ha dicho, ahora como nos encuentre, dependerá de nosotros.
¿Cuál es, entonces, el servidor fiel?,
Ustedes también estén preparados, porque el Hijo del hombre vendrá a la hora menos pensada. ¿Cuál es, entonces, el servidor fiel y previsor, a quien el Señor ha puesto al frente de su personal, para distribuir el alimento en el momento oportuno?
¿Cuál es, entonces, el servidor fiel?, En el mundo de hoy, nos aquejan un sin fin de problemas personales, sociales y económicos y de justicias mal llevadas. Es cierto por ejemplo, que las relaciones familiares no siempre se viven en armonía; que los modelos económicos no han hecho otra cosa sino radicalizar la brecha entre pobres y ricos, es cierto que vemos miseria, explotación, mentira, corrupción, desigualdades humillantes, avaricia y distinciones, en otras palabras, una situación indigna de nuestra realidad. ¿Entonces cual es la actitud del servidor fiel?. Como buenos cristianos, es decir como fieles servidores, tenemos que hacer todo lo posible para transformar esta realidad apoyado en el testimonio de Jesús, es decir, transformar la realidad desde la solidaridad, porque estar preparados, también es no ser inconciente al sufrimiento de la humanidad, es por tanto nuestro compromiso de bautizados, no solo anunciar, sino que también denunciar a los que le dan a los hombres una vida indigna.
Al mimo tiempo, ser servidor fiel, es vivir en oración y contemplación del paso de Dios en nuestras vidas y de la comunidad, pero tal como fue el ejemplo de Jesús, en actitud de servir y no ser servidos.
Feliz aquel servidor a quien su señor, al llegar, encuentre ocupado en este trabajo.
Es así como Jesús nos afirma Feliz aquel servidor a quien su señor, al llegar, lo encuentre ocupado en este trabajo, un servidor fiel y previsor. Fidelidad a la voluntad de Dios, a los bienes espirituales que nos han entregado, que estos sean administrados con rectitud en bien propio y de los demás, previsor estando en paz en nuestras relaciones con Dios, fieles a la gracia recibidas, a nuestro compromiso bautismal.
Velar y vigilar acompañados de la oración constante, porque la gracia de Dios, se nos concede por la oración, es por esto que Jesús nos exhorta a que oremos sin interrupción.
Velar y vigilar sobre aquello que nos aparta de Dios, aquello que entorpezca nuestros pensamientos y nuestro corazón, atentos a nuestra forma de vida, procurar que no nos dominen las cosas materiales, las obligaciones de orden temporal, por mucho que haya que cumplirlas, pero no permitir que nuestro corazón se aprisionen en ellas, ni el entusiasmo para dedicarse a las cosas de espíritu.
Bendice al Señor, alma mía, del fondo de mi ser, su santo nombre, bendice al Señor, alma mía, no olvides sus muchos beneficios…….
Clemente y compasivo es el Señor, tardo a la cólera y lleno de amor; no se querella eternamente ni para siempre guarda su rencor…
Como se alzan los cielos por encima de la tierra, así de grande es su amor para quienes le temen……
Mas el amor del Señor desde siempre hasta siempre para los que le temen, y su justicia para los hijos de sus hijos, para aquellos que guardan su alianza, y se acuerdan de cumplir sus mandatos. (Salmos (SBJ) 103)
De Corazón
Pedro Sergio
Jesús habló diciendo: “Estén prevenidos, porque ustedes no saben qué día vendrá su Señor. Entiéndanlo bien: si el dueño de casa supiera a qué hora de la noche va a llegar el ladrón, velaría y no dejaría perforar las paredes de su casa.
Entonces la finalidad que persigue este relato, no es asustarnos, al contrario, él quiere animarnos, Jesús habló diciendo: “Estén prevenidos”, estas son palabra claves, el Señor vendrá, eso es seguro. Pero no sabemos cuando, de ahí la imagen del ladrón, que da al relato algo muy vivo a los imprevistos. San Pablo también utilizó:. Vosotros mismos sabéis perfectamente que el Día del Señor ha de venir como un ladrón en la noche. (1 Tesalonicenses 5,2).
Estamos de prevenidos, es decir estamos avisados, el Señor nos lo ha dicho, ahora como nos encuentre, dependerá de nosotros.
¿Cuál es, entonces, el servidor fiel?,
Ustedes también estén preparados, porque el Hijo del hombre vendrá a la hora menos pensada. ¿Cuál es, entonces, el servidor fiel y previsor, a quien el Señor ha puesto al frente de su personal, para distribuir el alimento en el momento oportuno?
¿Cuál es, entonces, el servidor fiel?, En el mundo de hoy, nos aquejan un sin fin de problemas personales, sociales y económicos y de justicias mal llevadas. Es cierto por ejemplo, que las relaciones familiares no siempre se viven en armonía; que los modelos económicos no han hecho otra cosa sino radicalizar la brecha entre pobres y ricos, es cierto que vemos miseria, explotación, mentira, corrupción, desigualdades humillantes, avaricia y distinciones, en otras palabras, una situación indigna de nuestra realidad. ¿Entonces cual es la actitud del servidor fiel?. Como buenos cristianos, es decir como fieles servidores, tenemos que hacer todo lo posible para transformar esta realidad apoyado en el testimonio de Jesús, es decir, transformar la realidad desde la solidaridad, porque estar preparados, también es no ser inconciente al sufrimiento de la humanidad, es por tanto nuestro compromiso de bautizados, no solo anunciar, sino que también denunciar a los que le dan a los hombres una vida indigna.
Al mimo tiempo, ser servidor fiel, es vivir en oración y contemplación del paso de Dios en nuestras vidas y de la comunidad, pero tal como fue el ejemplo de Jesús, en actitud de servir y no ser servidos.
Feliz aquel servidor a quien su señor, al llegar, encuentre ocupado en este trabajo.
Es así como Jesús nos afirma Feliz aquel servidor a quien su señor, al llegar, lo encuentre ocupado en este trabajo, un servidor fiel y previsor. Fidelidad a la voluntad de Dios, a los bienes espirituales que nos han entregado, que estos sean administrados con rectitud en bien propio y de los demás, previsor estando en paz en nuestras relaciones con Dios, fieles a la gracia recibidas, a nuestro compromiso bautismal.
Velar y vigilar acompañados de la oración constante, porque la gracia de Dios, se nos concede por la oración, es por esto que Jesús nos exhorta a que oremos sin interrupción.
Velar y vigilar sobre aquello que nos aparta de Dios, aquello que entorpezca nuestros pensamientos y nuestro corazón, atentos a nuestra forma de vida, procurar que no nos dominen las cosas materiales, las obligaciones de orden temporal, por mucho que haya que cumplirlas, pero no permitir que nuestro corazón se aprisionen en ellas, ni el entusiasmo para dedicarse a las cosas de espíritu.
Bendice al Señor, alma mía, del fondo de mi ser, su santo nombre, bendice al Señor, alma mía, no olvides sus muchos beneficios…….
Clemente y compasivo es el Señor, tardo a la cólera y lleno de amor; no se querella eternamente ni para siempre guarda su rencor…
Como se alzan los cielos por encima de la tierra, así de grande es su amor para quienes le temen……
Mas el amor del Señor desde siempre hasta siempre para los que le temen, y su justicia para los hijos de sus hijos, para aquellos que guardan su alianza, y se acuerdan de cumplir sus mandatos. (Salmos (SBJ) 103)
De Corazón
Pedro Sergio
martes, 25 de agosto de 2009
MATEO 23, 27-32
¡Ay de ustedes, escribas y fariseos hipócritas,
Jesús habló diciendo: ¡Ay de ustedes, escribas y fariseos hipócritas, que parecen sepulcros blanqueados: hermosos por fuera, pero por dentro llenos de huesos de muertos y de podredumbre!.
Jesús les habla así por que no quiere una fe que solo es apariencia, esto es que solo esta por fuera, tiene el aspecto de algo, pero no es, entonces lo que El quiere y exige, es una fe “en espíritu y en verdad”. Este es el empeño, el interés que pone Jesús en hacerle ver a los escribas y fariseos y a todo el que oiga, que para dirigirse a Dios, es necesario e imprescindible tener santidad interior.
Jesús, con su excelente pedagogía, aprovecha la costumbre que se tenía de blanquear los sepulcros con cal, costumbre muy remota que existe hasta hoy día. Recordemos que el tocar un muerto producía impureza, al pintar las sepulturas de blanco, se podían identificar para no tropezarse con ellas. Con todo, Jesús, les hace a lo escribas y fariseos tropezarse con la verdad.
“Así también son ustedes: por fuera parecen justos delante de los hombres, pero por dentro están llenos de hipocresía y de iniquidad”
La verdad era que los fariseos a la vista de todos aparecían como hombres muy estrictos y observadores de la Ley, pero con esas apariencias tapaban y encubrían una forma de vida contrariamente a los que decían. Es así como al igual que pintar la sepulturas con cal, que es una costumbre que se mantiene hasta hoy para que aparenten limpias, también entre nosotros aún hay muchos fariseos que aparentan lo que en verdad no son.
Es así como en Jesús nos hizo abrir los ojos para ver como los fariseos, blanqueados semejantes a los sepulcros, en alta voz hablaban de su bondad, y sin embargo por dentro eran abundantes en malignidad.
Jesús de los escribas y fariseos nos dice: “Así también son ustedes: por fuera parecen justos delante de los hombres, pero por dentro están llenos de hipocresía y de iniquidad”. Los fariseos hicieron merito suficientes para que Jesús los regañara desaprobando su conducta, por su rechazo del Mesías, al que perseguían con oscuros propósitos, como darle muerte, algo que ellos estaban acostumbrado, porque con su forma de ser había dado muerte a hombres justos y a profetas.
¡Colmen entonces la medida de sus padres!
En efecto así nos señala Jesús: "! De esa manera atestiguan contra ustedes mismos que son hijos de los que mataron a los profetas. ¡Colmen entonces la medida de sus padres!
Así es, como también tenemos que tener mucho cuidado, en caer en las mismas faltas de aquellos fariseos, esto es, aparentar los que no sentimos en la fe y ser exigente en todo lo que así esta escrito sin ser capaces de ver con el espíritu, con la verdad, con natural inclinación de hacer el bien, con espíritu de santidad y con autentica piedad. Ciertamente, no esta bien decirle o hacerle de manera intencionada y generalmente desmedida lo que se cree que puede agradar a otra persona por el solo hecho de hacerle creer algo que no es cierto, eso es hipocresía.
No hace ninguna falta que otros nos vean hacer el bien, como cuando oramos en silencio, sabemos que Dios no oye, sabemos que a Dios no le podemos ocultar nada, menos lo que hay en el fondo de nuestro corazón.
Esta enseñanza de Jesús, sirva para que tomemos conciencia, de lo parecido que podemos ser o que somos a los sepulcros blanqueados, nosotros nos conocemos y sabemos como somos por dentro, pero no siempre tenemos conciencia de ello. Nuestra sociedad, esta llena de historias responsables del sufrimiento y de la muerte de muchos hermanos y hermanas, ¿vamos a reparar esto con solo construir bellas tumbas y monumentos?, ¿no será esto ir por el remedio fácil?. Ruego a Dios que no seamos indiferentes, o que guardemos distancia o que solo nos dediquemos a criticar.
De corazón
Pedro Sergio
Jesús habló diciendo: ¡Ay de ustedes, escribas y fariseos hipócritas, que parecen sepulcros blanqueados: hermosos por fuera, pero por dentro llenos de huesos de muertos y de podredumbre!.
Jesús les habla así por que no quiere una fe que solo es apariencia, esto es que solo esta por fuera, tiene el aspecto de algo, pero no es, entonces lo que El quiere y exige, es una fe “en espíritu y en verdad”. Este es el empeño, el interés que pone Jesús en hacerle ver a los escribas y fariseos y a todo el que oiga, que para dirigirse a Dios, es necesario e imprescindible tener santidad interior.
Jesús, con su excelente pedagogía, aprovecha la costumbre que se tenía de blanquear los sepulcros con cal, costumbre muy remota que existe hasta hoy día. Recordemos que el tocar un muerto producía impureza, al pintar las sepulturas de blanco, se podían identificar para no tropezarse con ellas. Con todo, Jesús, les hace a lo escribas y fariseos tropezarse con la verdad.
“Así también son ustedes: por fuera parecen justos delante de los hombres, pero por dentro están llenos de hipocresía y de iniquidad”
La verdad era que los fariseos a la vista de todos aparecían como hombres muy estrictos y observadores de la Ley, pero con esas apariencias tapaban y encubrían una forma de vida contrariamente a los que decían. Es así como al igual que pintar la sepulturas con cal, que es una costumbre que se mantiene hasta hoy para que aparenten limpias, también entre nosotros aún hay muchos fariseos que aparentan lo que en verdad no son.
Es así como en Jesús nos hizo abrir los ojos para ver como los fariseos, blanqueados semejantes a los sepulcros, en alta voz hablaban de su bondad, y sin embargo por dentro eran abundantes en malignidad.
Jesús de los escribas y fariseos nos dice: “Así también son ustedes: por fuera parecen justos delante de los hombres, pero por dentro están llenos de hipocresía y de iniquidad”. Los fariseos hicieron merito suficientes para que Jesús los regañara desaprobando su conducta, por su rechazo del Mesías, al que perseguían con oscuros propósitos, como darle muerte, algo que ellos estaban acostumbrado, porque con su forma de ser había dado muerte a hombres justos y a profetas.
¡Colmen entonces la medida de sus padres!
En efecto así nos señala Jesús: "! De esa manera atestiguan contra ustedes mismos que son hijos de los que mataron a los profetas. ¡Colmen entonces la medida de sus padres!
Así es, como también tenemos que tener mucho cuidado, en caer en las mismas faltas de aquellos fariseos, esto es, aparentar los que no sentimos en la fe y ser exigente en todo lo que así esta escrito sin ser capaces de ver con el espíritu, con la verdad, con natural inclinación de hacer el bien, con espíritu de santidad y con autentica piedad. Ciertamente, no esta bien decirle o hacerle de manera intencionada y generalmente desmedida lo que se cree que puede agradar a otra persona por el solo hecho de hacerle creer algo que no es cierto, eso es hipocresía.
No hace ninguna falta que otros nos vean hacer el bien, como cuando oramos en silencio, sabemos que Dios no oye, sabemos que a Dios no le podemos ocultar nada, menos lo que hay en el fondo de nuestro corazón.
Esta enseñanza de Jesús, sirva para que tomemos conciencia, de lo parecido que podemos ser o que somos a los sepulcros blanqueados, nosotros nos conocemos y sabemos como somos por dentro, pero no siempre tenemos conciencia de ello. Nuestra sociedad, esta llena de historias responsables del sufrimiento y de la muerte de muchos hermanos y hermanas, ¿vamos a reparar esto con solo construir bellas tumbas y monumentos?, ¿no será esto ir por el remedio fácil?. Ruego a Dios que no seamos indiferentes, o que guardemos distancia o que solo nos dediquemos a criticar.
De corazón
Pedro Sergio
MATEO 23, 23-26
“¡Ay de ustedes, escribas y fariseos hipócritas!”
Jesús habló diciendo: “¡Ay de ustedes, escribas y fariseos hipócritas, que pagan el diezmo de la menta, del hinojo y del comino, y descuidan lo esencial de la ley: la justicia, la misericordia y la fidelidad!
Jesús se queja de la ceguera de los lideres religiosos, fariseos y de los maestros de la Ley se manifiesta de modo particular en el legalismo exterior. Esta queja del Señor, ha permanecido hasta estos días, o ¿Acaso no se insiste en hacer cosas en nombre de Jesucristo olvidando muchas veces la misericordia?. En efecto, esto es algo que tenemos que reflexionar en forma permanente, tal como lo hacían los fariseos, hoy nos preocupamos de observar escrupulosamente asuntos legales sin antes reflexionar sobre las exigencias de Dios.
Ciertamente es un crítica muy valida para hoy, si queremos observar la ley, tenemos que pensar primero en el amor a Dios por sobre todo, a nuestro prójimo, en ser ante todo misericordioso y por sobre todo, fieles al Señor.
Hay que practicar esto, sin descuidar aquello. ¡Guías ciegos, que filtran el mosquito y se tragan el camello!
Jesús, nos hace una crítica de la poca coherencia, son palabras duras de Jesús, ciertamente el se esta dirigiendo a los fariseos, a los que trata de hipócrita, pero también es para que descubramos el fariseo que llevamos dentro, ¿o estamos libres de hipocresías?, ¿Esta libre de hipocresía la sociedad en la cual vivimos, mi familia, mi Iglesia?.
Frente al Señor, solo nos queda ser honesto y reflexionar si también nosotros actuamos como los fariseos hipócritas, transformado lo principal por lo marginal, lo significativo por lo urgente, el ser por el parecer y, si nos desvivimos preocupados de lo exterior y nos olvidamos de la pureza y la belleza interior.
Limpia primero la copa por dentro, y así también quedará limpia por fuera”
¡Ay de ustedes, escribas y fariseos hipócritas, que limpian por fuera la copa y el plato, mientras que por dentro están llenos de codicia y desenfreno! ¡Fariseo ciego! Limpia primero la copa por dentro, y así también quedará limpia por fuera”
Se queja Jesús y nos advierte del contraste entre lo exterior y lo interior. Dichosos los que tiene el corazón limpio porque verán a Dios (Mt 5,8) Lo importante es la pureza del corazón, la pureza interior y no tanto la limpieza exterior, que lleva a la autocomplacencia. El cuidado exterior debe ser un resplandor natural de la belleza interior y no un abrigo que esconde un interior viciado.
El Señor me dice que no suficiente observar la letra de la ley, se que no debo robar, ni matar, ni cometer adulterio, ni jurar en falso para guardar fidelidad, El Señor me dice, que no debo tener en mí deseos de codicia, desenfreno, liviandad, inmoralidad y que debo examinar mi interior a fin de limpiarme primero desde el corazón.
Oigamos a san Pablo cuando nos dice: Por lo demás, hermanos, todo cuanto hay de verdadero, de noble, de justo, de puro, de amable, de honorable, todo cuanto sea virtud y cosa digna de elogio, todo eso tenedlo en cuenta. Todo cuanto habéis aprendido y recibido y oído y visto en mí, ponedlo por obra y el Dios de la paz estará con vosotros. (Filipenses 4, 8-9)
De corazón
Pedro Sergio
Jesús habló diciendo: “¡Ay de ustedes, escribas y fariseos hipócritas, que pagan el diezmo de la menta, del hinojo y del comino, y descuidan lo esencial de la ley: la justicia, la misericordia y la fidelidad!
Jesús se queja de la ceguera de los lideres religiosos, fariseos y de los maestros de la Ley se manifiesta de modo particular en el legalismo exterior. Esta queja del Señor, ha permanecido hasta estos días, o ¿Acaso no se insiste en hacer cosas en nombre de Jesucristo olvidando muchas veces la misericordia?. En efecto, esto es algo que tenemos que reflexionar en forma permanente, tal como lo hacían los fariseos, hoy nos preocupamos de observar escrupulosamente asuntos legales sin antes reflexionar sobre las exigencias de Dios.
Ciertamente es un crítica muy valida para hoy, si queremos observar la ley, tenemos que pensar primero en el amor a Dios por sobre todo, a nuestro prójimo, en ser ante todo misericordioso y por sobre todo, fieles al Señor.
Hay que practicar esto, sin descuidar aquello. ¡Guías ciegos, que filtran el mosquito y se tragan el camello!
Jesús, nos hace una crítica de la poca coherencia, son palabras duras de Jesús, ciertamente el se esta dirigiendo a los fariseos, a los que trata de hipócrita, pero también es para que descubramos el fariseo que llevamos dentro, ¿o estamos libres de hipocresías?, ¿Esta libre de hipocresía la sociedad en la cual vivimos, mi familia, mi Iglesia?.
Frente al Señor, solo nos queda ser honesto y reflexionar si también nosotros actuamos como los fariseos hipócritas, transformado lo principal por lo marginal, lo significativo por lo urgente, el ser por el parecer y, si nos desvivimos preocupados de lo exterior y nos olvidamos de la pureza y la belleza interior.
Limpia primero la copa por dentro, y así también quedará limpia por fuera”
¡Ay de ustedes, escribas y fariseos hipócritas, que limpian por fuera la copa y el plato, mientras que por dentro están llenos de codicia y desenfreno! ¡Fariseo ciego! Limpia primero la copa por dentro, y así también quedará limpia por fuera”
Se queja Jesús y nos advierte del contraste entre lo exterior y lo interior. Dichosos los que tiene el corazón limpio porque verán a Dios (Mt 5,8) Lo importante es la pureza del corazón, la pureza interior y no tanto la limpieza exterior, que lleva a la autocomplacencia. El cuidado exterior debe ser un resplandor natural de la belleza interior y no un abrigo que esconde un interior viciado.
