martes, 6 de octubre de 2009

LUCAS 10, 38-42

Marta recibe a Jesús y su hermana María se sienta a sus pies

El relato nos señala que Marta recibe a Jesús y su hermana María se sienta a sus pies y escucha con solicitud la Palabra del Señor.

Por una parte, nos muestra que una de las mujeres, como buena discípula, está encogida a sus pies, preocupada sólo de él y sus enseñanzas y por otra parte Marta, esta atareada con los quehaceres de la casa.

Marta quiere servir bien al Señor, quiere un estadía agradable, prepara de comer y atiende la casa, mientras ella trabaja, María escucha y medita, esta absorta oyendo las dulces palabras del Señor. Marta se preocupa del alimento corporal, María del alimento espiritual.

Señor, ¿no te importa que mi hermana me deje sola con todo el trabajo?

Entonces Marta va donde Jesús y le dice: "Señor, ¿no te importa que mi hermana me deje sola con todo el trabajo? Dile que me ayude". Seguramente ella pensó que Jesús le diría a María, levántate ve a ayudar a tu hermana, Pero el Señor le respondió: "Marta, Marta”, típica expresión de cariño y ternura cuando se repite el nombre dos veces, y luego le agrega; “te inquietas y te agitas por muchas cosas”, demostrando la preocupación amorosa por Marta, pero enseñándole que entre todas las cosas que hacemos, la mas importante siempre será la de preocuparnos por el Señor, por eso le dice “Y sin embargo, una sola cosa es necesaria. María eligió la mejor parte, esa que no le será quitada". La parte mejor que nunca será quitada al que ama es el amor mismo: Jesús-Amor.

María, eligió la mejor parte, pero marta no eligió la mala
El Señor distingue las ocupaciones, no las reprende, María, eligió la mejor parte, pero Marta no eligió la mala, pero la de María es la mejor porque no le será quitada, esa es la diferencia, porque la palabra del Señor es alimento de vida eterna, en cambio la de Marta es solo alimento temporal.

En la vida real, podemos pensar que la Iglesia es como Marta, que recibe de corazón a Jesús, y María es también como es la Iglesia, que Goza del la sabiduría del Señor. También podemos comparar las distintas formas de servir al Señor, algunos lo hacen de manera activa, otros contemplativas. La actividad de Marta es en este caso, como cuando la Iglesia se preocupa de muchas cosas buenas, pero la necesaria es una sola, preocuparse del Señor.

Lo que mas cuenta, la escucha de la Palabra

Me enseña el Señor, a no tener muchas veces mayor preocupación por cierto quehaceres, como cuando nos dice: Por eso os digo: No andéis preocupados por vuestra vida, qué comeréis, ni por vuestro cuerpo, con qué os vestiréis. ¿No vale más la vida que el alimento, y el cuerpo más que el vestido? Mirad las aves del cielo: no siembran, ni cosechan, ni recogen en graneros; y vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros más que ellas? (Mateo (SBJ) 6, 25-26). En cambio, a propósito de María, Jesús me enseña que ella ha elegido con lo que mas cuenta, la escucha de la Palabra, y que esta palabra no sea como aquella semilla que es ahogada por las zarzas de las preocupaciones.

De Corazón

Pedro Sergio

LUCAS 10, 25-37

“Amarás al Señor tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y con todo tu ser, y a tu prójimo como a ti mismo”

Amarse a si mismo, estando conciente de sus propios defectos y aceptándose a si mismo tal como se es, es parte de la humildad y sentirse amado, tal como uno es, le permite a uno reconocer sus propias miserias con amor a Dios y a sus hermanos.

A través de sus Evangelios, Cristo nos ha dejado ver con mucha claridad, que Dios nos tiene un amor extremadamente incondicional, a pesar de todas nuestras miserias. Este amor es lo más grande que tenemos, porque quien siente y se da cuenta que es amado por Dios y que le ama tal cual es, con todos sus defectos, se complace absolutamente y vive contento.

¿A quien pueden impedirle su paz sabiéndose amado por Dios?, ¿Quién no se sentirá contento como es, si sabe que Dios lo mira tal cual es? Es así como a pesar de que podemos tener muchos defectos, nos podemos amar a si mismo, porque a Dios le encantamos y prueba de ello, es que El esta dispuesto en todo momento a recibir nuestros arrepentimientos y demandadas de perdón. Si estamos convencido de esto, nos resultara fácil amar a nuestro hermanos, con el gran deseo de compartir todo nuestro amor que viene de Dios.

Estar tranquilo con uno mismo, tener paz interior, saberse hijo amado de Dios, complementado con la humildad del corazón, ayudara siempre a no tener conflicto con su alma, por tanto ayudara a no tenerla con su hermano. Quien se sabe hijo amado de Dios, no piensa solo en si mismo y le es fácil amar a los demás.

El hombre es imagen de Dios, y si amamos a nuestro prójimo, amamos a Dios, y si amamos a Dios, lo amamos también en el prójimo.

