domingo, 13 de septiembre de 2009

MARCOS 8:27-30

¿Quién dice la gente que soy yo?"

El Relato de Marcos, nos hace una pregunta sobre la identidad de Jesús. Por la forma como lo describe este Evangelio, ya había mucha fama del Señor y El ya lo sabía, sin embargo le hace a sus discípulos esta pregunta esencial. Jesús de muchas maneras siempre nos esta preguntado o interpelando.

Sus discípulos, haciéndose conocedores de lo que la gente comenta, en especial sobre las esperanzas mesiánicas de Israel, le notifican al Señor que él es considerado como Juan el Bautista, o bien como el profeta Elías. De Elías, se esperaba su retorno precediendo a la venida del Mesías. “. He aquí que yo envío a mi mensajero a allanar el camino delante de mí, y enseguida vendrá a su Templo el Señor a quien vosotros buscáis; (Malaquías (SBJ) 3,1). También suponían que podría ser algún otro profeta.

El Señor me demanda ahora una respuesta, que escucho yo que dicen de él, y cuando escucho algo de él que no es cierto, ¿Qué le digo a la gente?, ¿me preocupo de decir lo que se yo de quien es él?

"Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?"

Ahora el Señor nos hace una pregunta esencial, "Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?". Pedro respondió: "Tú eres el Mesías", es decir, Cristo, es decir el Salvador. Pedro es el modelo de discípulo que profesa su propia fe en Jesús reconociéndolo como Mesías.

Sin embargo, aunque con su actitud y su respuesta tan espontánea es sincera, el se llena de temor cuando “Jesús comenzó a enseñarles que el Hijo del hombre debía sufrir mucho y ser rechazado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas; que debía ser condenado a muerte y resucitar después de tres días.” Pedro sigue una lógica diferente respecto a la de Dios, a la que se opone como Satanás. Entonces Jesús, dándose vuelta y mirando a sus discípulos, lo reprendió, diciendo: "¡Retírate, ve detrás de mí, Satanás! porque tus pensamientos no son los de Dios, sino los de los hombres".

Seguramente Pedro pensaba que había dado la respuesta correcta y ciertamente así lo había hecho, pero no le da a esta palabra el significado justo. Pedro no entiende a Jesús y creo que para Pedro la respuesta de Jesús fue severísima. Lo llama Satanás!, es decir lo llama como el ser que aleja a los hombre del camino de Dios y por supuesto, el Señor no permite que nadie lo aleje del camino de Dios.

Tengo que mirar con honestidad y responder desde mi corazón, ¿Quién es para mí Jesús?, ¿Qué es Jesús para mi?, ¿Me siento yo uno de sus discípulos?, ¿he vivido con Jesús y para Jesús?, “A priori” la respuesta puede ser sencilla, sin embargo, esta debe ser después de una profunda reflexión, por que la respuesta es vacía si no afecta a mi vida, es decir es una respuesta hueca si no enuncia mi compromiso con él.

El que quiera venir detrás de mí

"El que quiera venir detrás de mí, que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga. Porque el que quiera salvar su vida, la perderá; y el que pierda su vida por mí y por la Buena Noticia, la salvará".

Jesús me esta pidiendo un compromiso, tomar y cargar la Cruz, es momento de expresar como San Pablo: “En cuanto a mí ¡Dios me libre gloriarme si nos es en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por la cual el mundo es para mí un crucificado y yo un crucificado para el mundo!” (Gálatas (SBJ) 6,14)

¿Es la cruz pensar fatalistamente?, de ninguna manera, el Señor dice el que quiera seguirme, es decir en forma voluntaria, no es una exigencia, pero si es una consecuencia del compromiso libremente asumido, como lo hizo el propio Jesús para revelar la Buena Noticia.

Oración

OH mi Jesús Amado, por cierto que anhelo seguirte por siempre, es todo mi deseo, vivir contigo, pero ya sabes, no me es fácil convencerme de ese espíritu de renuncia, de abnegación, aunque comprendo que la Cruz es la meta. Pasamos momento difíciles, angustiosos, donde hay mucho dolor, pero ante todo, solo quiero una palabra en mi mente, “El que quiera seguirme, que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga”. Por eso mi amado Jesús, frente a nuestra debilidad, frente a esa cruz demasiada grande para mí, regálame mucha fuerza, te ofrezco todos mis padecimientos, y ayúdame a unirme a ti y como prueba de mi amor por ti, haré cuanto pueda para no abandonar el camino de la cruz. A cambio, de de renunciar a mi mismo, nada quiero pedir mas que amarte, mi amado Jesús.

De Corazón

Pedro Sergio

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