El Señor me dice que no suficiente observar la letra de la ley, se que no debo robar, ni matar, ni cometer adulterio, ni jurar en falso para guardar fidelidad, El Señor me dice, que no debo tener en mí deseos de codicia, desenfreno, liviandad, inmoralidad y que debo examinar mi interior a fin de limpiarme primero desde el corazón.
Oigamos a san Pablo cuando nos dice: Por lo demás, hermanos, todo cuanto hay de verdadero, de noble, de justo, de puro, de amable, de honorable, todo cuanto sea virtud y cosa digna de elogio, todo eso tenedlo en cuenta. Todo cuanto habéis aprendido y recibido y oído y visto en mí, ponedlo por obra y el Dios de la paz estará con vosotros. (Filipenses 4, 8-9)
De corazón
Pedro Sergio
lunes, 24 de agosto de 2009
JUAN 1, 45-51
Felipe encontró a Natanael
Cuando Jesús volvió para Galilea, encontró a Felipe y le llamó y le dijo: ¡Sígueme!, y cuando Felipe encontró a Natanael y le dijo: Hemos hallado a Aquél de quien se habla en la Ley de Moisés y en los Profetas. Es Jesús, el hijo de José de Nazaret".
Felipe habla de Jesús, de aquel hacia quien se orientaba las escrituras. Entonces Natanael le preguntó: "¿Acaso puede salir algo bueno de Nazaret?". Es posible, que esta sea una respuesta apresurada y motivada por las tradicionales rivalidades entre una aldea y otra. Por otra parte, era sabido que el Mesías, no vendría de Nazaret, sino que de Belén de Judea.
"Ven y verás", le dijo Felipe, esta es la misma respuesta de Jesús a Juan y Andrés cuando siguieron a Jesús, y Felipe además tiene el mismo entusiasmo de Andrés cuando le contó a su hermano Pedro: hemos encontrado al Mesías.
Es el tema de siempre, seguir a Jesús, es un asunto de encuentro personal con Jesucristo y, es de libre elección, es de libre convencimiento. Nos encontramos con Jesús y advertimos algo extraordinario en nosotros que deseamos compartir con nuestros amigos cercanos, entonces les decimos vengan y verán, para que también experimenten como nosotros.
"¿De dónde me conoces?"
Al ver llegar a Natanael, Jesús dijo: "Éste es un verdadero israelita, un hombre sin doblez". "¿De dónde me conoces?", le preguntó Natanael. Jesús le respondió: "Yo te vi antes que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera".
La mirada de Jesús, es profunda sobre los hombres, es tal que lee sus corazones, así debe haber sucedido con Natanael y lo elogia: “Éste es un verdadero israelita, un hombre sin doblez". De este modo el Señor nos esta comunicando como es el alma de Natanael y los tipos de hombres que él necesita para su apostolado, hombres con amor a la verdad y sin dobleces, es decir si hipocresías, sin fingimientos.
Natanael, nos enseña la energía del hombre que busca y cuando tiene un encuentro personal con Jesús, muestra un extraordinario acto de fe, convirtiéndose así en el testigo viviente del verdadero creyente que, a la luz de la Palabra del Señor, y por medio de la fe, reconoce en Jesús a su único Salvador y, es así como le dice: "Maestro, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel".
"Porque te dije: 'Te vi debajo de la higuera', crees
Jesús continuó: "Porque te dije: 'Te vi debajo de la higuera', crees. Verás cosas más grandes todavía".
Cuando Jesús se refiere a la higuera, es porque este árbol era el símbolo de Israel y cuando se refiere a un verdadero israelita, describe a un hombre auténtico, que es capaz de ver la verdad y cuando se encuentra con esta verdad (Jesús), es capaz de convertirse. Como muchos otros israelitas, en un primer momento consideraban que de Nazaret no podía surgir el Mesías, pero al encontrarse con Jesús cambian de parecer.
Jesús, vio en Natanael, un hombre fiel, por esa razón él le dice: “Verás cosas más grandes todavía" y esta promesa, es hoy para todos nosotros. Y es la misma promesa que nos hace hoy si lo seguimos con fidelidad: “Les aseguro que verán el cielo abierto, y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre".
Oh Señor, ciertamente, nuestro primer encuentro contigo, parece desconcertarnos, en especial cuando comprendemos lo bien que nos conoces. Permítenos entablar un diálogo contigo, a fin de que tengamos un conocimiento recíproco de la experiencia de seguirte.
De corazón
Pedro Sergio
Cuando Jesús volvió para Galilea, encontró a Felipe y le llamó y le dijo: ¡Sígueme!, y cuando Felipe encontró a Natanael y le dijo: Hemos hallado a Aquél de quien se habla en la Ley de Moisés y en los Profetas. Es Jesús, el hijo de José de Nazaret".
Felipe habla de Jesús, de aquel hacia quien se orientaba las escrituras. Entonces Natanael le preguntó: "¿Acaso puede salir algo bueno de Nazaret?". Es posible, que esta sea una respuesta apresurada y motivada por las tradicionales rivalidades entre una aldea y otra. Por otra parte, era sabido que el Mesías, no vendría de Nazaret, sino que de Belén de Judea.
"Ven y verás", le dijo Felipe, esta es la misma respuesta de Jesús a Juan y Andrés cuando siguieron a Jesús, y Felipe además tiene el mismo entusiasmo de Andrés cuando le contó a su hermano Pedro: hemos encontrado al Mesías.
Es el tema de siempre, seguir a Jesús, es un asunto de encuentro personal con Jesucristo y, es de libre elección, es de libre convencimiento. Nos encontramos con Jesús y advertimos algo extraordinario en nosotros que deseamos compartir con nuestros amigos cercanos, entonces les decimos vengan y verán, para que también experimenten como nosotros.
"¿De dónde me conoces?"
Al ver llegar a Natanael, Jesús dijo: "Éste es un verdadero israelita, un hombre sin doblez". "¿De dónde me conoces?", le preguntó Natanael. Jesús le respondió: "Yo te vi antes que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera".
La mirada de Jesús, es profunda sobre los hombres, es tal que lee sus corazones, así debe haber sucedido con Natanael y lo elogia: “Éste es un verdadero israelita, un hombre sin doblez". De este modo el Señor nos esta comunicando como es el alma de Natanael y los tipos de hombres que él necesita para su apostolado, hombres con amor a la verdad y sin dobleces, es decir si hipocresías, sin fingimientos.
Natanael, nos enseña la energía del hombre que busca y cuando tiene un encuentro personal con Jesús, muestra un extraordinario acto de fe, convirtiéndose así en el testigo viviente del verdadero creyente que, a la luz de la Palabra del Señor, y por medio de la fe, reconoce en Jesús a su único Salvador y, es así como le dice: "Maestro, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel".
"Porque te dije: 'Te vi debajo de la higuera', crees
Jesús continuó: "Porque te dije: 'Te vi debajo de la higuera', crees. Verás cosas más grandes todavía".
Cuando Jesús se refiere a la higuera, es porque este árbol era el símbolo de Israel y cuando se refiere a un verdadero israelita, describe a un hombre auténtico, que es capaz de ver la verdad y cuando se encuentra con esta verdad (Jesús), es capaz de convertirse. Como muchos otros israelitas, en un primer momento consideraban que de Nazaret no podía surgir el Mesías, pero al encontrarse con Jesús cambian de parecer.
Jesús, vio en Natanael, un hombre fiel, por esa razón él le dice: “Verás cosas más grandes todavía" y esta promesa, es hoy para todos nosotros. Y es la misma promesa que nos hace hoy si lo seguimos con fidelidad: “Les aseguro que verán el cielo abierto, y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre".
Oh Señor, ciertamente, nuestro primer encuentro contigo, parece desconcertarnos, en especial cuando comprendemos lo bien que nos conoces. Permítenos entablar un diálogo contigo, a fin de que tengamos un conocimiento recíproco de la experiencia de seguirte.
De corazón
Pedro Sergio
sábado, 22 de agosto de 2009
JUAN 6, 60-69
Este modo de hablar es duro
En aquel tiempo, muchos discípulos de Jesús, al oírlo, dijeron: -Este modo de hablar es duro, ¿quién puede hacerle caso?-
Como apóstoles de Jesús, tenemos necesidad de preguntarnos, ¿Es, la palabra del Señor dura?, ¡Cuán dulce al paladar me es tu promesa, más que miel a mi boca! (Salmo 119)¿Es duro mi corazón?, ¿Quiero de verdad oír a Jesús? ¿No es acaso la palabra del Señor luz para mi caminar?, Para mis pies antorcha es tu palabra, luz para mi sendero. (Salmo 119)
¿O es que sentimos que el lenguaje de Jesús es duro porque nos resulta difícil de aceptar, sobre todo por las consecuencias que involucra?
Anhelo tu salvación, Señor, tu ley hace mis delicias. (Salmo 119)
¿Esto os hace vacilar?
Adivinando Jesús que sus discípulos lo criticaban, les dijo: -«¿Esto os hace vacilar?. “¿Y si vierais al Hijo del hombre subir a donde estaba antes?
El Señor me conoce en lo más profundo, Él sabe, de mí, como cuando le dice Natanael: -¿De qué me conoces?- Le respondió Jesús: “Antes de que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera, te vi.” (Juan 1,48). Jesús lee nuestro corazones, por eso nos pregunta -¿Esto os hace vacilar?,. ¿Qué le vamos a responder hoy?
Los discípulos lo criticaban, le parecen que las afirmaciones de Jesús son ilógicas, difícil de creer y aceptar desde el punto de vista humano. El Señor les dice a sus discípulos que hay que creer en el en ese minuto que están con él, no después de la ascensión al cielo, porque sí así fuera, no estaban aceptando su origen divino.
Desde entonces, muchos discípulos suyos se echaron atrás y no volvieron a ir con él.
El espíritu es quien da vida; la carne no sirve de nada. Las palabras que os he dicho son espíritu y vida. Y con todo, algunos de vosotros no creen.” Pues Jesús sabía desde el principio quiénes no creían y quién lo iba a entregar. Y dijo: - «Por eso os he dicho que nadie puede venir a mí, si el Padre no se lo concede. Desde entonces, muchos discípulos suyos se echaron atrás y no volvieron a ir con él.
El Evangelio nos está afirmando que la carne de Jesús es tan real como es la verdad eucarística. Ambas tienen para nosotros el mismo resultado, darnos vida. Por eso debo preguntarme ahora si estoy dispuesto a abrir mi corazón y mi espíritu al Espíritu Santo.
“He aquí que el Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra" (Lc 1, 35)?” Quiero repetir como la Santísima Virgen María: “Hágase en mi según tu Palabra. (Lc 1, 38)
Desde entonces, muchos discípulos suyos se echaron atrás y no volvieron a ir con él. Esto no fue sorpresa para Jesús y tampoco es sorpresa sobre los que se alejan hoy, el conoce a los hombres. Optar por Jesús, es algo que no podemos darnos nosotros mismos, por eso le dice a sus discípulos: “Por eso os he dicho que nadie puede venir a mí, si el Padre no se lo concede.”
Somos libres de aceptar o rechazar a Dios y a vivir en comunión con su Hijo Jesucristo.
“¿También vosotros queréis marcharos?”
Entonces Jesús les dijo a los Doce: - ¿También vosotros queréis marcharos? Simon Pedro le contestó: - Señor, ¿a quién vamos a acudir? Tú tienes palabras de vida eterna; nosotros creemos y sabemos que tú eres el Santo consagrado por Dios.
Esta pregunta debe llegar a nuestro corazón y es necesario responderle desde nuestro interior si optamos por él o lo dejamos. Junto a Pedro, repitamos “Señor, ¿a quién vamos a acudir? Tú tienes palabras de vida eterna”
Reconozcamos nuestra fragilidad de corazón sin miedo y cada vez que vayamos a vacilar, Señor, ¿a quién vamos a acudir?
Señor, hemos recibido tanto de Ti, hemos oído y reflexionado tu Palabra, no quiero ni murmurar ni vacilar, no quiero cerrarme y dejarme dominar por la incredulidad, por nada quiero abandonarte, no quiero mirar ni dar un paso atrás, al contrario, quiero ir con contigo y quiero en el silencio del corazón decirte mucha veces: "Señor, ¿a quién vamos a ir, sino a ti?!". Heme aquí, Señor, que voy…
De corazón
Pedro Sergio
En aquel tiempo, muchos discípulos de Jesús, al oírlo, dijeron: -Este modo de hablar es duro, ¿quién puede hacerle caso?-
Como apóstoles de Jesús, tenemos necesidad de preguntarnos, ¿Es, la palabra del Señor dura?, ¡Cuán dulce al paladar me es tu promesa, más que miel a mi boca! (Salmo 119)¿Es duro mi corazón?, ¿Quiero de verdad oír a Jesús? ¿No es acaso la palabra del Señor luz para mi caminar?, Para mis pies antorcha es tu palabra, luz para mi sendero. (Salmo 119)
¿O es que sentimos que el lenguaje de Jesús es duro porque nos resulta difícil de aceptar, sobre todo por las consecuencias que involucra?
Anhelo tu salvación, Señor, tu ley hace mis delicias. (Salmo 119)
¿Esto os hace vacilar?
Adivinando Jesús que sus discípulos lo criticaban, les dijo: -«¿Esto os hace vacilar?. “¿Y si vierais al Hijo del hombre subir a donde estaba antes?
El Señor me conoce en lo más profundo, Él sabe, de mí, como cuando le dice Natanael: -¿De qué me conoces?- Le respondió Jesús: “Antes de que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera, te vi.” (Juan 1,48). Jesús lee nuestro corazones, por eso nos pregunta -¿Esto os hace vacilar?,. ¿Qué le vamos a responder hoy?
Los discípulos lo criticaban, le parecen que las afirmaciones de Jesús son ilógicas, difícil de creer y aceptar desde el punto de vista humano. El Señor les dice a sus discípulos que hay que creer en el en ese minuto que están con él, no después de la ascensión al cielo, porque sí así fuera, no estaban aceptando su origen divino.
Desde entonces, muchos discípulos suyos se echaron atrás y no volvieron a ir con él.
El espíritu es quien da vida; la carne no sirve de nada. Las palabras que os he dicho son espíritu y vida. Y con todo, algunos de vosotros no creen.” Pues Jesús sabía desde el principio quiénes no creían y quién lo iba a entregar. Y dijo: - «Por eso os he dicho que nadie puede venir a mí, si el Padre no se lo concede. Desde entonces, muchos discípulos suyos se echaron atrás y no volvieron a ir con él.
El Evangelio nos está afirmando que la carne de Jesús es tan real como es la verdad eucarística. Ambas tienen para nosotros el mismo resultado, darnos vida. Por eso debo preguntarme ahora si estoy dispuesto a abrir mi corazón y mi espíritu al Espíritu Santo.
“He aquí que el Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra" (Lc 1, 35)?” Quiero repetir como la Santísima Virgen María: “Hágase en mi según tu Palabra. (Lc 1, 38)
Desde entonces, muchos discípulos suyos se echaron atrás y no volvieron a ir con él. Esto no fue sorpresa para Jesús y tampoco es sorpresa sobre los que se alejan hoy, el conoce a los hombres. Optar por Jesús, es algo que no podemos darnos nosotros mismos, por eso le dice a sus discípulos: “Por eso os he dicho que nadie puede venir a mí, si el Padre no se lo concede.”
Somos libres de aceptar o rechazar a Dios y a vivir en comunión con su Hijo Jesucristo.
“¿También vosotros queréis marcharos?”
Entonces Jesús les dijo a los Doce: - ¿También vosotros queréis marcharos? Simon Pedro le contestó: - Señor, ¿a quién vamos a acudir? Tú tienes palabras de vida eterna; nosotros creemos y sabemos que tú eres el Santo consagrado por Dios.
Esta pregunta debe llegar a nuestro corazón y es necesario responderle desde nuestro interior si optamos por él o lo dejamos. Junto a Pedro, repitamos “Señor, ¿a quién vamos a acudir? Tú tienes palabras de vida eterna”
Reconozcamos nuestra fragilidad de corazón sin miedo y cada vez que vayamos a vacilar, Señor, ¿a quién vamos a acudir?
Señor, hemos recibido tanto de Ti, hemos oído y reflexionado tu Palabra, no quiero ni murmurar ni vacilar, no quiero cerrarme y dejarme dominar por la incredulidad, por nada quiero abandonarte, no quiero mirar ni dar un paso atrás, al contrario, quiero ir con contigo y quiero en el silencio del corazón decirte mucha veces: "Señor, ¿a quién vamos a ir, sino a ti?!". Heme aquí, Señor, que voy…
De corazón
Pedro Sergio
viernes, 21 de agosto de 2009
MATEO 23, 1-12
No se guíen por sus obras, porque no hacen lo que dicen
Jesús dijo a la multitud y a sus discípulos: «Los escribas y fariseos ocupan la cátedra de Moisés; ustedes hagan y cumplan todo lo que ellos les digan, pero no se guíen por sus obras, porque no hacen lo que dicen. Atan pesadas cargas, difíciles de llevar, y las ponen sobre los hombros de los demás, mientras que ellos no quieren moverlas ni siquiera con el dedo.
Jesús se dirige a la multitud y a sus discípulos para advertirles del peligro que pueden pasar las enseñanzas doctrinales cuando los que dan los testimonios no hacen lo que dicen. El Señor nos pone un especial acento en la consecuencia y destaca la oposición entre lo que se dice y lo que se hace, como también entre lo que se enseña y el testimonio.
Nuestro Señor Jesucristo, no muestra el propósito de impugnar las doctrinas de los escribas y fariseos, pero acusa sus hipocresías. Estos escribas y fariseos, enseñan una doctrina ajustada a lo bueno, pero ellos no practican la bondad.
Todo lo hacen para que los vean
Todo lo hacen para que los vean: agrandan las filacterias y alargan los flecos de sus mantos; les gusta ocupar los primeros puestos en los banquetes y los primeros asientos en las sinagogas, ser saludados en las plazas y oírse llamar ‘mi maestro’ por la gente.
Jesús descubre a los fariseos, quienes se adueñan de la atribución para enseñar y además todo cuanto hacen, es para que otros los vean. Me parece que los fariseos siguen permaneciendo hasta hoy, en muchos de aquellos que gustan de cuidar sus apariencias, ser estimados, considerados, aplaudidos y horrados. ¿Somos como ellos?
El que se eleva será humillado, y el que se humilla será elevado
En cuanto a ustedes, no se hagan llamar ‘maestro’, porque no tienen más que un maestro y todos ustedes son hermanos. A nadie en el mundo llamen ‘padre’, porque no tienen sino uno, el Padre celestial. No se dejen llamar tampoco ‘doctores’, porque sólo tienen un doctor, que es el Mesías. El mayor entre ustedes será el que los sirve, porque el que se eleva será humillado, y el que se humilla será elevado».
Se dirige Jesús diciendo: En cuanto a ustedes, demandando derechamente a sus discípulos. Es la misma voz que escuchamos hoy, como diciéndonos también en cuanto a nosotros y nos recuerda además que en él somos hermanos es decir también iguales. ¿De que valen los títulos y lo honores?, ¿Qué es lo que verdaderamente cuenta? Para nuestro Señor, la verdadera grandeza consiste en hacerse pequeño.
Jesús enséñame a imitarte en la humildad
Cuantas veces me he repetido el Aprended de Mí que soy manso y humilde de corazón, cuantas veces lo he intentado, cuantas veces he sentido sufrimiento por no lograrlo, cuanto temor de no poder serlo, cuantos sentimientos de inquietud por tratar de saber que me lo impide.
Solo tu mi Señor Jesucristo puede enseñarnos a ser humildes y entonces busco la forma de entrar en TI, busco en tus enseñanzas, busco imitarte, intento seguir tus pasos y empaparme de todos tus ejemplos.
Busco en el desconcierto, y espero una gran sorpresa, y me encuentro que no tiene límites o que no tiene fin, que es infinita esa distancia que me separa, y por mucho que aspire a la perfección, no soy nada.
Lo mas cerca que he llegado, es comprender el conocimiento de mis propias limitaciones y lo agradezco porque me invita a obrar sin orgullo, pero que difícil es la humildad cuando tenemos que reconocer nuestros propios errores.
