Felipe encontró a Natanael
Cuando Jesús volvió para Galilea, encontró a Felipe y le llamó y le dijo: ¡Sígueme!, y cuando Felipe encontró a Natanael y le dijo: Hemos hallado a Aquél de quien se habla en la Ley de Moisés y en los Profetas. Es Jesús, el hijo de José de Nazaret".
Felipe habla de Jesús, de aquel hacia quien se orientaba las escrituras. Entonces Natanael le preguntó: "¿Acaso puede salir algo bueno de Nazaret?". Es posible, que esta sea una respuesta apresurada y motivada por las tradicionales rivalidades entre una aldea y otra. Por otra parte, era sabido que el Mesías, no vendría de Nazaret, sino que de Belén de Judea.
"Ven y verás", le dijo Felipe, esta es la misma respuesta de Jesús a Juan y Andrés cuando siguieron a Jesús, y Felipe además tiene el mismo entusiasmo de Andrés cuando le contó a su hermano Pedro: hemos encontrado al Mesías.
Es el tema de siempre, seguir a Jesús, es un asunto de encuentro personal con Jesucristo y, es de libre elección, es de libre convencimiento. Nos encontramos con Jesús y advertimos algo extraordinario en nosotros que deseamos compartir con nuestros amigos cercanos, entonces les decimos vengan y verán, para que también experimenten como nosotros.
"¿De dónde me conoces?"
Al ver llegar a Natanael, Jesús dijo: "Éste es un verdadero israelita, un hombre sin doblez". "¿De dónde me conoces?", le preguntó Natanael. Jesús le respondió: "Yo te vi antes que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera".
La mirada de Jesús, es profunda sobre los hombres, es tal que lee sus corazones, así debe haber sucedido con Natanael y lo elogia: “Éste es un verdadero israelita, un hombre sin doblez". De este modo el Señor nos esta comunicando como es el alma de Natanael y los tipos de hombres que él necesita para su apostolado, hombres con amor a la verdad y sin dobleces, es decir si hipocresías, sin fingimientos.
Natanael, nos enseña la energía del hombre que busca y cuando tiene un encuentro personal con Jesús, muestra un extraordinario acto de fe, convirtiéndose así en el testigo viviente del verdadero creyente que, a la luz de la Palabra del Señor, y por medio de la fe, reconoce en Jesús a su único Salvador y, es así como le dice: "Maestro, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel".
"Porque te dije: 'Te vi debajo de la higuera', crees
Jesús continuó: "Porque te dije: 'Te vi debajo de la higuera', crees. Verás cosas más grandes todavía".
Cuando Jesús se refiere a la higuera, es porque este árbol era el símbolo de Israel y cuado se refiere a un verdadero israelita, describe a un hombre auténtico, que es capaz de ver la verdad y cuando se encuentra con esta verdad (Jesús), es capaz de convertirse. Como muchos otros israelitas, en un primer momento consideraban que de Nazaret no podía surgir el Mesías, pero al encontrarse con Jesús cambian de parecer.
Jesús, vio en Natanael, un hombre fiel, por esa razón él le dice: “Verás cosas más grandes todavía" y esta promesa, es hoy para todos nosotros. Y es la misma promesa que nos hace hoy si lo seguimos con fidelidad: “Les aseguro que verán el cielo abierto, y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre".
Oh Señor, ciertamente, nuestro primer encuentro contigo, parece desconcertarnos, en especial cuando comprendemos lo bien que nos conoces. Permítenos entablar un diálogo contigo, a fin de que tengamos un conocimiento recíproco de la experiencia de seguirte.
De Corazón
Pedro Sergio
martes, 29 de septiembre de 2009
LUCAS 9, 46-50)
“El que reciba a este niño en mi nombre, me recibe a mí; y el que me recibe a mí, recibe también al que me ha enviado. En realidad el más pequeño entre todos ustedes, ése es el más grande”.
¿Porque ser como un niño y hacerse pequeño? El niño es un ser débil y humilde, que no posee nada, no tiene ambición, no conoce la envidia, no busca puesto privilegiados, no tiene nada que decir en la codicia de los adultos, el niño tiene conocimiento de su pequeñez y su debilidad. Es así como nos hace saber Jesús, que el más pequeño será el más grande ante el Padre, como vemos, de nada importa el nivel, la jerarquía o el rango y papel que se desempeñe en la sociedad.
El niño al igual que el pobre recibe con alegría lo que se le entrega cuando su necesidad depende de los demás. Ese es el sentido de ese “hacerse como los niños”, hacerse humilde y sencillo de corazón, empequeñecido en la sociedad respecto a los puestos de jerarquía, esa es condición de Jesús para seguirlo, “El que no renuncie a si mismo, no puede ser mi discípulo”
Tenemos claridad que esa es nuestra situación ante Dios, es así como Jesús quiere que sus discípulos, sus apóstoles, y todos nosotros seamos receptivos, sencillos y humildes, con capacidad o disposición favorable para recibir y aceptar y la grandeza espiritual en el servicio que El nos pide, esta es la conversión que nos hará distintos y nos transformará en niños, pero al igual que ellos, entendiendo que la que la niñez espiritual es una actitud interior de dependencia y confianza en el Señor y todo esto, debemos hacerlo con gestos concretos en el servicio a los más humildes, porque en cada pobre esta Cristo y el que acoge a uno acoge a Jesús.
En efecto, no olvidemos, que el que acoge al indefenso, al humillado, al marginado, esto es, todo lo que hacemos por un hermano los hacemos también por Cristo.
Ser como niños, es suprimir en el corazón la ambición y muchas veces esa envidia por querer un puesto mayor, Pero la humildad no resulta fácil para muchos de nosotros, porque ello implica renunciar a ciertos deseos de poder, de dominar lo que erráticamente creemos necesitar, por tanto el ejemplo que nos dio Jesús en el niño es esa humildad como manifestación pura que tiene la infancia al estar exento de poder, pero si necesitados de un cuidado amoroso. Confiemos esta protección a Dios y recordemos que por mucha edad que tengamos, jamás dejamos de ser niños para nuestra madre, es así como confiemos en María, Madre de Dios y Madre Nuestra, pidámosle a ella, ser como los niños que espera Jesús de nosotros.
Entonces, Juan le dijo: “Maestro, vimos a uno que estaba expulsando a los demonios en tu nombre; pero se lo prohibimos, porque no anda con nosotros”. Pero Jesús respondió: “No se lo prohíban, pues el que no está contra ustedes, está en favor de ustedes”.
Jesús no autoriza esa prohibición. Si hay una delegación suya para ello en los apóstoles, también otros pueden invocar su nombre, con reverencia, apelando a su poder, lo que no es estar lejos de su discipulado, pues, al menos, está con él. Que no se lo prohíban. Quien así obró, no sólo no hablará mal de El, sino que se aproximará cada vez más a su reino, al ver el gran signo del mesianismo y del Mesías: la expulsión y triunfo sobre Satán.
Lo que ha hecho Jesús, es hacerle ver a sus discípulos que es no partidario de los celos que ellos tienen, hoy a nosotros nos dice que no debemos confundir los intereses de El Hijo de Dios, con los nuestros. Lo que nos debe interesar es la Gloria del Señor, no la nuestra.
En efecto, en algunas ocasiones nos confundimos, estamos celosos y la verdad es que estamos envidiosos, porque nos sentimos postergados, como si estuviéramos en segundo lugar, como si otros nos opacaran y nos hacen sombra y nos duele esta situación.
Lo que tenemos que hacer es actuar con generosidad, y saber ver que lo que importa en la lucha contra el mal y la maldad, sin importar quien la realiza, ni donde ni como se hace. Debemos sentirnos gozosos cuando otros están trabajando por el bien de los demás. Debemos apoyar a los que hace el bien, no envidiarlos. No debemos confundirnos, y oremos por los que en nombre del Señor trabajan por su gloria, sin preocuparnos si ellos brillan más que nosotros
De Corazón
Pedro Sergio
¿Porque ser como un niño y hacerse pequeño? El niño es un ser débil y humilde, que no posee nada, no tiene ambición, no conoce la envidia, no busca puesto privilegiados, no tiene nada que decir en la codicia de los adultos, el niño tiene conocimiento de su pequeñez y su debilidad. Es así como nos hace saber Jesús, que el más pequeño será el más grande ante el Padre, como vemos, de nada importa el nivel, la jerarquía o el rango y papel que se desempeñe en la sociedad.
El niño al igual que el pobre recibe con alegría lo que se le entrega cuando su necesidad depende de los demás. Ese es el sentido de ese “hacerse como los niños”, hacerse humilde y sencillo de corazón, empequeñecido en la sociedad respecto a los puestos de jerarquía, esa es condición de Jesús para seguirlo, “El que no renuncie a si mismo, no puede ser mi discípulo”
Tenemos claridad que esa es nuestra situación ante Dios, es así como Jesús quiere que sus discípulos, sus apóstoles, y todos nosotros seamos receptivos, sencillos y humildes, con capacidad o disposición favorable para recibir y aceptar y la grandeza espiritual en el servicio que El nos pide, esta es la conversión que nos hará distintos y nos transformará en niños, pero al igual que ellos, entendiendo que la que la niñez espiritual es una actitud interior de dependencia y confianza en el Señor y todo esto, debemos hacerlo con gestos concretos en el servicio a los más humildes, porque en cada pobre esta Cristo y el que acoge a uno acoge a Jesús.
En efecto, no olvidemos, que el que acoge al indefenso, al humillado, al marginado, esto es, todo lo que hacemos por un hermano los hacemos también por Cristo.
Ser como niños, es suprimir en el corazón la ambición y muchas veces esa envidia por querer un puesto mayor, Pero la humildad no resulta fácil para muchos de nosotros, porque ello implica renunciar a ciertos deseos de poder, de dominar lo que erráticamente creemos necesitar, por tanto el ejemplo que nos dio Jesús en el niño es esa humildad como manifestación pura que tiene la infancia al estar exento de poder, pero si necesitados de un cuidado amoroso. Confiemos esta protección a Dios y recordemos que por mucha edad que tengamos, jamás dejamos de ser niños para nuestra madre, es así como confiemos en María, Madre de Dios y Madre Nuestra, pidámosle a ella, ser como los niños que espera Jesús de nosotros.
Entonces, Juan le dijo: “Maestro, vimos a uno que estaba expulsando a los demonios en tu nombre; pero se lo prohibimos, porque no anda con nosotros”. Pero Jesús respondió: “No se lo prohíban, pues el que no está contra ustedes, está en favor de ustedes”.
Jesús no autoriza esa prohibición. Si hay una delegación suya para ello en los apóstoles, también otros pueden invocar su nombre, con reverencia, apelando a su poder, lo que no es estar lejos de su discipulado, pues, al menos, está con él. Que no se lo prohíban. Quien así obró, no sólo no hablará mal de El, sino que se aproximará cada vez más a su reino, al ver el gran signo del mesianismo y del Mesías: la expulsión y triunfo sobre Satán.
Lo que ha hecho Jesús, es hacerle ver a sus discípulos que es no partidario de los celos que ellos tienen, hoy a nosotros nos dice que no debemos confundir los intereses de El Hijo de Dios, con los nuestros. Lo que nos debe interesar es la Gloria del Señor, no la nuestra.
En efecto, en algunas ocasiones nos confundimos, estamos celosos y la verdad es que estamos envidiosos, porque nos sentimos postergados, como si estuviéramos en segundo lugar, como si otros nos opacaran y nos hacen sombra y nos duele esta situación.
Lo que tenemos que hacer es actuar con generosidad, y saber ver que lo que importa en la lucha contra el mal y la maldad, sin importar quien la realiza, ni donde ni como se hace. Debemos sentirnos gozosos cuando otros están trabajando por el bien de los demás. Debemos apoyar a los que hace el bien, no envidiarlos. No debemos confundirnos, y oremos por los que en nombre del Señor trabajan por su gloria, sin preocuparnos si ellos brillan más que nosotros
De Corazón
Pedro Sergio
sábado, 26 de septiembre de 2009
MARCOS 9,38-43. 45.47-48
Juan dijo a Jesús: “Maestro, hemos visto a uno que expulsaba demonios en tu Nombre, y tratamos de impedírselo porque no es de los nuestros”. Pero Jesús les dijo: “No se lo impidan, porque nadie puede hacer un milagro en mi Nombre y luego hablar mal de mí.
Sucedió que una persona que era parte de la comunidad empleaba el nombre de Jesús para expulsar los demonios, entonces muy celoso Juan, el discípulo, lo ve y prohíbe hacerlo: “Tratamos de impedírselo porque no es de los nuestros”
¿Tenemos algún derecho en impedir que otras personas de distintas confesiones cristianas hagan buena acciones en nombre de Jesucristo? ¿Tiene alguien derecho de creerse dueño del nombre de Jesús?, ciertamente el Señor nos da una gran lección a toda nuestra comunidad cristiana, no están únicamente solo los que pertenecen nominativamente como los suyos: “no es de los nuestros”. Ciertamente, el que invoca el nombre de Jesús para hacer el bien, es porque se compenetra con El, por tanto no podemos pensar que el luego agraviará su nombre. “porque nadie puede hacer un milagro en mi Nombre y luego hablar mal de mí”.
Es así como Jesús, nos aclara a todos, católicos y otra confesiones cristianas, “Y el que no está contra nosotros, está con nosotros”, y a El lo que interesa no es si la persona forma parte o no de nuestra comunidad, pero si le importa es si hace el bien que debe hacer como buen hijo de Dios. ¿Cómo interpretamos nosotros el ecumenismo y como debemos interpretarlo?, creo que de una solo forma, como los hace Jesús.
Si hemos entendido bien que Jesús ha venido para salvarnos a todos, no podemos considerar que es propiedad exclusiva de alguna confesión en particular. ¿Si una persona no se considera discípulo de Jesús y hace el bien y en nada se contradice con el espíritu cristiano, tendrá su recompensa?
Les aseguro que no quedará sin recompensa el que les dé de beber un vaso de agua por el hecho de que ustedes pertenecen a Cristo.
"Dios no necesita nuestras obras, sino nuestro amor" (Santa Teresa de Lisieux). Jesús dio su vida, esto es algo inmensamente extremo en amor, sin embargo Jesús quiere que reconozcamos los gestos de donación que se hacen cada día, por pequeño que sean, una vaso con agua, una sonrisa, una acogida, una mano que levanta a quien no puede pararse solo y tanto otros gestos. ¡Quien desprecia al ladrillo no podrá nunca edificar la casa!. Esto es lo que también nos demuestra la santidad de José, esposo de María, padre adoptivo de Jesús, que sin llamar la atención, cumplió el programa de quien es "justo” con Dios mediante el fiel cumplimiento en la fe, esperanza y caridad; y con el prójimo por medio de su apertura constante al servicio de los demás como se construye la casa ladrillo a ladrillo, el edificio de la santidad se va realizando minuto a minuto, haciendo lo que Dios quiere. “san José es la prueba de que, para ser bueno y auténtico seguidor de cristo, no es necesario hacer "grandes cosas", sino practicar las virtudes humanas, sencillas, pero verdaderas y auténticas” (Pablo VI).
Si alguien llegara a escandalizar a uno de estos pequeños que tienen fe, sería preferible para él que le ataran al cuello una piedra de moler y lo arrojaran al mar.
El relato nos trae algunas sentencias contra lo que es motivo de escándalo o de tropiezo y, por consecuencia, de caída. Escándalo es aquello que nos desvía del buen camino y escandalizar a los pequeños es motivo para que los pequeños se extravíen del camino, es decir pierdan el rumbo y la fe en Dios. Quien hace esto, recibe la siguiente sentencia: “Si alguien llegara a escandalizar a uno de estos pequeños que tienen fe”, es preferible morir antes que atentar con nuestro propio comportamiento contra la debilidad del hermano, en particular si se sobreentiende la debilidad en la fe, ¿Por qué tanta dureza? ¡Porque Jesús se identifica con los pequeños!: "En verdad os digo que cuanto dejasteis de hacer con uno de estos más pequeños, también conmigo dejasteis de hacerlo." (Mateo (SBJ) 25, 40) Quien hace daños a los pequeños, se los hace a Jesús.
Y el Señor sentencia: “sería preferible para él que le ataran al cuello una piedra de moler y lo arrojaran al mar”, es algo tajante, severísimo, pero frente a esto debo preguntarme, ¿Por qué se van de nuestra Iglesia?, ¿Es que no se sienten nuestro hermanos?, ¿Hasta que punto soy culpable? ¿Qué de malo he hecho, cuanto he sido de poco acogedor?, ¿Me estoy mereciendo una soga al cuello con una piedra?
OH Dios cuanto amor por nosotros
En Dios y con Dios nos encontramos con el amor infinito. Jesús, dio la vida por nosotros y por todos, porque a todo nos ama por igual, todos somos sus hijos. Seguro que nuestro Padre amado se alegra cuando cualquiera de sus hijos acoge el amor que El le da, como también es seguro que El se alegra si sus hijos regalan a sus hermanos el amor que reciben de El, y ciertamente recompensará a los que comparten los bienes que se disponen.
De Corazón
Pedro Sergio
Sucedió que una persona que era parte de la comunidad empleaba el nombre de Jesús para expulsar los demonios, entonces muy celoso Juan, el discípulo, lo ve y prohíbe hacerlo: “Tratamos de impedírselo porque no es de los nuestros”
¿Tenemos algún derecho en impedir que otras personas de distintas confesiones cristianas hagan buena acciones en nombre de Jesucristo? ¿Tiene alguien derecho de creerse dueño del nombre de Jesús?, ciertamente el Señor nos da una gran lección a toda nuestra comunidad cristiana, no están únicamente solo los que pertenecen nominativamente como los suyos: “no es de los nuestros”. Ciertamente, el que invoca el nombre de Jesús para hacer el bien, es porque se compenetra con El, por tanto no podemos pensar que el luego agraviará su nombre. “porque nadie puede hacer un milagro en mi Nombre y luego hablar mal de mí”.
Es así como Jesús, nos aclara a todos, católicos y otra confesiones cristianas, “Y el que no está contra nosotros, está con nosotros”, y a El lo que interesa no es si la persona forma parte o no de nuestra comunidad, pero si le importa es si hace el bien que debe hacer como buen hijo de Dios. ¿Cómo interpretamos nosotros el ecumenismo y como debemos interpretarlo?, creo que de una solo forma, como los hace Jesús.
Si hemos entendido bien que Jesús ha venido para salvarnos a todos, no podemos considerar que es propiedad exclusiva de alguna confesión en particular. ¿Si una persona no se considera discípulo de Jesús y hace el bien y en nada se contradice con el espíritu cristiano, tendrá su recompensa?
Les aseguro que no quedará sin recompensa el que les dé de beber un vaso de agua por el hecho de que ustedes pertenecen a Cristo.
"Dios no necesita nuestras obras, sino nuestro amor" (Santa Teresa de Lisieux). Jesús dio su vida, esto es algo inmensamente extremo en amor, sin embargo Jesús quiere que reconozcamos los gestos de donación que se hacen cada día, por pequeño que sean, una vaso con agua, una sonrisa, una acogida, una mano que levanta a quien no puede pararse solo y tanto otros gestos. ¡Quien desprecia al ladrillo no podrá nunca edificar la casa!. Esto es lo que también nos demuestra la santidad de José, esposo de María, padre adoptivo de Jesús, que sin llamar la atención, cumplió el programa de quien es "justo” con Dios mediante el fiel cumplimiento en la fe, esperanza y caridad; y con el prójimo por medio de su apertura constante al servicio de los demás como se construye la casa ladrillo a ladrillo, el edificio de la santidad se va realizando minuto a minuto, haciendo lo que Dios quiere. “san José es la prueba de que, para ser bueno y auténtico seguidor de cristo, no es necesario hacer "grandes cosas", sino practicar las virtudes humanas, sencillas, pero verdaderas y auténticas” (Pablo VI).
Si alguien llegara a escandalizar a uno de estos pequeños que tienen fe, sería preferible para él que le ataran al cuello una piedra de moler y lo arrojaran al mar.
El relato nos trae algunas sentencias contra lo que es motivo de escándalo o de tropiezo y, por consecuencia, de caída. Escándalo es aquello que nos desvía del buen camino y escandalizar a los pequeños es motivo para que los pequeños se extravíen del camino, es decir pierdan el rumbo y la fe en Dios. Quien hace esto, recibe la siguiente sentencia: “Si alguien llegara a escandalizar a uno de estos pequeños que tienen fe”, es preferible morir antes que atentar con nuestro propio comportamiento contra la debilidad del hermano, en particular si se sobreentiende la debilidad en la fe, ¿Por qué tanta dureza? ¡Porque Jesús se identifica con los pequeños!: "En verdad os digo que cuanto dejasteis de hacer con uno de estos más pequeños, también conmigo dejasteis de hacerlo." (Mateo (SBJ) 25, 40) Quien hace daños a los pequeños, se los hace a Jesús.
Y el Señor sentencia: “sería preferible para él que le ataran al cuello una piedra de moler y lo arrojaran al mar”, es algo tajante, severísimo, pero frente a esto debo preguntarme, ¿Por qué se van de nuestra Iglesia?, ¿Es que no se sienten nuestro hermanos?, ¿Hasta que punto soy culpable? ¿Qué de malo he hecho, cuanto he sido de poco acogedor?, ¿Me estoy mereciendo una soga al cuello con una piedra?
OH Dios cuanto amor por nosotros
En Dios y con Dios nos encontramos con el amor infinito. Jesús, dio la vida por nosotros y por todos, porque a todo nos ama por igual, todos somos sus hijos. Seguro que nuestro Padre amado se alegra cuando cualquiera de sus hijos acoge el amor que El le da, como también es seguro que El se alegra si sus hijos regalan a sus hermanos el amor que reciben de El, y ciertamente recompensará a los que comparten los bienes que se disponen.
De Corazón
Pedro Sergio
LUCAS 9, 43b-45
Mientras todos se admiraban por las cosas que hacía
Mientras todos estaban admirados por las cosas que hacía, Jesús nuevamente revela a sus discípulos la cruz que le espera. El contraste es muy grande, porque mientras todos se asombraban, es decir, mientras la gente sentía gozo y admiración por todo aquello que Jesús decía y hacía, correspondiendo a sus necesidades, a sus esperanzas, Jesús le revela que será preso y que será entregado en manos de los hombres.
¿Qué puede ser más importante para los discípulos, la gloria del maestro o que: El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres”?, ¿Que debo entender mejor, la identidad de Jesús, su revelación?. Entender la cruz, es comprender lo más resplandeciente e inadvertido del rostro de Dios enseñado y mostrado por Jesús. Comprender la cruz, es enamorarse del misterio.
Pero ellos no entendían estas palabras.
El anuncio de la Cruz, era un misterio que no podía entender, por mucho que lo escuchaban, no comprendían las palabra sobre la cruz. Sin embargo, no entendiendo, no piden aclaraciones. A lo mejor, tuvieron temor de hacer ver su ignorancia, o talvez eran incapaces de aceptar un Mesías que se hace siervo de sus hermanos, o/y a ellos solo les gustaba soñar con un Mesías triunfante.
Los discípulos, dejan en un completa soledad a Jesús, y parecen no querer compartir el lado más profundo de su acontecimiento. La primicia escapa a todos. No entendían y las Palabras le resultaban oscuras. ¿Era posible que el destino de los apóstoles pudiera estar separado de su maestro? , ¿Por qué tenía miedo de preguntarle?. Me parece que ellos vislumbran algo que les produce consternación, sin embargo, el destino del discípulo, tiene que ir de la mano con el destino de su Maestro. ¿Me pregunto si esto me turba, si esto me inquieta?