Este precepto es nuestro fundamento de la vida cristiana, basados en el amor, y por amor a Dios y al prójimo, juntos con saber que el Señor nuestro Dios es el único Señor; y que amaremos al Señor, nuestro Dios, con todo nuestro corazón y con toda nuestra alma, con todo nuestro espíritu y con todas nuestras fuerzas, conciente de que es el mandamiento más grande de la Ley

¿Libre para amar?
Libre para amar a Dios, libre para amar a los demás, esta es mi verdadera libertad, una libertad que está en total concordancia con el Evangelio. Caminar junto al Evangelio, es caminar junto a Jesús, tener fe, supone adhesión total a Jesús, de mente, pensamiento, alma y corazón.

Jesús, me hace comprometerme a no ser como los indiferentes que pasaron por alto al hombre herido en el camino a Jericó, Jesús me pida que descubra en mí la natural inclinación por hacer el bien que el nos ha infundido, Jesús me pide que nos endurezca mi corazón frente a los que sufren.

El Señor, me pide que sea libre para amar y hacerme prójimo en la familia, prójimo en mi trabajo, en mi barrio, en mi parroquia, es decir estar revestido del amor de Dios y estar siempre disponible para ocuparme de las necesidades de mi hermano.

Por eso te ruego Señor, que establezcas en mí, Señor, un corazón nuevo, hábil para darse cuenta de las necesidades de los que sufren y se sienten abandonados en el camino. Te ruego Señor instaures en mí un corazón convencido de tu amor, un corazón enamorado de ti y capaz de ocuparse de mí prójimo.

De Corazón

Pedro Sergio

sábado, 3 de octubre de 2009

MARCOS 10, 1-12

Se acercaron a Jesús algunos fariseos y, para ponerlo a prueba, le plantearon esta cuestión: “Es lícito al hombre divorciarse de su mujer?”

Nuestro Señor Jesucristo, del mismo modo como instruye a sus discípulos y aclara derechamente a los fariseos, nos instruye hoy y nos delata nuestros fariseísmos. En este relato, observamos como a todos nos da una enseñaza muy especial, para algunos muy ejemplar y para otros ciertamente incomoda.

Como de costumbre, los fariseos pretenden hacer caer en contradicción a Jesús, y además con su permanente mala intención pretenden demostrar que Jesús, no respeta la Ley. Los fariseos plantean: “Moisés permitió declaración de divorcio y separarse de ella”. Jesús les aclara que los preceptos de la Ley de Moisés no establecen el principio incondicional, sino una inhabilitación de un precepto de la ley originaria de la creación, inhabilitación motivada por la dureza del corazón de los hombres. Algo que demuestra la reiterada desobediencia a los preceptos divinos. Entonces Jesús les respondió: “Si Moisés les dio esta prescripción fue debido a la dureza del corazón de ustedes. Pero desde el principio de la creación, “Dios los hizo varón y mujer”.

Por tanto lo que queda claramente establecido, que Jesús, no está contra la ley de Moisés, lo que El hace, es volver a poner en primer plano la voluntad de Dios tal como se manifestó en el acto creador. Esto es lo que da su sentido a las citas del Libro del Génesis al decir que el hombre y la mujer han sido creados con una diferenciación sexual “Dios los hizo varón y mujer”, sin embargo están llamados a la unidad, a integrarse, y a perfeccionarse en la unión inseparable del matrimonio.

Cuando el Señor nos aclara este concepto de que “Lo que Dios ha unido que no lo separe el hombre”, me esta revelando la obra redentora de Cristo Jesús, El tuvo que rescatar también la institución matrimonial de la profunda degradación a que había sido llevada por el pecado de los hombres. La alianza matrimonial, por la que el varón y la mujer constituyen entre sí un consorcio para toda la vida, ordenado por la misma índole natural al bien de los cónyuges y a la generación y educación de los hijos, fue elevada por Cristo en los bautizados a la dignidad de sacramento.

Dulce es el yugo que une a dos fieles en una misma esperanza

Y así escribe Tertuliano:“No hay palabras para expresar la felicidad de un matrimonio que la Iglesia une, la oblación divina confirma, la bendición consagra, los ángeles lo registran y el Padre lo ratifica. En la tierra no debe los hijos casarse sin el consentimiento de sus padres. ¡Qué dulce es el yugo que une a dos fieles en una misma esperanza, en una misma ley, en un mismo servicio! Los dos son hermanos, los dos sirven al mismo Señor, no hay entre ellos desavenencia alguna, ni de carne ni de espíritu.”

Los matrimonios “Son verdaderamente dos en una misma carne; y donde la carne es una y el espíritu es uno”

Los matrimonios, rezan juntos, adoran juntos, ayunan juntos, se enseñan el uno al otro, se soportan mutuamente. Son iguales en la iglesia, en el banquete de Dios. Comparten por igual las penas, las persecuciones, las consolaciones. No tienen secretos el uno para el otro; nunca rehuyen la compañía mutua; jamás son causa de tristeza el uno para el otro... Cantan juntos los salmos e himnos. En lo único que rivalizan entre sí es ver quién de los dos cantará mejor. Cristo se regocija viendo a una familia así, y les envía su paz. Donde están ellos, allí está también Él presente, y donde está Él el Maligno no puede entrar.

ORACION

Te pido, Señor, por cada hombre y por cada mujer que, un día, se reconocieron hechos el uno para la otra y decidieron compartir toda la vida.