Que gran ejemplo el tuyo Señor Jesús, naciste en el mas humilde de los sitios, fuisteis carpintero, pescador, caminante de senderos humanos, fuisteis tentado y no dejaste de ser santo, viste la miseria, sufristeis la condenación, y nunca dejaste de ser suave con los hombres, que difícil tarea para nosotros al querer imitarte en la humildad.
Que lejos estamos de tener en nosotros mismos esos humildes sentimientos que tuvisteis, cuando solo pensamos en elevarnos y engrandecernos, en nuestra propia superioridad, y ese es el centro de nuestras aspiraciones, nuestros pensamientos, nuestros profundos deseos en el corazón.
Así es Señor, esa es la verdad misma, estamos convencidos que nuestros sentimientos son buenos y que hacemos méritos para ser dignos hijos de Dios, y no son mas que mentiras, y no caemos en cuenta del error, y mas encimas no llenamos de deseos de ser estimados, reverenciados, alabados y honrados, nos vanagloriamos y en ningún momento pensamos en la grandeza que significa humillarse y ser humilde.
Por eso Señor Jesús, enséñame a imitarte en la humildad, enséñame a ser suave, dócil en mi condición y trato con mis hermanos, ser sensible, apacible y tranquilo con todos, aléjame del trato bravo de las fieras, acércame a la actitud que Dios Padre espera de nosotros.
De corazón
Pedro Sergio
Jesús dijo a la multitud y a sus discípulos: «Los escribas y fariseos ocupan la cátedra de Moisés; ustedes hagan y cumplan todo lo que ellos les digan, pero no se guíen por sus obras, porque no hacen lo que dicen. Atan pesadas cargas, difíciles de llevar, y las ponen sobre los hombros de los demás, mientras que ellos no quieren moverlas ni siquiera con el dedo.
Jesús se dirige a la multitud y a sus discípulos para advertirles del peligro que pueden pasar las enseñanzas doctrinales cuando los que dan los testimonios no hacen lo que dicen. El Señor nos pone un especial acento en la consecuencia y destaca la oposición entre lo que se dice y lo que se hace, como también entre lo que se enseña y el testimonio.
Nuestro Señor Jesucristo, no muestra el propósito de impugnar las doctrinas de los escribas y fariseos, pero acusa sus hipocresías. Estos escribas y fariseos, enseñan una doctrina ajustada a lo bueno, pero ellos no practican la bondad.
Todo lo hacen para que los vean
Todo lo hacen para que los vean: agrandan las filacterias y alargan los flecos de sus mantos; les gusta ocupar los primeros puestos en los banquetes y los primeros asientos en las sinagogas, ser saludados en las plazas y oírse llamar ‘mi maestro’ por la gente.
Jesús descubre a los fariseos, quienes se adueñan de la atribución para enseñar y además todo cuanto hacen, es para que otros los vean. Me parece que los fariseos siguen permaneciendo hasta hoy, en muchos de aquellos que gustan de cuidar sus apariencias, ser estimados, considerados, aplaudidos y horrados. ¿Somos como ellos?
El que se eleva será humillado, y el que se humilla será elevado
En cuanto a ustedes, no se hagan llamar ‘maestro’, porque no tienen más que un maestro y todos ustedes son hermanos. A nadie en el mundo llamen ‘padre’, porque no tienen sino uno, el Padre celestial. No se dejen llamar tampoco ‘doctores’, porque sólo tienen un doctor, que es el Mesías. El mayor entre ustedes será el que los sirve, porque el que se eleva será humillado, y el que se humilla será elevado».
Se dirige Jesús diciendo: En cuanto a ustedes, demandando derechamente a sus discípulos. Es la misma voz que escuchamos hoy, como diciéndonos también en cuanto a nosotros y nos recuerda además que en él somos hermanos es decir también iguales. ¿De que valen los títulos y lo honores?, ¿Qué es lo que verdaderamente cuenta? Para nuestro Señor, la verdadera grandeza consiste en hacerse pequeño.
Jesús enséñame a imitarte en la humildad
Cuantas veces me he repetido el Aprended de Mí que soy manso y humilde de corazón, cuantas veces lo he intentado, cuantas veces he sentido sufrimiento por no lograrlo, cuanto temor de no poder serlo, cuantos sentimientos de inquietud por tratar de saber que me lo impide.
Solo tu mi Señor Jesucristo puede enseñarnos a ser humildes y entonces busco la forma de entrar en TI, busco en tus enseñanzas, busco imitarte, intento seguir tus pasos y empaparme de todos tus ejemplos.
Busco en el desconcierto, y espero una gran sorpresa, y me encuentro que no tiene límites o que no tiene fin, que es infinita esa distancia que me separa, y por mucho que aspire a la perfección, no soy nada.
Lo mas cerca que he llegado, es comprender el conocimiento de mis propias limitaciones y lo agradezco porque me invita a obrar sin orgullo, pero que difícil es la humildad cuando tenemos que reconocer nuestros propios errores.
Que gran ejemplo el tuyo Señor Jesús, naciste en el mas humilde de los sitios, fuisteis carpintero, pescador, caminante de senderos humanos, fuisteis tentado y no dejaste de ser santo, viste la miseria, sufristeis la condenación, y nunca dejaste de ser suave con los hombres, que difícil tarea para nosotros al querer imitarte en la humildad.
Que lejos estamos de tener en nosotros mismos esos humildes sentimientos que tuvisteis, cuando solo pensamos en elevarnos y engrandecernos, en nuestra propia superioridad, y ese es el centro de nuestras aspiraciones, nuestros pensamientos, nuestros profundos deseos en el corazón.
Así es Señor, esa es la verdad misma, estamos convencidos que nuestros sentimientos son buenos y que hacemos méritos para ser dignos hijos de Dios, y no son mas que mentiras, y no caemos en cuenta del error, y mas encimas no llenamos de deseos de ser estimados, reverenciados, alabados y honrados, nos vanagloriamos y en ningún momento pensamos en la grandeza que significa humillarse y ser humilde.
Por eso Señor Jesús, enséñame a imitarte en la humildad, enséñame a ser suave, dócil en mi condición y trato con mis hermanos, ser sensible, apacible y tranquilo con todos, aléjame del trato bravo de las fieras, acércame a la actitud que Dios Padre espera de nosotros.
De corazón
Pedro Sergio
jueves, 20 de agosto de 2009
MATEO 22, 34-40
“Maestro, ¿cuál es el mandamiento más grande de la ley?”.
Cuando los fariseos se enteraron de que Jesús había hecho callar a los saduceos, se reunieron con él, y uno de ellos, que era doctor de la ley, le preguntó para ponerlo a prueba: “Maestro, ¿cuál es el mandamiento más grande de la ley?”.
En los fragmentos anteriores, se nos relata como algunos que querían polemizar con Jesús, sobre los tributos al César, o sobre la resurrección de los muertos. En este segmento, los fariseos quieren poner a prueba al Señor. Existía una gran cantidad de prohibiciones negativas y mandamientos positivos. Entonces frente estos preceptos, quieren conocer la opinión de Jesús. “Maestro, ¿cuál es el mandamiento más grande de la ley?”.
Aleluya. Señor, enséñame tus senderos, guíame por el camino de tu fidelidad. Aleluya.
“Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón”Jesús le respondió: “Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con todo tu espíritu. Este es el más grande y el primer mandamiento. El segundo es semejante al primero: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos dependen toda la ley y los profetas”
Jesús les responde con el Deuteronomio 6,5 que dice: “Amarás a tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu espíritu. El Señor destaca lo intenso que es el verdadero amor, con todo tu corazón, energía máxima, con toda tu alma, es decir con el máximo ánimo, con todo tu espíritu, con total aliento. "El que no ama, no conoce a Dios; porque Dios es amor" (1 Juan 4,8). Luego el amor proviene de Dios y es Él quien lo demuestra a cada persona otorgándole la capacidad de amar.
OH Dios, deseamos amarte con todo el corazón, entendiendo que estos significa disponibilidad plena Tu voluntad y entrega incondicional a Tu servicio. Te pedimos Tu gran ayuda, para que nuestro corazón se transforme y no discrimine y pueda amar al prójimo entregándose a ellos con gran generosidad.
Amarás a tu prójimo como a ti mismo
Junto con esta forma autentica de amar, pone a la misma altura el amor al prójimo. Y solo quien ama a Dios intensamente, puede amar a su prójimo vivamente. Esta es la síntesis de “toda la ley y los profetas”
El amor a Dios y al prójimo, expuesto y cumplido de cualquier modo en su persona, nos sitúa en un escenario de amor ante Dios y ante los demás. Es así, como este doble mandamiento, el amor a Dios y al prójimo, pasa a ser el soporte la nuestra vida de cristiano.
OH señor Jesús, que gran ejemplo nos diste, Tu cumpliste plenamente la voluntad del Padre, al ponerte con tanto amor por nosotros al servicio de los hombres, “he venido a servir no ha ser servido” (Mc 10,32-45) y te inmolaste por puro amor para que nos salváramos.
Por tu gran obra Señor, por tu gran amor al Padre, y todos nosotros, se siempre nuestro guía y maestro, para que hagamos los mismo que hiciste, no separar en nuestro corazón el amor al Padre y nuestro hermanos.
De corazón
Pedro Sergio
Cuando los fariseos se enteraron de que Jesús había hecho callar a los saduceos, se reunieron con él, y uno de ellos, que era doctor de la ley, le preguntó para ponerlo a prueba: “Maestro, ¿cuál es el mandamiento más grande de la ley?”.
En los fragmentos anteriores, se nos relata como algunos que querían polemizar con Jesús, sobre los tributos al César, o sobre la resurrección de los muertos. En este segmento, los fariseos quieren poner a prueba al Señor. Existía una gran cantidad de prohibiciones negativas y mandamientos positivos. Entonces frente estos preceptos, quieren conocer la opinión de Jesús. “Maestro, ¿cuál es el mandamiento más grande de la ley?”.
Aleluya. Señor, enséñame tus senderos, guíame por el camino de tu fidelidad. Aleluya.
“Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón”Jesús le respondió: “Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con todo tu espíritu. Este es el más grande y el primer mandamiento. El segundo es semejante al primero: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos dependen toda la ley y los profetas”
Jesús les responde con el Deuteronomio 6,5 que dice: “Amarás a tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu espíritu. El Señor destaca lo intenso que es el verdadero amor, con todo tu corazón, energía máxima, con toda tu alma, es decir con el máximo ánimo, con todo tu espíritu, con total aliento. "El que no ama, no conoce a Dios; porque Dios es amor" (1 Juan 4,8). Luego el amor proviene de Dios y es Él quien lo demuestra a cada persona otorgándole la capacidad de amar.
OH Dios, deseamos amarte con todo el corazón, entendiendo que estos significa disponibilidad plena Tu voluntad y entrega incondicional a Tu servicio. Te pedimos Tu gran ayuda, para que nuestro corazón se transforme y no discrimine y pueda amar al prójimo entregándose a ellos con gran generosidad.
Amarás a tu prójimo como a ti mismo
Junto con esta forma autentica de amar, pone a la misma altura el amor al prójimo. Y solo quien ama a Dios intensamente, puede amar a su prójimo vivamente. Esta es la síntesis de “toda la ley y los profetas”
El amor a Dios y al prójimo, expuesto y cumplido de cualquier modo en su persona, nos sitúa en un escenario de amor ante Dios y ante los demás. Es así, como este doble mandamiento, el amor a Dios y al prójimo, pasa a ser el soporte la nuestra vida de cristiano.
OH señor Jesús, que gran ejemplo nos diste, Tu cumpliste plenamente la voluntad del Padre, al ponerte con tanto amor por nosotros al servicio de los hombres, “he venido a servir no ha ser servido” (Mc 10,32-45) y te inmolaste por puro amor para que nos salváramos.
Por tu gran obra Señor, por tu gran amor al Padre, y todos nosotros, se siempre nuestro guía y maestro, para que hagamos los mismo que hiciste, no separar en nuestro corazón el amor al Padre y nuestro hermanos.
De corazón
Pedro Sergio
MATEO 22, 1-14
‘Mi banquete está preparado
“El Reino de los Cielos se parece a un rey que celebraba las bodas de su hijo. Envió entonces a sus servidores para avisar a los invitados, pero estos se negaron a ir. De nuevo envió a otros servidores con el encargo de decir a los invitados: ‘Mi banquete está preparado; ya han sido matados mis terneros y mis mejores animales, y todo está a punto: Vengan a las bodas’.
Nuevamente, en le Evangelio de san Mateo, se nos presenta un invitación de salvación, pero ahora con un carácter nupcial. Jesús se dirige a los sumos sacerdotes y fariseos, diciendo esta parábola: “El Reino de los Cielos se parece a un rey que celebraba las bodas de su hijo”. El rey, es Dios, y el Hijo es Jesucristo. El banquete esta preparado, es decir la alegría y felicidad del Reino. Y continúa la parábola: “Envió entonces a sus servidores para avisar a los invitados”.
Esto servidores son los profetas, y a quienes les van avisar como invitados es a los judíos, y añade: pero éstos se negaron a ir. De este modo fue como después envió a otros servidores, es este caso los apóstoles, con el encargo de decir a los invitados: "Mi banquete está preparado”, El banquete es la felicidad mesiánica. Si embargo observamos que estos invitados no se dieron cuenta o despreciaron que el banquete era la salvación y quien la traía, era el mismo Hijo de Dios.
El banquete nupcial está preparado
Pero ellos no tuvieron en cuenta la invitación, y se fueron, uno a su campo, otro a su negocio; y los demás se apoderaron de los servidores, los maltrataron y los mataron. Al enterarse, el rey se indignó y envió a sus tropas para que acabaran con aquellos homicidas e incendiaran su ciudad. Luego dijo a sus servidores: ‘El banquete nupcial está preparado, pero los invitados no eran dignos de él. Salgan a los cruces de los caminos e inviten a todos los que encuentren’.
Frente a una gran fiesta, era esperable una buena concurrencia, pero sucede que se presentan imprevistos, los invitados no se interesan por participar de la invitación.
Profundizado en la parábola, sabemos que esta se refiere a la historia del pueblo judío, ellos son los que no quieren participar del banquete, entonces los nuevos invitados son el nuevo Israel, los paganos, los cristianos.
Esta parábola nos demanda a cada uno de nosotros en particular. ¿Nos damos cuenta que somos invitados a un fiesta por el Señor?, Pareciera que muchas veces no le damos importancia, en todo caso, nosotros tenemos libertad de aceptar o rechazar una invitación. Sin embargo lo triste, es que frente a ciertas invitaciones, muchos no logran darse cuenta de la importancia que tiene y siempre tiene una buena excusa, y buscan alguna justificación que parezca sensata, pero se trata de justificaciones armadas con el engaño a si mismo, ¿de que le vale esto?
Por otra parte también es triste, saber que otros invitados están preocupados de muchos problemas o situaciones que acaparan su atención o consideran que es más importante que la fe y con ello renuncian a la posibilidad de participar en la Vida Eterna. Es en muchos casos la actitud del que esta convencido de que no necesita de Dios o de la salvación. También hay otros/as que están preocupados de conseguir solo bienes terrenales, frivolidades y situaciones faranduleras, entonces les resulta perder el tiempo pensar en Dios.
Y podemos concluir a través de esta parábola, que nuestro Señor Jesucristo nos quiere enseñar como Dios hace todo lo necesario para que vayan muchos invitados a su fiesta, gente de toda índole, no hay distinción ni por raza, ni por su situación socio-económica, sexo o edad, si es bueno o si su conducta es reprobable.
Porque muchos son llamados, pero pocos son elegidos
Los servidores salieron a los caminos y reunieron a todos los que encontraron, buenos y malos, y la sala nupcial se llenó de convidados. Cuando el rey entró para ver a los comensales, encontró a un hombre que no tenía el traje de fiesta. ‘Amigo —le dijo—, ¿cómo has entrado aquí sin el traje de fiesta?. El otro permaneció en silencio. Entonces el rey dijo a los guardias: ‘Atenlo de pies y manos, y arrójenlo afuera, a las tinieblas. Allí habrá llanto y rechinar de dientes’. Porque muchos son llamados, pero pocos son elegidos”.
Así es, como nuestro Señor Jesucristo nos quiere enseñar como Dios hace todo lo necesario para que vayan muchos invitados a su fiesta, gente de toda índole, no hay distinción ni por raza, ni por su situación socio-económica, sexo o edad, si es bueno o si su conducta es reprobable. Pero del mismo modo, el nos advierte que no todos serán elegidos y una de las condiciones, depende de cómo llegue en su actitud el invitado, porque este puede ser un pecador que ha asumido de corazón el arrepentimiento y busca la gracia de Dios, con la esperanza de su bondad y misericordia y el Señor que ve los corazones, sabrá bien como atender con amor compasivo. Como también puede suceder, que alguien crea que va revestido de gran bondad, pero su corazón no abandona la soberbia y no tiene amor por sus hermanos sin distinción y solo lo hace por los que el estima semejantes, entonces puede que no sea favorecido, porque muchos son llamados, pero pocos los elegidos.
Por tanto hay que animarse ardorosamente en procurar una invitación, como la que nos hace el Señor, en la cual es un gran honor ir a vivir en su intimidad, pero no nos bastará responder, también es preciso la entrega sin reserva.
Te pido Señor, no caer en excusas sin sentido cada vez que me invitas a participar a tu fiesta a alimentarnos con tu cuerpo y tu sangre, que no me domine el orgullo ni la soberbia, que no caiga en el entusiasmo por cosas mundana a cambio de las celestiales. Dame Señor, una vida en la cual tenga siempre las debidas disposiciones espirituales, es decir una vida de gracia y rectitud, para poder llegar a estar entre tus elegidos.
De corazón
Pedro Sergio
“El Reino de los Cielos se parece a un rey que celebraba las bodas de su hijo. Envió entonces a sus servidores para avisar a los invitados, pero estos se negaron a ir. De nuevo envió a otros servidores con el encargo de decir a los invitados: ‘Mi banquete está preparado; ya han sido matados mis terneros y mis mejores animales, y todo está a punto: Vengan a las bodas’.
Nuevamente, en le Evangelio de san Mateo, se nos presenta un invitación de salvación, pero ahora con un carácter nupcial. Jesús se dirige a los sumos sacerdotes y fariseos, diciendo esta parábola: “El Reino de los Cielos se parece a un rey que celebraba las bodas de su hijo”. El rey, es Dios, y el Hijo es Jesucristo. El banquete esta preparado, es decir la alegría y felicidad del Reino. Y continúa la parábola: “Envió entonces a sus servidores para avisar a los invitados”.
Esto servidores son los profetas, y a quienes les van avisar como invitados es a los judíos, y añade: pero éstos se negaron a ir. De este modo fue como después envió a otros servidores, es este caso los apóstoles, con el encargo de decir a los invitados: "Mi banquete está preparado”, El banquete es la felicidad mesiánica. Si embargo observamos que estos invitados no se dieron cuenta o despreciaron que el banquete era la salvación y quien la traía, era el mismo Hijo de Dios.
El banquete nupcial está preparado
Pero ellos no tuvieron en cuenta la invitación, y se fueron, uno a su campo, otro a su negocio; y los demás se apoderaron de los servidores, los maltrataron y los mataron. Al enterarse, el rey se indignó y envió a sus tropas para que acabaran con aquellos homicidas e incendiaran su ciudad. Luego dijo a sus servidores: ‘El banquete nupcial está preparado, pero los invitados no eran dignos de él. Salgan a los cruces de los caminos e inviten a todos los que encuentren’.
Frente a una gran fiesta, era esperable una buena concurrencia, pero sucede que se presentan imprevistos, los invitados no se interesan por participar de la invitación.
Profundizado en la parábola, sabemos que esta se refiere a la historia del pueblo judío, ellos son los que no quieren participar del banquete, entonces los nuevos invitados son el nuevo Israel, los paganos, los cristianos.
Esta parábola nos demanda a cada uno de nosotros en particular. ¿Nos damos cuenta que somos invitados a un fiesta por el Señor?, Pareciera que muchas veces no le damos importancia, en todo caso, nosotros tenemos libertad de aceptar o rechazar una invitación. Sin embargo lo triste, es que frente a ciertas invitaciones, muchos no logran darse cuenta de la importancia que tiene y siempre tiene una buena excusa, y buscan alguna justificación que parezca sensata, pero se trata de justificaciones armadas con el engaño a si mismo, ¿de que le vale esto?
Por otra parte también es triste, saber que otros invitados están preocupados de muchos problemas o situaciones que acaparan su atención o consideran que es más importante que la fe y con ello renuncian a la posibilidad de participar en la Vida Eterna. Es en muchos casos la actitud del que esta convencido de que no necesita de Dios o de la salvación. También hay otros/as que están preocupados de conseguir solo bienes terrenales, frivolidades y situaciones faranduleras, entonces les resulta perder el tiempo pensar en Dios.