De Corazón
Pedro Sergio
Mientras todos estaban admirados por las cosas que hacía, Jesús nuevamente revela a sus discípulos la cruz que le espera. El contraste es muy grande, porque mientras todos se asombraban, es decir, mientras la gente sentía gozo y admiración por todo aquello que Jesús decía y hacía, correspondiendo a sus necesidades, a sus esperanzas, Jesús le revela que será preso y que será entregado en manos de los hombres.
¿Qué puede ser más importante para los discípulos, la gloria del maestro o que: El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres”?, ¿Que debo entender mejor, la identidad de Jesús, su revelación?. Entender la cruz, es comprender lo más resplandeciente e inadvertido del rostro de Dios enseñado y mostrado por Jesús. Comprender la cruz, es enamorarse del misterio.
Pero ellos no entendían estas palabras.
El anuncio de la Cruz, era un misterio que no podía entender, por mucho que lo escuchaban, no comprendían las palabra sobre la cruz. Sin embargo, no entendiendo, no piden aclaraciones. A lo mejor, tuvieron temor de hacer ver su ignorancia, o talvez eran incapaces de aceptar un Mesías que se hace siervo de sus hermanos, o/y a ellos solo les gustaba soñar con un Mesías triunfante.
Los discípulos, dejan en un completa soledad a Jesús, y parecen no querer compartir el lado más profundo de su acontecimiento. La primicia escapa a todos. No entendían y las Palabras le resultaban oscuras. ¿Era posible que el destino de los apóstoles pudiera estar separado de su maestro? , ¿Por qué tenía miedo de preguntarle?. Me parece que ellos vislumbran algo que les produce consternación, sin embargo, el destino del discípulo, tiene que ir de la mano con el destino de su Maestro. ¿Me pregunto si esto me turba, si esto me inquieta?
De Corazón
Pedro Sergio
LUCAS 9, 18-22
¿Quién es Jesús?
Por todas partes del mundo se oye ésta pregunta: ¿Quién es Jesús?, y la respuesta es muy importante por sus consecuencias. Nosotros como cristianos y frente a esta formulación, tenemos que saber que responder, porque de nuestra respuesta dependerá mucho la vida que seguirá quien la oiga y quien la dice.
Pero también debemos nosotros preguntarnos algo trascendente, ¿Quién creemos que es Jesús?, ¿Qué es para nuestra vida?, ¿nos transforma y nos hace cambiar de actitud Jesús?
Frente a estos interrogantes, tenemos que responder sin vacilación o tropiezo al hablar, en la pronunciación o en la elección de las palabras, y lo que más importa es con el testimonio de nuestra vida, a fin de respaldar y hacer creíbles nuestras palabras.
Jesucristo, es el único Hijo de Dios, Ungido por el Padre para traernos la salvación, no hay otro, el es nuestra esperanza, el es nuestra promesa, a El tenemos que descubrir, como lo hizo Pedro, por eso es preciso que nos pongamos en disposición de ser iluminado por el Espíritu Santo, único capaz de descubrir los corazones abiertos a EL.
Pedro, tomando la palabra, respondió: “tú eres el Mesías de Dios”
Que podemos responder ahora nosotros frente a esta pregunta: ¿Quién dicen que soy yo?. Frente a la pregunta Pedro respondió: "Tú eres el Mesías de Dios" y nos damos cuenta que Pedro esta iluminado por la luz del Espíritu Santo, por eso penetra y descubre la personalidad de Jesús, y le es sencillo reconocer al elegido de Dios, al Hijo de Dios.
El que quiera descubrir, encontrar y hallar a Jesús, tiene que hacerlo con mucha fe, solo así puede ser capaz de penetrar en el profundo misterio que encierra Jesús.
Desde principios de siglo I hasta ahora, ha estado presente la búsqueda de tratar de conocer y reconstruir la vida de Jesús de diversos modos. Sin embargo, muchos pasan por alto y guardan silencio para abstenerse de hablar de lo que no tiene una explicación racional, y de esta forma pretenden decir que los prodigios del Señor no dejan de ser un mito.
Otros, buscan conocer a Jesús, a través del apoyo cierto o verdad en lo que se dice o se hace por la razón, e incluso a través de la ciencia histórica, con lo cual casi no se llega a conocer a Jesús. Del mismo modo, no faltan los que a través de historias literarias y de ciencia ficción, pretenden establecer quien era y a que vino Jesucristo, creando falsas conjeturas, respaldadas en juicios o idea que se forman a partir de indicios o de datos incompletos o no comprobados. Con esto ha formado un Jesús, mágico, taumaturgo, un revolucionario, un maestro de filosofías esotéricas, algo ocultas, que resultan incomprensible o de difícil acceso para la mente
Los prejuicios de los libres pensadores, idealistas y racionalistas, alegan y sostienes que es imposible que Jesús sea Dios, y no aceptan la realidad palpable de sus milagros.
¿Como era Jesús?
Jesús, Hijo de Dios, vivió e hizo cosa de hombres, trabajó con manos de hombre, pensó con inteligencia de hombre, participo en la vida de los hombres, obró con voluntad de hombre, sufrió como los hombres, amó con corazón de hombre.
Cuando leemos los Evangelios, no encontramos ninguna descripción del aspecto físico de Jesús, solo de un modo espiritual nos imaginamos como era, sin embargo, si leemos con detención cada uno de los Evangelios, nos podemos dar cuenta de detalles muy importantes. Los seres humanos nos acercamos siempre a las personas amables, la gente buena nos atrae y nos simpatiza, entonces para que muchos acudieran a El y no quisieran dejarlo, Jesús debe haber irradiado amabilidad y simpatía. Para que miles estuvieran atentos y hasta sin pensar en comer para oírle, debe haber sido muy dulce y atractivo su hablar, suave y agradable al oído. Del mismo modo, debe haber tenido una atracción divina, así lo presintieron ciegos al oír sus pasos, sabían que era de Jesús. También debe haber sido un Maestro inspirador, con charlas pedagógicas incansables de escuchar y aprender. A Jesús acudían los enfermos, los ancianos y los niños, El los oía y les imponía las manos, por tanto Jesús debe haber tenido modales muy agradables e inspirador de muchos afectos.
Jesús, el Mesías, El Cristo, Jesucristo, el Hijo de Dios, nos invita a que cada uno conozca cada vez más de El, es nuestro Salvador, y no hay mejor forma que leyendo los evangelios, empapándose de su mensaje, conversándolo en familia o con los amigos, y con especial dedicación con el mismo Señor Jesucristo
De Corazón
Pedro Sergio
Por todas partes del mundo se oye ésta pregunta: ¿Quién es Jesús?, y la respuesta es muy importante por sus consecuencias. Nosotros como cristianos y frente a esta formulación, tenemos que saber que responder, porque de nuestra respuesta dependerá mucho la vida que seguirá quien la oiga y quien la dice.
Pero también debemos nosotros preguntarnos algo trascendente, ¿Quién creemos que es Jesús?, ¿Qué es para nuestra vida?, ¿nos transforma y nos hace cambiar de actitud Jesús?
Frente a estos interrogantes, tenemos que responder sin vacilación o tropiezo al hablar, en la pronunciación o en la elección de las palabras, y lo que más importa es con el testimonio de nuestra vida, a fin de respaldar y hacer creíbles nuestras palabras.
Jesucristo, es el único Hijo de Dios, Ungido por el Padre para traernos la salvación, no hay otro, el es nuestra esperanza, el es nuestra promesa, a El tenemos que descubrir, como lo hizo Pedro, por eso es preciso que nos pongamos en disposición de ser iluminado por el Espíritu Santo, único capaz de descubrir los corazones abiertos a EL.
Pedro, tomando la palabra, respondió: “tú eres el Mesías de Dios”
Que podemos responder ahora nosotros frente a esta pregunta: ¿Quién dicen que soy yo?. Frente a la pregunta Pedro respondió: "Tú eres el Mesías de Dios" y nos damos cuenta que Pedro esta iluminado por la luz del Espíritu Santo, por eso penetra y descubre la personalidad de Jesús, y le es sencillo reconocer al elegido de Dios, al Hijo de Dios.
El que quiera descubrir, encontrar y hallar a Jesús, tiene que hacerlo con mucha fe, solo así puede ser capaz de penetrar en el profundo misterio que encierra Jesús.
Desde principios de siglo I hasta ahora, ha estado presente la búsqueda de tratar de conocer y reconstruir la vida de Jesús de diversos modos. Sin embargo, muchos pasan por alto y guardan silencio para abstenerse de hablar de lo que no tiene una explicación racional, y de esta forma pretenden decir que los prodigios del Señor no dejan de ser un mito.
Otros, buscan conocer a Jesús, a través del apoyo cierto o verdad en lo que se dice o se hace por la razón, e incluso a través de la ciencia histórica, con lo cual casi no se llega a conocer a Jesús. Del mismo modo, no faltan los que a través de historias literarias y de ciencia ficción, pretenden establecer quien era y a que vino Jesucristo, creando falsas conjeturas, respaldadas en juicios o idea que se forman a partir de indicios o de datos incompletos o no comprobados. Con esto ha formado un Jesús, mágico, taumaturgo, un revolucionario, un maestro de filosofías esotéricas, algo ocultas, que resultan incomprensible o de difícil acceso para la mente
Los prejuicios de los libres pensadores, idealistas y racionalistas, alegan y sostienes que es imposible que Jesús sea Dios, y no aceptan la realidad palpable de sus milagros.
¿Como era Jesús?
Jesús, Hijo de Dios, vivió e hizo cosa de hombres, trabajó con manos de hombre, pensó con inteligencia de hombre, participo en la vida de los hombres, obró con voluntad de hombre, sufrió como los hombres, amó con corazón de hombre.
Cuando leemos los Evangelios, no encontramos ninguna descripción del aspecto físico de Jesús, solo de un modo espiritual nos imaginamos como era, sin embargo, si leemos con detención cada uno de los Evangelios, nos podemos dar cuenta de detalles muy importantes. Los seres humanos nos acercamos siempre a las personas amables, la gente buena nos atrae y nos simpatiza, entonces para que muchos acudieran a El y no quisieran dejarlo, Jesús debe haber irradiado amabilidad y simpatía. Para que miles estuvieran atentos y hasta sin pensar en comer para oírle, debe haber sido muy dulce y atractivo su hablar, suave y agradable al oído. Del mismo modo, debe haber tenido una atracción divina, así lo presintieron ciegos al oír sus pasos, sabían que era de Jesús. También debe haber sido un Maestro inspirador, con charlas pedagógicas incansables de escuchar y aprender. A Jesús acudían los enfermos, los ancianos y los niños, El los oía y les imponía las manos, por tanto Jesús debe haber tenido modales muy agradables e inspirador de muchos afectos.
Jesús, el Mesías, El Cristo, Jesucristo, el Hijo de Dios, nos invita a que cada uno conozca cada vez más de El, es nuestro Salvador, y no hay mejor forma que leyendo los evangelios, empapándose de su mensaje, conversándolo en familia o con los amigos, y con especial dedicación con el mismo Señor Jesucristo
De Corazón
Pedro Sergio
jueves, 24 de septiembre de 2009
LUCAS 9, 7-9
Herodes decía: “A Juan lo hice decapitar. Entonces, ¿quién es éste del que oigo decir semejantes cosas?”.Y trataba de verlo.
Herodes está confuso: ¿quién es éste del que oigo decir semejantes cosas?”.Y trataba de verlo. El relato empieza con opiniones como es Juan, que ha resucitado, otros decían que es Elías, que se ha aparecido, y otros que es uno de los antiguos profetas que ha resucitado. Muchas suposiciones de quien es Jesús, como también muchas equivocaciones, me parece que este tipo de personas no entendían bien quien era Jesús o no se dieron cuenta que Jesús es una novedad, es alguien a quien no se puede comparar y no se puede identificar con otro.
Este error es repetitivo hoy en día, hay gente que ve en Jesús ciertos personajes, esto es una forma muy liviana de mirar al Señor, mejor dicho es no saber ni querer ver.
Herodes trataba de ver a Jesús, trataba de conocerlo, reunirse con el e informarse personalmente de quién es. Pero ¿de qué le valdría?. En Efecto, se reunió con Jesús durante la pasión, pero no logró comprender nada de Jesús.
Necesidad de conocer a Jesús
El mundo de hoy, esta cada vez más necesitado de conocer y estudiar no solo quien es, si no que es Jesús, a que vino y por que vino al mundo. El conocer y estudiar sobre Jesús, no es un privilegio de los teólogos, es una necesidad de todos, porque Dios lo envió para que nadie se quede si la posibilidad de salvarse y llegar a la vida eterna.
Jesucristo es la Palabra, el Verbo encarnado e Hijo de Dios, Jesús es nuestro salvador, Cristo es el redentor, el es nuestra fe, a esa fe nos adherimos y la hacemos nuestra total esperanza.
Cada uno de los sucesos relevantes del nacimiento, la vida, las obras, la pasión, la muerte y la resurrección de Jesucristo, debe empapar nuestro corazón. Todo aquello que se refiere a su persona, con especial dedicación a su obra de salvación, no puede ni debe estar oculto, y menos debe ser muy difícil de comprender o de explicar. Cristo es un misterio que tiene una explicación lógica, que se comprende y se cree por la fe, en el se resume todos los artículos de la fe, es decir la Santísima Trinidad, ya que Él es Dios, el Hijo del Padre, el Espíritu Santo. Los designios, es decir el plan que Dios que se propuso realizar y las obras de El, se ha realizado en Jesús, en el plan de su voluntad salvífica.
Como conocer a Jesús
A Jesús se le puede conocer externamente e internamente, no hay nada oculto hoy día, la historia es un método para llegar a conocerlo. Además existen muchos y rápidos elementos para conocer muy bien la realidad visible de la vida de Jesús, tenemos mucha información accesible, investigaciones técnicas y científicas, fotografías de lugares, películas, mapas etc. Sin embargo, hemos de comprender, que solo mediante la Revelación divina y la fe, podemos trascender lo externo y llegar con certeza y verdaderamente quién es realmente Jesús, leemos en san Mateo 11, 27 “Nadie conoce al Hijo sino el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquellos a quienes el Hijo se lo quiera dar a conocer”, también leemos en san Juan 6, 44 “Nadie puede venir a mí si no lo atrae el Padre que me envió”
Jesús, como persona se encargo de hacer respetar los derechos de los hombres de su tiempo en la tierra, lo hizo en las sinagogas frente a los fariseos, en calles y plazas, defendió con firmeza los intereses del Padre, es decir, El en su momento de mayor intensidad, fue la fuerza y perfección, mediador y plenitud de toda la Revelación. Así es como Jesús, no es un relato o una historia que quiere hacerse pasar por verdadera o que solo existen en la imaginación de los hombres, en otras palabras, no es un mito, El es Dios hecho hombre que vivió en un contexto histórico concreto, y los acontecimientos de su vida, son reales, comprobables. Sin embargo, para conocer a Cristo, es necesario, es imprescindible saber de su amor y hacer una vida que nos asemeje a El.
De Corazón
Pedro Sergio
Herodes está confuso: ¿quién es éste del que oigo decir semejantes cosas?”.Y trataba de verlo. El relato empieza con opiniones como es Juan, que ha resucitado, otros decían que es Elías, que se ha aparecido, y otros que es uno de los antiguos profetas que ha resucitado. Muchas suposiciones de quien es Jesús, como también muchas equivocaciones, me parece que este tipo de personas no entendían bien quien era Jesús o no se dieron cuenta que Jesús es una novedad, es alguien a quien no se puede comparar y no se puede identificar con otro.
Este error es repetitivo hoy en día, hay gente que ve en Jesús ciertos personajes, esto es una forma muy liviana de mirar al Señor, mejor dicho es no saber ni querer ver.
Herodes trataba de ver a Jesús, trataba de conocerlo, reunirse con el e informarse personalmente de quién es. Pero ¿de qué le valdría?. En Efecto, se reunió con Jesús durante la pasión, pero no logró comprender nada de Jesús.
Necesidad de conocer a Jesús
El mundo de hoy, esta cada vez más necesitado de conocer y estudiar no solo quien es, si no que es Jesús, a que vino y por que vino al mundo. El conocer y estudiar sobre Jesús, no es un privilegio de los teólogos, es una necesidad de todos, porque Dios lo envió para que nadie se quede si la posibilidad de salvarse y llegar a la vida eterna.
Jesucristo es la Palabra, el Verbo encarnado e Hijo de Dios, Jesús es nuestro salvador, Cristo es el redentor, el es nuestra fe, a esa fe nos adherimos y la hacemos nuestra total esperanza.
Cada uno de los sucesos relevantes del nacimiento, la vida, las obras, la pasión, la muerte y la resurrección de Jesucristo, debe empapar nuestro corazón. Todo aquello que se refiere a su persona, con especial dedicación a su obra de salvación, no puede ni debe estar oculto, y menos debe ser muy difícil de comprender o de explicar. Cristo es un misterio que tiene una explicación lógica, que se comprende y se cree por la fe, en el se resume todos los artículos de la fe, es decir la Santísima Trinidad, ya que Él es Dios, el Hijo del Padre, el Espíritu Santo. Los designios, es decir el plan que Dios que se propuso realizar y las obras de El, se ha realizado en Jesús, en el plan de su voluntad salvífica.
Como conocer a Jesús
A Jesús se le puede conocer externamente e internamente, no hay nada oculto hoy día, la historia es un método para llegar a conocerlo. Además existen muchos y rápidos elementos para conocer muy bien la realidad visible de la vida de Jesús, tenemos mucha información accesible, investigaciones técnicas y científicas, fotografías de lugares, películas, mapas etc. Sin embargo, hemos de comprender, que solo mediante la Revelación divina y la fe, podemos trascender lo externo y llegar con certeza y verdaderamente quién es realmente Jesús, leemos en san Mateo 11, 27 “Nadie conoce al Hijo sino el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquellos a quienes el Hijo se lo quiera dar a conocer”, también leemos en san Juan 6, 44 “Nadie puede venir a mí si no lo atrae el Padre que me envió”
Jesús, como persona se encargo de hacer respetar los derechos de los hombres de su tiempo en la tierra, lo hizo en las sinagogas frente a los fariseos, en calles y plazas, defendió con firmeza los intereses del Padre, es decir, El en su momento de mayor intensidad, fue la fuerza y perfección, mediador y plenitud de toda la Revelación. Así es como Jesús, no es un relato o una historia que quiere hacerse pasar por verdadera o que solo existen en la imaginación de los hombres, en otras palabras, no es un mito, El es Dios hecho hombre que vivió en un contexto histórico concreto, y los acontecimientos de su vida, son reales, comprobables. Sin embargo, para conocer a Cristo, es necesario, es imprescindible saber de su amor y hacer una vida que nos asemeje a El.
De Corazón
Pedro Sergio
lunes, 21 de septiembre de 2009
MATEO 9, 9-13
“Sígueme”. Él se levantó y lo siguió.
Este relato, nos habla de una rápida acogida al llamado de Jesús, y de un Jesús acogedor, de un Jesús que no discrimina, de un Jesús misericordioso, con especial afecto y atención a los pecadores.
Este relato me demanda a responderle afirmativamente, con prontitud y generosidad, al llamado que el Señor me hace a través de las grandes y pequeñas ocasiones de mi vida diaria, como también me llama a revisar mi actitud de acogida con mi prójimo, con una actitud no prejuiciosa.
Mateo ofrece al Señor un banquete, talvez como despedida a su anterior vida y como una forma de destacar ante sus amigos que el se ha tomado en serio el seguir a Jesús. La participación, ojala diaria, en el banquete de la Eucaristía, es también una muestra de que nos tomamos en serio nuestra vida de seguidores de Jesús.
“¿Por qué su Maestro come con publicanos y pecadores?”.
Jesús es capaz de sentarse a cenar con todo tipo de personas, otra lección para nosotros, pues a imitación del Señor debemos hacer lo mismo alejando de nuestro corazón toda idea de discriminación. ¿me siento capaz de sentarme a la mesa co todo tipo de persona?
A Jesús no le importa que los fariseos vayan donde sus discípulos y le critiquen por el hecho de comer junto a publicanos y pecadores. Ciertamente en aquel tiempo, comer juntos significaba comunidad de vida y de sentimientos, pero al reunirse con los publicanos y los pecadores, el Señor se muestra con su carácter misericordioso y llama la atención a los fariseos por su legalismo. El Señor me anuncia con esto, que debo cuidarme de aquellas reglas que me hacen ser inclemente a las legítimas necesidades del Espíritu. El Señor me llama a no mostrar incapacidad de comprender las verdaderas necesidades de mi prójimo. Jesús nos exige gestos de misericordia, más que actos formalistas y llenos de reglas.
“Prefiero la misericordia al sacrificio”.
La misericordia de Dios busca al hombre para conducirle a la salvación, a pesar de que el hombre no siempre le es fiel. “Dios, que es rico en misericordia, por el gran amor con que nos amó, precisamente cuando estábamos muertos a causa de nuestros pecados, nos hizo revivir con Cristo.” (Éfeso. Ef 2, 4-10)
Dios, todo bueno y bondad en El, absolutamente misericordioso, lleno de amor por los hombres, y por el gran amor que nos tiene, sabiendo de nuestras faltas, fue tan bueno que nos trajo a Jesús, y nos ha hecho vivir con El. Pero no solo hizo eso, además, nos entrego a su propio hijo para que nos salváramos.
Si fuéramos capaces de poder entender bien lo que hizo Dios por nosotros, si pudiéramos sentir de verdad en nuestro corazón todo el amor que Dios nos tiene, sería entonces más sencillo darse cuenta de su amor infinito y su gran ideal de salvarnos. Para eso nos mando a Jesús, su buen Hijo, no para condenarnos, sino que todo lo contrario, para el que crea en El, no muera.
Porque yo no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores”.
Jesús, al llamar a Mateo y sentarse a la mesa con los pecadores, nos muestra que su misión es de una misericordiosa llamada a los pecadores, “No he venido a llamar a los justos sino a los pecadores". Y esa es la voluntad de Dios, que todos los hombres se salven. “El signo más grande del amor del Padre es Jesucristo quien no vino para condenar al mundo Sino para salvarlo.” (Jn 3, 14-21)
De Corazón
Pedro Sergio
Este relato, nos habla de una rápida acogida al llamado de Jesús, y de un Jesús acogedor, de un Jesús que no discrimina, de un Jesús misericordioso, con especial afecto y atención a los pecadores.
Este relato me demanda a responderle afirmativamente, con prontitud y generosidad, al llamado que el Señor me hace a través de las grandes y pequeñas ocasiones de mi vida diaria, como también me llama a revisar mi actitud de acogida con mi prójimo, con una actitud no prejuiciosa.
Mateo ofrece al Señor un banquete, talvez como despedida a su anterior vida y como una forma de destacar ante sus amigos que el se ha tomado en serio el seguir a Jesús. La participación, ojala diaria, en el banquete de la Eucaristía, es también una muestra de que nos tomamos en serio nuestra vida de seguidores de Jesús.
“¿Por qué su Maestro come con publicanos y pecadores?”.
Jesús es capaz de sentarse a cenar con todo tipo de personas, otra lección para nosotros, pues a imitación del Señor debemos hacer lo mismo alejando de nuestro corazón toda idea de discriminación. ¿me siento capaz de sentarme a la mesa co todo tipo de persona?