Te doy gracias por su coraje, por su determinación, sobre todo por su decisión de convertir el amor en alimento de sus jornadas. Te doy gracias por el don que son recíprocamente: es algo que también a mí me habla de tu amor. Te doy gracias por su entrega, renovada día a día: algo que me habla también de tu fidelidad. Te doy gracias por su apertura a la vida: algo que me habla también de tu desbordante paternidad y maternidad.

No les dejes solos y ayúdales a no dejarte nunca. Sé tú la fuerza de su unión. Y si han de vivir tiempos oscuros, en los que el amor parezca estancarse y cerrarse en los sacos del “dado por descontado” y de la falta de creatividad, haz que encuentren de nuevo aquella mirada transparente en la que se reconocieron entregados el uno a la otra y, atreviéndose a ser juntos don para los hermanos, den nuevo vigor a aquel amor que los hace una sola cosa, como tú, Dios, eres uno en la comunión trinitaria. (GIORGIO ZEVINI y PIER GIORDANO CABRA (eds.)

De Corazón

Pedro Sergio

LUCAS 10, 17-24

Al volver los setenta y dos de su misión, dijeron a Jesús llenos de gozo: “Señor, hasta los demonios se nos someten en tu Nombre”

Jesús había enviado a setenta y dos discípulos, al volver, estos le exponen al Maestro el éxito de la misión y lo atribuyen a la preponderancia del nombre de Jesús.

El desplome de Satanás concuerda con la llegada del Reino, los discípulos lo han podido comprobar a través de su misión. “Señor, hasta los demonios se nos someten en tu Nombre”. Esto es los poderes diabólicos se someten al poder del nombre de Jesús.

El poder de Jesús es un saber que nos hace apreciar el éxito ante la fuerza que puede tener el maligno. El poder de Jesús nos protege. Sin embargo hemos de tener mucho cuidado, Satanás aún no ha sido derrotado definitivamente, por tanto estamos llamados a impedir que este poder de Satanás, se practique sobre la tierra.

No se alegren, sin embargo, de que los espíritus se les sometan; alégrense más bien de que sus nombres estén escritos en el cielo.

El motivo de la alegría no está en la seguridad de salir ilesos, sino en el hecho de ser amados por Dios. Y dice el Señor: “alégrense más bien de que sus nombres estén escritos en el cielo”, con lo que nos esta diciendo la importancia de estar presente en el corazón de Dios, esto nos va a garantizar la continuación de nuestra vida en el espacio de la eternidad.

En aquel momento Jesús se estremeció de gozo, movido por el Espíritu Santo, y dijo: Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra.

Jesús, estremecido de gozo, se dirige al Padre movido por la acción del Espíritu Santo y nos observa que los sencillos son los que están abiertos al misterio y reciben la verdad de Jesús. Y es así, como Jesús alaba al Padre por el don concedido a los humildes y revela la unión de amor entre él y el Padre: “Todo me ha sido dado por mi Padre, y nadie sabe quién es el Hijo, sino el Padre, como nadie sabe quién es el Padre, sino el Hijo y aquél a quien el Hijo se lo quiera revelar”

Se hace indiscutible en la gente sencilla, en los humildes y pequeños, en los pobres, es decir en aquellos que pareciera que no cuenta para nada, que la palabra anunciada por los enviados ha sido acogida más puramente que en los sabios y eruditos, que en su seguridad, se complacen en su capacidad intelectual y teológica, por tanto esta actitud les impide entrar en el eficacia dada por Jesús a la salvación.

Por tanto es posible afirmar que la misión es concebida en el evangelio como irradiación del amor que une al Padre y al Hijo. Este amor revelado a la gente sencilla, es la fuerza que destruye el mal. Los discípulos son considerados felices, porque ven y gustan ya desde ahora el amor del Padre y del Hijo. Y el Señor le asegura que: Felices los ojos que ven lo que ustedes ven! ¡Les aseguro que muchos profetas y reyes quisieron ver lo que ustedes ven y no lo vieron, oír lo que ustedes oyen y no lo oyeron!.

De Corazón

Pedro Sergio

MATEO 18, 1-4

¿Quién es, pues, el mayor en el Reino de los Cielos?

En aquel momento se acercaron a Jesús los discípulos y le dijeron: ¿Quién es, pues, el mayor en el Reino de los Cielos? Él llamó a un niño, le puso en medio de ellos y dijo: Yo os aseguro: si no cambiáis y os hacéis como los niños, no entraréis en el Reino de los Cielos. Así pues, quien se humille como este niño, ése es el mayor en el Reino de los Cielos.

Los discípulos buscan un respuesta de Jesús, ¿Quién es, pues, el mayor en el Reino de los Cielos?, ¿Por qué hacen ellos esta pregunta?, ¿Acaso aún no habían entendido las enseñanzas de Jesús?. El Señor toma un niño y lo pone en medio de ellos para hacerles una enseñanza, para que entiendan la comparación. ¿Por qué?. Los niños son mas inocentes, no están contaminados de ambiciones, también los niños representan a los pobres, porque no tienen importancia en la sociedad. Al final nos agrega algo muy importante: “No es voluntad de vuestro Padre celestial que se pierda uno solo de estos pequeños.”

Y el Señor nos hace una gran advertencia: “Yo os aseguro: si no cambiáis y os hacéis como los niños”, es decir, tenemos que cambiar de actitud, tenemos que suprimir de nuestro corazón toda envidia y ambición que lleve a desear puesto de honor.

