jueves, 3 de septiembre de 2009

LUCAS 5,1-11

En una oportunidad, la multitud se amontonaba alrededor de Jesús para escuchar la Palabra de Dios, y él estaba de pie a la orilla del lago de Genesaret.
Este relato nos habla de que la gente escuchaba “la Palabra de Dios”, pero también nos relata que la gente busca a Jesús para oír la Palabra de Dios, “se amontonaba alrededor de Jesús”. Entonces nos imaginamos que había mucha gente alrededor interesada en la Palabra de Dios. Y es así como Jesús le pidió a Simón ayuda y se sentó en una barca a fin de enseñar a las gentes. El Señor pasa de la Evangelización a la catequesis. En los relatos anteriores, se nos habla de cómo Jesús enseñaba en las sinagogas, en este relato se nos describe como las gentes están dispuesto a oír a Jesús en un lugar de trabajo de pescadores, junto a la orilla del Mar.

El Señor me enseña entonces, que todos los lugares son importantes para enseñar la Palabra de Dios, también en mi lugar de trabajo o donde hago mi vida habitual.

Cuando terminó de hablar, dijo a Simón: “Navega mar adentro, y echen las redes”. Simón le respondió: “Maestro, hemos trabajado la noche entera y no hemos sacado nada, pero si tú lo dices, echaré las redes”. Así lo hicieron, y sacaron tal cantidad de peces, que las redes estaban a punto de romperse.

Una vez completada la enseñanza del día, Jesús le pide a Simón que se levante a salir a pescar de nuevo. “Navega mar adentro, y echen las redes”. Sin embargo a primeras el se excusa alegando que ha trabajado mucho y no han pescado nada, como intentando convencer a Jesús que no merece la pena salir de nuevo. Siempre debe haber tiempo para el trabajo habitual y tiempo para Dios. Pero no siempre comprendemos esto, siempre tenemos una excusa. Cuando se invita a trabajar por el Señor y con el Señor, no falta muchas veces la justificación, ¿Por qué dejamos al Señor de lado?, ¿Tenemos conciencia de que por asuntos sin importancia le postergamos?.

En todo caso, este relato muestra la autoridad de Jesús. En efecto, toda palabra que proviene de los labios de Jesús, tiene autoridad, es así como se oía decir a las gentes: ”¡Qué palabra la de este hombre! Manda con autoridad y poder” (4,36). Así es como instruye: “echen las redes” y Simon responde: “si tú lo dices, echaré las redes”. Para Simón la jornada de pesca durante la noche anterior había sido desalentadora, sin embargo ponen toda la confianza en el Señor y se dan cuenta que la Palabra de Señor, echa por tierra toda desmoralización y el resultado es cuantiosamente provechoso hasta el punto de que casi se rompen las redes.

Simon pasa de la desilusión a la confianza. Ciertamente estos pescadores son experimentados en su oficio, por tanto era razonable que dudaran que después de ciertas noches de mala pesca no se pueda esperar gran cosa. El Señor me dice que la experiencia funda en nosotros un punto de opinión para tomar algunas decisiones, pero también me dice que tal como Simón, le de consideración a su Palabra y que confíe en su eficacia.

Al ver esto, Simón Pedro se echó a los pies de Jesús y le dijo: “Aléjate de mí, Señor, porque soy un pecador”. El temor se había apoderado de él. Pero Jesús dijo a Simón: “No temas, de ahora en adelante serás pescador de hombres”.

Ante el asombro, Simón se reconoce como pecador, su conciencia se ilumina por el encuentro vivo con Jesús. La experiencia de la proximidad de Dios en Jesús, hace que Simón sienta quien es y que es. El milagro que Simón ha observado, agita la conciencia y la demanda radicalmente, de tal modo que se dirige a los pies de Jesús y se reconoce que es un pobre pecador, como todos. Ante Dios, todos somos pecadores, entonces, ¿estamos dispuestos a reconocernos pecadores delante del Señor?.

No me cabe la menor duda, que sintiéndonos pecadores, al igual que Simón, el temor se apodera de nosotros, es un misterio, donde Jesús nos aparta del miedo diciéndonos tantas veces: “No temas”. Simón advierte que Jesús ha entrado en su vida y que a través de él, se habrán de ganar nuevas almas para Cristo.

Ellos atracaron las barcas a la orilla y, abandonándolo todo, lo siguieron.

Hasta ese momento Jesús anunciaba la Buena Nueva del Reino solo, ahora lo seguirá haciendo con otros amigos, que van siendo llamados e involucrados en la misión, así la Palabra de Dios actúa hasta nuestros días y Jesús nos sigue invitando constantemente.

Muchas veces buscamos hacer cosas significativas para nosotros pero no para el Reino, nos atemoriza pensar en trabajar para el Señor, nos resistimos a su llamado, ¿nos satisface eso?. Para Simón Pedro, seguir a Jesús, fue una asombrosa y extraordinaria oportunidad, para mí, tu llamado Señor es una fascinación y me dejé cautivar.

De Corazón

Pedro Sergio

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