A Jesús no le importa que los fariseos vayan donde sus discípulos y le critiquen por el hecho de comer junto a publicanos y pecadores. Ciertamente en aquel tiempo, comer juntos significaba comunidad de vida y de sentimientos, pero al reunirse con los publicanos y los pecadores, el Señor se muestra con su carácter misericordioso y llama la atención a los fariseos por su legalismo. El Señor me anuncia con esto, que debo cuidarme de aquellas reglas que me hacen ser inclemente a las legítimas necesidades del Espíritu. El Señor me llama a no mostrar incapacidad de comprender las verdaderas necesidades de mi prójimo. Jesús nos exige gestos de misericordia, más que actos formalistas y llenos de reglas.
“Prefiero la misericordia al sacrificio”.
La misericordia de Dios busca al hombre para conducirle a la salvación, a pesar de que el hombre no siempre le es fiel. “Dios, que es rico en misericordia, por el gran amor con que nos amó, precisamente cuando estábamos muertos a causa de nuestros pecados, nos hizo revivir con Cristo.” (Éfeso. Ef 2, 4-10)
Dios, todo bueno y bondad en El, absolutamente misericordioso, lleno de amor por los hombres, y por el gran amor que nos tiene, sabiendo de nuestras faltas, fue tan bueno que nos trajo a Jesús, y nos ha hecho vivir con El. Pero no solo hizo eso, además, nos entrego a su propio hijo para que nos salváramos.
Si fuéramos capaces de poder entender bien lo que hizo Dios por nosotros, si pudiéramos sentir de verdad en nuestro corazón todo el amor que Dios nos tiene, sería entonces más sencillo darse cuenta de su amor infinito y su gran ideal de salvarnos. Para eso nos mando a Jesús, su buen Hijo, no para condenarnos, sino que todo lo contrario, para el que crea en El, no muera.
Porque yo no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores”.
Jesús, al llamar a Mateo y sentarse a la mesa con los pecadores, nos muestra que su misión es de una misericordiosa llamada a los pecadores, “No he venido a llamar a los justos sino a los pecadores". Y esa es la voluntad de Dios, que todos los hombres se salven. “El signo más grande del amor del Padre es Jesucristo quien no vino para condenar al mundo Sino para salvarlo.” (Jn 3, 14-21)
De Corazón
Pedro Sergio
domingo, 20 de septiembre de 2009
MARCOS 9, 30-37
Jesús atravesaba la Galilea junto con sus discípulos y no quería que nadie lo supiera, porque enseñaba y les decía: “El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres; lo matarán y tres días después de su muerte, resucitará”.
Jesús nos habla en este relato sobre el conclusión de su misión por la tierra, donde va a ser entregado en manos de los hombres, lo mataran y luego de tres días resucitará. Todo esto esta preparado por Dios para que así sea, y de este modo después de un recorrido de dolor de su Hijo, alcanzar la reconciliación con el mundo. El signo eficaz de esto será la resurrección de Jesús.
El relato no dice que: Pero los discípulos no comprendían esto y temían hacerle preguntas. Jesús se preocupa de formar y preparar a su discípulos, sin embargo estos no entienden, y más encima, no requieren aclaraciones, a mi me parece que no es por falta de interés, sino por el falso orgullo de los hombres que sufren de miedo si les descubren su ignorancia. ¿Pero acaso es necesario saberlo todo?.
Pero también es cierto, que el temor de preguntar podía venir por la huida de la cruz, y talvez consideraron ante su incomprensión, que era preferido no hablar de este tema. Sin embargo llama la atención que ellos van discutiendo quien sería el mas importante, “concepción del hombre terreno, huir del sacrificio para procurarse, en cambio, un poco de gloria y asegurarse un puesto elevado por encima talvez de los otros”. (Intimidad Divina)
Llegaron a Cafarnaúm y, una vez que estuvieron en la casa, les preguntó:“,De qué hablaban en el camino?”. Ellos callaban, porque habían estado discutiendo sobre quién era el más grande.
Ellos no responden, descubren que sus pensamientos no son agradables a Jesús, es el silencio de los que se sienten culpables, porque en el camino discutían sobre quién fuese el más grande. La conciencia absolutamente terrena que alaba el éxito personal y lo persigue a toda costa. ¿Falta de humildad?, algo que no es fácil, es saber si nosotros estamos confundidos, porque podemos ser humildes de aspecto, pero no de corazón y en forma oculta, buscamos notoriedad, y reconocimiento a lo que hacemos, que nos elogien y eso nos encanta, claro, nos halaga la vanidad. Por cuanto para aprender a vivir en humildad, debemos tener conciencia que donde hay vanidad, hay tierra de cultivo para los defectos.
Para vivir en humildad, no tratemos de ocultarle nuestros pensamientos a Dios, ni nuestros defectos, ni nuestras debilidades, al contrario, dejémosle que el nos enseñe por medio de ellas. Haciéndole ver a Dios nuestra bajeza, reconocemos en El su grandeza, y para aprender a ser humildes y vivir en ella. Cuando somos capaces de reconocer ante Dios todas nuestras falta, nuestros errores, el va de inmediato en nuestra ayuda.
Nada hagáis por rivalidad, ni por vanagloria, sino con humildad, considerando cada cual a los demás como superiores a sí mismo, buscando cada cual no su propio interés sino el de los demás. (Filp. 2,2 3-4)
Entonces, sentándose, llamó a los Doce y les dijo: “El que quiere ser el primero, debe hacerse el último de todos y el servidor de todos”. Después, tomando a un niño, lo puso en medio de ellos y, abrazándolo, les dijo: “El que recibe a uno de estos pequeños en mi Nombre, me recibe a mí y el que me recibe, no es a mí al que recibe, sino a Aquél que me ha enviado”.
El pensamiento nos juega a veces una mala pasada, excitando pasiones por la codicia de la gloria, como les sucedió a algunos discípulos, entonces les vino en el pensamiento la idea de preguntarse quien de ellos sería el mayor o el más grande. Parece que esta pasión nace cuando en una ocasión no pudieron curar a un endemoniado y se culparon entre ellos la impotencia de unos a otros. En otra ocasión ellos habían visto que Pedro, Santiago y San Juan, habían sido llamados aparte y llevados al monte.
Pero Jesús, conocía perfectamente bien el corazón de sus íntimos amigos, conocía lo que pensaban y lo que sentían y se daba cuenta lo que ellos planeaban y tramaban en su interior. Jesús, que sabe muy bien como salvar a los hombres de las caídas, cuando vio que se suscitaba esta idea en la mente de sus discípulos como un germen de amargura, antes que tomase incremento, la arrancó de raíz. Es así como conociendo sus pensamientos, sentándose, llamó a los Doce, tomó a un niño, lo puso en medio de ellos y, abrazándolo, les dijo: El que recibe a uno de estos pequeños en mi Nombre, me recibe a mí y el que me recibe, no es a mí al que recibe, sino a Aquél que me ha enviado”
El niño tiene el alma sincera, es de corazón inmaculado, y permanece en la sencillez de sus pensamientos, el no ambiciona los honores, ni conoce las prerrogativas, entendiéndose esto por el privilegio concedido por una dignidad o un cargo, tampoco teme ser poco considerado, ni se ocupa de las cosas con gran interés. A esto niños ama y abraza el Señor; se digna tenerlos cerca de sí, pues lo imitan. Por esto dice el Señor (Mt 11,29): "Aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón".
Dos enseñaza muy claras, nos dejo aquí Jesús, una que enseña simplemente que los que quieren ser más grandes deben recibir a los pobres de Cristo por su honor, y otra los exhorta a ser párvulos en la malicia.
El mas grande será quien reconozca su más grande indigencia ante Dios, y será mayor quien más ame al humilde.
Y a pesar de todos los errores que tenemos, Cristo nos busca y nos elige, no porque somos buenos, sino porque el es bueno y nos ama al extremo y espera que nosotros cambiemos. Dios nos pide cambiar y espera que seamos hombres buenos, como su Hijo Jesucristo, “mansos y humildes de corazón.”
Para ser humildes de corazón como Cristo, tenemos que abandonar nuestra vida y dejar que El viva en nosotros, “y no vivo yo, sino que es Cristo quien vive en mí”, (Gal. 2,30). Y orando a Dios debemos pedirle su ayuda para sentir la humildad del corazón de Cristo, “Dios de la paciencia y del consuelo os conceda tener los unos para con los otros los mismos sentimientos, según Cristo Jesús” (Rom 15,5.)
La oración es la llave para abrir la puerta que le permite a Dios trabaje en nuestra vida, y para que haga su obra en nosotros, tenemos que ser humildes en todo, para dejarnos someternos por El y sentir que somos en todo, dependientes de EL, con un absoluto reconocimiento de la necesidad de El. “Todo el cimiento de la oración va fundado en humildad, y mientras más se abaja un alma y se empequeñece en la oración, más la ensalza Dios (Santa Teresa, «Moradas Séptimas», 4, 9.).
La ganancia de la humildad, es la amistad de Dios, “Vivamos con Dios como con un amigo” nos enseña la Beata carmelita Isabel de la Trinidad. En efecto, el aprecio y la estima de Dios, tiene mucho más valor que vivir preocupado de la autoestima si se es humilde. La perdida de nuestro orgullo, es beneficio para el alma, “Para vencer el orgullo: matarlo de hambre. Mira, el orgullo es amor propio. Pues bien; el amor de Dios debe ser tan fuerte que anule por completo nuestro amor propio.”(Beata Isabel de la Trinidad).
La virtud de la humildad es un gran regalo de Dios. La humildad nos permite ser su amigo y que Cristo viva en nosotros, por lo cual debemos agradecerle siempre. Esta es la gracia que nos va a estar siempre transformando en otros Cristos. Sale el alma tan gananciosa, que el demonio no osa volver otro día para no salir con la cabeza quebrada (Santa Teresa de Jesús, C 12, 6).
De Corazón
Pedro Sergio
Jesús nos habla en este relato sobre el conclusión de su misión por la tierra, donde va a ser entregado en manos de los hombres, lo mataran y luego de tres días resucitará. Todo esto esta preparado por Dios para que así sea, y de este modo después de un recorrido de dolor de su Hijo, alcanzar la reconciliación con el mundo. El signo eficaz de esto será la resurrección de Jesús.
El relato no dice que: Pero los discípulos no comprendían esto y temían hacerle preguntas. Jesús se preocupa de formar y preparar a su discípulos, sin embargo estos no entienden, y más encima, no requieren aclaraciones, a mi me parece que no es por falta de interés, sino por el falso orgullo de los hombres que sufren de miedo si les descubren su ignorancia. ¿Pero acaso es necesario saberlo todo?.
Pero también es cierto, que el temor de preguntar podía venir por la huida de la cruz, y talvez consideraron ante su incomprensión, que era preferido no hablar de este tema. Sin embargo llama la atención que ellos van discutiendo quien sería el mas importante, “concepción del hombre terreno, huir del sacrificio para procurarse, en cambio, un poco de gloria y asegurarse un puesto elevado por encima talvez de los otros”. (Intimidad Divina)
Llegaron a Cafarnaúm y, una vez que estuvieron en la casa, les preguntó:“,De qué hablaban en el camino?”. Ellos callaban, porque habían estado discutiendo sobre quién era el más grande.
Ellos no responden, descubren que sus pensamientos no son agradables a Jesús, es el silencio de los que se sienten culpables, porque en el camino discutían sobre quién fuese el más grande. La conciencia absolutamente terrena que alaba el éxito personal y lo persigue a toda costa. ¿Falta de humildad?, algo que no es fácil, es saber si nosotros estamos confundidos, porque podemos ser humildes de aspecto, pero no de corazón y en forma oculta, buscamos notoriedad, y reconocimiento a lo que hacemos, que nos elogien y eso nos encanta, claro, nos halaga la vanidad. Por cuanto para aprender a vivir en humildad, debemos tener conciencia que donde hay vanidad, hay tierra de cultivo para los defectos.
Para vivir en humildad, no tratemos de ocultarle nuestros pensamientos a Dios, ni nuestros defectos, ni nuestras debilidades, al contrario, dejémosle que el nos enseñe por medio de ellas. Haciéndole ver a Dios nuestra bajeza, reconocemos en El su grandeza, y para aprender a ser humildes y vivir en ella. Cuando somos capaces de reconocer ante Dios todas nuestras falta, nuestros errores, el va de inmediato en nuestra ayuda.
Nada hagáis por rivalidad, ni por vanagloria, sino con humildad, considerando cada cual a los demás como superiores a sí mismo, buscando cada cual no su propio interés sino el de los demás. (Filp. 2,2 3-4)
Entonces, sentándose, llamó a los Doce y les dijo: “El que quiere ser el primero, debe hacerse el último de todos y el servidor de todos”. Después, tomando a un niño, lo puso en medio de ellos y, abrazándolo, les dijo: “El que recibe a uno de estos pequeños en mi Nombre, me recibe a mí y el que me recibe, no es a mí al que recibe, sino a Aquél que me ha enviado”.
El pensamiento nos juega a veces una mala pasada, excitando pasiones por la codicia de la gloria, como les sucedió a algunos discípulos, entonces les vino en el pensamiento la idea de preguntarse quien de ellos sería el mayor o el más grande. Parece que esta pasión nace cuando en una ocasión no pudieron curar a un endemoniado y se culparon entre ellos la impotencia de unos a otros. En otra ocasión ellos habían visto que Pedro, Santiago y San Juan, habían sido llamados aparte y llevados al monte.
Pero Jesús, conocía perfectamente bien el corazón de sus íntimos amigos, conocía lo que pensaban y lo que sentían y se daba cuenta lo que ellos planeaban y tramaban en su interior. Jesús, que sabe muy bien como salvar a los hombres de las caídas, cuando vio que se suscitaba esta idea en la mente de sus discípulos como un germen de amargura, antes que tomase incremento, la arrancó de raíz. Es así como conociendo sus pensamientos, sentándose, llamó a los Doce, tomó a un niño, lo puso en medio de ellos y, abrazándolo, les dijo: El que recibe a uno de estos pequeños en mi Nombre, me recibe a mí y el que me recibe, no es a mí al que recibe, sino a Aquél que me ha enviado”
El niño tiene el alma sincera, es de corazón inmaculado, y permanece en la sencillez de sus pensamientos, el no ambiciona los honores, ni conoce las prerrogativas, entendiéndose esto por el privilegio concedido por una dignidad o un cargo, tampoco teme ser poco considerado, ni se ocupa de las cosas con gran interés. A esto niños ama y abraza el Señor; se digna tenerlos cerca de sí, pues lo imitan. Por esto dice el Señor (Mt 11,29): "Aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón".
Dos enseñaza muy claras, nos dejo aquí Jesús, una que enseña simplemente que los que quieren ser más grandes deben recibir a los pobres de Cristo por su honor, y otra los exhorta a ser párvulos en la malicia.
El mas grande será quien reconozca su más grande indigencia ante Dios, y será mayor quien más ame al humilde.
Y a pesar de todos los errores que tenemos, Cristo nos busca y nos elige, no porque somos buenos, sino porque el es bueno y nos ama al extremo y espera que nosotros cambiemos. Dios nos pide cambiar y espera que seamos hombres buenos, como su Hijo Jesucristo, “mansos y humildes de corazón.”
Para ser humildes de corazón como Cristo, tenemos que abandonar nuestra vida y dejar que El viva en nosotros, “y no vivo yo, sino que es Cristo quien vive en mí”, (Gal. 2,30). Y orando a Dios debemos pedirle su ayuda para sentir la humildad del corazón de Cristo, “Dios de la paciencia y del consuelo os conceda tener los unos para con los otros los mismos sentimientos, según Cristo Jesús” (Rom 15,5.)
La oración es la llave para abrir la puerta que le permite a Dios trabaje en nuestra vida, y para que haga su obra en nosotros, tenemos que ser humildes en todo, para dejarnos someternos por El y sentir que somos en todo, dependientes de EL, con un absoluto reconocimiento de la necesidad de El. “Todo el cimiento de la oración va fundado en humildad, y mientras más se abaja un alma y se empequeñece en la oración, más la ensalza Dios (Santa Teresa, «Moradas Séptimas», 4, 9.).
La ganancia de la humildad, es la amistad de Dios, “Vivamos con Dios como con un amigo” nos enseña la Beata carmelita Isabel de la Trinidad. En efecto, el aprecio y la estima de Dios, tiene mucho más valor que vivir preocupado de la autoestima si se es humilde. La perdida de nuestro orgullo, es beneficio para el alma, “Para vencer el orgullo: matarlo de hambre. Mira, el orgullo es amor propio. Pues bien; el amor de Dios debe ser tan fuerte que anule por completo nuestro amor propio.”(Beata Isabel de la Trinidad).
La virtud de la humildad es un gran regalo de Dios. La humildad nos permite ser su amigo y que Cristo viva en nosotros, por lo cual debemos agradecerle siempre. Esta es la gracia que nos va a estar siempre transformando en otros Cristos. Sale el alma tan gananciosa, que el demonio no osa volver otro día para no salir con la cabeza quebrada (Santa Teresa de Jesús, C 12, 6).
De Corazón
Pedro Sergio
sábado, 19 de septiembre de 2009
LUCAS 8, 4-15
“La Parábolas”Jesús nos enseñas a través de narraciones de sucesos sencillos, “La Parábolas”, con ellas aprendemos enseñanzas de alguna verdad importante, especialmente en el aspecto moral, estos relatos fáciles de comprender generalmente llegan fácilmente al corazón de los hombres.
Los ejemplos que nos pone Jesús, están siempre vivos en nosotros, especialmente porque nos exige a nosotros mismos tomar conciencia de lo que es ser cristiano, es así como no solo debemos tener oídos atentos a las parábolas, además debemos tener preparado el corazón para comprender la sensibilidad de la enseñanza y alejar toda soberbia en nosotros para aceptarla.
La sutileza de la parábola, y me refiero a la delicada, suave e interesante forma que utiliza Jesús para penetrar en nuestro corazón, nos invita a rechazar los estilos de vida conducentes al pecado, especialmente a aquellos que son productos de la soberbia, la envidia, la ira, la vanidad, el egoísmo, sentimientos que nutren la forma mas desvergonzada de vida del hombre.
Es entonces en consecuencia, la parábola, una perfecta enseñanza de moral cristiana, es interesante saber descubrir en ella el llamado de salvación y conversión a Dios.
Como se reunía una gran multitud y acudía a Jesús gente de todas las ciudades, él les dijo, valiéndose de una parábola.
Nos imaginamos una gran muchedumbre que se reúne cerca de El para oírle, y debe haber sido quizás todo el día, porque el fragmento del evangelio de Mateo (13,23) dice: Entonces él les habló extensamente por medio de parábolas.
Nos preguntamos ahora, ¿cuanto tiempo disponemos para Jesús? ¿Qué atractivo tiene para nosotros oír sus enseñanzas? ¿Tenemos interés en conocer su palabra?, me hago la pregunta en razón de que es cierto que conocemos a personas que muestran antipatía por saber que decía el Hijo de Dios.
¡El que tenga oídos, que oiga!
¡El que tenga oídos, que oiga! Para algunos puede significar el esmero con el cual se oye la Palabra del Señor. Para llamar la atención a alguien se le dice te entra por un oído y sale por el otro. Pero la frase de Jesús es más bien, un anticipo, un toque de alerta. Un llamado a meditar.
Entonces, con la parábola del sembrador, tenemos que preguntarnos como somos nosotros en cuanto a tierra de cultivo, sabemos que la semilla es de primera calidad, y germinará según se comporte el suelo que la reciba.
Atesorar la palabra en el corazón
Jesús vino a nosotros a sembrar la semilla de la Palabra de Dios y la vino a colocar en nuestro corazón. En efecto, el mejor lugar para recibir la Palabra es el corazón, ¿tenemos otra opción para atesorarla?, ese en ese lugar donde habita el amor, es allí donde Jesús nos quiere depositar sus enseñanzas, y si no tenemos disposición a recibirla en ese lugar, es cuando el maligno la arrebata.
Pero tampoco se trata de tener una disposición aparente, superficial y con una actitud inconstante, porque con esa actitud, la Palabra no surtirá los efectos para lo cual fue recibida, la semilla no echará raíces y no dará frutos.
Las atenciones y cuidados excesivos por lo terrenal, las preocupaciones e intereses por las riquezas materiales, las ambiciones y el amor al placer, opuestas a las inquietudes del espíritu no dejan que aparezca la Palabra y la ahoga. Sin embargo cuando el corazón es bueno, limpio, sencillo y bien dispuesto, es cuando se comprende bien la Palabra, es como la tierra buena capaz de hacerla germinar y dar frutos en abundancia.
Jesús nos pide entender que oír la Palabra no es suficiente, esta además debe comprenderse para que sea fructífera. Para que la semilla produzca muchos frutos, la tierra tiene que tener vitalidad para superar todos los inconvenientes que se dejaran caer en ella, es así como nosotros debemos estar bien preparados para que la Palabra produzca fuerza para que se multiplique.
Por esa razón es preciso que nos preocupemos de labrar la tierra de nuestro espíritu, para que pueda recibir la semilla, entonces nos debemos de entusiasmar con la lectura y la profundización de la Palabra de Dios.
Pero además, Jesús nos pide que nosotros seamos buenos sembradores, El espera que nos encarguemos de llevar la semilla evangélica a todo lugar, es decir que repartamos con generosidad la semilla. Dependerá de nosotros cuanto produzca de efectividad.
ORACION
“Tu Palabra, me da vida, confío en ti Señor, Tu Palabra es eterna, en ella esperare”
Tu palabra Señor, hoy es nueva, es fresca, aunque la haya oído muchas veces, llega como un susurro, como suave brisa, aunque no la dejo de sentir como un clamor que me grita dentro, me quema. ¿No estaba ardiendo nuestro corazón dentro de nosotros cuando nos hablaba en el camino y nos explicaba las Escrituras? (Lucas 24,13ss)
Y tu palabra es lluvia, semilla, mensaje, grano enterrado, trigo molido y pan de altar.
Treinta años sembrando en el silencio de la familia, tres años sembrando sin cansarse entre los hombres que tanto amas, tres días para mostrarnos que “si el grano de trigo no cae en tierra y muere no puede dar frutos”. (Jn 12,24)
“Tu Palabra, me da vida, confío en ti Señor, Tu Palabra es eterna, en ella esperare”
De Corazón
Pedro Sergio
Los ejemplos que nos pone Jesús, están siempre vivos en nosotros, especialmente porque nos exige a nosotros mismos tomar conciencia de lo que es ser cristiano, es así como no solo debemos tener oídos atentos a las parábolas, además debemos tener preparado el corazón para comprender la sensibilidad de la enseñanza y alejar toda soberbia en nosotros para aceptarla.
La sutileza de la parábola, y me refiero a la delicada, suave e interesante forma que utiliza Jesús para penetrar en nuestro corazón, nos invita a rechazar los estilos de vida conducentes al pecado, especialmente a aquellos que son productos de la soberbia, la envidia, la ira, la vanidad, el egoísmo, sentimientos que nutren la forma mas desvergonzada de vida del hombre.
Es entonces en consecuencia, la parábola, una perfecta enseñanza de moral cristiana, es interesante saber descubrir en ella el llamado de salvación y conversión a Dios.
Como se reunía una gran multitud y acudía a Jesús gente de todas las ciudades, él les dijo, valiéndose de una parábola.