A Dios, poco le importa el rango o el puesto que ocupemos en la comunidad, el mas humilde, será grande ante El.

Y el que reciba a un niño como éste en mi nombre, a mí me recibe

“Y el que reciba a un niño como éste en mi nombre, a mí me recibe. Guardaos de menospreciar a uno de estos pequeños; porque yo os digo que sus ángeles, en los cielos, ven continuamente el rostro de mi Padre que está en los cielos.”

Nuestro Señor Jesucristo, se nos identifica con los pequeños, con los marginados, no olvidemos, que el que acoge al indefenso, al humillado, al marginado, esto es, todo lo que hacemos por un hermano los hacemos también por Cristo.

Cuídense de despreciar a cualquiera de estos pequeños, porque les aseguro que sus ángeles en el cielo están constantemente en presencia de mi Padre celestial.

¿Qué son, pues, los ángeles? Son, seres luminosos de la divina Providencia para nosotros. Son seres que nos muestran la bondad paternal de Dios, que no deja que falte a sus hijos nada de cuanto es necesario y que además cuida de sus hijos.

¿Nos guían los ángeles hacia Dios? Como intermediarios entre la tierra y el cielo, son criaturas invisibles puestas a nuestra disposición para guiamos en el camino de retorno a la casa del Padre. Vienen del Cielo para volver a llevarnos al Cielo y para hacernos pregustar, ya desde ahora, algo de las realidades celestiales.

¿Es cierto que los ángeles nos cuidan? En ocasiones es posible experimentar de manera concreta y sensible la custodia de los ángeles, con tal que sepamos reconocerla. Se trata de encuentros casuales y que se vuelven determinantes en nuestra vida. Muchas veces sin darnos cuenta recibimos una ayuda imprevista e inesperada, y por lo general la recibimos en una situación de peligro. Y hay diferentes peligros del cual nos salvan los ángeles, estos pueden salvarnos del peligro del pecado. También nos ayudan a tener pensamientos justos. En todo caso, es además un gran privilegio sentir en buena compañía a lo largo del camino de la vida, para llegar juntos a contemplar el rostro de Dios.

De Corazón

Pedro Sergio

LUCAS 10, 1-12

¿Por qué dice Jesús?: "Rogad al señor de la mies que envíe trabajadores" (Santa Teresita del Niño Jesús, (Santa Teresita de Lisieux) Carta 135)

Santa Teresita del Niño Jesús, fue proclamada por el Papa Pío XI, patrona universal de las misiones, pese a que durante su vida religiosa jamás franqueó los muros de su convento de Lisieux, aunque deseó ardientemente ser misionera. Ella supo oír lo que pide Jesús y acogió ardientemente el llamado a orar y a decir: Nuestra misión….es la de formar trabajadores evangélicos que salven millares de almas.. (Santa Teresita del Niño Jesús, Carta 135)

Nuestro Señor Jesucristo, les pidió a sus discípulos y no sigue hoy pidiendo. Jesucristo nos pide, ¿le oímos?, ¿le hacemos caso?, ¿rogamos a Dios por mas vocaciones?, ¿se nos ocurre que hacer para que lleguen más trabajadores?, ¿qué hacemos para la salvación de la almas?, ¿conquistamos almas para Cristo?

Santa Teresita del Niño Jesús (Santa Teresita de Lisieux) le escribe a una de sus hermanas:

“Un día, mientras pensaba qué podría hacer para salvar almas, unas palabras del Evangelio me llenaron de luz. Una vez, Jesús decía a sus discípulos..: "La mies es abundante, pero los trabajadores son pocos; rogad, pues, al Señor de la mies que mande trabajadores".

¡Qué gran misterio...! ¿No es Jesús todopoderoso? ¿No son las criaturas de quien las ha hecho? Entonces, ¿por qué dice Jesús: "Rogad al Señor de la mies que envíe trabajadores"? ¿Por qué...? ¡Ah!, es que Jesús siente por nosotras un amor tan incomprensible, que quiere que tengamos parte con él en la salvación de las almas.. (Santa Teresita del Niño Jesús, Carta 135)

“La cosecha es mucha y los trabajadores pocos”Jesús que se dirige, literariamente en este contexto del evangelio a los discípulos: “La cosecha es mucha y los trabajadores pocos”, son esas muchedumbres que están como ovejas sin pastor, fatigadas y decaídas porque los trabajadores — esto es hoy los pastores cristianos — son pocos. Hace falta multiplicar su número y continuar la obra misional de Jesús. ¿Qué hacer para ello? Jesús nos da la respuesta. Es una oración misional. Dirigiéndose a los discípulos, les dice: “Rueguen”… para que envíe trabajadores para la cosecha”.

Jesús quiere colaboradores para llevar esas ovejas desfallecidas a su reino, y para que esos pastores los suscite el Padre, y entren por su puerta (Jn 10:1.2), pone el gran medio de la oración.

Jesús mismo nos pide que hagamos oración, ¿Cómo respondemos a este pedido del Señor?