Y podemos concluir a través de esta parábola, que nuestro Señor Jesucristo nos quiere enseñar como Dios hace todo lo necesario para que vayan muchos invitados a su fiesta, gente de toda índole, no hay distinción ni por raza, ni por su situación socio-económica, sexo o edad, si es bueno o si su conducta es reprobable.
Porque muchos son llamados, pero pocos son elegidos
Los servidores salieron a los caminos y reunieron a todos los que encontraron, buenos y malos, y la sala nupcial se llenó de convidados. Cuando el rey entró para ver a los comensales, encontró a un hombre que no tenía el traje de fiesta. ‘Amigo —le dijo—, ¿cómo has entrado aquí sin el traje de fiesta?. El otro permaneció en silencio. Entonces el rey dijo a los guardias: ‘Atenlo de pies y manos, y arrójenlo afuera, a las tinieblas. Allí habrá llanto y rechinar de dientes’. Porque muchos son llamados, pero pocos son elegidos”.
Así es, como nuestro Señor Jesucristo nos quiere enseñar como Dios hace todo lo necesario para que vayan muchos invitados a su fiesta, gente de toda índole, no hay distinción ni por raza, ni por su situación socio-económica, sexo o edad, si es bueno o si su conducta es reprobable. Pero del mismo modo, el nos advierte que no todos serán elegidos y una de las condiciones, depende de cómo llegue en su actitud el invitado, porque este puede ser un pecador que ha asumido de corazón el arrepentimiento y busca la gracia de Dios, con la esperanza de su bondad y misericordia y el Señor que ve los corazones, sabrá bien como atender con amor compasivo. Como también puede suceder, que alguien crea que va revestido de gran bondad, pero su corazón no abandona la soberbia y no tiene amor por sus hermanos sin distinción y solo lo hace por los que el estima semejantes, entonces puede que no sea favorecido, porque muchos son llamados, pero pocos los elegidos.
Por tanto hay que animarse ardorosamente en procurar una invitación, como la que nos hace el Señor, en la cual es un gran honor ir a vivir en su intimidad, pero no nos bastará responder, también es preciso la entrega sin reserva.
Te pido Señor, no caer en excusas sin sentido cada vez que me invitas a participar a tu fiesta a alimentarnos con tu cuerpo y tu sangre, que no me domine el orgullo ni la soberbia, que no caiga en el entusiasmo por cosas mundana a cambio de las celestiales. Dame Señor, una vida en la cual tenga siempre las debidas disposiciones espirituales, es decir una vida de gracia y rectitud, para poder llegar a estar entre tus elegidos.
De corazón
Pedro Sergio
martes, 18 de agosto de 2009
MATEO 19, 30—20, 16”
Porque el Reino de los Cielos se parece a un propietario que salió muy de madrugada a contratar obreros para trabajar en su viña
“Muchos de los primeros serán los últimos, y muchos de los últimos serán los primeros. Porque el Reino de los Cielos se parece a un propietario que salió muy de madrugada a contratar obreros para trabajar en su viña. Trató con ellos un denario por día y los envió a su viña……….. Al terminar el día, el propietario llamó a su mayordomo y le dijo: ‘Llama a los obreros y págales el jornal, comenzando por los últimos y terminando por los primeros’.
Del mismo modo como Jesús ha relatado otras parábolas, en esta se basa en temas de la vida diaria, ahora lo hace con un tema laboral, sin embargo en esta historia suceden cosas extrañamente sorprendentes, donde el dueño de la viña sale durante cinco veces a contratar trabajadores. Otro punto significativo es que les ofreció a los primeros un denario por día, a los que contrato mas tarde les ofreció un pago justo y a los ultimo no les dijo nada. Al final del día le dice al mayordomo, ‘Llama a los obreros y págales el jornal, comenzando por los últimos y terminando por los primeros’. ¿Cuál es el misterio?. ¿Habrían ido a trabajar los primeros sin haber tratado un salario?.
Nosotros ahora que conocemos la parábola identificamos que el que llama a trabajar, es decir el dueño de la viña es Dios, ¿para ir a trabajar en su viña, vamos sin tratar un salario?
Estos últimos trabajaron nada más que una hora, y tú les das lo mismo que a nosotros.
Fueron entonces los que habían llegado al caer la tarde y recibieron cada uno un denario. Llegaron después los primeros, creyendo que iban a recibir algo más, pero recibieron igualmente un denario. Y al recibirlo, protestaban contra el propietario, diciendo: ‘Estos últimos trabajaron nada más que una hora, y tú les das lo mismo que a nosotros, que hemos soportado el peso del trabajo y el calor durante toda la jornada’.
En esta parte del relato, sucede algo mas sorprendente aún, primero invierte el orden del pago y luego les paga a todos lo mismo independiente del trabajo que hayan realizado. ¿Reclamaríamos nosotros por este trato?. La respuesta debe ser sincera, desde nuestro interior, no nos gustaría recibir el mismo salario. Creo que Jesús, nos quiere entre otras cosas, mostrar la actitud extraordinaria del propietario de la viña.
Amigo, no soy injusto contigo
El propietario respondió a uno de ellos: ‘Amigo, no soy injusto contigo, ¿acaso no habíamos tratado en un denario? Toma lo que es tuyo y vete. Quiero dar a este que llega último lo mismo que a ti. ¿O no tengo derecho a disponer de mis bienes como me parece?
El dueño de la viña no cometió ninguna injusticia, el pago a los primeros contratados el salario acordado, por tanto no tienen derecho a reclamar. Del mismo modo el dueño de la viña tiene todo el derecho a dar de lo suyo a otros y dar más al que el crea o quiera darle. En especial, porque los últimos no le exigieron acordar un salario para ir a trabajar a su viña. Son las decisiones y planes del Señor.
“Mis planes no son como vuestros planes, ni vuestros caminos como los míos, oráculo del Señor. Cuanto dista el cielo de la tierra, así mis caminos de los vuestros, mis planes de vuestros planes” (Is 55,8-9).
¿Por qué tomas a mal que yo sea bueno?’. Así, los últimos serán los primeros y los primeros serán los últimos”
Esta parábola, relatada de una forma sutil, muestra que primero hubo una llamada dirigida a los judíos, a los cuales Dios les llamo y acordó con ellos muchos tratos y todo los cumplió con justicia, pero ahora llama a última hora a los paganos, publicanos y pecadores, mostrándose que los ama a todos por igual, por eso les da el mismo pago.
También este relato es una buena enseñanza para nuestro tiempo y nuestras comunidades, haciéndonos ver que no seamos mezquinos ni de mente ni del corazón, y dejemos que él les de a cada uno lo que desee, porque Dios es bueno, es así como el dueño de la viña pregunta: “¿Por qué tomas a mal que yo sea bueno?’” Jesús nos quiere enseñar que no es bueno hacer comparaciones ni tampoco actuar con egoísmo.
“Dios, que tiene poder sobre todas las cosas y que, en virtud de la fuerza con que actúa en nosotros, es capaz de hacer mucho más de lo que nosotros pedimos o pensamos” (Ef 3,20). El amor no contradice lo justo, al contrario va más allá de sus límites.
Dios es un Dios de corazón grande, ¿Acaso no lo debemos acoger con un corazón igual?. A la hora última, la undécima, El, dueño de la viña, llama a muchos a trabajar en su viña y estos van sin exigir nada, es así como ellos llegan a tener la preferencia en el corazón de Dios, de tal modo que: “Así, los últimos serán los primeros, y los primeros serán los últimos”.
De corazón
Pedro Sergio
“Muchos de los primeros serán los últimos, y muchos de los últimos serán los primeros. Porque el Reino de los Cielos se parece a un propietario que salió muy de madrugada a contratar obreros para trabajar en su viña. Trató con ellos un denario por día y los envió a su viña……….. Al terminar el día, el propietario llamó a su mayordomo y le dijo: ‘Llama a los obreros y págales el jornal, comenzando por los últimos y terminando por los primeros’.
Del mismo modo como Jesús ha relatado otras parábolas, en esta se basa en temas de la vida diaria, ahora lo hace con un tema laboral, sin embargo en esta historia suceden cosas extrañamente sorprendentes, donde el dueño de la viña sale durante cinco veces a contratar trabajadores. Otro punto significativo es que les ofreció a los primeros un denario por día, a los que contrato mas tarde les ofreció un pago justo y a los ultimo no les dijo nada. Al final del día le dice al mayordomo, ‘Llama a los obreros y págales el jornal, comenzando por los últimos y terminando por los primeros’. ¿Cuál es el misterio?. ¿Habrían ido a trabajar los primeros sin haber tratado un salario?.
Nosotros ahora que conocemos la parábola identificamos que el que llama a trabajar, es decir el dueño de la viña es Dios, ¿para ir a trabajar en su viña, vamos sin tratar un salario?
Estos últimos trabajaron nada más que una hora, y tú les das lo mismo que a nosotros.
Fueron entonces los que habían llegado al caer la tarde y recibieron cada uno un denario. Llegaron después los primeros, creyendo que iban a recibir algo más, pero recibieron igualmente un denario. Y al recibirlo, protestaban contra el propietario, diciendo: ‘Estos últimos trabajaron nada más que una hora, y tú les das lo mismo que a nosotros, que hemos soportado el peso del trabajo y el calor durante toda la jornada’.
En esta parte del relato, sucede algo mas sorprendente aún, primero invierte el orden del pago y luego les paga a todos lo mismo independiente del trabajo que hayan realizado. ¿Reclamaríamos nosotros por este trato?. La respuesta debe ser sincera, desde nuestro interior, no nos gustaría recibir el mismo salario. Creo que Jesús, nos quiere entre otras cosas, mostrar la actitud extraordinaria del propietario de la viña.
Amigo, no soy injusto contigo
El propietario respondió a uno de ellos: ‘Amigo, no soy injusto contigo, ¿acaso no habíamos tratado en un denario? Toma lo que es tuyo y vete. Quiero dar a este que llega último lo mismo que a ti. ¿O no tengo derecho a disponer de mis bienes como me parece?
El dueño de la viña no cometió ninguna injusticia, el pago a los primeros contratados el salario acordado, por tanto no tienen derecho a reclamar. Del mismo modo el dueño de la viña tiene todo el derecho a dar de lo suyo a otros y dar más al que el crea o quiera darle. En especial, porque los últimos no le exigieron acordar un salario para ir a trabajar a su viña. Son las decisiones y planes del Señor.
“Mis planes no son como vuestros planes, ni vuestros caminos como los míos, oráculo del Señor. Cuanto dista el cielo de la tierra, así mis caminos de los vuestros, mis planes de vuestros planes” (Is 55,8-9).
¿Por qué tomas a mal que yo sea bueno?’. Así, los últimos serán los primeros y los primeros serán los últimos”
Esta parábola, relatada de una forma sutil, muestra que primero hubo una llamada dirigida a los judíos, a los cuales Dios les llamo y acordó con ellos muchos tratos y todo los cumplió con justicia, pero ahora llama a última hora a los paganos, publicanos y pecadores, mostrándose que los ama a todos por igual, por eso les da el mismo pago.
También este relato es una buena enseñanza para nuestro tiempo y nuestras comunidades, haciéndonos ver que no seamos mezquinos ni de mente ni del corazón, y dejemos que él les de a cada uno lo que desee, porque Dios es bueno, es así como el dueño de la viña pregunta: “¿Por qué tomas a mal que yo sea bueno?’” Jesús nos quiere enseñar que no es bueno hacer comparaciones ni tampoco actuar con egoísmo.
“Dios, que tiene poder sobre todas las cosas y que, en virtud de la fuerza con que actúa en nosotros, es capaz de hacer mucho más de lo que nosotros pedimos o pensamos” (Ef 3,20). El amor no contradice lo justo, al contrario va más allá de sus límites.
Dios es un Dios de corazón grande, ¿Acaso no lo debemos acoger con un corazón igual?. A la hora última, la undécima, El, dueño de la viña, llama a muchos a trabajar en su viña y estos van sin exigir nada, es así como ellos llegan a tener la preferencia en el corazón de Dios, de tal modo que: “Así, los últimos serán los primeros, y los primeros serán los últimos”.
De corazón
Pedro Sergio
lunes, 17 de agosto de 2009
MATEO 19, 23-30”
¿Quién puede salvarse?-
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: -Os aseguro que difícilmente entrará un rico en el reino de los cielos. Lo repito: Más fácil le es a un camello pasar por el ojo de una aguja que a un rico entrar en el reino de Dios. Al oírlo, los discípulos dijeron espantados: -Entonces, ¿quién puede salvarse?-
Continuando con el fragmento anterior de este evangelio, ciertamente nos queda una sensación de que Jesús quedó triste y decepcionado del joven rico, porque en principio pareció que venia con buenas intenciones, sin embargo en cuanto Jesús le propuso que: “Si quieres llegar hasta el final, vende lo que tienes, da el dinero a los pobres –así tendrás un tesoro en el cielo- y luego vente conmigo, el joven no acepto lo recomendado por Jesús y se fue triste, porque era rico. Entonces el Señor les dice a sus discípulos: -Os aseguro que difícilmente entrará un rico en el reino de los cielos. Lo repito: Más fácil le es a un camello pasar por el ojo de una aguja que a un rico entrar en el reino de Dios.
Este enunciado de Jesús, no es para entenderlo literalmente, es un proverbio o una expresión hiperbólica, es decir exagerada y en aquel tiempo muy popular, con lo cual quiere dar a entender lo difícil de ciertas cosas, como por ejemplo la grave dificultad que ofrecen las riquezas para la salvación.
El significado de estas palabras no es que los ricos no puedan salvarse, sino que los ricos que ponen su confianza en el dinero difícilmente se salvarán, ya que esa afición desordenada los impulsará a cometer injusticias y actitudes reprobables en franca oposición con los principios de la salvación
Nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido; ¿qué nos va a tocar?
Jesús se les quedó mirando y les dijo: -Para los hombres es imposible; pero Dios lo puede todo.- Entonces le dijo Pedro: -Pues nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido; ¿qué nos va a tocar?-
Como ya sabemos, los apóstoles era pobres, y todo lo que tenían que no era mucho, lo habían dejado por seguir a Jesús, por eso le dicen: -Pues nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido; ¿qué nos va a tocar?
¿Qué esta diciendo Pedro, que abandonaron todo por recibir algo a cambio?, Si es así, aún no había entendido el porque seguir al Señor. Sin embargo Jesús les responde cual va a ser su premio: -Os aseguro: cuando llegue la renovación, y el Hijo del hombre se siente en el trono de su gloria, también vosotros, los que me habéis seguido, os sentaréis en doce tronos para regir a las doce tribus de Israel.
Jesús, comprensivo con sus discípulos, él los conoce bien, se fija en el detalle que lo dejaron todo para seguirlo y a consecuencia de ese seguimiento, alcanzaran el premio. El dejar las riquezas no es más que una condición para seguir al Maestro; la perfección consiste en seguirlo.
Recibirá cien veces más, y heredará la vida eterna.
El que por mi deja casa, hermanos o hermanas, padre o madre, mujer, hijos o tierras, recibirá cien veces más, y heredará la vida eterna. Muchos primeros serán últimos y muchos últimos serán primeros.-
El Señor nos motiva a pensar, que lo importante no es comenzar antes, lo importante es seguirlo de verdad y sin poner condiciones, además es perseverar, permanecer y mantenerse en una vida de buenas virtudes.
Pero hay algo importante que meditar, en aquel tiempo, habían muchos que se creían los primeros en el derecho de ingreso, como por ejemplo los fariseos, lo mismo pasa en nuestras comunidades cristianas, por tanto no deja de ser un aviso “moralizante” contra la jactancia de los cristianos que así lo piensen, olvidándose de los demás.
Jesús nos enseña que los que son llamados primeros, no tienen porque merecer más que los últimos, no es el momento en que fueron llamados lo que cuenta, sino la generosidad de la respuesta lo que nos va a acercar a Dios y así heredar la vida eterna.
De corazón
Pedro Sergio
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: -Os aseguro que difícilmente entrará un rico en el reino de los cielos. Lo repito: Más fácil le es a un camello pasar por el ojo de una aguja que a un rico entrar en el reino de Dios. Al oírlo, los discípulos dijeron espantados: -Entonces, ¿quién puede salvarse?-
Continuando con el fragmento anterior de este evangelio, ciertamente nos queda una sensación de que Jesús quedó triste y decepcionado del joven rico, porque en principio pareció que venia con buenas intenciones, sin embargo en cuanto Jesús le propuso que: “Si quieres llegar hasta el final, vende lo que tienes, da el dinero a los pobres –así tendrás un tesoro en el cielo- y luego vente conmigo, el joven no acepto lo recomendado por Jesús y se fue triste, porque era rico. Entonces el Señor les dice a sus discípulos: -Os aseguro que difícilmente entrará un rico en el reino de los cielos. Lo repito: Más fácil le es a un camello pasar por el ojo de una aguja que a un rico entrar en el reino de Dios.
Este enunciado de Jesús, no es para entenderlo literalmente, es un proverbio o una expresión hiperbólica, es decir exagerada y en aquel tiempo muy popular, con lo cual quiere dar a entender lo difícil de ciertas cosas, como por ejemplo la grave dificultad que ofrecen las riquezas para la salvación.
El significado de estas palabras no es que los ricos no puedan salvarse, sino que los ricos que ponen su confianza en el dinero difícilmente se salvarán, ya que esa afición desordenada los impulsará a cometer injusticias y actitudes reprobables en franca oposición con los principios de la salvación
Nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido; ¿qué nos va a tocar?
Jesús se les quedó mirando y les dijo: -Para los hombres es imposible; pero Dios lo puede todo.- Entonces le dijo Pedro: -Pues nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido; ¿qué nos va a tocar?-
Como ya sabemos, los apóstoles era pobres, y todo lo que tenían que no era mucho, lo habían dejado por seguir a Jesús, por eso le dicen: -Pues nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido; ¿qué nos va a tocar?
¿Qué esta diciendo Pedro, que abandonaron todo por recibir algo a cambio?, Si es así, aún no había entendido el porque seguir al Señor. Sin embargo Jesús les responde cual va a ser su premio: -Os aseguro: cuando llegue la renovación, y el Hijo del hombre se siente en el trono de su gloria, también vosotros, los que me habéis seguido, os sentaréis en doce tronos para regir a las doce tribus de Israel.
Jesús, comprensivo con sus discípulos, él los conoce bien, se fija en el detalle que lo dejaron todo para seguirlo y a consecuencia de ese seguimiento, alcanzaran el premio. El dejar las riquezas no es más que una condición para seguir al Maestro; la perfección consiste en seguirlo.
Recibirá cien veces más, y heredará la vida eterna.
El que por mi deja casa, hermanos o hermanas, padre o madre, mujer, hijos o tierras, recibirá cien veces más, y heredará la vida eterna. Muchos primeros serán últimos y muchos últimos serán primeros.-
El Señor nos motiva a pensar, que lo importante no es comenzar antes, lo importante es seguirlo de verdad y sin poner condiciones, además es perseverar, permanecer y mantenerse en una vida de buenas virtudes.
Pero hay algo importante que meditar, en aquel tiempo, habían muchos que se creían los primeros en el derecho de ingreso, como por ejemplo los fariseos, lo mismo pasa en nuestras comunidades cristianas, por tanto no deja de ser un aviso “moralizante” contra la jactancia de los cristianos que así lo piensen, olvidándose de los demás.
Jesús nos enseña que los que son llamados primeros, no tienen porque merecer más que los últimos, no es el momento en que fueron llamados lo que cuenta, sino la generosidad de la respuesta lo que nos va a acercar a Dios y así heredar la vida eterna.
De corazón
Pedro Sergio
domingo, 16 de agosto de 2009
MATEO 19, 16-22
Maestro, ¿qué tengo que hacer de bueno?
En aquel tiempo, se acercó uno a Jesús y le preguntó: -Maestro, ¿qué tengo que hacer de bueno para obtener la vida eterna?- Jesús le contestó: -¿Por qué me preguntas qué es bueno? Uno solo es Bueno.