Nos imaginamos una gran muchedumbre que se reúne cerca de El para oírle, y debe haber sido quizás todo el día, porque el fragmento del evangelio de Mateo (13,23) dice: Entonces él les habló extensamente por medio de parábolas.
Nos preguntamos ahora, ¿cuanto tiempo disponemos para Jesús? ¿Qué atractivo tiene para nosotros oír sus enseñanzas? ¿Tenemos interés en conocer su palabra?, me hago la pregunta en razón de que es cierto que conocemos a personas que muestran antipatía por saber que decía el Hijo de Dios.
¡El que tenga oídos, que oiga!
¡El que tenga oídos, que oiga! Para algunos puede significar el esmero con el cual se oye la Palabra del Señor. Para llamar la atención a alguien se le dice te entra por un oído y sale por el otro. Pero la frase de Jesús es más bien, un anticipo, un toque de alerta. Un llamado a meditar.
Entonces, con la parábola del sembrador, tenemos que preguntarnos como somos nosotros en cuanto a tierra de cultivo, sabemos que la semilla es de primera calidad, y germinará según se comporte el suelo que la reciba.
Atesorar la palabra en el corazón
Jesús vino a nosotros a sembrar la semilla de la Palabra de Dios y la vino a colocar en nuestro corazón. En efecto, el mejor lugar para recibir la Palabra es el corazón, ¿tenemos otra opción para atesorarla?, ese en ese lugar donde habita el amor, es allí donde Jesús nos quiere depositar sus enseñanzas, y si no tenemos disposición a recibirla en ese lugar, es cuando el maligno la arrebata.
Pero tampoco se trata de tener una disposición aparente, superficial y con una actitud inconstante, porque con esa actitud, la Palabra no surtirá los efectos para lo cual fue recibida, la semilla no echará raíces y no dará frutos.
Las atenciones y cuidados excesivos por lo terrenal, las preocupaciones e intereses por las riquezas materiales, las ambiciones y el amor al placer, opuestas a las inquietudes del espíritu no dejan que aparezca la Palabra y la ahoga. Sin embargo cuando el corazón es bueno, limpio, sencillo y bien dispuesto, es cuando se comprende bien la Palabra, es como la tierra buena capaz de hacerla germinar y dar frutos en abundancia.
Jesús nos pide entender que oír la Palabra no es suficiente, esta además debe comprenderse para que sea fructífera. Para que la semilla produzca muchos frutos, la tierra tiene que tener vitalidad para superar todos los inconvenientes que se dejaran caer en ella, es así como nosotros debemos estar bien preparados para que la Palabra produzca fuerza para que se multiplique.
Por esa razón es preciso que nos preocupemos de labrar la tierra de nuestro espíritu, para que pueda recibir la semilla, entonces nos debemos de entusiasmar con la lectura y la profundización de la Palabra de Dios.
Pero además, Jesús nos pide que nosotros seamos buenos sembradores, El espera que nos encarguemos de llevar la semilla evangélica a todo lugar, es decir que repartamos con generosidad la semilla. Dependerá de nosotros cuanto produzca de efectividad.
ORACION
“Tu Palabra, me da vida, confío en ti Señor, Tu Palabra es eterna, en ella esperare”
Tu palabra Señor, hoy es nueva, es fresca, aunque la haya oído muchas veces, llega como un susurro, como suave brisa, aunque no la dejo de sentir como un clamor que me grita dentro, me quema. ¿No estaba ardiendo nuestro corazón dentro de nosotros cuando nos hablaba en el camino y nos explicaba las Escrituras? (Lucas 24,13ss)
Y tu palabra es lluvia, semilla, mensaje, grano enterrado, trigo molido y pan de altar.
Treinta años sembrando en el silencio de la familia, tres años sembrando sin cansarse entre los hombres que tanto amas, tres días para mostrarnos que “si el grano de trigo no cae en tierra y muere no puede dar frutos”. (Jn 12,24)
“Tu Palabra, me da vida, confío en ti Señor, Tu Palabra es eterna, en ella esperare”
De Corazón
Pedro Sergio
LUCAS 8, 1-3
Jesús recorría las ciudades y los pueblos, predicando y anunciando la buena noticia del reino de Dios. Lo acompañaban los Doce y también algunas mujeres.
Acompañar a Jesús, caminar junto a él.
¿Hacia donde va nuestra vida?, ¿hacia donde caminamos?, ¿a que vamos?, pareciera fácil responder si decimos a la vida eterna, caminamos hacia la eternidad y vamos a contemplar a Dios, esa es la meta que no hemos programado.
Ahora bien ¿como se llega?, seguramente cada uno pensará en un determinado camino, pero yo tengo la convicción que para llegar de forma segura, es acompañando a Jesús, caminar junto a Jesús, seguir sus pasos, “Entonces dijo Jesús a sus discípulos, "si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz y sígame. Porque el que su alma quisiere salvar, la perderá. Mas el que perdiere su alma por mí, la hallará". (Mt-16,24-25)
La gracia es un don gratuito que el Señor da a los hombres para alcanzar la gloria, y con cuanto amor Jesús nos ofrece la gracia de su compañía, que gran oportunidad la que nos entrega Cristo para estar cerca de El, caminar junto a EL, es una invitación a caminar con un paso seguro hacia la casa del Padre. ¿Como respondemos a esta invitación?, ¿la hacemos esperar?, ¿le ponemos condiciones?
Las dificultades del acompañamiento
Acompañar a Jesús en todo, es un camino difícil, pareciera fácil, pero no lo es, debe dejarse de lado ese deseo excesivo de mostrar las propias cualidades y de que sean reconocidas y alabadas, no es para vanagloriarse o ser presumido, se debe dejar de lado el aprecio excesivo hacia todo lo que se considera un bien material, hay que olvidarse del amor excesivo hacia uno mismo, que lleva a prestar una atención desmedida a los propios intereses sin ocuparse de los ajenos.
Además, es un camino agotador, y no hay elección de un camino fácil y si lo hacemos con una carga pesada en nuestro corazón aún se hace más difícil. La intención no es desanimarlos, pero ¿de que otra forma podríamos ser digno de caminar junto a Jesús?, si no es con un corazón limpio, sin vanidad, sabiendo amar profundamente a los más pobres, a los mismos que ama el Señor, ¿como podríamos caminar junto a El, si no podemos deshacernos de las cuestiones materiales?.
hay que alimentarse bien de su palabra,
Es necesario comprender, que solo el camino de la fe es por donde se camina junto a Jesús, es necesario darse cuenta lo importante que es caminar junto a Cristo, para considerar que vamos por el camino correcto, hay que estar atento a sus señales, hay que responderle siempre en forma positiva, no se debe perder el rumbo, hay que alimentarse bien de su palabra, para tener esa energía y esa vigorosidad, esa fuerza y vitalidad para caminar a su paso, para no mirar hacia atrás, y no desalentarnos por muy difícil que sea, por mucho sudor y lagrimas que nos provoque.
Todo esto es absolutamente recompensado, porque cuando caminamos junto a Jesús, cuando lo llevamos a nuestro lado, llevamos el aliento del Señor en el oído, El nos va confortarnos, el nos transforma y vemos nuestra vida de forma distintita, y si no empapamos de el, nuestro pasos son alegres y son seguros para llegar a nuestra meta, y en ese instante sabemos hacia donde va nuestra vida, hacia donde vamos y a que vamos.
Hemos sido privilegiados al recibir el bautismo, nuestra vida es un don de Dios, somos elegidos por Dios, y Jesús no acompaña en nuestra vida, sintamos su presencia, no estamos solos, Jesús es el camino y la puerta de entrada, nos esforzamos porque el esfuerzo se recompensa con el Reino de los Cielos, el Evangelio no indica cada día como seguir por la ruta sin error, la fidelidad a su palabra no indica el camino, es así, como en cada silaba descubrimos las enseñanzas de Cristo, en cada expresión el nos pide caminar junto a El, no dudemos en aceptar esta invitación para acompañar a Jesús, todo juntos, hombre y mujeres.
De Corazón
Pedro Sergio
Acompañar a Jesús, caminar junto a él.
¿Hacia donde va nuestra vida?, ¿hacia donde caminamos?, ¿a que vamos?, pareciera fácil responder si decimos a la vida eterna, caminamos hacia la eternidad y vamos a contemplar a Dios, esa es la meta que no hemos programado.
Ahora bien ¿como se llega?, seguramente cada uno pensará en un determinado camino, pero yo tengo la convicción que para llegar de forma segura, es acompañando a Jesús, caminar junto a Jesús, seguir sus pasos, “Entonces dijo Jesús a sus discípulos, "si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz y sígame. Porque el que su alma quisiere salvar, la perderá. Mas el que perdiere su alma por mí, la hallará". (Mt-16,24-25)
La gracia es un don gratuito que el Señor da a los hombres para alcanzar la gloria, y con cuanto amor Jesús nos ofrece la gracia de su compañía, que gran oportunidad la que nos entrega Cristo para estar cerca de El, caminar junto a EL, es una invitación a caminar con un paso seguro hacia la casa del Padre. ¿Como respondemos a esta invitación?, ¿la hacemos esperar?, ¿le ponemos condiciones?
Las dificultades del acompañamiento
Acompañar a Jesús en todo, es un camino difícil, pareciera fácil, pero no lo es, debe dejarse de lado ese deseo excesivo de mostrar las propias cualidades y de que sean reconocidas y alabadas, no es para vanagloriarse o ser presumido, se debe dejar de lado el aprecio excesivo hacia todo lo que se considera un bien material, hay que olvidarse del amor excesivo hacia uno mismo, que lleva a prestar una atención desmedida a los propios intereses sin ocuparse de los ajenos.
Además, es un camino agotador, y no hay elección de un camino fácil y si lo hacemos con una carga pesada en nuestro corazón aún se hace más difícil. La intención no es desanimarlos, pero ¿de que otra forma podríamos ser digno de caminar junto a Jesús?, si no es con un corazón limpio, sin vanidad, sabiendo amar profundamente a los más pobres, a los mismos que ama el Señor, ¿como podríamos caminar junto a El, si no podemos deshacernos de las cuestiones materiales?.
hay que alimentarse bien de su palabra,
Es necesario comprender, que solo el camino de la fe es por donde se camina junto a Jesús, es necesario darse cuenta lo importante que es caminar junto a Cristo, para considerar que vamos por el camino correcto, hay que estar atento a sus señales, hay que responderle siempre en forma positiva, no se debe perder el rumbo, hay que alimentarse bien de su palabra, para tener esa energía y esa vigorosidad, esa fuerza y vitalidad para caminar a su paso, para no mirar hacia atrás, y no desalentarnos por muy difícil que sea, por mucho sudor y lagrimas que nos provoque.
Todo esto es absolutamente recompensado, porque cuando caminamos junto a Jesús, cuando lo llevamos a nuestro lado, llevamos el aliento del Señor en el oído, El nos va confortarnos, el nos transforma y vemos nuestra vida de forma distintita, y si no empapamos de el, nuestro pasos son alegres y son seguros para llegar a nuestra meta, y en ese instante sabemos hacia donde va nuestra vida, hacia donde vamos y a que vamos.
Hemos sido privilegiados al recibir el bautismo, nuestra vida es un don de Dios, somos elegidos por Dios, y Jesús no acompaña en nuestra vida, sintamos su presencia, no estamos solos, Jesús es el camino y la puerta de entrada, nos esforzamos porque el esfuerzo se recompensa con el Reino de los Cielos, el Evangelio no indica cada día como seguir por la ruta sin error, la fidelidad a su palabra no indica el camino, es así, como en cada silaba descubrimos las enseñanzas de Cristo, en cada expresión el nos pide caminar junto a El, no dudemos en aceptar esta invitación para acompañar a Jesús, todo juntos, hombre y mujeres.
De Corazón
Pedro Sergio
jueves, 17 de septiembre de 2009
LUCAS 7, 36-50
Una mujer pecadora que vivía en la ciudad, al enterarse de que Jesús estaba comiendo en casa del fariseo, se presentó con un frasco de perfume.
En aquellos tiempos, las mujeres estaban muy marginadas, sin embargo en este relato ella pasa a ser una importante protagonista, la mujer de la que decían que era pecadora se acerca a Jesús, le besa y unge los pies con perfume. El Señor, no se aparta, ni aleja a esta pecadora, al contrario, la acoge y acepta su gesto. Nuestro Señor Jesucristo, no nos rechaza por ser pecadores, y se alegra que nos acerquemos a El junto con nuestras faltas para hacernos llegar la paz espiritual que necesitamos.
Lo que Jesús hace, según las prácticas de la época, era muy mal visto, pues era pecadora, por eso el fariseo critica a Jesús y censura a la mujer diciendo: “Si este hombre fuera profeta, sabría quién es la mujer que lo toca y lo que ella es: ¡una pecadora!”.
“Simón, tengo algo que decirte
Jesús le narra una parábola para responder a los pensamientos del fariseo, para luego hacerle una pregunta muy tierna frente al perdón: “Como no tenían con qué pagar, perdonó a ambos la deuda. ¿Cuál de los dos lo amará más?”. Simón contestó: “Pienso que aquél a quien perdonó más”. Jesús le dijo: “Has juzgado bien”. En este caso, tanto el fariseo que había invitado a Jesús, como la pecadora, habían recibido algo de Jesús, el primero, a Jesús en su casa, la mujer a Jesús en su alma, el fariseo le honró con la cena, la pecadora le bañó con sus lágrimas y los secó con sus cabellos.
Pero aquél a quien se le perdona poco demuestra poco amor”
El recado de Jesús para este fariseos es: Pero aquél a quien se le perdona poco demuestra poco amor”. Los fariseos de ayer, similares a los de hoy, pensaban que no eran pecadores, por que observaban la ley rigurosamente. El Señor me enseña como muchas veces me quedo impedido de experimentar la gratuidad del amor de Dios cuando le otorgo más importancia el cumplimiento de las leyes religiosas y no en el amor con que la debo observar.
La pecadora, desde que se acerco a Jesús, no cesó de besar sus pies, ungir su cabeza, derramar perfume sobre sus pies y sus numerosos pecados, le fueron perdonados. Por eso demuestra mucho amor y Simón a pesar de todo lo que le ofreció a Jesús, mostró su poco amor
“Tu fe te ha salvado, vete en paz”.
Después dijo a la mujer: “Tus pecados te son perdonados”. Los invitados pensaron: “Quién es este hombre, que llega hasta perdonar los pecados?”. Pero Jesús dijo a la mujer: “Tu fe te ha salvado, vete en paz”.
Aquí surge la novedad de la condición de Jesús, que es, El no condena, sino acoge y lo hace con mucho amor. El relato me enseña que la fe es lo que auxilia a la los pecadores a renovarse y a encontrarse consigo mismo, pero en forma muy especial con Dios.
También me enseña este relato, como mi encuentro con Jesucristo, me otorga una fuerza nueva y antes mis faltas me hace nacer de nuevo. “Creo que si El me ha amado tan apasionadamente y me ha hecho tantos favores es por verme tan débil.” (Beata Isabel de la Trinidad)
El que se acerca a la fuente, “como la cierva, tras las corrientes de agua, así anhela mi alma, en pos de ti, mi Dios”, “Tiene mi alma sed de Dios, del Dios vivo” (Salmos (SBJ) 42).
Jesús, me quiere hacer comprender que es la fe lo que me salva, fe en él, que se hizo verdadero hombre, para vivir como verdadero amigo de los hombres, y con especial afecto por los pecadores, así fue como se hizo amigo de los publicanos, de los pecadores. El es capaz de perdonar todos nuestros pecados, y junto con ello, me regala su Palabra consoladora y vigorosa: “Tu fe te ha salvado; vete en paz”
Vivamos con Dios como con un amigo (Beata Isabel de la Trinidad)
De Corazón
Pedro Sergio
En aquellos tiempos, las mujeres estaban muy marginadas, sin embargo en este relato ella pasa a ser una importante protagonista, la mujer de la que decían que era pecadora se acerca a Jesús, le besa y unge los pies con perfume. El Señor, no se aparta, ni aleja a esta pecadora, al contrario, la acoge y acepta su gesto. Nuestro Señor Jesucristo, no nos rechaza por ser pecadores, y se alegra que nos acerquemos a El junto con nuestras faltas para hacernos llegar la paz espiritual que necesitamos.
Lo que Jesús hace, según las prácticas de la época, era muy mal visto, pues era pecadora, por eso el fariseo critica a Jesús y censura a la mujer diciendo: “Si este hombre fuera profeta, sabría quién es la mujer que lo toca y lo que ella es: ¡una pecadora!”.
“Simón, tengo algo que decirte
Jesús le narra una parábola para responder a los pensamientos del fariseo, para luego hacerle una pregunta muy tierna frente al perdón: “Como no tenían con qué pagar, perdonó a ambos la deuda. ¿Cuál de los dos lo amará más?”. Simón contestó: “Pienso que aquél a quien perdonó más”. Jesús le dijo: “Has juzgado bien”. En este caso, tanto el fariseo que había invitado a Jesús, como la pecadora, habían recibido algo de Jesús, el primero, a Jesús en su casa, la mujer a Jesús en su alma, el fariseo le honró con la cena, la pecadora le bañó con sus lágrimas y los secó con sus cabellos.
Pero aquél a quien se le perdona poco demuestra poco amor”
El recado de Jesús para este fariseos es: Pero aquél a quien se le perdona poco demuestra poco amor”. Los fariseos de ayer, similares a los de hoy, pensaban que no eran pecadores, por que observaban la ley rigurosamente. El Señor me enseña como muchas veces me quedo impedido de experimentar la gratuidad del amor de Dios cuando le otorgo más importancia el cumplimiento de las leyes religiosas y no en el amor con que la debo observar.
La pecadora, desde que se acerco a Jesús, no cesó de besar sus pies, ungir su cabeza, derramar perfume sobre sus pies y sus numerosos pecados, le fueron perdonados. Por eso demuestra mucho amor y Simón a pesar de todo lo que le ofreció a Jesús, mostró su poco amor
“Tu fe te ha salvado, vete en paz”.
Después dijo a la mujer: “Tus pecados te son perdonados”. Los invitados pensaron: “Quién es este hombre, que llega hasta perdonar los pecados?”. Pero Jesús dijo a la mujer: “Tu fe te ha salvado, vete en paz”.
Aquí surge la novedad de la condición de Jesús, que es, El no condena, sino acoge y lo hace con mucho amor. El relato me enseña que la fe es lo que auxilia a la los pecadores a renovarse y a encontrarse consigo mismo, pero en forma muy especial con Dios.
También me enseña este relato, como mi encuentro con Jesucristo, me otorga una fuerza nueva y antes mis faltas me hace nacer de nuevo. “Creo que si El me ha amado tan apasionadamente y me ha hecho tantos favores es por verme tan débil.” (Beata Isabel de la Trinidad)
El que se acerca a la fuente, “como la cierva, tras las corrientes de agua, así anhela mi alma, en pos de ti, mi Dios”, “Tiene mi alma sed de Dios, del Dios vivo” (Salmos (SBJ) 42).
Jesús, me quiere hacer comprender que es la fe lo que me salva, fe en él, que se hizo verdadero hombre, para vivir como verdadero amigo de los hombres, y con especial afecto por los pecadores, así fue como se hizo amigo de los publicanos, de los pecadores. El es capaz de perdonar todos nuestros pecados, y junto con ello, me regala su Palabra consoladora y vigorosa: “Tu fe te ha salvado; vete en paz”
Vivamos con Dios como con un amigo (Beata Isabel de la Trinidad)
De Corazón
Pedro Sergio
LUCAS 7, 31-35
¿Con quién puedo comparar a los hombres de esta generación? ¿A quién se parecen?
Los Fariseos a Juan no lo aceptan, a Jesús tampoco. Tienen la inconstancia, aquí malévola, de los muchachos en sus juegos. Jesús hace una comparación o pequeña parábola sin elementos diferenciales alegóricos.
Vino Juan en la austeridad de la penitencia, y en la soledad, y lo consideraban “endemoniado.” Viene Jesús asistiendo por su apostolado salvador a tomar contacto con “publícanos y pecadores,” y se le califica de glotón y bebedor y amigo de esas gentes despreciables. No era, en el fondo, otra razón que el orgullo farisaico, que no aceptaba imposiciones por considerarse ellos los maestros de la luz.
Jesús, para censurar a los que no aceptan su Buena Noticia, utiliza una comparación que deja entrever su dura reflexión. La pregunta de Jesús va específicamente a aquellos que no han escuchado al precursor y ahora no quieren prestar oído a su predicación. Para esta comparación presenta a algunos niños obstinados en su negativa a participar tanto en la alegría de las fiestas de bodas como en la tristeza de los funerales. Semejante obstinación hace pensar en aquella otra con la que algunos judíos rechazaron la Palabra de Dios, personificada en Jesús. No es la diferente actitud de Juan y de Jesús lo que justifica su reacción, sino únicamente su corazón, que se ha vuelto impermeable a toda invitación al arrepentimiento, a la penitencia y a la conversión.
Juan el Bautista, que no come pan ni bebe vino, y ustedes dicen: “Tiene un demonio!”. Llegó el Hijo del hombre, que come y bebe, y dicen: “¡Es un glotón y un borracho, amigo de publicanos y pecadores!”.
Son dos modos un tanto atropelladores, aunque claramente reveladores de una mentalidad cerrada en sí misma y únicamente capaz de condenar sin piedad. La expresión final, relativa a la sabiduría. “Pero la Sabiduría ha sido reconocida como justa por todos sus hijos”, nos hace pensar en otra categoría, indiscutiblemente encontrada, de personas. Se trata de esas que andan a la búsqueda de la verdad, se dejan interpelar por toda predicación auténtica y se abren al Espíritu de Dios, que obra a través de las palabras y las obras de Jesús. Mateo pone esta aprobación de la sabiduría por sus “obras.” En el fondo es lo mismo, ya que estas “obras” son las de sus “hijos,” de los hijos de la sabiduría. Esta es la sabia providencia de Dios, que cantan los libros “sapienciales,” y que dan al ser humano la rectitud y la justicia. Es la que conduce a los humanos al Reino y los hace ingresar en él, que aquí es ese “pueblo” y esos “publícanos” de los que acaba de hablar, y que por ella ingresaron en el reino.
De Corazón
Pedro Sergio
Los Fariseos a Juan no lo aceptan, a Jesús tampoco. Tienen la inconstancia, aquí malévola, de los muchachos en sus juegos. Jesús hace una comparación o pequeña parábola sin elementos diferenciales alegóricos.
Vino Juan en la austeridad de la penitencia, y en la soledad, y lo consideraban “endemoniado.” Viene Jesús asistiendo por su apostolado salvador a tomar contacto con “publícanos y pecadores,” y se le califica de glotón y bebedor y amigo de esas gentes despreciables. No era, en el fondo, otra razón que el orgullo farisaico, que no aceptaba imposiciones por considerarse ellos los maestros de la luz.
Jesús, para censurar a los que no aceptan su Buena Noticia, utiliza una comparación que deja entrever su dura reflexión. La pregunta de Jesús va específicamente a aquellos que no han escuchado al precursor y ahora no quieren prestar oído a su predicación. Para esta comparación presenta a algunos niños obstinados en su negativa a participar tanto en la alegría de las fiestas de bodas como en la tristeza de los funerales. Semejante obstinación hace pensar en aquella otra con la que algunos judíos rechazaron la Palabra de Dios, personificada en Jesús. No es la diferente actitud de Juan y de Jesús lo que justifica su reacción, sino únicamente su corazón, que se ha vuelto impermeable a toda invitación al arrepentimiento, a la penitencia y a la conversión.