El no quiere hacer nada sin nosotras. El creador del universo espera la oración de una pobre alma para salvar a las demás almas, rescatadas como ella al precio de toda su sangre. (Santa Teresita del Niño Jesús, Carta 135)

No hay tiempo que perder, Jesús esta muy interesado en que comprendamos esto, y nos advierte como la cosecha es abundante, algo que nosotros sabemos, son muchos los que necesitan evangelización, son muchos los que no conocen a Dios, por todas partes hay hermanos que ignoran el propósito y el plan de Dios, que son planes de salvación, son muchos los hijos que viven alejados de la casa del Padre.

Hoy tenemos muchas las Iglesias donde no hay quien celebre la Eucaristía, y en otras tantas, un mismo sacerdote celebra tres o cuatro en un solo día. En efecto, faltan muchas vocaciones sacerdotales, pero al mismo tiempo faltan muchas vocaciones de laicos que se comprometan como discípulos.

Así esta el mundo, y los trabajadores son pocos, entonces hay que organizar el trabajo apostólico del modo más eficaz. Y no olvidar lo que nos pide el Señor, rezar para que haya muchos trabajadores, porque es cierto que la tarea excede a la capacidad de los que dedican a esto, como así mismo no todos los que se dedican tienen el mismo talento para el trabajo que se requiere, pero debemos estar dispuesto a llevarlo a cabo con la fuerza que Dios nos da: con su Gracia. Nuestro Padre Dios oye a los que oran y da ayuda a sus hijos que, que con sencillez y confiados, le suplican.

“La cosecha es mucha y los trabajadores pocos”. No desoigamos estas palabras de Nuestro Señor Jesucristo, asumiendo el compromiso en la tarea de la evangelización, de la instauración del reino de Dios en el mundo.

Nuestra tarea debe ser como la hizo Jesús, con fidelidad, El nos enseño como hacerla, El es nuestro Maestro, a El debemos imitar. Jesús, no buscaba lucirse a si mismo o buscar especiales simpatías, lo que el hacia era para dar a conocer al Padre y a su enviado, Jesucristo. Al imitar a Cristo en su tarea, no busquemos que nos den alabanzas por lo que nos corresponde hacer, nuestra misión no es para que donde vayamos nos den reconocimientos.

El mundo de hoy necesita buenos apóstoles que no motiven desconciertos entre nuestros hermanos, es decir que no confundan, por eso debemos comprometernos a nuestra tarea con autentica piedad. Jesús: “al ver a la multitud, tuvo compasión”. Sepamos reconocer en estas palabras el comportamiento misericordioso, y los sentimientos de amor al prójimo y de compasión ante las desgracias ajenas.

Rueguen, al dueño, oren a Dios, es El que debe enviar trabajadores para su cosecha, no pretendamos nosotros libremente decidir donde debemos ir a cosechar, nuestro Padre Dios no señalará donde debemos servir, para saber cual será nuestro frente de trabajo, hagamos un poco de silencio para oír a Dios, hagámoslo con la oración del corazón y con sometimiento a su voluntad, El nos confiará la misión, y nosotros le ofreceremos la vocación de apóstol, en cualquier circunstancia o campo que nos corresponda realizar.

Rueguen. “orando en la montaña, pedidme trabajadores y yo los enviaré, ¡no espero más que una oración, un suspiro de vuestro corazón...El apostolado de la oración ¿no es, por así decirlo, más elevado que el de la palabra?.. (Santa Teresita del Niño Jesús, Carta 135)

La vocación ha de venir desde el Padre. Es así, como la vocación es un Don de Dios y nosotros debemos estar muy atentos, para reconocer y aceptar con mucho agradecimiento, pero no para quedarse en la alegría de haber sido llamado, esto es, además debemos tener conciencia clara de la exigencia que debe tener nuestra misión.

Nuestra misión….es la de formar trabajadores evangélicos que salven millares de almas.. (Santa Teresita del Niño Jesús, Carta 135)

Y es así, como Jesús convocó a sus doce discípulos por su nombre, El organizo su apostolado con un grupo de hombres, su amigos mas cercanos, a ellos los forma y les da una misión, además le dota de poderes y cualidades para destruir el mal. Todos nosotros fuimos elegidos también por nuestro nombre desde el Bautismo para seguir a Jesús, a igual que los Doce amigos seguidores del Maestro y para el mismo fin, es así, como el nos prepara con sus enseñanzas, para que tengamos fuerza en nuestra misión en un mundo donde la injusticia, la maldad, la corrupción esta presente cada día.

Nuestra misión, debe comprender que la voluntad de Dios, no tiene fronteras para realizar nuestra tarea apostólica y no esta limitada a un lugar especifico, talvez nuestro campo de acción esta en nuestro propio hogar, en nuestra parroquia, en el trabajo, la comunidad donde vivimos o mas allá de la fronteras, basta tener muchas veces capacidad para conmovernos frente al dolor de la humanidad para darnos cuenta que la Palabra de Dios es indispensable en todo lugar.

“Por el camino, proclamen que el Reino de los Cielos está cerca”. No pensemos en dimensionarlo en tiempo, en años, pensemos que somos nosotros los que debemos hacerlo cercano, con nuestro estilo de vida, seamos constructores del Reino de los Cielos, lo hacemos con cada una de nuestras obras, y todas son importantes en esta obra, por muy sencillas que parecieran

Y el Señor nos dice que: “ustedes han recibido gratuitamente, den también gratuitamente”.En efecto hemos recibido gratuitamente, “de gracia”, la salvación del Señor, ¿y que meritos hemos hecho de nuestra parte?. ¿Qué estamos haciendo o qué nos proponemos hacer para anunciar a los demás el mensaje de amor que hemos recibido?