No podemos tratar de sorprender a Jesús con ninguna pregunta, jamás lo podemos hallar desprevenido, me refiero a algo imprevisto, incomprensible y que le cause sorpresa, por mucho que nos acerquemos con algo oculto o disimulado, El nada tarda en descubrirlo, en todo caso ante esta pregunta Jesús le dice: ¿Por qué me preguntas qué es bueno? En ese instante el Joven recibe un sorpresa, porque espera que Jesús le indique alguna regla, entonces Jesús le responde uno solo es el Bueno y si quieres entrar en la vida eterna, cumple los Mandamientos". El joven falto de humildad frente al maestro, y quizá con algún aire de soberbia, pregunta "¿Cuáles?", pero Jesús mantiene su paz en su natural forma de ser y le responde: "No matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no darás falso testimonio, honrarás a tu padre y a tu madre, y amarás a tu prójimo como a ti mismo".
¿Qué me falta?
El muchacho le dijo: -Todo eso lo he cumplido. ¿Qué me falta?-
Aunque parezca una respuesta sencilla e inocente de alguien que busca ser mejor, no puedo imaginarme que no muestra una cierta altanería en una respuesta como esta, es algo típico de alguien orgulloso o que se cree superior o autosuficiente, y esto es porque responde casi en de forma despectiva ¿qué me falta?, es así como Jesús que en un instante pudo haber puesto la mirada en un joven como un futuro discípulo, le responde con algo que descoloca al joven: -Si quieres llegar hasta el final, vende lo que tienes, da el dinero a los pobres –así tendrás un tesoro en el cielo-
Jesús le dijo luego vente conmigo. Al oír esto, el joven se fue triste, porque era rico.
Pero pensemos también que el Joven se sintió atraído por las enseñanzas de Jesús, y buscaba la perfección al buscar algo mas que cumplir la Ley, y entonces Jesús le recuerda primeramente los mandamientos y para mejor perfección le abre el camino al desprendimiento y si lo hace, lo invita a seguirlo, en ese instante el joven no reconoce el gran beneficio de seguir a Jesús y prefiere mantener su bienes y se retira entristecido. Jesús debe haber quedado desilusionado del joven.
Cuantas veces nosotros le preguntamos al Señor, ¿Qué debo hacer?, ¿Señor, que quieres que haga?, e incluso nos atrevemos a decir, Señor, hágase tu voluntad, pero tenemos que conocer a quien nos llama y a quien nos ofrecemos, y lo conocemos abriéndole nuestro mejor espacio en el corazón, con la oración y la contemplación, porque El nos tiene ya una misión clara y especifica, ahora nos corresponde a nosotros tener claridad en nuestra respuesta y esta no puede ser causa de desilusión, es así, como para dar nuestro primer o siguiente paso, tenemos que saber que nuestras intenciones son sinceras y de corazón, y con mucho deseo de mejoramiento y perfección.
De corazón
Pedro Sergio
En aquel tiempo, se acercó uno a Jesús y le preguntó: -Maestro, ¿qué tengo que hacer de bueno para obtener la vida eterna?- Jesús le contestó: -¿Por qué me preguntas qué es bueno? Uno solo es Bueno.
No podemos tratar de sorprender a Jesús con ninguna pregunta, jamás lo podemos hallar desprevenido, me refiero a algo imprevisto, incomprensible y que le cause sorpresa, por mucho que nos acerquemos con algo oculto o disimulado, El nada tarda en descubrirlo, en todo caso ante esta pregunta Jesús le dice: ¿Por qué me preguntas qué es bueno? En ese instante el Joven recibe un sorpresa, porque espera que Jesús le indique alguna regla, entonces Jesús le responde uno solo es el Bueno y si quieres entrar en la vida eterna, cumple los Mandamientos". El joven falto de humildad frente al maestro, y quizá con algún aire de soberbia, pregunta "¿Cuáles?", pero Jesús mantiene su paz en su natural forma de ser y le responde: "No matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no darás falso testimonio, honrarás a tu padre y a tu madre, y amarás a tu prójimo como a ti mismo".
¿Qué me falta?
El muchacho le dijo: -Todo eso lo he cumplido. ¿Qué me falta?-
Aunque parezca una respuesta sencilla e inocente de alguien que busca ser mejor, no puedo imaginarme que no muestra una cierta altanería en una respuesta como esta, es algo típico de alguien orgulloso o que se cree superior o autosuficiente, y esto es porque responde casi en de forma despectiva ¿qué me falta?, es así como Jesús que en un instante pudo haber puesto la mirada en un joven como un futuro discípulo, le responde con algo que descoloca al joven: -Si quieres llegar hasta el final, vende lo que tienes, da el dinero a los pobres –así tendrás un tesoro en el cielo-
Jesús le dijo luego vente conmigo. Al oír esto, el joven se fue triste, porque era rico.
Pero pensemos también que el Joven se sintió atraído por las enseñanzas de Jesús, y buscaba la perfección al buscar algo mas que cumplir la Ley, y entonces Jesús le recuerda primeramente los mandamientos y para mejor perfección le abre el camino al desprendimiento y si lo hace, lo invita a seguirlo, en ese instante el joven no reconoce el gran beneficio de seguir a Jesús y prefiere mantener su bienes y se retira entristecido. Jesús debe haber quedado desilusionado del joven.
Cuantas veces nosotros le preguntamos al Señor, ¿Qué debo hacer?, ¿Señor, que quieres que haga?, e incluso nos atrevemos a decir, Señor, hágase tu voluntad, pero tenemos que conocer a quien nos llama y a quien nos ofrecemos, y lo conocemos abriéndole nuestro mejor espacio en el corazón, con la oración y la contemplación, porque El nos tiene ya una misión clara y especifica, ahora nos corresponde a nosotros tener claridad en nuestra respuesta y esta no puede ser causa de desilusión, es así, como para dar nuestro primer o siguiente paso, tenemos que saber que nuestras intenciones son sinceras y de corazón, y con mucho deseo de mejoramiento y perfección.
De corazón
Pedro Sergio
JUAN 6, 51-59
“Yo soy el pan vivo bajado del cielo”
Jesús dijo a los judíos: “Yo soy el pan vivo bajado del cielo. El que coma de este pan vivirá eternamente, y el pan que yo daré es mi carne para la Vida del mundo”.
Cuando Jesús les hablaba de esto en la sinagoga de Cafaraum, ya se aproximaban las fiestas de pascua, es decir el día que se reunían para cenar la carne del cordero, esto es la celebración pascual.
Los judíos discutían entre sí, diciendo: ¿Cómo este hombre puede darnos a comer su carne?.
Discutían entre ellos, porque no lograban entender a Jesús, quizás por falta de un buen espíritu, solo se fijaban en las palabras textuales, es decir al pie de la letra. Frente a esto, Jesús mantiene sus palabras y les reitera: Les aseguro que si no comen la carne del Hijo del hombre y no beben su sangre, no tendrán Vida en ustedes.
Señor: He recibido el pan vivo, se que ha bajado del cielo, se que si como de este pan, viviré para siempre. Señor no quiero discutir como puedes darme de comer tu cuerpo, y deseo fuertemente tener vida, pero vida como tu la quieres
El que come mi carne y bebe mi sangre tiene Vida eterna
Continúa el Señor: El que come mi carne y bebe mi sangre tiene Vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día. Porque mi carne es la verdadera comida y mi sangre, la verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre permanece en mí y yo en él.
¿Que significa para mí comer la carne de Jesús? ¿Es esto aceptar a Jesús como el nuevo Cordero Pascual?, ¿Qué significa beber su sangre?, ¿Es para mi esto un signo de vida?
Si Señor, tu carne es verdadera comida y tu sangre verdadera bebida, la que quiero comer y beber siempre para permanecer en ti y que tú lo hagas en mí y quiero vivir para siempre junto a ti, y confío en la resurrección el último día.
El que me come vivirá por mí.
Así como yo, que he sido enviado por el Padre que tiene Vida, vivo por el Padre, de la misma manera, el que me come vivirá por mí. Éste es el pan bajado del cielo; no como el que comieron sus padres y murieron. El que coma de este pan vivirá eternamente”.
Si Señor, tu vives por el Padre y yo quiero vivir por ti. Tu dices la verdad pan bajado del cielo y en ella quiero vivir para siempre.
Ya no vivo yo, es Cristo quien vive en mí (Gál 2,20).
“Si uno me oye y me abre, entraré en su casa y comeremos juntos” (Ap 3,20).
“Si alguien me ama guardará mi palabra y mi Padre le amará y los dos nos vendremos con él y en él haremos nuestra morada” (Jn 14,23).
Sin Eucaristía vivida no hay vida real cristiana.
El Cristo real y viviente es el que en el tiempo y en el espacio se nos da en la realidad misteriosa de la Eucaristía y por la que el hombre se deja transformar realmente en Cristo. Sin Eucaristía vivida no hay vida real cristiana.
“Creo que nada expresa mejor el amor que hay en el Corazón de Dios que la Eucaristía: es la unión, la consumación, es él en nosotros y nosotros en él, ¿y eso no es ya el cielo en la tierra? El cielo en la fe mientras esperamos la visión cara a cara que tanto anhelamos. (Beata Isabel de la Trinidad)
De Corazón
Pedro Sergio
Jesús dijo a los judíos: “Yo soy el pan vivo bajado del cielo. El que coma de este pan vivirá eternamente, y el pan que yo daré es mi carne para la Vida del mundo”.
Cuando Jesús les hablaba de esto en la sinagoga de Cafaraum, ya se aproximaban las fiestas de pascua, es decir el día que se reunían para cenar la carne del cordero, esto es la celebración pascual.
Los judíos discutían entre sí, diciendo: ¿Cómo este hombre puede darnos a comer su carne?.
Discutían entre ellos, porque no lograban entender a Jesús, quizás por falta de un buen espíritu, solo se fijaban en las palabras textuales, es decir al pie de la letra. Frente a esto, Jesús mantiene sus palabras y les reitera: Les aseguro que si no comen la carne del Hijo del hombre y no beben su sangre, no tendrán Vida en ustedes.
Señor: He recibido el pan vivo, se que ha bajado del cielo, se que si como de este pan, viviré para siempre. Señor no quiero discutir como puedes darme de comer tu cuerpo, y deseo fuertemente tener vida, pero vida como tu la quieres
El que come mi carne y bebe mi sangre tiene Vida eterna
Continúa el Señor: El que come mi carne y bebe mi sangre tiene Vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día. Porque mi carne es la verdadera comida y mi sangre, la verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre permanece en mí y yo en él.
¿Que significa para mí comer la carne de Jesús? ¿Es esto aceptar a Jesús como el nuevo Cordero Pascual?, ¿Qué significa beber su sangre?, ¿Es para mi esto un signo de vida?
Si Señor, tu carne es verdadera comida y tu sangre verdadera bebida, la que quiero comer y beber siempre para permanecer en ti y que tú lo hagas en mí y quiero vivir para siempre junto a ti, y confío en la resurrección el último día.
El que me come vivirá por mí.
Así como yo, que he sido enviado por el Padre que tiene Vida, vivo por el Padre, de la misma manera, el que me come vivirá por mí. Éste es el pan bajado del cielo; no como el que comieron sus padres y murieron. El que coma de este pan vivirá eternamente”.
Si Señor, tu vives por el Padre y yo quiero vivir por ti. Tu dices la verdad pan bajado del cielo y en ella quiero vivir para siempre.
Ya no vivo yo, es Cristo quien vive en mí (Gál 2,20).
“Si uno me oye y me abre, entraré en su casa y comeremos juntos” (Ap 3,20).
“Si alguien me ama guardará mi palabra y mi Padre le amará y los dos nos vendremos con él y en él haremos nuestra morada” (Jn 14,23).
Sin Eucaristía vivida no hay vida real cristiana.
El Cristo real y viviente es el que en el tiempo y en el espacio se nos da en la realidad misteriosa de la Eucaristía y por la que el hombre se deja transformar realmente en Cristo. Sin Eucaristía vivida no hay vida real cristiana.
“Creo que nada expresa mejor el amor que hay en el Corazón de Dios que la Eucaristía: es la unión, la consumación, es él en nosotros y nosotros en él, ¿y eso no es ya el cielo en la tierra? El cielo en la fe mientras esperamos la visión cara a cara que tanto anhelamos. (Beata Isabel de la Trinidad)
De Corazón
Pedro Sergio
viernes, 14 de agosto de 2009
LUCAS 1, 39-45
“¡Tú eres bendita entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre!
Durante su embarazo, María partió y fue sin demora a un pueblo de la montaña de Judá. Entró en la casa de Zacarías y saludó a Isabel. Apenas ésta oyó el saludo de María, el niño saltó de alegría en su vientre, e Isabel, llena del Espíritu Santo, exclamó: “¡Tú eres bendita entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre!
María deja su pueblo Nazaret y se dirige sin esperar más a la casa de su pariente Isabel, ella estaba en cinta, sin embargo ella no duda en ir a acompañar a su anciana prima. En el encuentro de dos mujeres encintas, se convierte en gran anuncio, Apenas ésta oyó el saludo de María, el niño saltó de alegría en su vientre, e Isabel, llena del Espíritu Santo, exclamó: “¡Tú eres bendita entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre!
Me puedo imaginar la alegría de ambas mujeres. María sabía por el anuncio del ángel del embarazo de su prima, ya era el sexto mes en cinta y María quiere ayudar durante los últimos tres meses de embarazo a Isabel.
Mi alma canta la grandeza del Señor
Luego dijo María dijo: Mi alma canta la grandeza del Señor, y mi espíritu se estremece de gozo en Dios, mi Salvador, porque él miró con bondad la pequeñez de su servidora………………..
El fragmento del evangelio, nos presenta el cántico de María, El Magníficat, responde a una explosión de júbilo en Dios, incubada desde que se había realizado en ella el misterio de la encarnación. El himno de María no es ni una respuesta a Isabel ni propiamente una plegaria a Dios; es una elevación y un éxtasis y una profecía.
María dijo entonces; Mi alma canta la grandeza del Señor, y mi espíritu se estremece de gozo en Dios, mi Salvador, este canto es la una expresión elevadísima del alma de María, donde las lágrimas de alegría, gozo y esperanzas, se encierran en el Corazón de la Virgen María.
Podemos observar, en este cántico, la alabanza de María a Dios por la elección que hizo de ella, el reconocimiento de la providencia de Dios en el mundo y como con esta obra se cumplen las promesas hechas.
Porque él miró con bondad la pequeñez de su servidora. La humildad de la Virgen María, es la causa de su grandeza, como ella, se humilla hasta en lo más ínfimo y Dios la eleva a lo más alto de la dignidad.
La alabanza que hace María a Dios por la elección que hizo en ella, engrandeciendo a Dios, ella esta profundamente agradecida, así es como le bendice y le celebra.
Este gozo de María es en Dios mi Salvador. Nunca como aquí cobra esta expresión el sentido mesiánico más profundo. Ese Dios Salvador es el Dios que ella lleva en su vientre, y que se llamará Jesús, Yehoshúa, es decir, Yahvé salva. Y ella se goza y alaba a Dios, su Salvador.
María atribuye esta obra a la pura bondad de Dios, que miró la humanidad de su esclava. Fue pura elección de Dios, que se fijó en una mujer de condición social desapercibida, aunque de la casa de David. Pero por esa mirada de elección de Dios, desde ahora es decir, en adelante, la van a llamar bienaventurada todas las generaciones.
En adelante todas las generaciones me llamarán feliz, por esa dignidad tan grande a la cual María fue elevada. Como vemos hoy, todas las generaciones cristianas de todos los siglos, han cantado las glorias de esta Virgen humilde y amorosa, que fue hecha la Madre de Dios.
Es la eterna bendición a la Madre del Mesías. Profecía cumplida ya por veinte siglos. Y todo es debido a eso: a que hizo en ella maravillas, cosas grandes — la maternidad mesiánica y divina en ella —, el único que puede hacerlas, Dios.
Porque el Todopoderoso ha hecho en mí grandes cosas.
Esta obra sólo podía ser obra de la omnipotencia de Dios. Y cuyo nombre es Santo. Es, pues, obra de la santidad de Dios. ¡Su Nombre es santo!, Su misericordia se extiende de generación en generación sobre aquellos que lo temen. El pensamiento progresa, haciendo ver que todo este poder es ejercido por efecto de su misericordia. Esta es una de las constantes de Dios en el Antiguo Testamento. Ya al descubrir su nombre a Moisés se revela como el Misericordioso (Ex 34:6).
Y ninguna obra era de mayor misericordia que la obra de la redención. Pero se añade que esta obra de misericordia de Dios, que se extiende de generación en generación, es precisamente sobre los que le temen. Era el temor reverencial a Dios. Así, en el A.T., cuando el pueblo pecaba, Dios lo castigaba; pero, vuelto a él, Dios lo perdonaba.
Desplegó la fuerza de su brazo, dispersó a los soberbios de corazón., Con esta metáfora, se expresa el poder de Dios, que aplasta a los soberbios y exalta a los humildes.
Derribó a los poderosos de sus tronos, y elevó a los humildes, como enseñándonos a todos, que si queremos ser grande a los ojos de Dios y ser amados por El, debemos ser humildes ante los hombres, reconociendo nuestra pequeñez y miseria. Esta imagen celebra cómo Dios quita a los poderosos de sus tronos y ensalza a los que no son socialmente poderosos.
María: a una virgen, la hace madre milagrosamente; y a una esclava, madre del Mesías.
Colmó de bienes a los hambrientos y despidió a los ricos con las manos vacías. Así María, se coloca en la línea de todos los que son pequeños y humildes, los hambrientos de Israel, los que están vacíos de si mismos, pero llenos de Dios.
Socorrió a Israel, su servidor, acordándose de su misericordia, como lo había prometido a nuestros padres, en favor de Abraham y de su descendencia para siempre.
A María la elige para enriquecerla mesiánicamente. Es lo mismo que canta luego: los bienes prometidos a Abraham, que eran las promesas mesiánicas. Al fin, todo el Antiguo Testamento giraba en torno a estas promesas. Con esta Obra cumple Dios las Promesas, hechas a los Padres.
Con este hermoso himno, María, alaba a Dios por la elección que hizo en ella, reconoce la Providencia de Dios en el gobierno del mundo y nos recuerda como Dios cumplió las promesas hechas a los Patriarcas.
Nada será mas agradable a Dios, que lo alabemos como lo hizo María, con las hermosas palabra que el Espíritu divino la inspiró.
Repitamos con mucha alegría siempre: “El Todopoderoso ha hecho en mí grandes cosas: ¡su Nombre es santo!”
De Corazón
Pedro Sergio
Durante su embarazo, María partió y fue sin demora a un pueblo de la montaña de Judá. Entró en la casa de Zacarías y saludó a Isabel. Apenas ésta oyó el saludo de María, el niño saltó de alegría en su vientre, e Isabel, llena del Espíritu Santo, exclamó: “¡Tú eres bendita entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre!
María deja su pueblo Nazaret y se dirige sin esperar más a la casa de su pariente Isabel, ella estaba en cinta, sin embargo ella no duda en ir a acompañar a su anciana prima. En el encuentro de dos mujeres encintas, se convierte en gran anuncio, Apenas ésta oyó el saludo de María, el niño saltó de alegría en su vientre, e Isabel, llena del Espíritu Santo, exclamó: “¡Tú eres bendita entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre!
Me puedo imaginar la alegría de ambas mujeres. María sabía por el anuncio del ángel del embarazo de su prima, ya era el sexto mes en cinta y María quiere ayudar durante los últimos tres meses de embarazo a Isabel.
Mi alma canta la grandeza del Señor
Luego dijo María dijo: Mi alma canta la grandeza del Señor, y mi espíritu se estremece de gozo en Dios, mi Salvador, porque él miró con bondad la pequeñez de su servidora………………..
El fragmento del evangelio, nos presenta el cántico de María, El Magníficat, responde a una explosión de júbilo en Dios, incubada desde que se había realizado en ella el misterio de la encarnación. El himno de María no es ni una respuesta a Isabel ni propiamente una plegaria a Dios; es una elevación y un éxtasis y una profecía.
María dijo entonces; Mi alma canta la grandeza del Señor, y mi espíritu se estremece de gozo en Dios, mi Salvador, este canto es la una expresión elevadísima del alma de María, donde las lágrimas de alegría, gozo y esperanzas, se encierran en el Corazón de la Virgen María.
Podemos observar, en este cántico, la alabanza de María a Dios por la elección que hizo de ella, el reconocimiento de la providencia de Dios en el mundo y como con esta obra se cumplen las promesas hechas.
Porque él miró con bondad la pequeñez de su servidora. La humildad de la Virgen María, es la causa de su grandeza, como ella, se humilla hasta en lo más ínfimo y Dios la eleva a lo más alto de la dignidad.
La alabanza que hace María a Dios por la elección que hizo en ella, engrandeciendo a Dios, ella esta profundamente agradecida, así es como le bendice y le celebra.