Juan el Bautista, que no come pan ni bebe vino, y ustedes dicen: “Tiene un demonio!”. Llegó el Hijo del hombre, que come y bebe, y dicen: “¡Es un glotón y un borracho, amigo de publicanos y pecadores!”.
Son dos modos un tanto atropelladores, aunque claramente reveladores de una mentalidad cerrada en sí misma y únicamente capaz de condenar sin piedad. La expresión final, relativa a la sabiduría. “Pero la Sabiduría ha sido reconocida como justa por todos sus hijos”, nos hace pensar en otra categoría, indiscutiblemente encontrada, de personas. Se trata de esas que andan a la búsqueda de la verdad, se dejan interpelar por toda predicación auténtica y se abren al Espíritu de Dios, que obra a través de las palabras y las obras de Jesús. Mateo pone esta aprobación de la sabiduría por sus “obras.” En el fondo es lo mismo, ya que estas “obras” son las de sus “hijos,” de los hijos de la sabiduría. Esta es la sabia providencia de Dios, que cantan los libros “sapienciales,” y que dan al ser humano la rectitud y la justicia. Es la que conduce a los humanos al Reino y los hace ingresar en él, que aquí es ese “pueblo” y esos “publícanos” de los que acaba de hablar, y que por ella ingresaron en el reino.
De Corazón
Pedro Sergio
martes, 15 de septiembre de 2009
JUAN 19, 25-27
Cerca de la cruz de Jesús estaba su madre
La Virgen María, fue consignada por Dios desde siempre a ser la Madre de Jesús, ella con gran generosidad y como servidora y humilde esclava del Señor, acepta su voluntad. Luego concibe a Jesús, Hijo de Dios encarnado, lo engendra, lo amamanta, lo cuida, le enseña los primeros pasos, lo presenta en el templo, lo lleva a las fiesta religiosas, lo acompaña en su vida y padece junto a El, el dolor de la muerte en la cruz, todo lo que hace ella, lo hace como una buena Madre.
Madre de Dios
María es verdaderamente la Madre de Dios, porque ella engendro a Jesús y Él es Dios, entonces la Virgen María es Madre de Dios. Ella comienza a ser Madre de Dios cuando el Hijo Eterno quiso entrar en el tiempo y hacerse hombre como nosotros. “Pero cuando vino la plenitud del tiempo, Dios Envió a su Hijo, nacido de mujer y nacido bajo la ley, para que redimiese a los que estaban bajo la ley, a fin de que recibiésemos la Adopción de hijos”. Gálatas 4:4: Dios se hizo hombre sin dejar de ser Dios, así es como María es madre de Jesús, Dios y hombre verdadero.
La Madre de Dios al pie de la cruz.
María durante la vida apostólica de Nuestro Señor logró pasar casi completamente inadvertida. Al no ser llamada para ayudar directamente a su Hijo en su ministerio, no quiso interferir en su trabajo con una presencia inoportuna. Dado que la Pasión de Jesucristo tuvo lugar durante la semana pascual, se espera naturalmente encontrar a María en Jerusalén. La profecía de Simeón se cumplió en su plenitud principalmente durante los momentos de sufrimiento de Nuestro Señor. Según una tradición, su Bienaventurada Madre se encontró con Jesús cuando cargaba con la cruz camino del Gólgota, donde se dice que ella tiene un desmayo al ver a su Hijo sufriendo, sin embargo luego ella tiene un comportamiento heroico al pie de la cruz, a pesar de ello, debemos considerar su calidad de mujer y madre en su encuentro con su Hijo camino del Gólgota, mientras que es la Madre de Dios al pie de la cruz.
“Mujer, ahí tienes a tu hijo”
María, esta con nosotros durante todo el día, con ella nos sentimos tranquilos como un niño que descansa en los brazos de su madre. Cuando estamos con pena y dolor, igual como ella, cuando estuvo frente a la cruz, nos sentimos consolados, por que Jesús nos la dejo como nuestra madre, Jesús, al ver a la Madre y junto a ella al discípulo que más quería, dijo a la Madre: “Mujer, ahí tienes a tu hijo”. Después dijo al discípulo: “Ahí tienes a tu madre”.Y desde aquel momento el discípulo se la llevó a su casa y nosotros la traemos a la nuestra y nos llenamos de alegría.
Decimos entonces, gracias Jesús, por dejarnos a María como nuestra Madre, con ella, no tenemos miedo, nos sentimos seguro y nos ayuda a buscarte, especialmente cuando tenemos peligro de caer o cuando caemos y buscamos ser perdonados por ti.
María nos invita permanentemente a mirar a Jesús
El amor de María, el mismo que ella tuvo por Jesús, nos reconforta, nos levanta con su radiación y no muestra en el camino que nos lleva al Señor. María nos invita permanentemente a mirar a Jesús, como ella lo miro en la cruz. Mirar a Jesús, amor encarnado, Hijo del Padre que nos ama sin condición. Ella nos muestra como mirar a Jesús crucificado, para amarlo, y también sufrir y saber perdonar, ¡Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen!
María nos enseña mirar a Jesús en Belén, desde ese instante aprendemos a amarlo y, luego nos formamos como discípulos de su hijo amado. María fue fiel a su Hijo y lo siguió hasta la muerte en la cruz y con su fidelidad nos motiva para seguir a Jesús hasta la misma cruz. María nos enseña a ser obedientes con su Hijo, "Haced lo que El os diga" (Jn 2:5). Maria nos muestra con su fidelidad al Padre y su solidaridad con su Hijo, un modelo de vida. Así es, como damos al Padre, Gracias por María, así como decimos al Hijo, gracias por darnos una madre fiel, amorosa. Gracias porque María nos ayuda sentirnos hijos amados del Padre, hermanos de Jesús. Gracias, porque su resplandor de buena mujer y buena madre, brilla ante todos sus hijos, alumbrándonos el camino para llegar a Jesús.
Con gran confianza, con mucha esperanza, acompañados por la Santísima Virgen María, caminamos hacia la luz, hacia la vida, hacia Dios. Maria Madre de Dios, nos ayuda a mantener siempre encendida esa luz que nos ilumina el camino para llegar a Jesús.
"Y la Madre de Dios es mía, porque Jesús es mío" (S. Juan de la Cruz)
De Corazón
Pedro Sergio
La Virgen María, fue consignada por Dios desde siempre a ser la Madre de Jesús, ella con gran generosidad y como servidora y humilde esclava del Señor, acepta su voluntad. Luego concibe a Jesús, Hijo de Dios encarnado, lo engendra, lo amamanta, lo cuida, le enseña los primeros pasos, lo presenta en el templo, lo lleva a las fiesta religiosas, lo acompaña en su vida y padece junto a El, el dolor de la muerte en la cruz, todo lo que hace ella, lo hace como una buena Madre.
Madre de Dios
María es verdaderamente la Madre de Dios, porque ella engendro a Jesús y Él es Dios, entonces la Virgen María es Madre de Dios. Ella comienza a ser Madre de Dios cuando el Hijo Eterno quiso entrar en el tiempo y hacerse hombre como nosotros. “Pero cuando vino la plenitud del tiempo, Dios Envió a su Hijo, nacido de mujer y nacido bajo la ley, para que redimiese a los que estaban bajo la ley, a fin de que recibiésemos la Adopción de hijos”. Gálatas 4:4: Dios se hizo hombre sin dejar de ser Dios, así es como María es madre de Jesús, Dios y hombre verdadero.
La Madre de Dios al pie de la cruz.
María durante la vida apostólica de Nuestro Señor logró pasar casi completamente inadvertida. Al no ser llamada para ayudar directamente a su Hijo en su ministerio, no quiso interferir en su trabajo con una presencia inoportuna. Dado que la Pasión de Jesucristo tuvo lugar durante la semana pascual, se espera naturalmente encontrar a María en Jerusalén. La profecía de Simeón se cumplió en su plenitud principalmente durante los momentos de sufrimiento de Nuestro Señor. Según una tradición, su Bienaventurada Madre se encontró con Jesús cuando cargaba con la cruz camino del Gólgota, donde se dice que ella tiene un desmayo al ver a su Hijo sufriendo, sin embargo luego ella tiene un comportamiento heroico al pie de la cruz, a pesar de ello, debemos considerar su calidad de mujer y madre en su encuentro con su Hijo camino del Gólgota, mientras que es la Madre de Dios al pie de la cruz.
“Mujer, ahí tienes a tu hijo”
María, esta con nosotros durante todo el día, con ella nos sentimos tranquilos como un niño que descansa en los brazos de su madre. Cuando estamos con pena y dolor, igual como ella, cuando estuvo frente a la cruz, nos sentimos consolados, por que Jesús nos la dejo como nuestra madre, Jesús, al ver a la Madre y junto a ella al discípulo que más quería, dijo a la Madre: “Mujer, ahí tienes a tu hijo”. Después dijo al discípulo: “Ahí tienes a tu madre”.Y desde aquel momento el discípulo se la llevó a su casa y nosotros la traemos a la nuestra y nos llenamos de alegría.
Decimos entonces, gracias Jesús, por dejarnos a María como nuestra Madre, con ella, no tenemos miedo, nos sentimos seguro y nos ayuda a buscarte, especialmente cuando tenemos peligro de caer o cuando caemos y buscamos ser perdonados por ti.
María nos invita permanentemente a mirar a Jesús
El amor de María, el mismo que ella tuvo por Jesús, nos reconforta, nos levanta con su radiación y no muestra en el camino que nos lleva al Señor. María nos invita permanentemente a mirar a Jesús, como ella lo miro en la cruz. Mirar a Jesús, amor encarnado, Hijo del Padre que nos ama sin condición. Ella nos muestra como mirar a Jesús crucificado, para amarlo, y también sufrir y saber perdonar, ¡Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen!
María nos enseña mirar a Jesús en Belén, desde ese instante aprendemos a amarlo y, luego nos formamos como discípulos de su hijo amado. María fue fiel a su Hijo y lo siguió hasta la muerte en la cruz y con su fidelidad nos motiva para seguir a Jesús hasta la misma cruz. María nos enseña a ser obedientes con su Hijo, "Haced lo que El os diga" (Jn 2:5). Maria nos muestra con su fidelidad al Padre y su solidaridad con su Hijo, un modelo de vida. Así es, como damos al Padre, Gracias por María, así como decimos al Hijo, gracias por darnos una madre fiel, amorosa. Gracias porque María nos ayuda sentirnos hijos amados del Padre, hermanos de Jesús. Gracias, porque su resplandor de buena mujer y buena madre, brilla ante todos sus hijos, alumbrándonos el camino para llegar a Jesús.
Con gran confianza, con mucha esperanza, acompañados por la Santísima Virgen María, caminamos hacia la luz, hacia la vida, hacia Dios. Maria Madre de Dios, nos ayuda a mantener siempre encendida esa luz que nos ilumina el camino para llegar a Jesús.
"Y la Madre de Dios es mía, porque Jesús es mío" (S. Juan de la Cruz)
De Corazón
Pedro Sergio
lunes, 14 de septiembre de 2009
LUCAS 7, 1-10
Jesús entró en Cafarnaún. Había allí un centurión que tenía un sirviente enfermo, a punto de morir, al que estimaba mucho. Como había oído hablar de Jesús, envió a unos ancianos judíos para rogarle que viniera a sanar a su servidor.
Jesús, con su natural inclinación por hacer el bien, El que es todo compasión y bondad, lleno de amor por los hombres empezó a recorrer toda la Galilea; enseñaba en las sinagogas de los judíos, proclamaba la Buena Nueva del Reino y curaba en el pueblo todas las dolencias y enfermedades. Su fama se extendió por toda partes, la gente le traía todos sus enfermos y cuantos estaban aquejados por algún mal: endemoniados, lunáticos y paralíticos, y El los sanaba a todos. Seguramente, todo esto la había oído el Centurión y envía a unos ancianos judíos para rogarle. El Evangelio, no menciona de que estaba enfermo el sirviente del centurión, solo dice que “estaba a punto de morir.” Ante la urgencia de la súplica, Jesús no duda en atenderlo. Jesús, siempre nos atiende, no tengo ninguna duda.
Cuando estuvieron cerca de Jesús, le suplicaron con insistencia, diciéndole: “Él merece que le hagas este favor, porque ama a nuestra nación y nos ha construido la sinagoga”. Jesús fue con ellos.
Jesús fue con ellos, esto nos dice que él recibe la invitación con agrado, y, diciendo que va a curarlo, se pone en camino con ellos a casa del centurión, probablemente un hombre temeroso de Dios (Mt 23:10). También debió ser una persona honrada y humanitaria. Cerca de la casa, el Señor se encontró con una representación de amigos del centurión y enviados por él, estos le dijeron a Jesús: “Señor, no te molestes, porque no soy digno de que entres en mi casa y agrega además: “Basta que digas una palabra y mi sirviente se sanará” También, ni él se creyó digno de ir personalmente a suplicárselo. Y los “amigos” dicen a Jesús las palabras que Mateo pone en boca del centurión: que si él manda a sus subordinados, mayor es el poder de Jesús.
En la fe del centurión hay una dosis de humildad y otra de confianza, Jesús se fija más en este detalle: “Señor, no te molestes, porque no soy digno”, que en las palabras de los ancianos que lo recomendaron: “Él merece que le hagas este favor”. Siempre es más eficaz, dirigirle al Señor palabras humildes y sinceras, que recomendaciones interesadas.
“Señor, no te molestes, porque no soy digno de que entres en mi casa; por eso no me consideré digno de ir a verte personalmente.
En la humildad del centurión, que no se considera digno de que Jesús entre en su casa, se presiente la acogida de los gentiles al “mensaje” de Jesús, como se ve en los Hechos de los Apóstoles. San Ambrosio afirma que esa fe representa al pueblo pagano, que se hallaba aprisionado por las cadenas de la esclavitud al mundo, enfermo de pasiones mortales, y que había de ser sanado por la bondad del Señor.
Basta que digas una palabra y mi sirviente se sanará.
La gran fe del centurión, nos da un gran ejemplo y en esta curación del siervo del centurión, Jesús se contenta con la palabra y responde así al elogio de la eficacia de la palabra pronunciada por el centurión, cuando éste último invita a Jesús a valerse únicamente de su palabra para realizar la curación.
Todos los días nos pide Dios que tengamos fe en su Palabra. Me invita este relato, a amar la Palabra de Dios. ¿Por que amar la Palabra de Dios?, es una pregunta sencilla, y la respuesta es igual de simple, Las Sagradas Escrituras, es la Palabra de Dios, es el mensaje de Dios al hombre, no importa quien, es decir esta dirigida a toda persona. ¿Para que?, para que a través de esta Palabra, el hombre conozca íntima y personalmente a su Padre del Cielo, que es nuestro Dios, a fin de que encuentre a Jesucristo Nuestro Señor, y de este modo viva para Dios y no para si mismo. ¿Como debemos leer y comprender la Palabra de Dios?, podemos decir que “tal como es”, debemos leerla y acogerla en la fe, además de comprenderla bajo la hermosa acción del Espíritu Santo, sabiendo que es una Palabra de Dios y que nos conduce a Dios.
De Corazón
Pedro Sergio
Jesús, con su natural inclinación por hacer el bien, El que es todo compasión y bondad, lleno de amor por los hombres empezó a recorrer toda la Galilea; enseñaba en las sinagogas de los judíos, proclamaba la Buena Nueva del Reino y curaba en el pueblo todas las dolencias y enfermedades. Su fama se extendió por toda partes, la gente le traía todos sus enfermos y cuantos estaban aquejados por algún mal: endemoniados, lunáticos y paralíticos, y El los sanaba a todos. Seguramente, todo esto la había oído el Centurión y envía a unos ancianos judíos para rogarle. El Evangelio, no menciona de que estaba enfermo el sirviente del centurión, solo dice que “estaba a punto de morir.” Ante la urgencia de la súplica, Jesús no duda en atenderlo. Jesús, siempre nos atiende, no tengo ninguna duda.
Cuando estuvieron cerca de Jesús, le suplicaron con insistencia, diciéndole: “Él merece que le hagas este favor, porque ama a nuestra nación y nos ha construido la sinagoga”. Jesús fue con ellos.
Jesús fue con ellos, esto nos dice que él recibe la invitación con agrado, y, diciendo que va a curarlo, se pone en camino con ellos a casa del centurión, probablemente un hombre temeroso de Dios (Mt 23:10). También debió ser una persona honrada y humanitaria. Cerca de la casa, el Señor se encontró con una representación de amigos del centurión y enviados por él, estos le dijeron a Jesús: “Señor, no te molestes, porque no soy digno de que entres en mi casa y agrega además: “Basta que digas una palabra y mi sirviente se sanará” También, ni él se creyó digno de ir personalmente a suplicárselo. Y los “amigos” dicen a Jesús las palabras que Mateo pone en boca del centurión: que si él manda a sus subordinados, mayor es el poder de Jesús.
En la fe del centurión hay una dosis de humildad y otra de confianza, Jesús se fija más en este detalle: “Señor, no te molestes, porque no soy digno”, que en las palabras de los ancianos que lo recomendaron: “Él merece que le hagas este favor”. Siempre es más eficaz, dirigirle al Señor palabras humildes y sinceras, que recomendaciones interesadas.
“Señor, no te molestes, porque no soy digno de que entres en mi casa; por eso no me consideré digno de ir a verte personalmente.
En la humildad del centurión, que no se considera digno de que Jesús entre en su casa, se presiente la acogida de los gentiles al “mensaje” de Jesús, como se ve en los Hechos de los Apóstoles. San Ambrosio afirma que esa fe representa al pueblo pagano, que se hallaba aprisionado por las cadenas de la esclavitud al mundo, enfermo de pasiones mortales, y que había de ser sanado por la bondad del Señor.
Basta que digas una palabra y mi sirviente se sanará.
La gran fe del centurión, nos da un gran ejemplo y en esta curación del siervo del centurión, Jesús se contenta con la palabra y responde así al elogio de la eficacia de la palabra pronunciada por el centurión, cuando éste último invita a Jesús a valerse únicamente de su palabra para realizar la curación.
Todos los días nos pide Dios que tengamos fe en su Palabra. Me invita este relato, a amar la Palabra de Dios. ¿Por que amar la Palabra de Dios?, es una pregunta sencilla, y la respuesta es igual de simple, Las Sagradas Escrituras, es la Palabra de Dios, es el mensaje de Dios al hombre, no importa quien, es decir esta dirigida a toda persona. ¿Para que?, para que a través de esta Palabra, el hombre conozca íntima y personalmente a su Padre del Cielo, que es nuestro Dios, a fin de que encuentre a Jesucristo Nuestro Señor, y de este modo viva para Dios y no para si mismo. ¿Como debemos leer y comprender la Palabra de Dios?, podemos decir que “tal como es”, debemos leerla y acogerla en la fe, además de comprenderla bajo la hermosa acción del Espíritu Santo, sabiendo que es una Palabra de Dios y que nos conduce a Dios.
De Corazón
Pedro Sergio
domingo, 13 de septiembre de 2009
MARCOS 8:27-30
¿Quién dice la gente que soy yo?"
El Relato de Marcos, nos hace una pregunta sobre la identidad de Jesús. Por la forma como lo describe este Evangelio, ya había mucha fama del Señor y El ya lo sabía, sin embargo le hace a sus discípulos esta pregunta esencial. Jesús de muchas maneras siempre nos esta preguntado o interpelando.
Sus discípulos, haciéndose conocedores de lo que la gente comenta, en especial sobre las esperanzas mesiánicas de Israel, le notifican al Señor que él es considerado como Juan el Bautista, o bien como el profeta Elías. De Elías, se esperaba su retorno precediendo a la venida del Mesías. “. He aquí que yo envío a mi mensajero a allanar el camino delante de mí, y enseguida vendrá a su Templo el Señor a quien vosotros buscáis; (Malaquías (SBJ) 3,1). También suponían que podría ser algún otro profeta.
El Señor me demanda ahora una respuesta, que escucho yo que dicen de él, y cuando escucho algo de él que no es cierto, ¿Qué le digo a la gente?, ¿me preocupo de decir lo que se yo de quien es él?
"Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?"
Ahora el Señor nos hace una pregunta esencial, "Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?". Pedro respondió: "Tú eres el Mesías", es decir, Cristo, es decir el Salvador. Pedro es el modelo de discípulo que profesa su propia fe en Jesús reconociéndolo como Mesías.
Sin embargo, aunque con su actitud y su respuesta tan espontánea es sincera, el se llena de temor cuando “Jesús comenzó a enseñarles que el Hijo del hombre debía sufrir mucho y ser rechazado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas; que debía ser condenado a muerte y resucitar después de tres días.” Pedro sigue una lógica diferente respecto a la de Dios, a la que se opone como Satanás. Entonces Jesús, dándose vuelta y mirando a sus discípulos, lo reprendió, diciendo: "¡Retírate, ve detrás de mí, Satanás! porque tus pensamientos no son los de Dios, sino los de los hombres".
Seguramente Pedro pensaba que había dado la respuesta correcta y ciertamente así lo había hecho, pero no le da a esta palabra el significado justo. Pedro no entiende a Jesús y creo que para Pedro la respuesta de Jesús fue severísima. Lo llama Satanás!, es decir lo llama como el ser que aleja a los hombre del camino de Dios y por supuesto, el Señor no permite que nadie lo aleje del camino de Dios.
Tengo que mirar con honestidad y responder desde mi corazón, ¿Quién es para mí Jesús?, ¿Qué es Jesús para mi?, ¿Me siento yo uno de sus discípulos?, ¿he vivido con Jesús y para Jesús?, “A priori” la respuesta puede ser sencilla, sin embargo, esta debe ser después de una profunda reflexión, por que la respuesta es vacía si no afecta a mi vida, es decir es una respuesta hueca si no enuncia mi compromiso con él.
El que quiera venir detrás de mí
"El que quiera venir detrás de mí, que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga. Porque el que quiera salvar su vida, la perderá; y el que pierda su vida por mí y por la Buena Noticia, la salvará".
Jesús me esta pidiendo un compromiso, tomar y cargar la Cruz, es momento de expresar como San Pablo: “En cuanto a mí ¡Dios me libre gloriarme si nos es en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por la cual el mundo es para mí un crucificado y yo un crucificado para el mundo!” (Gálatas (SBJ) 6,14)
¿Es la cruz pensar fatalistamente?, de ninguna manera, el Señor dice el que quiera seguirme, es decir en forma voluntaria, no es una exigencia, pero si es una consecuencia del compromiso libremente asumido, como lo hizo el propio Jesús para revelar la Buena Noticia.
Oración
OH mi Jesús Amado, por cierto que anhelo seguirte por siempre, es todo mi deseo, vivir contigo, pero ya sabes, no me es fácil convencerme de ese espíritu de renuncia, de abnegación, aunque comprendo que la Cruz es la meta. Pasamos momento difíciles, angustiosos, donde hay mucho dolor, pero ante todo, solo quiero una palabra en mi mente, “El que quiera seguirme, que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga”. Por eso mi amado Jesús, frente a nuestra debilidad, frente a esa cruz demasiada grande para mí, regálame mucha fuerza, te ofrezco todos mis padecimientos, y ayúdame a unirme a ti y como prueba de mi amor por ti, haré cuanto pueda para no abandonar el camino de la cruz. A cambio, de de renunciar a mi mismo, nada quiero pedir mas que amarte, mi amado Jesús.
