Un sábado, en que Jesús atravesaba unos sembrados, sus discípulos arrancaban espigas y, frotándolas entre las manos, las comían. Algunos fariseos les dijeron: “,Por qué ustedes hacen lo que no está permitido en sábado?”.
Este relato evangélico, nos presenta una discusión que Jesús debió soportar con los fariseos sobre el día sábado. La observancia del sábado era una ley. Durante el cautiverio del pueblo judío en Egipto, tenían que trabajar los siete días, entonces al pueblo judío estableció la necesidad de cesar sus actividades al menos un día por semana y utilizar este día en oración, tanto para fortalecerse mutuamente en el esclavitud como para mantener la fe.
Jesús les respondió: “,Ni siquiera han leído lo que hizo David cuando él y sus compañeros tuvieron hambre, cómo entró en la casa de Dios y, tomando los panes de la ofrenda, que sólo pueden comer los sacerdotes, comió él y dio de comer a sus compañeros?”.
Jesús conoce muy bien sus tradiciones, tanto como conoce la historia de su pueblo y las escrituras, e inmediatamente busca descolocar a los fariseos de pensamientos excesivamente legalistas. Jesús, pretende alejarlos de esta mentalidad recordando que el mismo David hizo también cosas prohibidas, pues tomo los panes sagrados en la casa de Dios y los dio de comer a sus compañeros que tenían hambre (1 Sam 21,2-7).
El rey David constituía para los judíos un punto de referencia merecedor del máximo respeto y de la más fiel imitación. Es así como Jesús les recordaba este episodio para mostrar que los argumentos que ellos esgrimían no tenían fundamento. En el evangelio de Mateo, la respuesta es más precisa al citar al profeta Oseas: “Misericordia quiero y no sacrificio”. (cf. Mt 12,1-18)
Después les dijo: “El Hijo del hombre es dueño del sábado”.
Esta afirmación que hace Jesús es considerablemente iluminadora y no deja lugar a dudas y lo manifiesta en tono convincente, afirmando su propia superioridad con respecto a David, como del mismo modo en una manera sobrentendida, en cuanto es dueño del sábado, y es, su dignidad divina. En el Evangelio de Marcos se precisa: “El hombre está hecho por el sábado, y no el sábado por el hombre” (Mc 2,27).
La lectura me recuerda que Jesús ha venido a restituir el proyecto del Dios creador para volver a entregarlo a todos aquellos que aceptan seguirle por el camino de la verdad y con propuestas de vida nueva. Jesús ha venido a liberarnos de los falsos profetas que exigían una vida que mortificaba el corazón de los hombres con excesivas cargas que amenazan con su libertades y les producían cansancios injustificados, es así como resultan consoladoras sus palabras: “Venid a mí todos los que estáis fatigados y agobiados, y yo os aliviaré. Cargad con mi yugo y aprended de mí, que soy sencillo y humilde de corazón, y hallaréis descanso para vuestras vidas. Porque mi yugo es suave y mi carga ligera” (Mt 11,28-30).
Jesús, tu palabra es considerablemente iluminadora: “El Hijo del hombre es señor del sábado”
De Corazón
Pedro Sergio
sábado, 5 de septiembre de 2009
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