Este gozo de María es en Dios mi Salvador. Nunca como aquí cobra esta expresión el sentido mesiánico más profundo. Ese Dios Salvador es el Dios que ella lleva en su vientre, y que se llamará Jesús, Yehoshúa, es decir, Yahvé salva. Y ella se goza y alaba a Dios, su Salvador.
María atribuye esta obra a la pura bondad de Dios, que miró la humanidad de su esclava. Fue pura elección de Dios, que se fijó en una mujer de condición social desapercibida, aunque de la casa de David. Pero por esa mirada de elección de Dios, desde ahora es decir, en adelante, la van a llamar bienaventurada todas las generaciones.
En adelante todas las generaciones me llamarán feliz, por esa dignidad tan grande a la cual María fue elevada. Como vemos hoy, todas las generaciones cristianas de todos los siglos, han cantado las glorias de esta Virgen humilde y amorosa, que fue hecha la Madre de Dios.
Es la eterna bendición a la Madre del Mesías. Profecía cumplida ya por veinte siglos. Y todo es debido a eso: a que hizo en ella maravillas, cosas grandes — la maternidad mesiánica y divina en ella —, el único que puede hacerlas, Dios.
Porque el Todopoderoso ha hecho en mí grandes cosas.
Esta obra sólo podía ser obra de la omnipotencia de Dios. Y cuyo nombre es Santo. Es, pues, obra de la santidad de Dios. ¡Su Nombre es santo!, Su misericordia se extiende de generación en generación sobre aquellos que lo temen. El pensamiento progresa, haciendo ver que todo este poder es ejercido por efecto de su misericordia. Esta es una de las constantes de Dios en el Antiguo Testamento. Ya al descubrir su nombre a Moisés se revela como el Misericordioso (Ex 34:6).
Y ninguna obra era de mayor misericordia que la obra de la redención. Pero se añade que esta obra de misericordia de Dios, que se extiende de generación en generación, es precisamente sobre los que le temen. Era el temor reverencial a Dios. Así, en el A.T., cuando el pueblo pecaba, Dios lo castigaba; pero, vuelto a él, Dios lo perdonaba.
Desplegó la fuerza de su brazo, dispersó a los soberbios de corazón., Con esta metáfora, se expresa el poder de Dios, que aplasta a los soberbios y exalta a los humildes.
Derribó a los poderosos de sus tronos, y elevó a los humildes, como enseñándonos a todos, que si queremos ser grande a los ojos de Dios y ser amados por El, debemos ser humildes ante los hombres, reconociendo nuestra pequeñez y miseria. Esta imagen celebra cómo Dios quita a los poderosos de sus tronos y ensalza a los que no son socialmente poderosos.
María: a una virgen, la hace madre milagrosamente; y a una esclava, madre del Mesías.
Colmó de bienes a los hambrientos y despidió a los ricos con las manos vacías. Así María, se coloca en la línea de todos los que son pequeños y humildes, los hambrientos de Israel, los que están vacíos de si mismos, pero llenos de Dios.
Socorrió a Israel, su servidor, acordándose de su misericordia, como lo había prometido a nuestros padres, en favor de Abraham y de su descendencia para siempre.
A María la elige para enriquecerla mesiánicamente. Es lo mismo que canta luego: los bienes prometidos a Abraham, que eran las promesas mesiánicas. Al fin, todo el Antiguo Testamento giraba en torno a estas promesas. Con esta Obra cumple Dios las Promesas, hechas a los Padres.
Con este hermoso himno, María, alaba a Dios por la elección que hizo en ella, reconoce la Providencia de Dios en el gobierno del mundo y nos recuerda como Dios cumplió las promesas hechas a los Patriarcas.
Nada será mas agradable a Dios, que lo alabemos como lo hizo María, con las hermosas palabra que el Espíritu divino la inspiró.
Repitamos con mucha alegría siempre: “El Todopoderoso ha hecho en mí grandes cosas: ¡su Nombre es santo!”
De Corazón
Pedro Sergio
jueves, 13 de agosto de 2009
MATEO 19, 3-12
“¿Es lícito al hombre divorciarse de su mujer por cualquier motivo?”.
Se acercaron a Jesús algunos fariseos y, para ponerlo a prueba, le dijeron: “¿Es lícito al hombre divorciarse de su mujer por cualquier motivo?”. Él respondió: “¿No han leído ustedes que el Creador, desde el principio, ‘los hizo varón y mujer’; y que dijo: ‘Por eso, el hombre dejará a su padre y a su madre para unirse a su mujer, y los dos no serán sino una sola carne’?
Nuestro Señor Jesucristo, ratifica lo indisoluble del vínculo matrimonial, revalidando la dignidad del matrimonio.
Dios creó al hombre y a la mujer de una sola cosa con el objeto de que fuesen uno. Y el ideal de Dios, es que el hombre y la mujer debían estar unidos y que jamás debían separarse, por esa razón el Señor dice: ‘Por eso, el hombre dejará a su padre y a su madre para unirse a su mujer, y los dos no serán sino una sola carne’. Ese es el premio de los matrimonios, el hacer de dos una sola carne.
Sed sumisos los unos a los otros en el temor de Cristo. Las mujeres a sus maridos, como al Señor, porque el marido es cabeza de la mujer, como Cristo es Cabeza de la Iglesia, el salvador del Cuerpo. Así como la Iglesia está sumisa a Cristo, así también las mujeres deben estarlo a sus maridos en todo. Maridos, amad a vuestras mujeres como Cristo amó a la Iglesia y se entregó a sí mismo por ella, (Efesios 5, 21-25)
San Pablo, nos esta pidiendo a los esposos un amor intenso, “como Cristo amo a su Iglesia,” es decir amor total. ¿es posible estos?, ¿es posible una entrega tan grande?, ¿tengo la convicción de que así debe ser.?
De manera que ya no son dos, sino una sola carne. “Que el hombre no separe lo que Dios ha unido”.
La intervención de Dios en nuestra unión como esposos, es garantía de indisolubilidad de este sacramento. Esta es una obra de la creación, es obra de Dios, en la que los hombres no podemos intervenir. Sin embargo, muchas veces concientes que la unidad y la indisolubilidad del matrimonio son dos cualidades establecidas por Dios, se le exige intervención a la Iglesia e incluso se le hace ver que es demasiado obstinada, firme, perseverante o excesivamente tenaz en este propósito, pero con lo que nos dice Jesús, significa que ni la misma Iglesia puede intervenir, por tanto, lo que debemos comprender que lo que esta haciendo es ser fiel a lo mandado por Dios.
“Esta vez sí que es hueso de mis huesos y carne de mi carne. Esta será llamada mujer, porque del varón ha sido tomada” 24 Por eso deja el hombre a su padre y a su madre y se une a su mujer, y se hacen una sola carne. (Génesis (SBJ) 2, 23-24)
"No todos entienden este lenguaje
Jesús quiere devolver a la ley divina, su primitivo vigor, y dice:”Por lo tanto, yo les digo: El que se divorcia de su mujer, a no ser en caso de unión ilegal, y se casa con otra, comete adulterio". Sus discípulos le dijeron: "Si ésta es la situación del hombre con respecto a su mujer, no conviene casarse".
Y así Jesús no aprobó la conclusión de “.no conviene casarse”, y alaba la castidad consagrada, entonces responde:"No todos entienden este lenguaje, sino sólo aquellos a quienes se les ha concedido.
Jesucristo expone metafóricamente la dignidad y excelencia de la continencia voluntaria: la virginidad. Mas esto, su comprensión, en el sentido no sólo intelectual, sino de adhesión y práctica y es un privilegio de aquellos “a quienes ha sido dado”
San Pablo: Acerca de la virginidad no tengo precepto del Señor. Doy, no obstante, un consejo, como quien, por la misericordia de Dios, es digno de crédito. Por tanto, pienso que es cosa buena, a causa de la necesidad presente, quedarse el hombre así. (1 Corintios 7,25-26).
Por cierto no todos pueden comprender la pureza y la integridad donada por amor, por eso el Señor nos advierte, "No todos entienden este lenguaje
De Corazón
Pedro Sergio
Se acercaron a Jesús algunos fariseos y, para ponerlo a prueba, le dijeron: “¿Es lícito al hombre divorciarse de su mujer por cualquier motivo?”. Él respondió: “¿No han leído ustedes que el Creador, desde el principio, ‘los hizo varón y mujer’; y que dijo: ‘Por eso, el hombre dejará a su padre y a su madre para unirse a su mujer, y los dos no serán sino una sola carne’?
Nuestro Señor Jesucristo, ratifica lo indisoluble del vínculo matrimonial, revalidando la dignidad del matrimonio.
Dios creó al hombre y a la mujer de una sola cosa con el objeto de que fuesen uno. Y el ideal de Dios, es que el hombre y la mujer debían estar unidos y que jamás debían separarse, por esa razón el Señor dice: ‘Por eso, el hombre dejará a su padre y a su madre para unirse a su mujer, y los dos no serán sino una sola carne’. Ese es el premio de los matrimonios, el hacer de dos una sola carne.
Sed sumisos los unos a los otros en el temor de Cristo. Las mujeres a sus maridos, como al Señor, porque el marido es cabeza de la mujer, como Cristo es Cabeza de la Iglesia, el salvador del Cuerpo. Así como la Iglesia está sumisa a Cristo, así también las mujeres deben estarlo a sus maridos en todo. Maridos, amad a vuestras mujeres como Cristo amó a la Iglesia y se entregó a sí mismo por ella, (Efesios 5, 21-25)
San Pablo, nos esta pidiendo a los esposos un amor intenso, “como Cristo amo a su Iglesia,” es decir amor total. ¿es posible estos?, ¿es posible una entrega tan grande?, ¿tengo la convicción de que así debe ser.?
De manera que ya no son dos, sino una sola carne. “Que el hombre no separe lo que Dios ha unido”.
La intervención de Dios en nuestra unión como esposos, es garantía de indisolubilidad de este sacramento. Esta es una obra de la creación, es obra de Dios, en la que los hombres no podemos intervenir. Sin embargo, muchas veces concientes que la unidad y la indisolubilidad del matrimonio son dos cualidades establecidas por Dios, se le exige intervención a la Iglesia e incluso se le hace ver que es demasiado obstinada, firme, perseverante o excesivamente tenaz en este propósito, pero con lo que nos dice Jesús, significa que ni la misma Iglesia puede intervenir, por tanto, lo que debemos comprender que lo que esta haciendo es ser fiel a lo mandado por Dios.
“Esta vez sí que es hueso de mis huesos y carne de mi carne. Esta será llamada mujer, porque del varón ha sido tomada” 24 Por eso deja el hombre a su padre y a su madre y se une a su mujer, y se hacen una sola carne. (Génesis (SBJ) 2, 23-24)
"No todos entienden este lenguaje
Jesús quiere devolver a la ley divina, su primitivo vigor, y dice:”Por lo tanto, yo les digo: El que se divorcia de su mujer, a no ser en caso de unión ilegal, y se casa con otra, comete adulterio". Sus discípulos le dijeron: "Si ésta es la situación del hombre con respecto a su mujer, no conviene casarse".
Y así Jesús no aprobó la conclusión de “.no conviene casarse”, y alaba la castidad consagrada, entonces responde:"No todos entienden este lenguaje, sino sólo aquellos a quienes se les ha concedido.
Jesucristo expone metafóricamente la dignidad y excelencia de la continencia voluntaria: la virginidad. Mas esto, su comprensión, en el sentido no sólo intelectual, sino de adhesión y práctica y es un privilegio de aquellos “a quienes ha sido dado”
San Pablo: Acerca de la virginidad no tengo precepto del Señor. Doy, no obstante, un consejo, como quien, por la misericordia de Dios, es digno de crédito. Por tanto, pienso que es cosa buena, a causa de la necesidad presente, quedarse el hombre así. (1 Corintios 7,25-26).
Por cierto no todos pueden comprender la pureza y la integridad donada por amor, por eso el Señor nos advierte, "No todos entienden este lenguaje
De Corazón
Pedro Sergio
miércoles, 12 de agosto de 2009
MATEO 18, 21—19, 1
Señor, ¿cuántas veces tendré que perdonar a mi hermano
Se acercó Pedro y le preguntó a Jesús: “Señor, ¿cuántas veces tendré que perdonar a mi hermano las ofensas que me haga? ¿Hasta siete veces?”. Jesús le respondió: “No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete.
¡Yo perdono pero no olvido!, ¡Necesito que me pida perdón!, ¡Yo a este no lo perdono!, ¿Perdonar?, parece que esto es algo que no resulta fácil, en especial cuando las heridas son profundas y más aún, cuando el que ofende, no muestra arrepentimiento o revela una soberbia. Pero ante todo parece que lo que más necesitamos, es que se haga justicia, y lo mas grave, es cuando nos tienta la venganza, y a toda costa queremos una reparación del mal causado, pero de forma resentida.
¿Y donde queda la misericordia? Decimos con gran alegría que Dios es rico en misericordia, además que es infinita, pero y la nuestra, ¿Hasta dónde llega?
La Sagradas Escrituras, a través del libro del Eclesiástico (Eclo 27, 30- 28,7), no muestra el vínculo que une el perdón otorgado por el hombre a su semejante, con el perdón que él mismo pide a Dios y nos dice que “El rencor y la ira son abominables, y ambas cosas son patrimonio del pecador”. Y nos preguntamos ¿Cómo puede un hombre guardar rencor a otro y pedir la salud al Señor? ¡No tiene piedad de un hombre semejante a él y se atreve a implorar por sus pecados! El punto esta en si somos capaces de aceptar de esta lectura: “Perdona el agravio a tu prójimo y entonces, cuando ores, serán absueltos tus pecados.”o “y no guardes rencor a tu prójimo; piensa en la Alianza del Altísimo, y pasa por alto la ofensa.”
Si miramos la cruz, resonarán la enseñanzas de Jesucristo, Nuestro Señor, el antes de expirar, implora perdón para sus verdugos.
Por eso, el reino de los cielos se parece a un rey que quiso arreglar las cuentas con sus servidores.
Comenzada la tarea, le presentaron a uno que debía diez mil talentos. Como no podía pagar, el rey mandó que fuera vendido junto con su mujer, sus hijos y todo lo que tenía, para saldar la deuda.
El servidor se arrojó a sus pies, diciéndole: ‘Dame un plazo y te pagaré todo’. El rey se compadeció, lo dejó ir y, además, le perdonó la deuda.
Dice Jesús: “Por eso, el Reino de los Cielos se parece a un rey que quiso arreglar las cuentas con sus servidores. Comenzada la tarea, le presentaron a uno que debía diez mil talentos.” El “talento” era una unidad fundamental de peso; indicaba un peso determinado de dinero. El “talento” comprendía 60 “minas” = 6.000 “dracmas áticas.” La “dracma ática” era equivalente al “denario.” Y éste era la paga diaria de un jornalero (Mt 20:1). Por eso la deuda de 10.000 “talentos” era equivalente a 60 millones de "denarios.” La deuda era, pues, fabulosa. Entonces, la escena, utiliza deliberadamente datos supuestos, para una finalidad pedagógica.
Dice la parábola; “Como no podía pagar, el rey mandó que fuera vendido junto con su mujer, sus hijos y todo lo que tenía, para saldar la deuda.” Se manda, para compensar en parte, vender a su mujer, hijos y propiedades. En los contratos de entonces entraba la responsabilidad familiar. Sin embargo, no es posible, con esta venta, lograr pagar una cantidad respetable de la deuda de los 10.000 “talentos.” Sin embargo se acusa la misericordia de su señor con él. Por lo que, no pudiendo pagar, el dueño se lo perdona todo.
Pero se contrapone la conducta de este siervo perdonado con lo que exige a su otro compañero para que le pague, inmediatamente, una pequeña deuda: 100 ”denarios.” Y al no pagarlos, lo mete en la cárcel. Enterado el rey, lo manda encarcelar hasta que pague la deuda. La parábola se alegoriza en parte. Se destacan algunas situaciones especiales, como el motivo por el que el compañero del siervo debía haber perdonado, porque el rey — Dios — le había perdonado a él. “Sed perfectos como es perfecto vuestro Padre celestial” (Mt 5:43-48; cf. Col 3:12-15; Sant 2:13). También se percibe, alegorizada, la distancia entre el perdón del rey al siervo (60.millones de denarios”) y lo que no quería perdonar aquel otro compañero (100 “denarios”). Esto habla de la deuda infinita del perdón de Dios a los seres humanos, y la pequeñez de perdón de los seres humanos entre sí.
Contrastes la generosidad de Dios, que nos perdona grandes deudas, contra la mezquindad de los hombres.
Al salir, este servidor encontró a uno de sus compañeros que le debía cien denarios y, tomándolo del cuello hasta ahogarlo, le dijo: ‘Págame lo que me debes’. El otro se arrojó a sus pies y le suplicó: ‘Dame un plazo y te pagaré la deuda’. Pero él no quiso, sino que lo hizo poner en la cárcel hasta que pagara lo que debía.
La parábola que nos deja hoy Jesús, nos llega al corazón, porque nos damos cuenta de la falta de generosidad de aquel que había recibido la benevolencia y la comprensión y luego el se la niega a un hermano. Es así como luego al enterarse el rey lo mandó llamar y le dijo: "¡Miserable!" e indignado, lo entregó en manos de los verdugos hasta que pagara todo lo que debía. Esa es la gran diferencia que quiere destacar Jesús y nos pone en contrastes la generosidad de Dios, que nos perdona grandes deudas, contra la mezquindad de los hombres, el cual muchas veces ni siquiera quiere perdonar pequeñísimas cosas. No deja de se cierto la gran diferencia de nuestros pecados contra Dios y la de algunos contra nosotros que comete nuestro prójimo o nosotros contra ellos, por eso Jesús destaca que el servidor debía diez mil y a el tan solo cien.
De corazón
Pedro
Se acercó Pedro y le preguntó a Jesús: “Señor, ¿cuántas veces tendré que perdonar a mi hermano las ofensas que me haga? ¿Hasta siete veces?”. Jesús le respondió: “No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete.
¡Yo perdono pero no olvido!, ¡Necesito que me pida perdón!, ¡Yo a este no lo perdono!, ¿Perdonar?, parece que esto es algo que no resulta fácil, en especial cuando las heridas son profundas y más aún, cuando el que ofende, no muestra arrepentimiento o revela una soberbia. Pero ante todo parece que lo que más necesitamos, es que se haga justicia, y lo mas grave, es cuando nos tienta la venganza, y a toda costa queremos una reparación del mal causado, pero de forma resentida.
¿Y donde queda la misericordia? Decimos con gran alegría que Dios es rico en misericordia, además que es infinita, pero y la nuestra, ¿Hasta dónde llega?
La Sagradas Escrituras, a través del libro del Eclesiástico (Eclo 27, 30- 28,7), no muestra el vínculo que une el perdón otorgado por el hombre a su semejante, con el perdón que él mismo pide a Dios y nos dice que “El rencor y la ira son abominables, y ambas cosas son patrimonio del pecador”. Y nos preguntamos ¿Cómo puede un hombre guardar rencor a otro y pedir la salud al Señor? ¡No tiene piedad de un hombre semejante a él y se atreve a implorar por sus pecados! El punto esta en si somos capaces de aceptar de esta lectura: “Perdona el agravio a tu prójimo y entonces, cuando ores, serán absueltos tus pecados.”o “y no guardes rencor a tu prójimo; piensa en la Alianza del Altísimo, y pasa por alto la ofensa.”
Si miramos la cruz, resonarán la enseñanzas de Jesucristo, Nuestro Señor, el antes de expirar, implora perdón para sus verdugos.
Por eso, el reino de los cielos se parece a un rey que quiso arreglar las cuentas con sus servidores.
Comenzada la tarea, le presentaron a uno que debía diez mil talentos. Como no podía pagar, el rey mandó que fuera vendido junto con su mujer, sus hijos y todo lo que tenía, para saldar la deuda.
El servidor se arrojó a sus pies, diciéndole: ‘Dame un plazo y te pagaré todo’. El rey se compadeció, lo dejó ir y, además, le perdonó la deuda.
Dice Jesús: “Por eso, el Reino de los Cielos se parece a un rey que quiso arreglar las cuentas con sus servidores. Comenzada la tarea, le presentaron a uno que debía diez mil talentos.” El “talento” era una unidad fundamental de peso; indicaba un peso determinado de dinero. El “talento” comprendía 60 “minas” = 6.000 “dracmas áticas.” La “dracma ática” era equivalente al “denario.” Y éste era la paga diaria de un jornalero (Mt 20:1). Por eso la deuda de 10.000 “talentos” era equivalente a 60 millones de "denarios.” La deuda era, pues, fabulosa. Entonces, la escena, utiliza deliberadamente datos supuestos, para una finalidad pedagógica.