Hemos sido elegidos por Cristo, quien nos llamo a la fe, nos dio su mensaje evangélico, somos depositarios de el, y somos apóstoles con la misión de transmitirlo al mundo.

Y no lo hemos recibido para guardarlo para nosotros, es para compartirlo con todos los demás, porque todos estamos llamados a la salvación. Es así, hemos sido destinados a difundir el Reino de los Cielos, esa es nuestra misión, somos misioneros porque la misión es la forma concreta de manifestarle a Dios nuestro reconocimiento por haber sido llamados a ser en el mundo testigos de su amor.

Pero no basta dar gratuitamente lo que hemos recibido de igual forma, debemos darlo con cariño, con generosidad, con entrega total, a manos llenas, sin regateos, con todo el corazón, esta claro, con las cosas de Dios no podemos ser mezquinos.

Los apóstoles, somos todos los miembros de la Iglesia, obispos, sacerdotes, diáconos, religiosos y laicos, aunque lo hagamos en distintos frentes y de diferentes maneras, todos estamos encargados por Jesús a proclamar su Reino, apostolado es toda actividad efectuada por los cristianos que tiende a propagar el Reino de Cristo en el mundo y Jesús es la fuente y el origen del apostolado de la Iglesia, y la eficacia y la fecundidad de nuestra tarea depende fundamentalmente de nuestra unión con Cristo.

“¡Me parece tan hermoso nuestro destino!, ¿qué tenemos que envidiar a los sacerdotes..! (Santa Teresita del Niño Jesús, Carta 135)

De Corazón

Pedro Sergio

LUCAS 9, 57- 62

“Te seguiré adonde vayas”

Cristo Jesús necesita hombres y mujeres valientes, que actúen con valor, con ánimo y con decisión. Pero no para enfrentamientos, tampoco en pos de riquezas materiales. Cristo quiere discípulos preparados para actuar con prudencia, dispuestos a soportar los sacrificios necesarios para realizar la función de evangelizador, desempeñándose a la perfección en ese ministerio. (2 Tim 4,5).

Pero esta tarea no es fácil, no es tan simple como levantar el dedo y decir aquí estoy Señor, “Te seguiré adonde vayas”, ya que Jesucristo quiere testigos verdaderos, por tanto debemos estar dispuesto a pensar como El, sentir como EL, actuar como El, mirar a los demás como los mira El, pero además nos pide una firme decisión que rompa con el pasado, mirando hacia el futuro y sin añoranzas y con una libre voluntad para recibir su gracia.

Cristo necesita valientes que estén dispuesto a dejarlo todo por El, y en este fragmento del Evangelio, nos destaca cual es el espíritu de esta decisión que debe tener quien quiera seguirlo. Este nos muestra un primer ofrecimiento, que le hace alguien a Jesús diciéndole; “te seguiré adonde vayas”. Jesús le respondió: “Los zorros tienen sus cuevas y las aves del cielo sus nidos, pero el Hijo del hombre no tiene dónde reclinar la cabeza”. Jesús no le rechaza, el es el que se invita, sin embargo, le pone la perspectiva ardua del apostolado: sólo tiene asegurado, en comparación con los zorros y aves, el incesante ir y venir para anunciar la Buena Noticia del Reino.

Señor, permíteme que vaya primero a enterrar a mi padre

Pero también debemos comprender, que una situación es, si el padre acaba de morir, entonces hay que enterrarlo y otra situación es que debo preocuparme de el mientras viva hasta que muera, ¿Por cuánto tiempo?, ¿tenemos que hacer esperar a Jesús?, el Señor quiere una respuesta inmediata, sin retrasos, y acordándose que debemos amar a Dios por sobre todas las cosas, y esto es claro, es anteponer todo por El, es así, que cuando el Señor no pide un servicio, esto va primero a todo lo demás.

Ahora, preocupémonos de llevar el mensaje para anunciar el Reino de Dios a los vivos, y por supuesto, especialmente a los que no están cerrados a la salvación y no hayan muerto espiritualmente o a la gracia.

Es de esta forma, como Jesús nos pide que lo sigamos, con decisión absoluta, dispuesto a peregrinar en la vida, sin comodidades, desprendidos, es una forma exigente, no es un camino fácil, es ir cuesta arriba, pero peor es ir con una mochila a la espalda, es fatigarse, por tanto es necesario estar con el corazón limpio, habrán en este caminar decaimiento, desaliento, incomprensiones y persecuciones, pero al final, la recompensa, la vida eterna.

Otro le dijo: «Te seguiré, Señor, pero permíteme antes despedirme de los míos». Jesús le respondió: «El que ha puesto la mano en el arado y mira hacia atrás no sirve para el reino de Dios».

Para seguir a Cristo hay que tener la decisión de dejarlo todo por El. No había inconveniente en una despedida. Pero es el espíritu de esta decisión lo que aquí se destaca. Utilizando el proverbio del arado, una vez puestas las manos a la obra del Reino, todo ha de ser para él y su obra. Cristo reclama para sí los afectos más profundos, pues está por encima de ellos.

