viernes, 11 de septiembre de 2009

MARCOS 7, 31-37

Entonces le presentaron a un sordomudo y le pidieron que le impusiera las manos.

Jesús no andaba por su tierra, sin embargo era conocido como alguien capaz de curar enfermedades, entonces le llevaron un sordomudo, esto es un discapacitado que no puede comunicarse con los demás. Esto me hace pensar que sin ser sordos y mudos, hay muchas personas que no tienen como comunicarse con los demás y viven muy solas. Y así como algunos llevaron a Jesús al sordomudo para que lo curara, del mismo modo debemos preocuparnos de llevar ante el Señor, a los que sufren sordera para la Palabra y otros mudez para proclamar la Palabra de Dios.

El sordomudo, recobra el pleno uso de sus facultades que no le capacitaban para comunicarse con los demás, entonces, curado de su enfermedad, le permitirá oír la Palabra y además podrá comunicarla. La acción de Jesús, permite que este hombre que era un pagano, se integre a la sociedad. La ayuda de los amigos que llevaron a este sordomudo a la presencia de Jesús, le permitirá además escuchar la Palabra reveladora y anunciarla a su vez.

El Señor me dice, que debo ser solidario con todo hombre que sufre y animarlos a que vaya al encuentro con Jesús. Del mismo modo el Señor me dice que así debemos conducirnos en la curación espiritual de quien la necesita y si alguien no puede ser convertido por la obra de los hombres para la escucha y la profesión de la verdad, que sea llevado ante la presencia del Señor y ruegue la ayuda de la mano divina para salvarle.

En efecto, la gente se acercaba a Jesús con el dolor de sus propias enfermedades y con la confianza puesta en Jesús para la curación de sus padecimientos, esto me dice que también debemos acudir con confianza a Jesús para pedir su ayuda y la curación de nuestros males.

Jesús lo separó de la multitud y, llevándolo aparte

Jesús obra el milagro apartándolo de la gente, y aplica un modo de curación muy diferente, acompañado de una gran riqueza de gestos tales como “le puso los dedos en las orejas y con su saliva le tocó la lengua”, otros gestos son levantar los ojos al cielo, el suspiro y la palabra en arameo, “Efatá”, que significa: “Abrete”. Sin embargo los que le llevaron al enfermo, solo deseaban que Jesús impusiese simplemente las manos sobre el sordomudo. ¿Qué dicen esto signos?,. Nos recuerda lo que dijeron los magos a Faraón: “¡es el dedo de Dios!” (Exodo (SBJ) 8,15), la saliva en aquel tiempo era considerada medicinal. También esta acción nos recuerda al salmista cuando canta: Ni sacrificio ni oblación querías, pero el oído me has abierto; (Salmos (SBJ) 40,7). Levantar los ojos al cielo, nos dice que la sanación viene de lo alto, de Dios, el suspiro, es un gemido de compasión.
“Todo lo ha hecho bien: hace oír a los sordos y hablar a los mudos”!.

Este elogio de las gentes, nos recuerda la creación: Vio Dios cuanto había hecho, y todo estaba muy bien. (Génesis (SBJ) 1,31). Te alabamos Señor, porque todo lo hace bien, haces cosas buenas y hermosas, Te alabamos Señor, porque cuidas lo que has creado y nos muestras su belleza.

De Corazón
Pedro Sergio

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