Dice la parábola; “Como no podía pagar, el rey mandó que fuera vendido junto con su mujer, sus hijos y todo lo que tenía, para saldar la deuda.” Se manda, para compensar en parte, vender a su mujer, hijos y propiedades. En los contratos de entonces entraba la responsabilidad familiar. Sin embargo, no es posible, con esta venta, lograr pagar una cantidad respetable de la deuda de los 10.000 “talentos.” Sin embargo se acusa la misericordia de su señor con él. Por lo que, no pudiendo pagar, el dueño se lo perdona todo.
Pero se contrapone la conducta de este siervo perdonado con lo que exige a su otro compañero para que le pague, inmediatamente, una pequeña deuda: 100 ”denarios.” Y al no pagarlos, lo mete en la cárcel. Enterado el rey, lo manda encarcelar hasta que pague la deuda. La parábola se alegoriza en parte. Se destacan algunas situaciones especiales, como el motivo por el que el compañero del siervo debía haber perdonado, porque el rey — Dios — le había perdonado a él. “Sed perfectos como es perfecto vuestro Padre celestial” (Mt 5:43-48; cf. Col 3:12-15; Sant 2:13). También se percibe, alegorizada, la distancia entre el perdón del rey al siervo (60.millones de denarios”) y lo que no quería perdonar aquel otro compañero (100 “denarios”). Esto habla de la deuda infinita del perdón de Dios a los seres humanos, y la pequeñez de perdón de los seres humanos entre sí.
Contrastes la generosidad de Dios, que nos perdona grandes deudas, contra la mezquindad de los hombres.
Al salir, este servidor encontró a uno de sus compañeros que le debía cien denarios y, tomándolo del cuello hasta ahogarlo, le dijo: ‘Págame lo que me debes’. El otro se arrojó a sus pies y le suplicó: ‘Dame un plazo y te pagaré la deuda’. Pero él no quiso, sino que lo hizo poner en la cárcel hasta que pagara lo que debía.
La parábola que nos deja hoy Jesús, nos llega al corazón, porque nos damos cuenta de la falta de generosidad de aquel que había recibido la benevolencia y la comprensión y luego el se la niega a un hermano. Es así como luego al enterarse el rey lo mandó llamar y le dijo: "¡Miserable!" e indignado, lo entregó en manos de los verdugos hasta que pagara todo lo que debía. Esa es la gran diferencia que quiere destacar Jesús y nos pone en contrastes la generosidad de Dios, que nos perdona grandes deudas, contra la mezquindad de los hombres, el cual muchas veces ni siquiera quiere perdonar pequeñísimas cosas. No deja de se cierto la gran diferencia de nuestros pecados contra Dios y la de algunos contra nosotros que comete nuestro prójimo o nosotros contra ellos, por eso Jesús destaca que el servidor debía diez mil y a el tan solo cien.
De corazón
Pedro
martes, 11 de agosto de 2009
MATEO 18, 1-5. 10. 12-14:
Si tu hermano peca contra ti, ve y corrígelo en privado
Jesús dijo a sus discípulos: Si tu hermano peca contra ti, ve y corrígelo en privado. Si te escucha, habrás ganado a tu hermano. Si no te escucha, busca una o dos personas más, para que el asunto se decida por la declaración de dos o tres testigos. Si se niega a hacerles caso, dilo a la comunidad. Y si tampoco quiere escuchar a la comunidad, considéralo como pagano o publicano.
El Señor nos invita a corregir al hermano que ha caído en falta, pero el nos pide hacerlo el privado, a fin de que sepamos primero que motivos tuvo. Si ocurre que nuestro hermano no acepta o no nos escucha, trataremos de corregirlo junto a otros hermanos y si no resulta esto, ya en caso extremo tratamos de corregirlo a través de la comunidad, pero el Señor también es muy claro, dice corregir, no dice juzgar.
En efecto, al corregir, cuidémonos de no juzgar. El pecado más grande que cometemos, es juzgar al prójimo, ¿existirá algo peor?.. Si tenemos la convicción de que Dios habita en el corazón de los hombres, ¿Quién es el más próximo a nosotros? Para algunos el pecado es la infracción a la Ley, pero no es solo eso, sino el rechazo de la voluntad de Dios, el vivir a espaldas de Dios, la disposición mental que lleva al pecador a hacer la propia voluntad en oposición a la de Dios. ¿Hay algo que moleste más a Dios que oponerse a su voluntad? ¿Tiene derecho el hombre asumir la responsabilidad de Juzgar a su prójimo?
Que fácil es criticar, juzgar y de esta forma llegar a despreciar a los demás. Se critica censurando negativamente a las personas y sus actos, se juzga a las personas valorando sus acciones o sus condiciones y se emite un dictamen o sentencia sobre ellas pensando que se tiene autoridad para ello, desde allí, el desprecio al criticado y juzgado es el paso siguiente. Sin embargo juzgar es un pecado grave.
Jesucristo mismo ha dicho: Hipócrita, sácate primero la viga de tu ojo, y entonces podrás ver claro para sacar la paja del ojo de tu hermano (Lc 6, 42). Las faltas y los pecados que más conocemos íntimamente, son los nuestros, y nosotros sabemos mejor que nadie lo soberbios que somos. También sabemos cuales son las cosas buenas que hacemos. Así mismo, conocemos el fariseo que llevamos dentro. (Lc 18-11)
Entonces no existe nada más grave, que juzgar o despreciar al prójimo. ¿Por qué mejor no nos juzgamos a nosotros mismos, ya que conocemos íntimamente nuestras faltas, pecados y defectos, de los cuales sabemos que deberemos rendir cuenta a Dios? ¿Para que pretender hacer lo que le corresponde a Dios al juzgar a los hombres? ¿A caso, a nosotros nos corresponde autorizar o cerrar las puertas del cielo a los hombres?
Si bien es cierto nosotros hacemos bien en llevar el mensaje de salvación a nuestro prójimo, es una preocupación muy agradecida, tenemos que preocuparnos por nosotros mismos, por nuestras faltas, nuestras propias miserias. Sólo a Dios le corresponde el juzgar, hacer justicia y condenar. El conoce el estado del alma de cada uno, El sabe de nuestras fuerzas, a El le consta nuestro comportamiento, El sabe cuales son nuestros dones, y nos va a juzgar a cada uno de forma diferente.
La corrección fraterna, no es un juicio, es una observación, un consejo de profundo amor y delicadeza, un deseo verdadero de salvar al hermano, buscando que esta se transforme en delicada fraternidad, donde este presente el amor para oír y comprender.
No debemos ser autoritarios para corregir, tampoco debemos hacerla con hipocresía ni escudándonos en frases de buena crianza, algo que es habitual, comenzamos disculpándonos por hacerla, algo que no hace falta.
No debemos tratar de deshogarnos, solo buscar el bien del hermano. Tampoco es buena la actitud paternalista ni menos la que se hace por sentirse con el derecho o el poder de corregir, sino que por amor.
Tampoco debemos caer en el hecho de que nos sentimos mejor que el hermano que estamos corrigiendo, es decir es bueno tener siempre presente que yo tampoco puedo tirar la primera piedra; y que si corrijo al hermano es por hacerle el regalo de un sentimiento mío negativo que me cuesta expresar (me resultaría más cómodo y fácil callar), pero que, al compartirlo aclarará nuestra relación y estrechará, a la larga, lazos más fuertes.
Debemos cuidarnos de no decir tu siempre haces esto, tu tiene que hacer esto otro, o tu tienes que actuar de esta manera, es mejor, siempre que sea así de sincero, “me causa dolor cuando te veo en esta actitud o sufro porque te veo caer en tal cosa, a fin de mostrar verdadera inquietud por el hermanos que deseamos ayudar a corregir.
Si dos de ustedes se unen en la tierra para pedir algo
Les aseguro que todo lo que ustedes aten en la tierra, quedará atado en el cielo, y lo que desaten en la tierra, quedará desatado en el cielo. También les aseguro que si dos de ustedes se unen en la tierra para pedir algo, mi Padre que está en el cielo se lo concederá.
Jesús nos pide la oración en común, nos invita a orar juntos, nos están pidiendo unidad y acuerdo, sin embargo debemos preguntarnos ¿Por qué nos cuesta tanto ponernos de acuerdo? Estar de acuerdo es lo que mas nos hace falta, especialmente si estamos comprometidos con trabajar por el Reino de Dios.
Ponernos de acuerdo para orar, significa que hay unidad espiritual, por amor de un mismo Espíritu, motivados por la misma caridad, con hermandad para alabar a Dios Padre, y mucho provecho para el prójimo. Por tanto, fieles a lo que nos pide el Señor, no excluyamos a nuestros hermanos, en otras palabras, si alguien esta solo, integrémoslo y acordemos orar en conjunto, por nuestra amistad y nuestras necesidades.
Porque donde hay dos o tres reunidos en mi Nombre, yo estoy presente en medio de ellos.
También nos dice Jesús, “donde hay dos o tres reunidos en mi Nombre, yo estoy presente en medio de ellos”. Dos condicionantes no pone el Señor, primero que estemos reunidos, y para esto hace falta unidad, y segundo que nos reunamos en su nombre, y no lo hacemos por temas materiales, ni por que es simpático juntarse, lo hacemos por hemos sido convocados por su palabra y animados por su Espíritu.
Jesús es el centro, el eje de la comunidad y, como tal, junto con la Comunidad, estará junto a nosotros rezando al Padre. Es así como estará siempre presente Jesús entre nosotros, cuando impulsados por el amor de sus enseñanzas y unidos en un mismo espíritu nos unimos en oración, entonces entre nosotros se ubica Jesús, presente como verdadero Dios, y con esta presencia todo lo bueno se puede esperar, porque aunque la oración privada y personal es buena y necesaria, la oración colectiva tiene una fuerza inmedible, pero orar bien para que sea escuchada, y para que se haga bien, la unidad, el acuerdo entre nosotros y la caridad debe esta presente.
De corazón
Pedro Sergio
Jesús dijo a sus discípulos: Si tu hermano peca contra ti, ve y corrígelo en privado. Si te escucha, habrás ganado a tu hermano. Si no te escucha, busca una o dos personas más, para que el asunto se decida por la declaración de dos o tres testigos. Si se niega a hacerles caso, dilo a la comunidad. Y si tampoco quiere escuchar a la comunidad, considéralo como pagano o publicano.
El Señor nos invita a corregir al hermano que ha caído en falta, pero el nos pide hacerlo el privado, a fin de que sepamos primero que motivos tuvo. Si ocurre que nuestro hermano no acepta o no nos escucha, trataremos de corregirlo junto a otros hermanos y si no resulta esto, ya en caso extremo tratamos de corregirlo a través de la comunidad, pero el Señor también es muy claro, dice corregir, no dice juzgar.
En efecto, al corregir, cuidémonos de no juzgar. El pecado más grande que cometemos, es juzgar al prójimo, ¿existirá algo peor?.. Si tenemos la convicción de que Dios habita en el corazón de los hombres, ¿Quién es el más próximo a nosotros? Para algunos el pecado es la infracción a la Ley, pero no es solo eso, sino el rechazo de la voluntad de Dios, el vivir a espaldas de Dios, la disposición mental que lleva al pecador a hacer la propia voluntad en oposición a la de Dios. ¿Hay algo que moleste más a Dios que oponerse a su voluntad? ¿Tiene derecho el hombre asumir la responsabilidad de Juzgar a su prójimo?
Que fácil es criticar, juzgar y de esta forma llegar a despreciar a los demás. Se critica censurando negativamente a las personas y sus actos, se juzga a las personas valorando sus acciones o sus condiciones y se emite un dictamen o sentencia sobre ellas pensando que se tiene autoridad para ello, desde allí, el desprecio al criticado y juzgado es el paso siguiente. Sin embargo juzgar es un pecado grave.
Jesucristo mismo ha dicho: Hipócrita, sácate primero la viga de tu ojo, y entonces podrás ver claro para sacar la paja del ojo de tu hermano (Lc 6, 42). Las faltas y los pecados que más conocemos íntimamente, son los nuestros, y nosotros sabemos mejor que nadie lo soberbios que somos. También sabemos cuales son las cosas buenas que hacemos. Así mismo, conocemos el fariseo que llevamos dentro. (Lc 18-11)
Entonces no existe nada más grave, que juzgar o despreciar al prójimo. ¿Por qué mejor no nos juzgamos a nosotros mismos, ya que conocemos íntimamente nuestras faltas, pecados y defectos, de los cuales sabemos que deberemos rendir cuenta a Dios? ¿Para que pretender hacer lo que le corresponde a Dios al juzgar a los hombres? ¿A caso, a nosotros nos corresponde autorizar o cerrar las puertas del cielo a los hombres?
Si bien es cierto nosotros hacemos bien en llevar el mensaje de salvación a nuestro prójimo, es una preocupación muy agradecida, tenemos que preocuparnos por nosotros mismos, por nuestras faltas, nuestras propias miserias. Sólo a Dios le corresponde el juzgar, hacer justicia y condenar. El conoce el estado del alma de cada uno, El sabe de nuestras fuerzas, a El le consta nuestro comportamiento, El sabe cuales son nuestros dones, y nos va a juzgar a cada uno de forma diferente.
La corrección fraterna, no es un juicio, es una observación, un consejo de profundo amor y delicadeza, un deseo verdadero de salvar al hermano, buscando que esta se transforme en delicada fraternidad, donde este presente el amor para oír y comprender.
No debemos ser autoritarios para corregir, tampoco debemos hacerla con hipocresía ni escudándonos en frases de buena crianza, algo que es habitual, comenzamos disculpándonos por hacerla, algo que no hace falta.
No debemos tratar de deshogarnos, solo buscar el bien del hermano. Tampoco es buena la actitud paternalista ni menos la que se hace por sentirse con el derecho o el poder de corregir, sino que por amor.
Tampoco debemos caer en el hecho de que nos sentimos mejor que el hermano que estamos corrigiendo, es decir es bueno tener siempre presente que yo tampoco puedo tirar la primera piedra; y que si corrijo al hermano es por hacerle el regalo de un sentimiento mío negativo que me cuesta expresar (me resultaría más cómodo y fácil callar), pero que, al compartirlo aclarará nuestra relación y estrechará, a la larga, lazos más fuertes.
Debemos cuidarnos de no decir tu siempre haces esto, tu tiene que hacer esto otro, o tu tienes que actuar de esta manera, es mejor, siempre que sea así de sincero, “me causa dolor cuando te veo en esta actitud o sufro porque te veo caer en tal cosa, a fin de mostrar verdadera inquietud por el hermanos que deseamos ayudar a corregir.
Si dos de ustedes se unen en la tierra para pedir algo
Les aseguro que todo lo que ustedes aten en la tierra, quedará atado en el cielo, y lo que desaten en la tierra, quedará desatado en el cielo. También les aseguro que si dos de ustedes se unen en la tierra para pedir algo, mi Padre que está en el cielo se lo concederá.
Jesús nos pide la oración en común, nos invita a orar juntos, nos están pidiendo unidad y acuerdo, sin embargo debemos preguntarnos ¿Por qué nos cuesta tanto ponernos de acuerdo? Estar de acuerdo es lo que mas nos hace falta, especialmente si estamos comprometidos con trabajar por el Reino de Dios.
Ponernos de acuerdo para orar, significa que hay unidad espiritual, por amor de un mismo Espíritu, motivados por la misma caridad, con hermandad para alabar a Dios Padre, y mucho provecho para el prójimo. Por tanto, fieles a lo que nos pide el Señor, no excluyamos a nuestros hermanos, en otras palabras, si alguien esta solo, integrémoslo y acordemos orar en conjunto, por nuestra amistad y nuestras necesidades.
Porque donde hay dos o tres reunidos en mi Nombre, yo estoy presente en medio de ellos.
También nos dice Jesús, “donde hay dos o tres reunidos en mi Nombre, yo estoy presente en medio de ellos”. Dos condicionantes no pone el Señor, primero que estemos reunidos, y para esto hace falta unidad, y segundo que nos reunamos en su nombre, y no lo hacemos por temas materiales, ni por que es simpático juntarse, lo hacemos por hemos sido convocados por su palabra y animados por su Espíritu.
Jesús es el centro, el eje de la comunidad y, como tal, junto con la Comunidad, estará junto a nosotros rezando al Padre. Es así como estará siempre presente Jesús entre nosotros, cuando impulsados por el amor de sus enseñanzas y unidos en un mismo espíritu nos unimos en oración, entonces entre nosotros se ubica Jesús, presente como verdadero Dios, y con esta presencia todo lo bueno se puede esperar, porque aunque la oración privada y personal es buena y necesaria, la oración colectiva tiene una fuerza inmedible, pero orar bien para que sea escuchada, y para que se haga bien, la unidad, el acuerdo entre nosotros y la caridad debe esta presente.
De corazón
Pedro Sergio
lunes, 10 de agosto de 2009
MATEO 18, 1-5. 10. 12-14
¿Quién es, pues, el mayor en el Reino de los Cielos?
En aquel momento se acercaron a Jesús los discípulos y le dijeron: ¿Quién es, pues, el mayor en el Reino de los Cielos? Él llamó a un niño, le puso en medio de ellos y dijo: Yo os aseguro: si no cambiáis y os hacéis como los niños, no entraréis en el Reino de los Cielos. Así pues, quien se humille como este niño, ése es el mayor en el Reino de los Cielos.
Los discípulos buscan un respuesta de Jesús, ¿Quién es, pues, el mayor en el Reino de los Cielos?, ¿Por qué hacen ellos esta pregunta?, ¿Acaso aún no habían entendido las enseñanzas de Jesús?. El Señor toma un niño y lo pone en medio de ellos para hacerles una enseñanza, para que entiendan la comparación. ¿Por qué?. Los niños son mas inocentes, no están contaminados de ambiciones, también los niños representan a los pobres, porque no tienen importancia en la sociedad. Al final nos agrega algo muy importante: “No es voluntad de vuestro Padre celestial que se pierda uno solo de estos pequeños.”
Y el Señor nos hace una gran advertencia: “Yo os aseguro: si no cambiáis y os hacéis como los niños”, es decir, tenemos que cambiar de actitud, tenemos que suprimir de nuestro corazón toda envidia y ambición que lleve a desear puesto de honor.
A Dios, poco le importa el rango o el puesto que ocupemos en la comunidad, el mas humilde, será grande ante El.
Y el que reciba a un niño como éste en mi nombre, a mí me recibe
“Y el que reciba a un niño como éste en mi nombre, a mí me recibe. Guardaos de menospreciar a uno de estos pequeños; porque yo os digo que sus ángeles, en los cielos, ven continuamente el rostro de mi Padre que está en los cielos.”
Nuestro Señor Jesucristo, se nos identifica con los pequeños, con los marginados, no olvidemos, que el que acoge al indefenso, al humillado, al marginado, esto es, todo lo que hacemos por un hermano los hacemos también por Cristo.
De la misma manera, no es voluntad de vuestro Padre celestial que se pierda uno solo de estos pequeños.
¿Qué os parece? Si un hombre tiene cien ovejas y se le descarría una de ellas, ¿no dejará en los montes las noventa y nueve, para ir en busca de la descarriada? Y si llega a encontrarla, os digo de verdad que tiene más alegría por ella que por las noventa y nueve no descarriadas.
Que gran amor tiene el Señor por todos, quiere a todo su rebaño por igual, por esa razón El no quiere que se pierda ni una sola oveja de su rebaño, hasta ir en busca de una que se extraviase, con esto me demuestra que El quiere la salvación de todos, somos sus hijos, somos su creación.
Y Jesús nos afirma que: De la misma manera, no es voluntad de vuestro Padre celestial que se pierda uno solo de estos pequeños. ¿Cuáles pequeños?, ¿A quien se refiere?, por cierto, a los sencillos, los humildes, los que no tienen gran notoriedad.
¿Qué me pide el Señor?. Aún siendo grande su poder, el quiere que participemos también en ayudar a salvar a quienes se vayan por un camino erróneo, por que muchos de nuestros hermanos equivocan y optan por el mal camino y se pierden y caen en falta. Justamente a ellos debemos prestar nuestra ayuda
Pero además, si el Señor tiene tanto interés es nuestra salvación personal, también nosotros debemos poner el mismo interés en nuestra propia salvación alejándonos de la faltas y no extraviándonos por un camino de perdición y lejos de la gracia.