Nos enseña este fragmento del Evangelio, que esta en nosotros, el tomar la decisión de seguir a Jesús, el ya nos ha dicho “El que quiera venir conmigo, que renuncie a sí mismo” (Mt 16, 24-28). Jesús desea que vayamos tras de El, pero no obliga a nadie a que le sirva, pero si espera que espontáneamente, tomemos la decisión de servirle. Seguir al Señor, caminar con El, junto a El, sintiendo su presencia junto a nosotros, es un agradable caminar, es vivir en paz espiritual y es una mano que nos saca del peligro en las turbulencias, pero es necesario para seguir sus pasos, ser como El, empaparse de sus sentimientos, y aceptar la voluntad del Padre, quien solo quiere lo mejor para sus hijos.

Y quien sigue a Cristo tiene que aceptar no sólo la cruz de Cristo, sino la propia. Lo dice Jesús para hacer comprender a sus discípulos que sería una ilusión pensar en seguirlo, pero sin llevar con él la cruz: “que cargue con su cruz y me siga.” (Mt 16, 24-28) Después del pecado es éste el único camino de salvación para los individuos y para la humanidad entera.

Sin embargo, Jesús, bueno y piadoso, algo natural en El, no quiso tener ninguno que lo sirviese como obligado, por el contrario, hace que lo sirviesen espontáneamente y le agradeciesen el poderlo servir. No obligando ni imponiéndose a nadie, sino persuadiendo y haciendo el bien, esa es la forma como atrae a todos los que quieren venir, diciendo: El que quiera venir conmigo. ¿Alguno de nosotros ha sentido este llamado?, ¿Qué estamos dispuesto a responder si este llega a nuestro corazón?

De Corazón

Pedro Sergio

martes, 29 de septiembre de 2009

JUAN 1,45-51

Felipe encontró a Natanael

Cuando Jesús volvió para Galilea, encontró a Felipe y le llamó y le dijo: ¡Sígueme!, y cuando Felipe encontró a Natanael y le dijo: Hemos hallado a Aquél de quien se habla en la Ley de Moisés y en los Profetas. Es Jesús, el hijo de José de Nazaret".

Felipe habla de Jesús, de aquel hacia quien se orientaba las escrituras. Entonces Natanael le preguntó: "¿Acaso puede salir algo bueno de Nazaret?". Es posible, que esta sea una respuesta apresurada y motivada por las tradicionales rivalidades entre una aldea y otra. Por otra parte, era sabido que el Mesías, no vendría de Nazaret, sino que de Belén de Judea.

"Ven y verás", le dijo Felipe, esta es la misma respuesta de Jesús a Juan y Andrés cuando siguieron a Jesús, y Felipe además tiene el mismo entusiasmo de Andrés cuando le contó a su hermano Pedro: hemos encontrado al Mesías.

Es el tema de siempre, seguir a Jesús, es un asunto de encuentro personal con Jesucristo y, es de libre elección, es de libre convencimiento. Nos encontramos con Jesús y advertimos algo extraordinario en nosotros que deseamos compartir con nuestros amigos cercanos, entonces les decimos vengan y verán, para que también experimenten como nosotros.

"¿De dónde me conoces?"

Al ver llegar a Natanael, Jesús dijo: "Éste es un verdadero israelita, un hombre sin doblez". "¿De dónde me conoces?", le preguntó Natanael. Jesús le respondió: "Yo te vi antes que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera".

La mirada de Jesús, es profunda sobre los hombres, es tal que lee sus corazones, así debe haber sucedido con Natanael y lo elogia: “Éste es un verdadero israelita, un hombre sin doblez". De este modo el Señor nos esta comunicando como es el alma de Natanael y los tipos de hombres que él necesita para su apostolado, hombres con amor a la verdad y sin dobleces, es decir si hipocresías, sin fingimientos.

Natanael, nos enseña la energía del hombre que busca y cuando tiene un encuentro personal con Jesús, muestra un extraordinario acto de fe, convirtiéndose así en el testigo viviente del verdadero creyente que, a la luz de la Palabra del Señor, y por medio de la fe, reconoce en Jesús a su único Salvador y, es así como le dice: "Maestro, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel".

"Porque te dije: 'Te vi debajo de la higuera', crees

Jesús continuó: "Porque te dije: 'Te vi debajo de la higuera', crees. Verás cosas más grandes todavía".

Cuando Jesús se refiere a la higuera, es porque este árbol era el símbolo de Israel y cuado se refiere a un verdadero israelita, describe a un hombre auténtico, que es capaz de ver la verdad y cuando se encuentra con esta verdad (Jesús), es capaz de convertirse. Como muchos otros israelitas, en un primer momento consideraban que de Nazaret no podía surgir el Mesías, pero al encontrarse con Jesús cambian de parecer.

Jesús, vio en Natanael, un hombre fiel, por esa razón él le dice: “Verás cosas más grandes todavía" y esta promesa, es hoy para todos nosotros. Y es la misma promesa que nos hace hoy si lo seguimos con fidelidad: “Les aseguro que verán el cielo abierto, y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre".

Oh Señor, ciertamente, nuestro primer encuentro contigo, parece desconcertarnos, en especial cuando comprendemos lo bien que nos conoces. Permítenos entablar un diálogo contigo, a fin de que tengamos un conocimiento recíproco de la experiencia de seguirte.

