Juan dijo a Jesús: “Maestro, hemos visto a uno que expulsaba demonios en tu Nombre, y tratamos de impedírselo porque no es de los nuestros”. Pero Jesús les dijo: “No se lo impidan, porque nadie puede hacer un milagro en mi Nombre y luego hablar mal de mí.
Sucedió que una persona que era parte de la comunidad empleaba el nombre de Jesús para expulsar los demonios, entonces muy celoso Juan, el discípulo, lo ve y prohíbe hacerlo: “Tratamos de impedírselo porque no es de los nuestros”
¿Tenemos algún derecho en impedir que otras personas de distintas confesiones cristianas hagan buena acciones en nombre de Jesucristo? ¿Tiene alguien derecho de creerse dueño del nombre de Jesús?, ciertamente el Señor nos da una gran lección a toda nuestra comunidad cristiana, no están únicamente solo los que pertenecen nominativamente como los suyos: “no es de los nuestros”. Ciertamente, el que invoca el nombre de Jesús para hacer el bien, es porque se compenetra con El, por tanto no podemos pensar que el luego agraviará su nombre. “porque nadie puede hacer un milagro en mi Nombre y luego hablar mal de mí”.
Es así como Jesús, nos aclara a todos, católicos y otra confesiones cristianas, “Y el que no está contra nosotros, está con nosotros”, y a El lo que interesa no es si la persona forma parte o no de nuestra comunidad, pero si le importa es si hace el bien que debe hacer como buen hijo de Dios. ¿Cómo interpretamos nosotros el ecumenismo y como debemos interpretarlo?, creo que de una solo forma, como los hace Jesús.
Si hemos entendido bien que Jesús ha venido para salvarnos a todos, no podemos considerar que es propiedad exclusiva de alguna confesión en particular. ¿Si una persona no se considera discípulo de Jesús y hace el bien y en nada se contradice con el espíritu cristiano, tendrá su recompensa?
Les aseguro que no quedará sin recompensa el que les dé de beber un vaso de agua por el hecho de que ustedes pertenecen a Cristo.
"Dios no necesita nuestras obras, sino nuestro amor" (Santa Teresa de Lisieux). Jesús dio su vida, esto es algo inmensamente extremo en amor, sin embargo Jesús quiere que reconozcamos los gestos de donación que se hacen cada día, por pequeño que sean, una vaso con agua, una sonrisa, una acogida, una mano que levanta a quien no puede pararse solo y tanto otros gestos. ¡Quien desprecia al ladrillo no podrá nunca edificar la casa!. Esto es lo que también nos demuestra la santidad de José, esposo de María, padre adoptivo de Jesús, que sin llamar la atención, cumplió el programa de quien es "justo” con Dios mediante el fiel cumplimiento en la fe, esperanza y caridad; y con el prójimo por medio de su apertura constante al servicio de los demás como se construye la casa ladrillo a ladrillo, el edificio de la santidad se va realizando minuto a minuto, haciendo lo que Dios quiere. “san José es la prueba de que, para ser bueno y auténtico seguidor de cristo, no es necesario hacer "grandes cosas", sino practicar las virtudes humanas, sencillas, pero verdaderas y auténticas” (Pablo VI).
Si alguien llegara a escandalizar a uno de estos pequeños que tienen fe, sería preferible para él que le ataran al cuello una piedra de moler y lo arrojaran al mar.
El relato nos trae algunas sentencias contra lo que es motivo de escándalo o de tropiezo y, por consecuencia, de caída. Escándalo es aquello que nos desvía del buen camino y escandalizar a los pequeños es motivo para que los pequeños se extravíen del camino, es decir pierdan el rumbo y la fe en Dios. Quien hace esto, recibe la siguiente sentencia: “Si alguien llegara a escandalizar a uno de estos pequeños que tienen fe”, es preferible morir antes que atentar con nuestro propio comportamiento contra la debilidad del hermano, en particular si se sobreentiende la debilidad en la fe, ¿Por qué tanta dureza? ¡Porque Jesús se identifica con los pequeños!: "En verdad os digo que cuanto dejasteis de hacer con uno de estos más pequeños, también conmigo dejasteis de hacerlo." (Mateo (SBJ) 25, 40) Quien hace daños a los pequeños, se los hace a Jesús.
Y el Señor sentencia: “sería preferible para él que le ataran al cuello una piedra de moler y lo arrojaran al mar”, es algo tajante, severísimo, pero frente a esto debo preguntarme, ¿Por qué se van de nuestra Iglesia?, ¿Es que no se sienten nuestro hermanos?, ¿Hasta que punto soy culpable? ¿Qué de malo he hecho, cuanto he sido de poco acogedor?, ¿Me estoy mereciendo una soga al cuello con una piedra?
OH Dios cuanto amor por nosotros
En Dios y con Dios nos encontramos con el amor infinito. Jesús, dio la vida por nosotros y por todos, porque a todo nos ama por igual, todos somos sus hijos. Seguro que nuestro Padre amado se alegra cuando cualquiera de sus hijos acoge el amor que El le da, como también es seguro que El se alegra si sus hijos regalan a sus hermanos el amor que reciben de El, y ciertamente recompensará a los que comparten los bienes que se disponen.
De Corazón
Pedro Sergio
sábado, 26 de septiembre de 2009
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