De Corazón
Pedro Sergio
El Relato de Marcos, nos hace una pregunta sobre la identidad de Jesús. Por la forma como lo describe este Evangelio, ya había mucha fama del Señor y El ya lo sabía, sin embargo le hace a sus discípulos esta pregunta esencial. Jesús de muchas maneras siempre nos esta preguntado o interpelando.
Sus discípulos, haciéndose conocedores de lo que la gente comenta, en especial sobre las esperanzas mesiánicas de Israel, le notifican al Señor que él es considerado como Juan el Bautista, o bien como el profeta Elías. De Elías, se esperaba su retorno precediendo a la venida del Mesías. “. He aquí que yo envío a mi mensajero a allanar el camino delante de mí, y enseguida vendrá a su Templo el Señor a quien vosotros buscáis; (Malaquías (SBJ) 3,1). También suponían que podría ser algún otro profeta.
El Señor me demanda ahora una respuesta, que escucho yo que dicen de él, y cuando escucho algo de él que no es cierto, ¿Qué le digo a la gente?, ¿me preocupo de decir lo que se yo de quien es él?
"Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?"
Ahora el Señor nos hace una pregunta esencial, "Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?". Pedro respondió: "Tú eres el Mesías", es decir, Cristo, es decir el Salvador. Pedro es el modelo de discípulo que profesa su propia fe en Jesús reconociéndolo como Mesías.
Sin embargo, aunque con su actitud y su respuesta tan espontánea es sincera, el se llena de temor cuando “Jesús comenzó a enseñarles que el Hijo del hombre debía sufrir mucho y ser rechazado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas; que debía ser condenado a muerte y resucitar después de tres días.” Pedro sigue una lógica diferente respecto a la de Dios, a la que se opone como Satanás. Entonces Jesús, dándose vuelta y mirando a sus discípulos, lo reprendió, diciendo: "¡Retírate, ve detrás de mí, Satanás! porque tus pensamientos no son los de Dios, sino los de los hombres".
Seguramente Pedro pensaba que había dado la respuesta correcta y ciertamente así lo había hecho, pero no le da a esta palabra el significado justo. Pedro no entiende a Jesús y creo que para Pedro la respuesta de Jesús fue severísima. Lo llama Satanás!, es decir lo llama como el ser que aleja a los hombre del camino de Dios y por supuesto, el Señor no permite que nadie lo aleje del camino de Dios.
Tengo que mirar con honestidad y responder desde mi corazón, ¿Quién es para mí Jesús?, ¿Qué es Jesús para mi?, ¿Me siento yo uno de sus discípulos?, ¿he vivido con Jesús y para Jesús?, “A priori” la respuesta puede ser sencilla, sin embargo, esta debe ser después de una profunda reflexión, por que la respuesta es vacía si no afecta a mi vida, es decir es una respuesta hueca si no enuncia mi compromiso con él.
El que quiera venir detrás de mí
"El que quiera venir detrás de mí, que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga. Porque el que quiera salvar su vida, la perderá; y el que pierda su vida por mí y por la Buena Noticia, la salvará".
Jesús me esta pidiendo un compromiso, tomar y cargar la Cruz, es momento de expresar como San Pablo: “En cuanto a mí ¡Dios me libre gloriarme si nos es en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por la cual el mundo es para mí un crucificado y yo un crucificado para el mundo!” (Gálatas (SBJ) 6,14)
¿Es la cruz pensar fatalistamente?, de ninguna manera, el Señor dice el que quiera seguirme, es decir en forma voluntaria, no es una exigencia, pero si es una consecuencia del compromiso libremente asumido, como lo hizo el propio Jesús para revelar la Buena Noticia.
Oración
OH mi Jesús Amado, por cierto que anhelo seguirte por siempre, es todo mi deseo, vivir contigo, pero ya sabes, no me es fácil convencerme de ese espíritu de renuncia, de abnegación, aunque comprendo que la Cruz es la meta. Pasamos momento difíciles, angustiosos, donde hay mucho dolor, pero ante todo, solo quiero una palabra en mi mente, “El que quiera seguirme, que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga”. Por eso mi amado Jesús, frente a nuestra debilidad, frente a esa cruz demasiada grande para mí, regálame mucha fuerza, te ofrezco todos mis padecimientos, y ayúdame a unirme a ti y como prueba de mi amor por ti, haré cuanto pueda para no abandonar el camino de la cruz. A cambio, de de renunciar a mi mismo, nada quiero pedir mas que amarte, mi amado Jesús.
De Corazón
Pedro Sergio
LUCAS 6, 43-49
“No hay árbol bueno que dé frutos malos, ni árbol malo que dé frutos buenos: cada árbol se reconoce por su fruto. No se recogen higos de los espinos ni se cosechan uvas de las zarzas.
Jesús nos dice que cada uno de nosotros es como un árbol y si este es bueno puede dar frutos buenos, y por otra parte nos expone que no es posible aspirar que dé frutos buenos si es el árbol es malo. El Apóstol Santiago nos dice: ¿Acaso la fuente mana por el mismo caño agua dulce y amarga? ¿Acaso, hermanos míos, puede la higuera producir aceitunas y la vid higos? Tampoco el agua salada puede producir agua dulce. (Santiago (SBJ) 3, 11-12).
Considero que estas Palabras que me dice el Señor, son para estremecerme, si él me ha llamado por mi nombre, es porque me conoce, y El sabe bien lo que hay en mi corazón como en el de cada uno de sus seguidores, para El, hay, luego, un tesoro bueno y otro malo, por lo mismo hay un corazón bueno y otro malo, en todo lo que hace, piensa y dice.
El hombre bueno saca el bien del tesoro de bondad que tiene en su corazón.
Todo lo que viene de mi interior, es decir de mi corazón, es lo que reflejo hacia el exterior y todo cuanto viene del exterior va a mi corazón.
“Y mantén firme el consejo de tu corazón, que nadie es para ti más fiel que él. Pues el alma del hombre puede a veces advertir más que siete vigías sentados en lo alto para vigilar. Y por encima de todo esto suplica al Altísimo, para que enderece tu camino en la verdad…. Raíz de los pensamientos es el corazón, (Eclesiástico (SBJ) 37, 15-17).
Y me dice Jesús: “El malo saca el mal de su maldad, porque de la abundancia del corazón habla su boca.” Esto me hace reflexionar como mi corazón sabe bien que de él surgen tanto pensamientos buenos como malos, ideas humanas o crueles, acciones buenas o malas.
Debo responder a mi Señor, como voy a sanar mi corazón para que sea bueno y que deseo que de él para que sea un tesoro de bondad, piedad y caridad. Pero también debo responder a su pregunta: ¿Por qué ustedes me llaman: “Señor, Señor”, y no hacen lo que les digo?. Por tanto debo comprender que lo importante no es solo hablar bien de Dios, sino hacer la voluntad del Padre.
Yo les diré a quién se parece todo aquél que viene a mí, escucha mis palabras y las practica.
Se parece a un hombre que, queriendo construir una casa, cayó profundamente y puso los cimientos sobre la roca. Me dice el Señor que mí seguridad, son los fundamentos que vienen de Dios, y él me invita a El para escuchar y para practicar sus enseñanzas, todo esto es el fundamento firme para superarme en las dificultades y no me hunda en las tormentas.
Es así como cantamos el Salmo: El Señor es mi roca y mi baluarte, mi liberador, mi Dios; la peña en que me amparo, mi escudo y fuerza de mi salvación, mi ciudadela y mi refugio. (Salmos (SBJ) 18,3)
De Corazón
Pedro Sergio
Jesús nos dice que cada uno de nosotros es como un árbol y si este es bueno puede dar frutos buenos, y por otra parte nos expone que no es posible aspirar que dé frutos buenos si es el árbol es malo. El Apóstol Santiago nos dice: ¿Acaso la fuente mana por el mismo caño agua dulce y amarga? ¿Acaso, hermanos míos, puede la higuera producir aceitunas y la vid higos? Tampoco el agua salada puede producir agua dulce. (Santiago (SBJ) 3, 11-12).
Considero que estas Palabras que me dice el Señor, son para estremecerme, si él me ha llamado por mi nombre, es porque me conoce, y El sabe bien lo que hay en mi corazón como en el de cada uno de sus seguidores, para El, hay, luego, un tesoro bueno y otro malo, por lo mismo hay un corazón bueno y otro malo, en todo lo que hace, piensa y dice.
El hombre bueno saca el bien del tesoro de bondad que tiene en su corazón.
Todo lo que viene de mi interior, es decir de mi corazón, es lo que reflejo hacia el exterior y todo cuanto viene del exterior va a mi corazón.
“Y mantén firme el consejo de tu corazón, que nadie es para ti más fiel que él. Pues el alma del hombre puede a veces advertir más que siete vigías sentados en lo alto para vigilar. Y por encima de todo esto suplica al Altísimo, para que enderece tu camino en la verdad…. Raíz de los pensamientos es el corazón, (Eclesiástico (SBJ) 37, 15-17).
Y me dice Jesús: “El malo saca el mal de su maldad, porque de la abundancia del corazón habla su boca.” Esto me hace reflexionar como mi corazón sabe bien que de él surgen tanto pensamientos buenos como malos, ideas humanas o crueles, acciones buenas o malas.
Debo responder a mi Señor, como voy a sanar mi corazón para que sea bueno y que deseo que de él para que sea un tesoro de bondad, piedad y caridad. Pero también debo responder a su pregunta: ¿Por qué ustedes me llaman: “Señor, Señor”, y no hacen lo que les digo?. Por tanto debo comprender que lo importante no es solo hablar bien de Dios, sino hacer la voluntad del Padre.
Yo les diré a quién se parece todo aquél que viene a mí, escucha mis palabras y las practica.
Se parece a un hombre que, queriendo construir una casa, cayó profundamente y puso los cimientos sobre la roca. Me dice el Señor que mí seguridad, son los fundamentos que vienen de Dios, y él me invita a El para escuchar y para practicar sus enseñanzas, todo esto es el fundamento firme para superarme en las dificultades y no me hunda en las tormentas.
Es así como cantamos el Salmo: El Señor es mi roca y mi baluarte, mi liberador, mi Dios; la peña en que me amparo, mi escudo y fuerza de mi salvación, mi ciudadela y mi refugio. (Salmos (SBJ) 18,3)
De Corazón
Pedro Sergio
viernes, 11 de septiembre de 2009
LUCAS 6, 37-42
Jesús dijo a sus discípulos: “No juzguen y no serán juzgados; no condenen y no serán condenados
Es cierto que existen ocasiones en la cual me parecen grandes o enormes las faltas de otros en comparación a las mías. En ese minuto debo recordar cuando el Señor me dice, que en lugar de mirar la paja en el ojo ajeno, debo ver la viga que hay en el mío.
En efecto, nuestro egoísmo nos hace ver las faltas de nuestro prójimo con gran facilidad, aumentamos las de ellos y despreciamos la nuestras. Todo esto hace necesario un examen de conciencia, tal vez así, podríamos darnos cuenta del dolor que nosotros mismos provocamos a quienes están en nuestros comentarios, y por supuesto, darnos cuenta que con esta actitud, le estamos fallando al Señor, porque no nos estamos amando como se nos esta mandado.
Perdonen y serán perdonados.
¿Y donde queda la misericordia? Digo con gran alegría que Dios es rico en misericordia, además que es infinita, pero y la mía, ¿Hasta dónde llega?
La Sagradas Escrituras, a través del libro del Eclesiástico (Eclo 27, 30- 28,7), no muestra el vínculo que une el perdón otorgado por el hombre a su semejante, con el perdón que él mismo pide a Dios y nos dice que “El rencor y la ira son abominables, y ambas cosas son patrimonio del pecador”. Y nos preguntamos ¿Cómo puede un hombre guardar rencor a otro y pedir la salud al Señor? ¡No tiene piedad de un hombre semejante a él y se atreve a implorar por sus pecados! El punto esta en si somos capaces de aceptar de esta lectura: “Perdona el agravio a tu prójimo y entonces, cuando ores, serán absueltos tus pecados.”o “y no guardes rencor a tu prójimo; piensa en la Alianza del Altísimo, y pasa por alto la ofensa.”
Mirando la cruz, me acuerdo de las enseñanzas de Jesucristo antes de expirar, implora perdón para sus verdugos.
Ciertamente, la “ley del talión”, fue abolida y el mensaje del Eclesiástico no es otro que: si los hombres no olvidan los agravios recibidos de sus prójimos, tampoco Dios les perdonará las ofensas que han cometido contra Él. Inversamente, quien perdona a su prójimo, se verá a su vez perdonado por Dios.
En respuesta a la infinita misericordia de Dios, el salmo (Sal 102, 1-4.9-12), nos recuerda su bondad y compasión, “El Señor es bondadoso y compasivo.”, Él perdona todas tus culpas y cura todas tus dolencias; rescata tu vida del sepulcro, te corona de amor y de ternura. No acusa de manera inapelable ni guarda rencor eternamente; no nos trata según nuestros pecados ni nos paga conforme a nuestras culpas.
¿Puede un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán los dos en un pozo?
En el Evangelio de Mateo, (Mt 23, 13-22), Jesús condena diciendo:”¡Ay de ustedes, guías ciegos” En efecto, queremos ser Luz y sin embargo podemos se tinieblas, y en vez de llevar a nuestros hermanos por el buen camino, los llevamos por el despeñadero, empujados por nuestra mala actitud y malos ejemplos, y así nos transformamos en ciegos, guiando a otros ciegos por caminos peligrosos, y esto porque nosotros no somos capaces de ver cual es el verdadero camino, que conduce a la santidad, al Reino de los Cielos.
Esa es la claridad que me pone Jesús al condenarme si actúo soberbiamente, si me resisto a la verdad y arrastro a otros por mi error. Por tanto debo tratar entonces de cumplir con las obligaciones de vida apostólica que el Señor me ha encargado, hacerlo con consecuencia, con coherencia, y debo hacerlo siempre, es mi tarea como cristiano, donde estoy siendo llamado por Dios todos los días.
No hagamos oídos sordos, no nos dejemos conducir por ciegos, seamos luces verdaderas, demos todo de sí, para dar testimonio y ejemplo, para que mas hombres se hagan cristianos, y muchos cristianos católicos, nuestro mundo andará mejor.
El discípulo no es superior al maestro; cuando el discípulo llegue a ser perfecto, será como su maestro.
Esta es la afirmación que debo tener siempre presente, solo El es mi Maestro, de El debo aprender, a El le debo obligación por sobre cualquier otro, a El debo acudir, El es mi fuente, El es mi principio, no tengo porque seguir otras reglas, El me dejo el Evangelio, allí esta mi norma de vida.
Tengamos esto muy presente, porque no faltará alguno que nos quiera exponernos ciertos principios adornados de moralidad y falsa prudencia en nombre de la fraternidad y la buena convivencia a fin de seducirnos con actitudes que no son otra cosa que “cantos de sirenas”, tengamos cuidado, y apretemos fuertemente a nuestro corazón el Evangelio y a todos su principios y enseñanzas, de esa forma estaremos siempre al lado de la verdad. Pero tengamos presente, que los Evangelios no se interpretan al gusto de cada uno ni se acomoda, se interpreta como Jesús los enseñó, El es el Maestro.
De Corazón
Pedro Sergio
Es cierto que existen ocasiones en la cual me parecen grandes o enormes las faltas de otros en comparación a las mías. En ese minuto debo recordar cuando el Señor me dice, que en lugar de mirar la paja en el ojo ajeno, debo ver la viga que hay en el mío.
En efecto, nuestro egoísmo nos hace ver las faltas de nuestro prójimo con gran facilidad, aumentamos las de ellos y despreciamos la nuestras. Todo esto hace necesario un examen de conciencia, tal vez así, podríamos darnos cuenta del dolor que nosotros mismos provocamos a quienes están en nuestros comentarios, y por supuesto, darnos cuenta que con esta actitud, le estamos fallando al Señor, porque no nos estamos amando como se nos esta mandado.
Perdonen y serán perdonados.
¿Y donde queda la misericordia? Digo con gran alegría que Dios es rico en misericordia, además que es infinita, pero y la mía, ¿Hasta dónde llega?
La Sagradas Escrituras, a través del libro del Eclesiástico (Eclo 27, 30- 28,7), no muestra el vínculo que une el perdón otorgado por el hombre a su semejante, con el perdón que él mismo pide a Dios y nos dice que “El rencor y la ira son abominables, y ambas cosas son patrimonio del pecador”. Y nos preguntamos ¿Cómo puede un hombre guardar rencor a otro y pedir la salud al Señor? ¡No tiene piedad de un hombre semejante a él y se atreve a implorar por sus pecados! El punto esta en si somos capaces de aceptar de esta lectura: “Perdona el agravio a tu prójimo y entonces, cuando ores, serán absueltos tus pecados.”o “y no guardes rencor a tu prójimo; piensa en la Alianza del Altísimo, y pasa por alto la ofensa.”
Mirando la cruz, me acuerdo de las enseñanzas de Jesucristo antes de expirar, implora perdón para sus verdugos.
Ciertamente, la “ley del talión”, fue abolida y el mensaje del Eclesiástico no es otro que: si los hombres no olvidan los agravios recibidos de sus prójimos, tampoco Dios les perdonará las ofensas que han cometido contra Él. Inversamente, quien perdona a su prójimo, se verá a su vez perdonado por Dios.
En respuesta a la infinita misericordia de Dios, el salmo (Sal 102, 1-4.9-12), nos recuerda su bondad y compasión, “El Señor es bondadoso y compasivo.”, Él perdona todas tus culpas y cura todas tus dolencias; rescata tu vida del sepulcro, te corona de amor y de ternura. No acusa de manera inapelable ni guarda rencor eternamente; no nos trata según nuestros pecados ni nos paga conforme a nuestras culpas.
¿Puede un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán los dos en un pozo?
En el Evangelio de Mateo, (Mt 23, 13-22), Jesús condena diciendo:”¡Ay de ustedes, guías ciegos” En efecto, queremos ser Luz y sin embargo podemos se tinieblas, y en vez de llevar a nuestros hermanos por el buen camino, los llevamos por el despeñadero, empujados por nuestra mala actitud y malos ejemplos, y así nos transformamos en ciegos, guiando a otros ciegos por caminos peligrosos, y esto porque nosotros no somos capaces de ver cual es el verdadero camino, que conduce a la santidad, al Reino de los Cielos.
Esa es la claridad que me pone Jesús al condenarme si actúo soberbiamente, si me resisto a la verdad y arrastro a otros por mi error. Por tanto debo tratar entonces de cumplir con las obligaciones de vida apostólica que el Señor me ha encargado, hacerlo con consecuencia, con coherencia, y debo hacerlo siempre, es mi tarea como cristiano, donde estoy siendo llamado por Dios todos los días.
No hagamos oídos sordos, no nos dejemos conducir por ciegos, seamos luces verdaderas, demos todo de sí, para dar testimonio y ejemplo, para que mas hombres se hagan cristianos, y muchos cristianos católicos, nuestro mundo andará mejor.
El discípulo no es superior al maestro; cuando el discípulo llegue a ser perfecto, será como su maestro.
Esta es la afirmación que debo tener siempre presente, solo El es mi Maestro, de El debo aprender, a El le debo obligación por sobre cualquier otro, a El debo acudir, El es mi fuente, El es mi principio, no tengo porque seguir otras reglas, El me dejo el Evangelio, allí esta mi norma de vida.
Tengamos esto muy presente, porque no faltará alguno que nos quiera exponernos ciertos principios adornados de moralidad y falsa prudencia en nombre de la fraternidad y la buena convivencia a fin de seducirnos con actitudes que no son otra cosa que “cantos de sirenas”, tengamos cuidado, y apretemos fuertemente a nuestro corazón el Evangelio y a todos su principios y enseñanzas, de esa forma estaremos siempre al lado de la verdad. Pero tengamos presente, que los Evangelios no se interpretan al gusto de cada uno ni se acomoda, se interpreta como Jesús los enseñó, El es el Maestro.
De Corazón
Pedro Sergio
LUCAS 6, 27-36
Jesús dijo a sus discípulos: Yo les digo a ustedes que me escuchan: Amen a sus enemigos, hagan el bien a los que los odian.
“Yo les digo a ustedes que me escuchan”, ¿escuchamos al Señor?, la petición del Jesús es muy clara, el no solo confronta el amor al odio, además de eso nos pide que nuestro amor se centralice esencialmente en aquellos que nos odian. ¿Es esta una petición muy exigente?, talvez sí los sea, pero esta petición tan noble viene pedida desde el corazón mismo de Dios “que es bueno con los desagradecidos y los malos”.
¿Y que tipo de amor nos pide?, a mi me parece claro que no es amor indeterminado y es algo que debo convertir en muchos gestos que debo hacer a diario que muestren de verdad amor.
Al que te pegue en una mejilla, preséntale también la otra
La doctrina de Jesús, que se desprende de este caso concreto, es que como cristianos, debemos tener nuestra caridad al prójimo tan acentuada, que en los casos mismos de ofensa o abuso, como en la bofetada debemos tener la disposición y ánimo al perdón y a la generosidad con quien nos ofende. Esta forma paradójica de hablar del Señor, es un modo de exponer la actitud de caridad y perdón que se ha de tener con el que nos ofende; no sólo perdonar a la primera injuria, sino estar preparado a perdonar nuevas ofensas, ofreciendo así, con la otra mejilla, toda la generosidad de nuestro perdón.
Dale a todo el que te pida, y al que tome lo tuyo no se lo reclames. Hagan por los demás lo que quieren que los hombres hagan por ustedes. Si aman a aquéllos que los aman, ¿qué mérito tienen?
Cristo nos enseña dar al que al que te pide, y no solo es dar cosas materiales, el hombre esta necesitado de la Palabra, de la amistad, del cariño, de la paz y del respeto. Dale a todo el que te pida, y al que tome lo tuyo no se lo reclames. Esta es una insistencia del Señor, por eso hay que reiterar esta solicitud siempre, El quiere que seamos benevolentes, piadosos, clementes, compasivos, tengamos caridad por nuestros hermanos, tengamos disposición de ayudar y no de volver las espaldas.
Por cierto, toda nuestra vida, como hijos de Dios, tenemos que hacerla de la mejor forma, con y por la caridad, en ella se expresa fielmente el amor fraterno, es así como Jesús siempre nos enseña que hemos de dar y buscar el amor al prójimo.
En efecto, Jesús, de muchas maneras nos pide, que amemos al prójimo, como a nosotros mismos. Una forma de amar, es no ofender, no herir, no arrogarse el derecho de juzgar a otros, no acusar falsamente, no criticar para dejar en menos a otro, ya que todas estas actitudes, son bofetadas y menosprecio a quien el Señor nos pide amar.
Sean misericordiosos, como el Padre de ustedes es misericordioso.
Para Jesús, no tiene mucho sentido amar sólo a los que nos aman, es decir con esto no habría en ello mérito alguno y, sobre todo, nuestro amor no sería signo distintivo de nuestra exclusiva e indiscutible pertenencia a Cristo: Porque hasta los pecadores aman a aquéllos que los aman. Si hacen el bien a aquéllos que se lo hacen a ustedes, ¿qué mérito tienen?
Y jesús nos pide además que seamos misericordiosos, como Dios es misericordioso con nosotros. Se trata de un amor que sabe perdonar porque ha experimentado el don del perdón. Sean misericordioso es un llamado que nos hace Jesús, para imitar a Dios, “que es amor misericordioso”, por medio de actos de bondad, de compasión, piedad y humanidad
Me enseña este relato, que el mensaje medular de todas las enseñanza de Jesús es poner de manifiesto la verdad del Dios-amor, grande y misericordioso, amor paciente e indulgente, amor que es incondicionado.