De Corazón
Pedro Sergio
En aquel momento se acercaron a Jesús los discípulos y le dijeron: ¿Quién es, pues, el mayor en el Reino de los Cielos? Él llamó a un niño, le puso en medio de ellos y dijo: Yo os aseguro: si no cambiáis y os hacéis como los niños, no entraréis en el Reino de los Cielos. Así pues, quien se humille como este niño, ése es el mayor en el Reino de los Cielos.
Los discípulos buscan un respuesta de Jesús, ¿Quién es, pues, el mayor en el Reino de los Cielos?, ¿Por qué hacen ellos esta pregunta?, ¿Acaso aún no habían entendido las enseñanzas de Jesús?. El Señor toma un niño y lo pone en medio de ellos para hacerles una enseñanza, para que entiendan la comparación. ¿Por qué?. Los niños son mas inocentes, no están contaminados de ambiciones, también los niños representan a los pobres, porque no tienen importancia en la sociedad. Al final nos agrega algo muy importante: “No es voluntad de vuestro Padre celestial que se pierda uno solo de estos pequeños.”
Y el Señor nos hace una gran advertencia: “Yo os aseguro: si no cambiáis y os hacéis como los niños”, es decir, tenemos que cambiar de actitud, tenemos que suprimir de nuestro corazón toda envidia y ambición que lleve a desear puesto de honor.
A Dios, poco le importa el rango o el puesto que ocupemos en la comunidad, el mas humilde, será grande ante El.
Y el que reciba a un niño como éste en mi nombre, a mí me recibe
“Y el que reciba a un niño como éste en mi nombre, a mí me recibe. Guardaos de menospreciar a uno de estos pequeños; porque yo os digo que sus ángeles, en los cielos, ven continuamente el rostro de mi Padre que está en los cielos.”
Nuestro Señor Jesucristo, se nos identifica con los pequeños, con los marginados, no olvidemos, que el que acoge al indefenso, al humillado, al marginado, esto es, todo lo que hacemos por un hermano los hacemos también por Cristo.
De la misma manera, no es voluntad de vuestro Padre celestial que se pierda uno solo de estos pequeños.
¿Qué os parece? Si un hombre tiene cien ovejas y se le descarría una de ellas, ¿no dejará en los montes las noventa y nueve, para ir en busca de la descarriada? Y si llega a encontrarla, os digo de verdad que tiene más alegría por ella que por las noventa y nueve no descarriadas.
Que gran amor tiene el Señor por todos, quiere a todo su rebaño por igual, por esa razón El no quiere que se pierda ni una sola oveja de su rebaño, hasta ir en busca de una que se extraviase, con esto me demuestra que El quiere la salvación de todos, somos sus hijos, somos su creación.
Y Jesús nos afirma que: De la misma manera, no es voluntad de vuestro Padre celestial que se pierda uno solo de estos pequeños. ¿Cuáles pequeños?, ¿A quien se refiere?, por cierto, a los sencillos, los humildes, los que no tienen gran notoriedad.
¿Qué me pide el Señor?. Aún siendo grande su poder, el quiere que participemos también en ayudar a salvar a quienes se vayan por un camino erróneo, por que muchos de nuestros hermanos equivocan y optan por el mal camino y se pierden y caen en falta. Justamente a ellos debemos prestar nuestra ayuda
Pero además, si el Señor tiene tanto interés es nuestra salvación personal, también nosotros debemos poner el mismo interés en nuestra propia salvación alejándonos de la faltas y no extraviándonos por un camino de perdición y lejos de la gracia.
De Corazón
Pedro Sergio
domingo, 9 de agosto de 2009
JUAN 12, 24-26
Si el grano de trigo que cae en la tierra
Jesús dijo a sus discípulos: "Les aseguro que si el grano de trigo que cae en la tierra no muere, queda solo; pero si muere, da mucho fruto.
Jesús nos presenta, una sencilla parábola pero con un gran significado, la rutina de una semilla, una forma simple para comunicarse con la gente. Y como con las palabras no podía convencerlos suficientemente, se vale de un ejemplo, porque el trigo da mucho más fruto después que muere. “Y si esto sucede en las semillas, con mayor razón en Mí.” (Crisóstomo).
La gente conoce el recorrido de la semilla, desde los recovecos del suelo que la sofoca, la pudre y allí muere, pero con gran asombro, aparece viva sobre los surcos y se convierte en una dorada espiga con muchos granos nuevos. En otras palabras, la semilla muere sola y resucita multiplicando sus frutos. Nuestro Señor Jesucristo, “murió solo y resucito acompañado de muchos” (Beda)
El que ama su vida la perderá
El que ama su vida la perderá; pero el que odia su vida en este mundo la conservará para la vida eterna.
Jesús nos pide que no amemos el alma en esta vida, para no perderla en la vida eterna. No resulta fácil comprender esta frase, ¿nos suena duro?, ¿Qué significa para mí amar mi alma en esta vida terrenal o en este mundo?, ¿Pierde su alma quien la pone a los deseos de la farándula, y a disposición de una vida desordenada?.
El que quiere vivir según está el mundo y continuar gozando de las cosas temporales que la vida terrenal ofrece, éste la perderá, porque no la conduce a los términos expresado por el Señor en la bienaventuranza.
El que menosprecia las cosas terrenas y temporales, prefiriendo la verdad, la vida recta, el trabajo solidario por sus semejantes, la incasable tarea por los derechos del hombre entregados por Dios, la búsqueda de la paz, la vida según los evangelios, aún exponiéndose a la muerte, en otras palabras pierde su alma por las enseñanzas de Cristo, más bien la salvará.
Y el que odia su vida en este mundo, ¿es aquel que no tolera la manera de vivir de aquellos que nos quieren llevar a las cosas que no son de Dios?.
En todo caso, nuestra vida fiel a Jesús, debe ser aquella que aparte a nuestra alma de todo los que nos induce a realizar cosas contrarias s Dios, si es así, el Señor nos promete que la guardaremos para la vida eterna.
El que quiera servirme, que me siga
El que quiera servirme, que me siga, y donde yo esté, estará también mi servidor. El que quiera servirme será honrado por mi Padre"
¿Quiénes son los que sirven al señor? Ciertamente a los que no van detrás de su satisfacción propia, todo lo contrario, sirven al Señor los que buscan la gloria de Jesús. “Que me siga y donde yo este”, es decir por los mismos caminos de Señor, no por los míos. Este es un gran compromiso, Jesús dio todo lo suyo por los demás, dio su propia vida por todos nosotros, sus hermanos. El que hace la voluntad de mi Padre ese es mi hermano. “Donde yo esté, estará también mi servidor”, ¿En la cruz?,
No es fácil tomar la cruz y seguir a Cristo, es un camino duro, arduo, hay que estar dispuesto a cumplir con todo lo que el Señor nos enseño, hay que tener dispuesta la vida contra los sufrimientos, contra los peligros y ofrecerse hasta la muerte. Así como lo han hecho muchos, dejar lo conocido por lo desconocido, abandonar las cosas del presente, por las futuras y del Reino prometido. Esta en nosotros, el encontrarnos con el Señor, por eso dijo “El que quiera servirme”.Jesús, bueno y piadoso, algo natural en El, no quiso tener ninguno que lo sirviese como obligado, por el contrario, hace que lo sirviesen espontáneamente y le agradeciesen el poderlo servir.
El que quiera servirme será honrado por mi Padre" .Es la recompensa. Pero el Señor nos dice “Donde yo esté”. ¿En el Cielo?,San Agustín dice: Porque, ¿qué mayor honra puede recibir el hijo adoptado que la de estar allí en donde está el Unico? (Catena aurea)
De corazón
Pedro Sergio
Jesús dijo a sus discípulos: "Les aseguro que si el grano de trigo que cae en la tierra no muere, queda solo; pero si muere, da mucho fruto.
Jesús nos presenta, una sencilla parábola pero con un gran significado, la rutina de una semilla, una forma simple para comunicarse con la gente. Y como con las palabras no podía convencerlos suficientemente, se vale de un ejemplo, porque el trigo da mucho más fruto después que muere. “Y si esto sucede en las semillas, con mayor razón en Mí.” (Crisóstomo).
La gente conoce el recorrido de la semilla, desde los recovecos del suelo que la sofoca, la pudre y allí muere, pero con gran asombro, aparece viva sobre los surcos y se convierte en una dorada espiga con muchos granos nuevos. En otras palabras, la semilla muere sola y resucita multiplicando sus frutos. Nuestro Señor Jesucristo, “murió solo y resucito acompañado de muchos” (Beda)
El que ama su vida la perderá
El que ama su vida la perderá; pero el que odia su vida en este mundo la conservará para la vida eterna.
Jesús nos pide que no amemos el alma en esta vida, para no perderla en la vida eterna. No resulta fácil comprender esta frase, ¿nos suena duro?, ¿Qué significa para mí amar mi alma en esta vida terrenal o en este mundo?, ¿Pierde su alma quien la pone a los deseos de la farándula, y a disposición de una vida desordenada?.
El que quiere vivir según está el mundo y continuar gozando de las cosas temporales que la vida terrenal ofrece, éste la perderá, porque no la conduce a los términos expresado por el Señor en la bienaventuranza.
El que menosprecia las cosas terrenas y temporales, prefiriendo la verdad, la vida recta, el trabajo solidario por sus semejantes, la incasable tarea por los derechos del hombre entregados por Dios, la búsqueda de la paz, la vida según los evangelios, aún exponiéndose a la muerte, en otras palabras pierde su alma por las enseñanzas de Cristo, más bien la salvará.
Y el que odia su vida en este mundo, ¿es aquel que no tolera la manera de vivir de aquellos que nos quieren llevar a las cosas que no son de Dios?.
En todo caso, nuestra vida fiel a Jesús, debe ser aquella que aparte a nuestra alma de todo los que nos induce a realizar cosas contrarias s Dios, si es así, el Señor nos promete que la guardaremos para la vida eterna.
El que quiera servirme, que me siga
El que quiera servirme, que me siga, y donde yo esté, estará también mi servidor. El que quiera servirme será honrado por mi Padre"
¿Quiénes son los que sirven al señor? Ciertamente a los que no van detrás de su satisfacción propia, todo lo contrario, sirven al Señor los que buscan la gloria de Jesús. “Que me siga y donde yo este”, es decir por los mismos caminos de Señor, no por los míos. Este es un gran compromiso, Jesús dio todo lo suyo por los demás, dio su propia vida por todos nosotros, sus hermanos. El que hace la voluntad de mi Padre ese es mi hermano. “Donde yo esté, estará también mi servidor”, ¿En la cruz?,
No es fácil tomar la cruz y seguir a Cristo, es un camino duro, arduo, hay que estar dispuesto a cumplir con todo lo que el Señor nos enseño, hay que tener dispuesta la vida contra los sufrimientos, contra los peligros y ofrecerse hasta la muerte. Así como lo han hecho muchos, dejar lo conocido por lo desconocido, abandonar las cosas del presente, por las futuras y del Reino prometido. Esta en nosotros, el encontrarnos con el Señor, por eso dijo “El que quiera servirme”.Jesús, bueno y piadoso, algo natural en El, no quiso tener ninguno que lo sirviese como obligado, por el contrario, hace que lo sirviesen espontáneamente y le agradeciesen el poderlo servir.
El que quiera servirme será honrado por mi Padre" .Es la recompensa. Pero el Señor nos dice “Donde yo esté”. ¿En el Cielo?,San Agustín dice: Porque, ¿qué mayor honra puede recibir el hijo adoptado que la de estar allí en donde está el Unico? (Catena aurea)
De corazón
Pedro Sergio
JUAN 6, 41-51
¿Cómo puede decir ahora: 'Yo he bajado del cielo?'".
Los judíos murmuraban de Jesús, porque había dicho: "Yo soy el pan bajado del cielo".
Los judíos murmuraban de Jesús que se presentaba como “pan bajado del cielo”. Se negaban a creer su palabra. No se fiaban de Él. Preferían permanecer encerrados en su razón, en su “experiencia”, en sus sentidos... y en sus intereses. La fe exige de nosotros un salto, un abandono, una expropiación. La fe nos invita a ir siempre “más allá”. La fe es “prueba de las realidades que no se ven” (Hb 11,1).
Murmuraban de Él los judíos porque había dicho: "Yo soy el pan bajado del cielo". Susurran sobre lo que Él dice, cuchichean sobre sus palabras. Este susurrar, muestra la desconfianza y la discrepancia con El.
Y decían: "¿Acaso éste no es Jesús, el hijo de José? Nosotros conocemos a su padre y a su madre. ¿Cómo puede decir ahora: 'Yo he bajado del cielo?'". El sarcasmo es sutil. Estos judío conocen los orígenes familiares de Jesús, claro, ellos conocen al hijo de José, pero no conocen al Hijo de Dios.
En nuestro caso es distinto, los evangelios de Mateo y muy especial los de Lucas, nos narran de la concepción virginal de María Santísima por tanto ¿que podemos murmurar nosotros?. Aún hay quienes dudan, aún hay quienes se dejan llevar por ciertos religiosos de ciertas confesiones que murmuran sobre él y sobre la virginidad de María Santísima. ¿Tengo yo duda? ¿Me gusta murmurar y sembrar duda?.
Nadie puede venir a mí, si no lo atrae el Padre que me envió
Jesús tomó la palabra y les dijo: "No murmuren entre ustedes. Nadie puede venir a mí, si no lo atrae el Padre que me envió; y yo lo resucitaré en el último día. Está escrito en el libro de los Profetas: 'Todos serán instruidos por Dios'. Todo el que oyó al Padre y recibe su enseñanza, viene a mí. Nadie ha visto nunca al Padre, sino el que viene de Dios: sólo él ha visto al Padre.
La fe es respuesta a esa atracción del Padre, a esa acción suya íntima y secreta en lo hondo de nuestra alma. La adhesión a Cristo es siempre respuesta a una acción previa de Dios en nosotros. Pero es necesario acogerla, secundarla. Por eso la fe es obediencia (Rom 1,5), es decir, sumisión a Dios, rendimiento, acatamiento. Y por eso la fe remata en adoración.
Nadie puede venir a mí, si no lo atrae el Padre que me envió;
Jesús destaca que sólo el que es atraído del Padre puede ir a Él. ¿Es la fe un don de Dios?. ¿Es importante la apertura de parte del hombre?, ¿Pero que significa nadie puede venir a mí, si no lo atrae el Padre que me envió?
Ciertamente que Dios ha creado al hombre para que tenga una caminar libre, y que sea atraído al Padre, es una manifestación intima que tenemos todos los hombres porque en El están nuestras raíces. Pero nuestra adhesión es libre. El Señor nos dice: El que quiera seguirme. ¿Y que quiero yo?, ¿Me atrae el Padre libre y espontáneamente?
“Yo soy el pan de la vida”.
Les aseguro que el que cree, tiene Vida eterna. Yo soy el pan de Vida. Sus padres, en el desierto, comieron el maná y murieron. Pero éste es el pan que desciende del cielo, para que aquel que lo coma no muera. Yo soy el pan vivo bajado del cielo. El que coma de este pan vivirá eternamente, y el pan que Yo daré es mi carne para la Vida del mundo".
Cristo es siempre el pan que alimenta y da vida; no sólo en la eucaristía, sino en todo momento. Y la fe nos permite “comulgar” –es decir, entrar en comunión con Cristo– en cualquier instante. La fe nos une a Cristo, que es la fuente de la vida.
Por eso confirma Jesús: “Os lo aseguro, el que cree tiene vida eterna”. Todo acto de fe acrecienta nuestra unión con Cristo y, por tanto, la vida.
Les aseguro que el que cree, tiene Vida eterna. Creerle a Jesús, es una condición para conseguir la vida eterna. No basta creer que Cristo existió y que vino a enseñar las buenas noticias del Reino, es decir no es lo mismo creer en Cristo que creerle a Cristo.
Yo soy el pan de vida. Pan de vida que se vincula con el de la fe, pan de la vida eterna, verdadero pan. Jesús es el pan vivo. Pan vital para poder vivir ahora y en la vida eterna. OH Jesús, como me dilatas el corazón cuando me alimento de ti.
De corazón
Pedro Sergio
Los judíos murmuraban de Jesús, porque había dicho: "Yo soy el pan bajado del cielo".
Los judíos murmuraban de Jesús que se presentaba como “pan bajado del cielo”. Se negaban a creer su palabra. No se fiaban de Él. Preferían permanecer encerrados en su razón, en su “experiencia”, en sus sentidos... y en sus intereses. La fe exige de nosotros un salto, un abandono, una expropiación. La fe nos invita a ir siempre “más allá”. La fe es “prueba de las realidades que no se ven” (Hb 11,1).
Murmuraban de Él los judíos porque había dicho: "Yo soy el pan bajado del cielo". Susurran sobre lo que Él dice, cuchichean sobre sus palabras. Este susurrar, muestra la desconfianza y la discrepancia con El.
Y decían: "¿Acaso éste no es Jesús, el hijo de José? Nosotros conocemos a su padre y a su madre. ¿Cómo puede decir ahora: 'Yo he bajado del cielo?'". El sarcasmo es sutil. Estos judío conocen los orígenes familiares de Jesús, claro, ellos conocen al hijo de José, pero no conocen al Hijo de Dios.
En nuestro caso es distinto, los evangelios de Mateo y muy especial los de Lucas, nos narran de la concepción virginal de María Santísima por tanto ¿que podemos murmurar nosotros?. Aún hay quienes dudan, aún hay quienes se dejan llevar por ciertos religiosos de ciertas confesiones que murmuran sobre él y sobre la virginidad de María Santísima. ¿Tengo yo duda? ¿Me gusta murmurar y sembrar duda?.
Nadie puede venir a mí, si no lo atrae el Padre que me envió
Jesús tomó la palabra y les dijo: "No murmuren entre ustedes. Nadie puede venir a mí, si no lo atrae el Padre que me envió; y yo lo resucitaré en el último día. Está escrito en el libro de los Profetas: 'Todos serán instruidos por Dios'. Todo el que oyó al Padre y recibe su enseñanza, viene a mí. Nadie ha visto nunca al Padre, sino el que viene de Dios: sólo él ha visto al Padre.
La fe es respuesta a esa atracción del Padre, a esa acción suya íntima y secreta en lo hondo de nuestra alma. La adhesión a Cristo es siempre respuesta a una acción previa de Dios en nosotros. Pero es necesario acogerla, secundarla. Por eso la fe es obediencia (Rom 1,5), es decir, sumisión a Dios, rendimiento, acatamiento. Y por eso la fe remata en adoración.
Nadie puede venir a mí, si no lo atrae el Padre que me envió;
Jesús destaca que sólo el que es atraído del Padre puede ir a Él. ¿Es la fe un don de Dios?. ¿Es importante la apertura de parte del hombre?, ¿Pero que significa nadie puede venir a mí, si no lo atrae el Padre que me envió?
Ciertamente que Dios ha creado al hombre para que tenga una caminar libre, y que sea atraído al Padre, es una manifestación intima que tenemos todos los hombres porque en El están nuestras raíces. Pero nuestra adhesión es libre. El Señor nos dice: El que quiera seguirme. ¿Y que quiero yo?, ¿Me atrae el Padre libre y espontáneamente?
“Yo soy el pan de la vida”.
Les aseguro que el que cree, tiene Vida eterna. Yo soy el pan de Vida. Sus padres, en el desierto, comieron el maná y murieron. Pero éste es el pan que desciende del cielo, para que aquel que lo coma no muera. Yo soy el pan vivo bajado del cielo. El que coma de este pan vivirá eternamente, y el pan que Yo daré es mi carne para la Vida del mundo".
Cristo es siempre el pan que alimenta y da vida; no sólo en la eucaristía, sino en todo momento. Y la fe nos permite “comulgar” –es decir, entrar en comunión con Cristo– en cualquier instante. La fe nos une a Cristo, que es la fuente de la vida.
Por eso confirma Jesús: “Os lo aseguro, el que cree tiene vida eterna”. Todo acto de fe acrecienta nuestra unión con Cristo y, por tanto, la vida.
Les aseguro que el que cree, tiene Vida eterna. Creerle a Jesús, es una condición para conseguir la vida eterna. No basta creer que Cristo existió y que vino a enseñar las buenas noticias del Reino, es decir no es lo mismo creer en Cristo que creerle a Cristo.
Yo soy el pan de vida. Pan de vida que se vincula con el de la fe, pan de la vida eterna, verdadero pan. Jesús es el pan vivo. Pan vital para poder vivir ahora y en la vida eterna. OH Jesús, como me dilatas el corazón cuando me alimento de ti.
De corazón
Pedro Sergio
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