Este relato me demanda a que seamos como Jesús de Nazaret, que amo hasta la entrega de sí mismo, sin reservas ni intereses, y entonces me debo hacer una pregunta y responder al Señor si soy capaz o si estoy dispuesto a amar hasta el extremo de mis propias fuerzas, sin remordimientos ni desagravios, es decir amar a todos siempre, sin exceptuar a nadie.
Felices los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia. Señor, tu misericordia llega al cielo.
De Corazón
Pedro Sergio
“Yo les digo a ustedes que me escuchan”, ¿escuchamos al Señor?, la petición del Jesús es muy clara, el no solo confronta el amor al odio, además de eso nos pide que nuestro amor se centralice esencialmente en aquellos que nos odian. ¿Es esta una petición muy exigente?, talvez sí los sea, pero esta petición tan noble viene pedida desde el corazón mismo de Dios “que es bueno con los desagradecidos y los malos”.
¿Y que tipo de amor nos pide?, a mi me parece claro que no es amor indeterminado y es algo que debo convertir en muchos gestos que debo hacer a diario que muestren de verdad amor.
Al que te pegue en una mejilla, preséntale también la otra
La doctrina de Jesús, que se desprende de este caso concreto, es que como cristianos, debemos tener nuestra caridad al prójimo tan acentuada, que en los casos mismos de ofensa o abuso, como en la bofetada debemos tener la disposición y ánimo al perdón y a la generosidad con quien nos ofende. Esta forma paradójica de hablar del Señor, es un modo de exponer la actitud de caridad y perdón que se ha de tener con el que nos ofende; no sólo perdonar a la primera injuria, sino estar preparado a perdonar nuevas ofensas, ofreciendo así, con la otra mejilla, toda la generosidad de nuestro perdón.
Dale a todo el que te pida, y al que tome lo tuyo no se lo reclames. Hagan por los demás lo que quieren que los hombres hagan por ustedes. Si aman a aquéllos que los aman, ¿qué mérito tienen?
Cristo nos enseña dar al que al que te pide, y no solo es dar cosas materiales, el hombre esta necesitado de la Palabra, de la amistad, del cariño, de la paz y del respeto. Dale a todo el que te pida, y al que tome lo tuyo no se lo reclames. Esta es una insistencia del Señor, por eso hay que reiterar esta solicitud siempre, El quiere que seamos benevolentes, piadosos, clementes, compasivos, tengamos caridad por nuestros hermanos, tengamos disposición de ayudar y no de volver las espaldas.
Por cierto, toda nuestra vida, como hijos de Dios, tenemos que hacerla de la mejor forma, con y por la caridad, en ella se expresa fielmente el amor fraterno, es así como Jesús siempre nos enseña que hemos de dar y buscar el amor al prójimo.
En efecto, Jesús, de muchas maneras nos pide, que amemos al prójimo, como a nosotros mismos. Una forma de amar, es no ofender, no herir, no arrogarse el derecho de juzgar a otros, no acusar falsamente, no criticar para dejar en menos a otro, ya que todas estas actitudes, son bofetadas y menosprecio a quien el Señor nos pide amar.
Sean misericordiosos, como el Padre de ustedes es misericordioso.
Para Jesús, no tiene mucho sentido amar sólo a los que nos aman, es decir con esto no habría en ello mérito alguno y, sobre todo, nuestro amor no sería signo distintivo de nuestra exclusiva e indiscutible pertenencia a Cristo: Porque hasta los pecadores aman a aquéllos que los aman. Si hacen el bien a aquéllos que se lo hacen a ustedes, ¿qué mérito tienen?
Y jesús nos pide además que seamos misericordiosos, como Dios es misericordioso con nosotros. Se trata de un amor que sabe perdonar porque ha experimentado el don del perdón. Sean misericordioso es un llamado que nos hace Jesús, para imitar a Dios, “que es amor misericordioso”, por medio de actos de bondad, de compasión, piedad y humanidad
Me enseña este relato, que el mensaje medular de todas las enseñanza de Jesús es poner de manifiesto la verdad del Dios-amor, grande y misericordioso, amor paciente e indulgente, amor que es incondicionado.
Este relato me demanda a que seamos como Jesús de Nazaret, que amo hasta la entrega de sí mismo, sin reservas ni intereses, y entonces me debo hacer una pregunta y responder al Señor si soy capaz o si estoy dispuesto a amar hasta el extremo de mis propias fuerzas, sin remordimientos ni desagravios, es decir amar a todos siempre, sin exceptuar a nadie.
Felices los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia. Señor, tu misericordia llega al cielo.
De Corazón
Pedro Sergio
LUCAS 6, 20-26
Jesús, fijando la mirada en sus discípulos, dijo: “Felices ustedes, los pobres, porque el Reino de Dios les pertenece! ¡
Fijando la mirada en sus discípulos, mirándolos con cariño, “míralo que te mira” y nos enciende nuestra luz interior. Así nos mira Jesús, así fija sus ojos en nosotros, para que podamos prestarle atención desde el corazón y recibir más gracia interior, más luz y su paz.
Felices ustedes, los que ahora tienen hambre, porque serán saciados! ¡Felices ustedes, los que ahora lloran, porque reirán! ¡Felices ustedes, cuando los hombres los odien, los excluyan, los insulten y proscriban el nombre de ustedes, considerándolos infames a causa del Hijo del hombre!
Cuatro bienaventuranzas nos regala el Señor, en todas hay esperanza, una gran virtud y en ella nos salvaremos. El Señor me propone un plan de vida y libremente yo he de elegir. Las bienaventuranzas no son prometidas a los pobres porque sean pobres, lo hace porque “la pobreza es la madre de las demás virtudes; porque el que despreciare las cosas del mundo merecerá las eternas; ni puede nadie alcanzar la gloria, si poseído del amor del mundo no llega a desprenderse de él.” (San Ambrosio)
Es bienaventurado el pobre que imita a Jesucristo, quien quiso sufrir la pobreza por nuestro bien.
El Señor no llama bienaventurados por derramar lágrimas, esto lo puede hacer tanto un seguidor de Jesús como cualquier otro ser humano, pero creo que el se nos dirige como consuelo cuando experimentamos alguna desilusión como también cuando hacemos una vida de sacrificio, lejos de cualquier vicio, y porque no decirlo, por que muchas veces lamentamos ver situaciones atroces entre los hombres. Cuando la tristeza se experimenta por causa de Dios, ella nos alcanza la gracia. El que llora de este modo los males ajenos, no dejará de llorar sus propios pecados; más aún, no caerá tan fácilmente en el.
No nos fijemos en las cosas de esta vida breve, sino suspiremos por las de la eterna; no busquemos las delicias de donde nace muchas veces el llanto y el dolor, sino entristezcámonos con la tristeza que nos alcanza el perdón. “Suele suceder que encuentra al Señor el que llora; pero el que ríe no lo encuentra nunca”. (San Juan Crisóstomo)
¡Alégrense y llénense de gozo en ese día, porque la recompensa de ustedes será grande en el cielo! ¡De la misma manera los padres de ellos trataban a los profetas!
¡Alégrense y llénense de gozo. Las bienaventuranzas, se resumen en la felicidad de acoger las enseñazas de Jesús que es Palabra de Dios, y se sintetiza en nuestra necesidad y decisión de adecuar nuestra vida a ella. En estas bienaventuranzas, el Señor me dice que seremos discípulos felices en la pobreza, en la sencillez, con una actitud de vida apacible, misericordiosa, dedicado a transmitir paz, preparado para caminar hacia su casa, con las manos limpias y el corazón puro.
Pero ¡ay de ustedes los ricos, porque ya tienen su consuelo! ¡Ay de ustedes, los que ahora están satisfechos, porque tendrán hambre! ¡Ay de ustedes, los que ahora ríen, porque conocerán la aflicción y las lágrimas! ¡Ay de ustedes cuando todos los elogien! ¡De la misma manera los padres de ellos trataban a los falsos profetas!”.
Bienaventuranzas y ¡Ay de ustedes!, debo elegir esto libremente, conciente que no son prometidas a los pobres porque sean pobres, y las condenaciones no conciernen a los ricos por ser ricos. Jesús elogia a los pobres porque viven en dos mundos a la vez: el presente y el teologal, y amenaza a los ricos que sólo viven en un mundo que arrastra al que lleva una vida confortable y apegados a los poseen, miran con desprecio a los que no tienen bienes materiales como ellos. Ciertamente, satisfecho de lo que posee, el rico no busca la profundidad de su ser y, por otra parte, nada le invita a hacerlo. Sobreviene un cambio, como el que nosotros vivimos, y los ricos son llevados con el mundo, exteriorizando a veces su miedo, su desesperación, su odio y su rencor.
Sin embargo, el pobre solo posee su soledad, pero si la vive con gran generosidad y entrega, esto mismo le lleva a las profundidades de la fe, en donde percibe otro mundo. Solitario dentro de este orden, él es rico de la participación en este otro orden de cuyas victorias y cuya proximidad él ya participa. Él es el revelador de este más allá que llega a través de suertes y desgracias, éxitos y fracasos, victorias y traiciones. (FGD)
Con la venida de Cristo se dan virtualmente todos los bienes, puesto que en Él halla finalmente la bienaventuranza su realización; y por Él se dará el Espíritu Santo, suma de todos los bienes. Solo el que haya puesto a Cristo en el centro de su fe, puede oír sus bienaventuranzas y evitar sus condenaciones. Nos importa seguir decididamente a Cristo con toda generosidad, con gran amor y entrega total. Cristo es mi bienaventuranza, ¡Ay de mi si no le sigo!, como ¡Ay de mi se no practico sus enseñanzas!, San Pablo dice además: ¡Ay de mí si no evangelizo! (1, Cor. 9,16) son las palabras que deben resonar en el corazón.
De Corazón
Pedro Sergio
Fijando la mirada en sus discípulos, mirándolos con cariño, “míralo que te mira” y nos enciende nuestra luz interior. Así nos mira Jesús, así fija sus ojos en nosotros, para que podamos prestarle atención desde el corazón y recibir más gracia interior, más luz y su paz.
Felices ustedes, los que ahora tienen hambre, porque serán saciados! ¡Felices ustedes, los que ahora lloran, porque reirán! ¡Felices ustedes, cuando los hombres los odien, los excluyan, los insulten y proscriban el nombre de ustedes, considerándolos infames a causa del Hijo del hombre!
Cuatro bienaventuranzas nos regala el Señor, en todas hay esperanza, una gran virtud y en ella nos salvaremos. El Señor me propone un plan de vida y libremente yo he de elegir. Las bienaventuranzas no son prometidas a los pobres porque sean pobres, lo hace porque “la pobreza es la madre de las demás virtudes; porque el que despreciare las cosas del mundo merecerá las eternas; ni puede nadie alcanzar la gloria, si poseído del amor del mundo no llega a desprenderse de él.” (San Ambrosio)
Es bienaventurado el pobre que imita a Jesucristo, quien quiso sufrir la pobreza por nuestro bien.
El Señor no llama bienaventurados por derramar lágrimas, esto lo puede hacer tanto un seguidor de Jesús como cualquier otro ser humano, pero creo que el se nos dirige como consuelo cuando experimentamos alguna desilusión como también cuando hacemos una vida de sacrificio, lejos de cualquier vicio, y porque no decirlo, por que muchas veces lamentamos ver situaciones atroces entre los hombres. Cuando la tristeza se experimenta por causa de Dios, ella nos alcanza la gracia. El que llora de este modo los males ajenos, no dejará de llorar sus propios pecados; más aún, no caerá tan fácilmente en el.
No nos fijemos en las cosas de esta vida breve, sino suspiremos por las de la eterna; no busquemos las delicias de donde nace muchas veces el llanto y el dolor, sino entristezcámonos con la tristeza que nos alcanza el perdón. “Suele suceder que encuentra al Señor el que llora; pero el que ríe no lo encuentra nunca”. (San Juan Crisóstomo)
¡Alégrense y llénense de gozo en ese día, porque la recompensa de ustedes será grande en el cielo! ¡De la misma manera los padres de ellos trataban a los profetas!
¡Alégrense y llénense de gozo. Las bienaventuranzas, se resumen en la felicidad de acoger las enseñazas de Jesús que es Palabra de Dios, y se sintetiza en nuestra necesidad y decisión de adecuar nuestra vida a ella. En estas bienaventuranzas, el Señor me dice que seremos discípulos felices en la pobreza, en la sencillez, con una actitud de vida apacible, misericordiosa, dedicado a transmitir paz, preparado para caminar hacia su casa, con las manos limpias y el corazón puro.
Pero ¡ay de ustedes los ricos, porque ya tienen su consuelo! ¡Ay de ustedes, los que ahora están satisfechos, porque tendrán hambre! ¡Ay de ustedes, los que ahora ríen, porque conocerán la aflicción y las lágrimas! ¡Ay de ustedes cuando todos los elogien! ¡De la misma manera los padres de ellos trataban a los falsos profetas!”.
Bienaventuranzas y ¡Ay de ustedes!, debo elegir esto libremente, conciente que no son prometidas a los pobres porque sean pobres, y las condenaciones no conciernen a los ricos por ser ricos. Jesús elogia a los pobres porque viven en dos mundos a la vez: el presente y el teologal, y amenaza a los ricos que sólo viven en un mundo que arrastra al que lleva una vida confortable y apegados a los poseen, miran con desprecio a los que no tienen bienes materiales como ellos. Ciertamente, satisfecho de lo que posee, el rico no busca la profundidad de su ser y, por otra parte, nada le invita a hacerlo. Sobreviene un cambio, como el que nosotros vivimos, y los ricos son llevados con el mundo, exteriorizando a veces su miedo, su desesperación, su odio y su rencor.
Sin embargo, el pobre solo posee su soledad, pero si la vive con gran generosidad y entrega, esto mismo le lleva a las profundidades de la fe, en donde percibe otro mundo. Solitario dentro de este orden, él es rico de la participación en este otro orden de cuyas victorias y cuya proximidad él ya participa. Él es el revelador de este más allá que llega a través de suertes y desgracias, éxitos y fracasos, victorias y traiciones. (FGD)
Con la venida de Cristo se dan virtualmente todos los bienes, puesto que en Él halla finalmente la bienaventuranza su realización; y por Él se dará el Espíritu Santo, suma de todos los bienes. Solo el que haya puesto a Cristo en el centro de su fe, puede oír sus bienaventuranzas y evitar sus condenaciones. Nos importa seguir decididamente a Cristo con toda generosidad, con gran amor y entrega total. Cristo es mi bienaventuranza, ¡Ay de mi si no le sigo!, como ¡Ay de mi se no practico sus enseñanzas!, San Pablo dice además: ¡Ay de mí si no evangelizo! (1, Cor. 9,16) son las palabras que deben resonar en el corazón.
De Corazón
Pedro Sergio
MATEO 1, 18-24
Éste fue el origen de Jesucristo: María, su madre, estaba comprometida con José y, cuando todavía no habían vivido juntos, concibió un hijo por obra del Espíritu Santo.
La introducción del evangelio según Mateo, no relata como los antepasados de José han sido importantes personajes en la historia del nacimiento de Jesús, como del mismo modo como muchos de ellos fueron determinante la mediación del Señor. Al final de la lista, Mateo ubica a José, como esposo de María, de la cual nació Jesús, que es llamado Cristo.
José y, cuando todavía no habían vivido juntos, concibió un hijo por obra del Espíritu Santo. El no tuvo ninguna presencia, sino exclusivamente cercanía en este acontecimiento de la encarnación. También José recibió este anuncio; Mientras pensaba en esto, el ángel del Señor se le apareció en sueños y le dijo: “José, hijo de David, no temas recibir a María. José fue fructificando en la fe y la comprensión del nacimiento de Jesús, fecundado en María, por el Espíritu Santo. José, colaboró con la Palabra divina, obediente, silencioso, y sin dejar de ser activo.
José, su esposo, que era un hombre justo y no quería denunciarla públicamente, resolvió abandonarla en secreto.
Cuando José descubre la concepción virginal milagrosa de Jesús, María estaba sólo desposada con José, es decir aún no era su verdadera esposa. Nos damos cuenta por las lecturas evangélicas que antes de que José llevase a María a su casa — el matrimonio se solía celebrar al año siguiente del desposorio —, antes de que conviviesen, en cuyo acto consistía el acto jurídico matrimonial, se halló que María había concebido por obra del Espíritu Santo. Este hecho produjo un desconcierto en José, pues su desposorio era ya un cuasi-contrato formal de matrimonio. Seguramente José se pregunto ¿Qué hacer?
Podría denunciarla ante un tribunal para que anulase “legalmente” el desposorio; retenerla, celebrando el matrimonio y llevarla a su casa; repudiarla, bien en público, excusándola y sin pedir castigo, o privadamente, mediante “libelo de repudio” ante dos testigos y sin alegar motivo. Y por fin, dejarla ocultamente marchándose de Nazaret y dejando que las cosas se olviden.
Pero José es un hombre justo, es decir, porque era recto en su conducta ante Dios y ante los nombres — aunque en este término caben muchos matices —, determina “repudiarla en secreto,” darle el libelo de repudio secretamente y sin fecha para que ella pudiese salvar mejor su honor. Pero José ante los hechos confía y cree en el honor de María; si no, él hubiese obrado de otra manera.
Así fue como José se llevó a María a su casa y con ella viajó a Belén. Talvez por un sentido de honor, socialmente redundante en su Hijo, se puede pensar que a esa altura el matrimonio con Maria, jurídicamente, ya se hubiese celebrado. Es de este modo como José no solo recibe a María por esposa, llevándola oficialmente a su casa, además, acepta la paternidad legal de Jesús.
“La Virgen concebirá y dará a luz un hijo a quien pondrán el nombre de Emanuel”, que traducido significa: “Dios con nosotros.
Cuanta veces oímos como parte de nuestras celebraciones: “El Señor esta con ustedes” Dios está con nosotros. Me he preguntado muchas veces, ¿me doy cuenta de lo que esto significa? El esta conmigo y estará hasta el final de los tiempos. Jesús, es todo cuanto necesito, el que nos trae la alegría de ser hijos de Dios: “Os anuncio una gran alegría, que lo será para todo el pueblo” (Lc 2,10)
De Corazón
Pedro Sergio
La introducción del evangelio según Mateo, no relata como los antepasados de José han sido importantes personajes en la historia del nacimiento de Jesús, como del mismo modo como muchos de ellos fueron determinante la mediación del Señor. Al final de la lista, Mateo ubica a José, como esposo de María, de la cual nació Jesús, que es llamado Cristo.
José y, cuando todavía no habían vivido juntos, concibió un hijo por obra del Espíritu Santo. El no tuvo ninguna presencia, sino exclusivamente cercanía en este acontecimiento de la encarnación. También José recibió este anuncio; Mientras pensaba en esto, el ángel del Señor se le apareció en sueños y le dijo: “José, hijo de David, no temas recibir a María. José fue fructificando en la fe y la comprensión del nacimiento de Jesús, fecundado en María, por el Espíritu Santo. José, colaboró con la Palabra divina, obediente, silencioso, y sin dejar de ser activo.
José, su esposo, que era un hombre justo y no quería denunciarla públicamente, resolvió abandonarla en secreto.
Cuando José descubre la concepción virginal milagrosa de Jesús, María estaba sólo desposada con José, es decir aún no era su verdadera esposa. Nos damos cuenta por las lecturas evangélicas que antes de que José llevase a María a su casa — el matrimonio se solía celebrar al año siguiente del desposorio —, antes de que conviviesen, en cuyo acto consistía el acto jurídico matrimonial, se halló que María había concebido por obra del Espíritu Santo. Este hecho produjo un desconcierto en José, pues su desposorio era ya un cuasi-contrato formal de matrimonio. Seguramente José se pregunto ¿Qué hacer?
Podría denunciarla ante un tribunal para que anulase “legalmente” el desposorio; retenerla, celebrando el matrimonio y llevarla a su casa; repudiarla, bien en público, excusándola y sin pedir castigo, o privadamente, mediante “libelo de repudio” ante dos testigos y sin alegar motivo. Y por fin, dejarla ocultamente marchándose de Nazaret y dejando que las cosas se olviden.
Pero José es un hombre justo, es decir, porque era recto en su conducta ante Dios y ante los nombres — aunque en este término caben muchos matices —, determina “repudiarla en secreto,” darle el libelo de repudio secretamente y sin fecha para que ella pudiese salvar mejor su honor. Pero José ante los hechos confía y cree en el honor de María; si no, él hubiese obrado de otra manera.
Así fue como José se llevó a María a su casa y con ella viajó a Belén. Talvez por un sentido de honor, socialmente redundante en su Hijo, se puede pensar que a esa altura el matrimonio con Maria, jurídicamente, ya se hubiese celebrado. Es de este modo como José no solo recibe a María por esposa, llevándola oficialmente a su casa, además, acepta la paternidad legal de Jesús.
“La Virgen concebirá y dará a luz un hijo a quien pondrán el nombre de Emanuel”, que traducido significa: “Dios con nosotros.
Cuanta veces oímos como parte de nuestras celebraciones: “El Señor esta con ustedes” Dios está con nosotros. Me he preguntado muchas veces, ¿me doy cuenta de lo que esto significa? El esta conmigo y estará hasta el final de los tiempos. Jesús, es todo cuanto necesito, el que nos trae la alegría de ser hijos de Dios: “Os anuncio una gran alegría, que lo será para todo el pueblo” (Lc 2,10)
De Corazón
Pedro Sergio
LUCAS 6, 6-11
En otra ocasión, Jesús entró en la sinagoga, y había allí un hombre que tenía la mano atrofiada, o sea, seca. Seguramente por el resultado de un accidente o enfermedad y los fariseos espiaban a Jesús para ver si le curaría en el día de sábado. Ellos estaban buscando un pretexto para acusar a Jesús. Y Jesús le dijo al hombre de la mano tullida: ““Levántate y ponte ahí en medio” Entonces Jesús les preguntó: ““Les voy a hacer una pregunta: ¿Qué es lo que está permitido hacer en sábado: el bien o el mal, salvar una vida o acabar con ella?” Pero ellos permanecían callados. Y El, pasando su mirada con enojo sobre ellos, profundamente apenado por la dureza de sus corazones, dijo al hombre: “Extiende la mano”. El la extendió y quedó curado.
Jesús, vino a curar a los enfermos, librar a los oprimidos por los espíritus impuros, El nos trajo la buena noticia, El nos enseño lo mucho que nos ama nuestro Padre Bueno, pero una de las cosas más importante que hizo por nosotros, es enseñarnos a orar y darnos ejemplo de cómo orar, El, los hacia en un lugar tranquilo, apartado y siempre antes de algo importante, se retiraba a orar. Con la oración, podemos acercar la sanación de muchos males, solo debemos poner toda nuestra confianza, con toda nuestra fe, creyendo incondicionalmente en El. Jesús, puesto en pie, exclamó con voz potente: “El que tenga sed, que venga a mí, y que beba el que cree en mí” y también lo dice la Escritura: “De él saldrán ríos de agua viva”. (Jn 7; 37-38)
Queridos amigos y hermanos, es innegable, Dios tiene el poder de curar a los enfermos y lo puede hacer a través de sus hijos, nosotros mismos, con nuestra oración. Cuando un amigo nuestro, un familiar este enfermo, oremos por él y con él. Los milagros del Señor son sorprendentes, solo se necesita amor y fe. En efecto, por amor a nuestros hermanos y al Señor, con mucha esperanza y confianza dirijamos nuestras plegarias por aquellos que necesitan curarse de algún mal, y si nos flaquean las fuerzas por que dudamos, pidamos al Señor, que nos de más fe y que nos conceda un espíritu de confianza.
De Corazón
Pedro Sergio
Jesús, vino a curar a los enfermos, librar a los oprimidos por los espíritus impuros, El nos trajo la buena noticia, El nos enseño lo mucho que nos ama nuestro Padre Bueno, pero una de las cosas más importante que hizo por nosotros, es enseñarnos a orar y darnos ejemplo de cómo orar, El, los hacia en un lugar tranquilo, apartado y siempre antes de algo importante, se retiraba a orar. Con la oración, podemos acercar la sanación de muchos males, solo debemos poner toda nuestra confianza, con toda nuestra fe, creyendo incondicionalmente en El. Jesús, puesto en pie, exclamó con voz potente: “El que tenga sed, que venga a mí, y que beba el que cree en mí” y también lo dice la Escritura: “De él saldrán ríos de agua viva”. (Jn 7; 37-38)
Queridos amigos y hermanos, es innegable, Dios tiene el poder de curar a los enfermos y lo puede hacer a través de sus hijos, nosotros mismos, con nuestra oración. Cuando un amigo nuestro, un familiar este enfermo, oremos por él y con él. Los milagros del Señor son sorprendentes, solo se necesita amor y fe. En efecto, por amor a nuestros hermanos y al Señor, con mucha esperanza y confianza dirijamos nuestras plegarias por aquellos que necesitan curarse de algún mal, y si nos flaquean las fuerzas por que dudamos, pidamos al Señor, que nos de más fe y que nos conceda un espíritu de confianza.
De Corazón
Pedro Sergio
MARCOS 7, 31-37
Entonces le presentaron a un sordomudo y le pidieron que le impusiera las manos.
Jesús no andaba por su tierra, sin embargo era conocido como alguien capaz de curar enfermedades, entonces le llevaron un sordomudo, esto es un discapacitado que no puede comunicarse con los demás. Esto me hace pensar que sin ser sordos y mudos, hay muchas personas que no tienen como comunicarse con los demás y viven muy solas. Y así como algunos llevaron a Jesús al sordomudo para que lo curara, del mismo modo debemos preocuparnos de llevar ante el Señor, a los que sufren sordera para la Palabra y otros mudez para proclamar la Palabra de Dios.
El sordomudo, recobra el pleno uso de sus facultades que no le capacitaban para comunicarse con los demás, entonces, curado de su enfermedad, le permitirá oír la Palabra y además podrá comunicarla. La acción de Jesús, permite que este hombre que era un pagano, se integre a la sociedad. La ayuda de los amigos que llevaron a este sordomudo a la presencia de Jesús, le permitirá además escuchar la Palabra reveladora y anunciarla a su vez.
El Señor me dice, que debo ser solidario con todo hombre que sufre y animarlos a que vaya al encuentro con Jesús. Del mismo modo el Señor me dice que así debemos conducirnos en la curación espiritual de quien la necesita y si alguien no puede ser convertido por la obra de los hombres para la escucha y la profesión de la verdad, que sea llevado ante la presencia del Señor y ruegue la ayuda de la mano divina para salvarle.
En efecto, la gente se acercaba a Jesús con el dolor de sus propias enfermedades y con la confianza puesta en Jesús para la curación de sus padecimientos, esto me dice que también debemos acudir con confianza a Jesús para pedir su ayuda y la curación de nuestros males.
Jesús lo separó de la multitud y, llevándolo aparte
Jesús obra el milagro apartándolo de la gente, y aplica un modo de curación muy diferente, acompañado de una gran riqueza de gestos tales como “le puso los dedos en las orejas y con su saliva le tocó la lengua”, otros gestos son levantar los ojos al cielo, el suspiro y la palabra en arameo, “Efatá”, que significa: “Abrete”. Sin embargo los que le llevaron al enfermo, solo deseaban que Jesús impusiese simplemente las manos sobre el sordomudo. ¿Qué dicen esto signos?,. Nos recuerda lo que dijeron los magos a Faraón: “¡es el dedo de Dios!” (Exodo (SBJ) 8,15), la saliva en aquel tiempo era considerada medicinal. También esta acción nos recuerda al salmista cuando canta: Ni sacrificio ni oblación querías, pero el oído me has abierto; (Salmos (SBJ) 40,7). Levantar los ojos al cielo, nos dice que la sanación viene de lo alto, de Dios, el suspiro, es un gemido de compasión.
“Todo lo ha hecho bien: hace oír a los sordos y hablar a los mudos”!.
Este elogio de las gentes, nos recuerda la creación: Vio Dios cuanto había hecho, y todo estaba muy bien. (Génesis (SBJ) 1,31). Te alabamos Señor, porque todo lo hace bien, haces cosas buenas y hermosas, Te alabamos Señor, porque cuidas lo que has creado y nos muestras su belleza.
De Corazón
Pedro Sergio
Jesús no andaba por su tierra, sin embargo era conocido como alguien capaz de curar enfermedades, entonces le llevaron un sordomudo, esto es un discapacitado que no puede comunicarse con los demás. Esto me hace pensar que sin ser sordos y mudos, hay muchas personas que no tienen como comunicarse con los demás y viven muy solas. Y así como algunos llevaron a Jesús al sordomudo para que lo curara, del mismo modo debemos preocuparnos de llevar ante el Señor, a los que sufren sordera para la Palabra y otros mudez para proclamar la Palabra de Dios.
El sordomudo, recobra el pleno uso de sus facultades que no le capacitaban para comunicarse con los demás, entonces, curado de su enfermedad, le permitirá oír la Palabra y además podrá comunicarla. La acción de Jesús, permite que este hombre que era un pagano, se integre a la sociedad. La ayuda de los amigos que llevaron a este sordomudo a la presencia de Jesús, le permitirá además escuchar la Palabra reveladora y anunciarla a su vez.
El Señor me dice, que debo ser solidario con todo hombre que sufre y animarlos a que vaya al encuentro con Jesús. Del mismo modo el Señor me dice que así debemos conducirnos en la curación espiritual de quien la necesita y si alguien no puede ser convertido por la obra de los hombres para la escucha y la profesión de la verdad, que sea llevado ante la presencia del Señor y ruegue la ayuda de la mano divina para salvarle.
En efecto, la gente se acercaba a Jesús con el dolor de sus propias enfermedades y con la confianza puesta en Jesús para la curación de sus padecimientos, esto me dice que también debemos acudir con confianza a Jesús para pedir su ayuda y la curación de nuestros males.
Jesús lo separó de la multitud y, llevándolo aparte
Jesús obra el milagro apartándolo de la gente, y aplica un modo de curación muy diferente, acompañado de una gran riqueza de gestos tales como “le puso los dedos en las orejas y con su saliva le tocó la lengua”, otros gestos son levantar los ojos al cielo, el suspiro y la palabra en arameo, “Efatá”, que significa: “Abrete”. Sin embargo los que le llevaron al enfermo, solo deseaban que Jesús impusiese simplemente las manos sobre el sordomudo. ¿Qué dicen esto signos?,. Nos recuerda lo que dijeron los magos a Faraón: “¡es el dedo de Dios!” (Exodo (SBJ) 8,15), la saliva en aquel tiempo era considerada medicinal. También esta acción nos recuerda al salmista cuando canta: Ni sacrificio ni oblación querías, pero el oído me has abierto; (Salmos (SBJ) 40,7). Levantar los ojos al cielo, nos dice que la sanación viene de lo alto, de Dios, el suspiro, es un gemido de compasión.
“Todo lo ha hecho bien: hace oír a los sordos y hablar a los mudos”!.
Este elogio de las gentes, nos recuerda la creación: Vio Dios cuanto había hecho, y todo estaba muy bien. (Génesis (SBJ) 1,31). Te alabamos Señor, porque todo lo hace bien, haces cosas buenas y hermosas, Te alabamos Señor, porque cuidas lo que has creado y nos muestras su belleza.
De Corazón
Pedro Sergio
sábado, 5 de septiembre de 2009
LUCAS 6, 1-5
Un sábado, en que Jesús atravesaba unos sembrados, sus discípulos arrancaban espigas y, frotándolas entre las manos, las comían. Algunos fariseos les dijeron: “,Por qué ustedes hacen lo que no está permitido en sábado?”.
Este relato evangélico, nos presenta una discusión que Jesús debió soportar con los fariseos sobre el día sábado. La observancia del sábado era una ley. Durante el cautiverio del pueblo judío en Egipto, tenían que trabajar los siete días, entonces al pueblo judío estableció la necesidad de cesar sus actividades al menos un día por semana y utilizar este día en oración, tanto para fortalecerse mutuamente en el esclavitud como para mantener la fe.
Jesús les respondió: “,Ni siquiera han leído lo que hizo David cuando él y sus compañeros tuvieron hambre, cómo entró en la casa de Dios y, tomando los panes de la ofrenda, que sólo pueden comer los sacerdotes, comió él y dio de comer a sus compañeros?”.
Jesús conoce muy bien sus tradiciones, tanto como conoce la historia de su pueblo y las escrituras, e inmediatamente busca descolocar a los fariseos de pensamientos excesivamente legalistas. Jesús, pretende alejarlos de esta mentalidad recordando que el mismo David hizo también cosas prohibidas, pues tomo los panes sagrados en la casa de Dios y los dio de comer a sus compañeros que tenían hambre (1 Sam 21,2-7).
El rey David constituía para los judíos un punto de referencia merecedor del máximo respeto y de la más fiel imitación. Es así como Jesús les recordaba este episodio para mostrar que los argumentos que ellos esgrimían no tenían fundamento. En el evangelio de Mateo, la respuesta es más precisa al citar al profeta Oseas: “Misericordia quiero y no sacrificio”. (cf. Mt 12,1-18)
Después les dijo: “El Hijo del hombre es dueño del sábado”.
Esta afirmación que hace Jesús es considerablemente iluminadora y no deja lugar a dudas y lo manifiesta en tono convincente, afirmando su propia superioridad con respecto a David, como del mismo modo en una manera sobrentendida, en cuanto es dueño del sábado, y es, su dignidad divina. En el Evangelio de Marcos se precisa: “El hombre está hecho por el sábado, y no el sábado por el hombre” (Mc 2,27).
La lectura me recuerda que Jesús ha venido a restituir el proyecto del Dios creador para volver a entregarlo a todos aquellos que aceptan seguirle por el camino de la verdad y con propuestas de vida nueva. Jesús ha venido a liberarnos de los falsos profetas que exigían una vida que mortificaba el corazón de los hombres con excesivas cargas que amenazan con su libertades y les producían cansancios injustificados, es así como resultan consoladoras sus palabras: “Venid a mí todos los que estáis fatigados y agobiados, y yo os aliviaré. Cargad con mi yugo y aprended de mí, que soy sencillo y humilde de corazón, y hallaréis descanso para vuestras vidas. Porque mi yugo es suave y mi carga ligera” (Mt 11,28-30).
Jesús, tu palabra es considerablemente iluminadora: “El Hijo del hombre es señor del sábado”
De Corazón
Pedro Sergio
Este relato evangélico, nos presenta una discusión que Jesús debió soportar con los fariseos sobre el día sábado. La observancia del sábado era una ley. Durante el cautiverio del pueblo judío en Egipto, tenían que trabajar los siete días, entonces al pueblo judío estableció la necesidad de cesar sus actividades al menos un día por semana y utilizar este día en oración, tanto para fortalecerse mutuamente en el esclavitud como para mantener la fe.
Jesús les respondió: “,Ni siquiera han leído lo que hizo David cuando él y sus compañeros tuvieron hambre, cómo entró en la casa de Dios y, tomando los panes de la ofrenda, que sólo pueden comer los sacerdotes, comió él y dio de comer a sus compañeros?”.
Jesús conoce muy bien sus tradiciones, tanto como conoce la historia de su pueblo y las escrituras, e inmediatamente busca descolocar a los fariseos de pensamientos excesivamente legalistas. Jesús, pretende alejarlos de esta mentalidad recordando que el mismo David hizo también cosas prohibidas, pues tomo los panes sagrados en la casa de Dios y los dio de comer a sus compañeros que tenían hambre (1 Sam 21,2-7).
El rey David constituía para los judíos un punto de referencia merecedor del máximo respeto y de la más fiel imitación. Es así como Jesús les recordaba este episodio para mostrar que los argumentos que ellos esgrimían no tenían fundamento. En el evangelio de Mateo, la respuesta es más precisa al citar al profeta Oseas: “Misericordia quiero y no sacrificio”. (cf. Mt 12,1-18)
Después les dijo: “El Hijo del hombre es dueño del sábado”.
Esta afirmación que hace Jesús es considerablemente iluminadora y no deja lugar a dudas y lo manifiesta en tono convincente, afirmando su propia superioridad con respecto a David, como del mismo modo en una manera sobrentendida, en cuanto es dueño del sábado, y es, su dignidad divina. En el Evangelio de Marcos se precisa: “El hombre está hecho por el sábado, y no el sábado por el hombre” (Mc 2,27).
La lectura me recuerda que Jesús ha venido a restituir el proyecto del Dios creador para volver a entregarlo a todos aquellos que aceptan seguirle por el camino de la verdad y con propuestas de vida nueva. Jesús ha venido a liberarnos de los falsos profetas que exigían una vida que mortificaba el corazón de los hombres con excesivas cargas que amenazan con su libertades y les producían cansancios injustificados, es así como resultan consoladoras sus palabras: “Venid a mí todos los que estáis fatigados y agobiados, y yo os aliviaré. Cargad con mi yugo y aprended de mí, que soy sencillo y humilde de corazón, y hallaréis descanso para vuestras vidas. Porque mi yugo es suave y mi carga ligera” (Mt 11,28-30).
Jesús, tu palabra es considerablemente iluminadora: “El Hijo del hombre es señor del sábado”
De Corazón
Pedro Sergio
jueves, 3 de septiembre de 2009
LUCAS 5,1-11
En una oportunidad, la multitud se amontonaba alrededor de Jesús para escuchar la Palabra de Dios, y él estaba de pie a la orilla del lago de Genesaret.
Este relato nos habla de que la gente escuchaba “la Palabra de Dios”, pero también nos relata que la gente busca a Jesús para oír la Palabra de Dios, “se amontonaba alrededor de Jesús”. Entonces nos imaginamos que había mucha gente alrededor interesada en la Palabra de Dios. Y es así como Jesús le pidió a Simón ayuda y se sentó en una barca a fin de enseñar a las gentes. El Señor pasa de la Evangelización a la catequesis. En los relatos anteriores, se nos habla de cómo Jesús enseñaba en las sinagogas, en este relato se nos describe como las gentes están dispuesto a oír a Jesús en un lugar de trabajo de pescadores, junto a la orilla del Mar.
El Señor me enseña entonces, que todos los lugares son importantes para enseñar la Palabra de Dios, también en mi lugar de trabajo o donde hago mi vida habitual.
Cuando terminó de hablar, dijo a Simón: “Navega mar adentro, y echen las redes”. Simón le respondió: “Maestro, hemos trabajado la noche entera y no hemos sacado nada, pero si tú lo dices, echaré las redes”. Así lo hicieron, y sacaron tal cantidad de peces, que las redes estaban a punto de romperse.
Una vez completada la enseñanza del día, Jesús le pide a Simón que se levante a salir a pescar de nuevo. “Navega mar adentro, y echen las redes”. Sin embargo a primeras el se excusa alegando que ha trabajado mucho y no han pescado nada, como intentando convencer a Jesús que no merece la pena salir de nuevo. Siempre debe haber tiempo para el trabajo habitual y tiempo para Dios. Pero no siempre comprendemos esto, siempre tenemos una excusa. Cuando se invita a trabajar por el Señor y con el Señor, no falta muchas veces la justificación, ¿Por qué dejamos al Señor de lado?, ¿Tenemos conciencia de que por asuntos sin importancia le postergamos?.
En todo caso, este relato muestra la autoridad de Jesús. En efecto, toda palabra que proviene de los labios de Jesús, tiene autoridad, es así como se oía decir a las gentes: ”¡Qué palabra la de este hombre! Manda con autoridad y poder” (4,36). Así es como instruye: “echen las redes” y Simon responde: “si tú lo dices, echaré las redes”. Para Simón la jornada de pesca durante la noche anterior había sido desalentadora, sin embargo ponen toda la confianza en el Señor y se dan cuenta que la Palabra de Señor, echa por tierra toda desmoralización y el resultado es cuantiosamente provechoso hasta el punto de que casi se rompen las redes.
Simon pasa de la desilusión a la confianza. Ciertamente estos pescadores son experimentados en su oficio, por tanto era razonable que dudaran que después de ciertas noches de mala pesca no se pueda esperar gran cosa. El Señor me dice que la experiencia funda en nosotros un punto de opinión para tomar algunas decisiones, pero también me dice que tal como Simón, le de consideración a su Palabra y que confíe en su eficacia.
Al ver esto, Simón Pedro se echó a los pies de Jesús y le dijo: “Aléjate de mí, Señor, porque soy un pecador”. El temor se había apoderado de él. Pero Jesús dijo a Simón: “No temas, de ahora en adelante serás pescador de hombres”.
Ante el asombro, Simón se reconoce como pecador, su conciencia se ilumina por el encuentro vivo con Jesús. La experiencia de la proximidad de Dios en Jesús, hace que Simón sienta quien es y que es. El milagro que Simón ha observado, agita la conciencia y la demanda radicalmente, de tal modo que se dirige a los pies de Jesús y se reconoce que es un pobre pecador, como todos. Ante Dios, todos somos pecadores, entonces, ¿estamos dispuestos a reconocernos pecadores delante del Señor?.
No me cabe la menor duda, que sintiéndonos pecadores, al igual que Simón, el temor se apodera de nosotros, es un misterio, donde Jesús nos aparta del miedo diciéndonos tantas veces: “No temas”. Simón advierte que Jesús ha entrado en su vida y que a través de él, se habrán de ganar nuevas almas para Cristo.
Ellos atracaron las barcas a la orilla y, abandonándolo todo, lo siguieron.
Hasta ese momento Jesús anunciaba la Buena Nueva del Reino solo, ahora lo seguirá haciendo con otros amigos, que van siendo llamados e involucrados en la misión, así la Palabra de Dios actúa hasta nuestros días y Jesús nos sigue invitando constantemente.
Muchas veces buscamos hacer cosas significativas para nosotros pero no para el Reino, nos atemoriza pensar en trabajar para el Señor, nos resistimos a su llamado, ¿nos satisface eso?. Para Simón Pedro, seguir a Jesús, fue una asombrosa y extraordinaria oportunidad, para mí, tu llamado Señor es una fascinación y me dejé cautivar.
De Corazón
Pedro Sergio
Este relato nos habla de que la gente escuchaba “la Palabra de Dios”, pero también nos relata que la gente busca a Jesús para oír la Palabra de Dios, “se amontonaba alrededor de Jesús”. Entonces nos imaginamos que había mucha gente alrededor interesada en la Palabra de Dios. Y es así como Jesús le pidió a Simón ayuda y se sentó en una barca a fin de enseñar a las gentes. El Señor pasa de la Evangelización a la catequesis. En los relatos anteriores, se nos habla de cómo Jesús enseñaba en las sinagogas, en este relato se nos describe como las gentes están dispuesto a oír a Jesús en un lugar de trabajo de pescadores, junto a la orilla del Mar.
El Señor me enseña entonces, que todos los lugares son importantes para enseñar la Palabra de Dios, también en mi lugar de trabajo o donde hago mi vida habitual.
Cuando terminó de hablar, dijo a Simón: “Navega mar adentro, y echen las redes”. Simón le respondió: “Maestro, hemos trabajado la noche entera y no hemos sacado nada, pero si tú lo dices, echaré las redes”. Así lo hicieron, y sacaron tal cantidad de peces, que las redes estaban a punto de romperse.
Una vez completada la enseñanza del día, Jesús le pide a Simón que se levante a salir a pescar de nuevo. “Navega mar adentro, y echen las redes”. Sin embargo a primeras el se excusa alegando que ha trabajado mucho y no han pescado nada, como intentando convencer a Jesús que no merece la pena salir de nuevo. Siempre debe haber tiempo para el trabajo habitual y tiempo para Dios. Pero no siempre comprendemos esto, siempre tenemos una excusa. Cuando se invita a trabajar por el Señor y con el Señor, no falta muchas veces la justificación, ¿Por qué dejamos al Señor de lado?, ¿Tenemos conciencia de que por asuntos sin importancia le postergamos?.
En todo caso, este relato muestra la autoridad de Jesús. En efecto, toda palabra que proviene de los labios de Jesús, tiene autoridad, es así como se oía decir a las gentes: ”¡Qué palabra la de este hombre! Manda con autoridad y poder” (4,36). Así es como instruye: “echen las redes” y Simon responde: “si tú lo dices, echaré las redes”. Para Simón la jornada de pesca durante la noche anterior había sido desalentadora, sin embargo ponen toda la confianza en el Señor y se dan cuenta que la Palabra de Señor, echa por tierra toda desmoralización y el resultado es cuantiosamente provechoso hasta el punto de que casi se rompen las redes.
Simon pasa de la desilusión a la confianza. Ciertamente estos pescadores son experimentados en su oficio, por tanto era razonable que dudaran que después de ciertas noches de mala pesca no se pueda esperar gran cosa. El Señor me dice que la experiencia funda en nosotros un punto de opinión para tomar algunas decisiones, pero también me dice que tal como Simón, le de consideración a su Palabra y que confíe en su eficacia.
Al ver esto, Simón Pedro se echó a los pies de Jesús y le dijo: “Aléjate de mí, Señor, porque soy un pecador”. El temor se había apoderado de él. Pero Jesús dijo a Simón: “No temas, de ahora en adelante serás pescador de hombres”.
Ante el asombro, Simón se reconoce como pecador, su conciencia se ilumina por el encuentro vivo con Jesús. La experiencia de la proximidad de Dios en Jesús, hace que Simón sienta quien es y que es. El milagro que Simón ha observado, agita la conciencia y la demanda radicalmente, de tal modo que se dirige a los pies de Jesús y se reconoce que es un pobre pecador, como todos. Ante Dios, todos somos pecadores, entonces, ¿estamos dispuestos a reconocernos pecadores delante del Señor?.
No me cabe la menor duda, que sintiéndonos pecadores, al igual que Simón, el temor se apodera de nosotros, es un misterio, donde Jesús nos aparta del miedo diciéndonos tantas veces: “No temas”. Simón advierte que Jesús ha entrado en su vida y que a través de él, se habrán de ganar nuevas almas para Cristo.
Ellos atracaron las barcas a la orilla y, abandonándolo todo, lo siguieron.
Hasta ese momento Jesús anunciaba la Buena Nueva del Reino solo, ahora lo seguirá haciendo con otros amigos, que van siendo llamados e involucrados en la misión, así la Palabra de Dios actúa hasta nuestros días y Jesús nos sigue invitando constantemente.
Muchas veces buscamos hacer cosas significativas para nosotros pero no para el Reino, nos atemoriza pensar en trabajar para el Señor, nos resistimos a su llamado, ¿nos satisface eso?. Para Simón Pedro, seguir a Jesús, fue una asombrosa y extraordinaria oportunidad, para mí, tu llamado Señor es una fascinación y me dejé cautivar.
De Corazón
Pedro Sergio
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