De Corazón

Pedro Sergio

LUCAS 9, 46-50)

“El que reciba a este niño en mi nombre, me recibe a mí; y el que me recibe a mí, recibe también al que me ha enviado. En realidad el más pequeño entre todos ustedes, ése es el más grande”.

¿Porque ser como un niño y hacerse pequeño? El niño es un ser débil y humilde, que no posee nada, no tiene ambición, no conoce la envidia, no busca puesto privilegiados, no tiene nada que decir en la codicia de los adultos, el niño tiene conocimiento de su pequeñez y su debilidad. Es así como nos hace saber Jesús, que el más pequeño será el más grande ante el Padre, como vemos, de nada importa el nivel, la jerarquía o el rango y papel que se desempeñe en la sociedad.

El niño al igual que el pobre recibe con alegría lo que se le entrega cuando su necesidad depende de los demás. Ese es el sentido de ese “hacerse como los niños”, hacerse humilde y sencillo de corazón, empequeñecido en la sociedad respecto a los puestos de jerarquía, esa es condición de Jesús para seguirlo, “El que no renuncie a si mismo, no puede ser mi discípulo”

Tenemos claridad que esa es nuestra situación ante Dios, es así como Jesús quiere que sus discípulos, sus apóstoles, y todos nosotros seamos receptivos, sencillos y humildes, con capacidad o disposición favorable para recibir y aceptar y la grandeza espiritual en el servicio que El nos pide, esta es la conversión que nos hará distintos y nos transformará en niños, pero al igual que ellos, entendiendo que la que la niñez espiritual es una actitud interior de dependencia y confianza en el Señor y todo esto, debemos hacerlo con gestos concretos en el servicio a los más humildes, porque en cada pobre esta Cristo y el que acoge a uno acoge a Jesús.

En efecto, no olvidemos, que el que acoge al indefenso, al humillado, al marginado, esto es, todo lo que hacemos por un hermano los hacemos también por Cristo.

Ser como niños, es suprimir en el corazón la ambición y muchas veces esa envidia por querer un puesto mayor, Pero la humildad no resulta fácil para muchos de nosotros, porque ello implica renunciar a ciertos deseos de poder, de dominar lo que erráticamente creemos necesitar, por tanto el ejemplo que nos dio Jesús en el niño es esa humildad como manifestación pura que tiene la infancia al estar exento de poder, pero si necesitados de un cuidado amoroso. Confiemos esta protección a Dios y recordemos que por mucha edad que tengamos, jamás dejamos de ser niños para nuestra madre, es así como confiemos en María, Madre de Dios y Madre Nuestra, pidámosle a ella, ser como los niños que espera Jesús de nosotros.

Entonces, Juan le dijo: “Maestro, vimos a uno que estaba expulsando a los demonios en tu nombre; pero se lo prohibimos, porque no anda con nosotros”. Pero Jesús respondió: “No se lo prohíban, pues el que no está contra ustedes, está en favor de ustedes”.

Jesús no autoriza esa prohibición. Si hay una delegación suya para ello en los apóstoles, también otros pueden invocar su nombre, con reverencia, apelando a su poder, lo que no es estar lejos de su discipulado, pues, al menos, está con él. Que no se lo prohíban. Quien así obró, no sólo no hablará mal de El, sino que se aproximará cada vez más a su reino, al ver el gran signo del mesianismo y del Mesías: la expulsión y triunfo sobre Satán.

Lo que ha hecho Jesús, es hacerle ver a sus discípulos que es no partidario de los celos que ellos tienen, hoy a nosotros nos dice que no debemos confundir los intereses de El Hijo de Dios, con los nuestros. Lo que nos debe interesar es la Gloria del Señor, no la nuestra.

En efecto, en algunas ocasiones nos confundimos, estamos celosos y la verdad es que estamos envidiosos, porque nos sentimos postergados, como si estuviéramos en segundo lugar, como si otros nos opacaran y nos hacen sombra y nos duele esta situación.

Lo que tenemos que hacer es actuar con generosidad, y saber ver que lo que importa en la lucha contra el mal y la maldad, sin importar quien la realiza, ni donde ni como se hace. Debemos sentirnos gozosos cuando otros están trabajando por el bien de los demás. Debemos apoyar a los que hace el bien, no envidiarlos. No debemos confundirnos, y oremos por los que en nombre del Señor trabajan por su gloria, sin preocuparnos si ellos brillan más que nosotros

De Corazón

Pedro Sergio

sábado, 26 de septiembre de 2009

MARCOS 9,38-43. 45.47-48

Juan dijo a Jesús: “Maestro, hemos visto a uno que expulsaba demonios en tu Nombre, y tratamos de impedírselo porque no es de los nuestros”. Pero Jesús les dijo: “No se lo impidan, porque nadie puede hacer un milagro en mi Nombre y luego hablar mal de mí.

Sucedió que una persona que era parte de la comunidad empleaba el nombre de Jesús para expulsar los demonios, entonces muy celoso Juan, el discípulo, lo ve y prohíbe hacerlo: “Tratamos de impedírselo porque no es de los nuestros”

¿Tenemos algún derecho en impedir que otras personas de distintas confesiones cristianas hagan buena acciones en nombre de Jesucristo? ¿Tiene alguien derecho de creerse dueño del nombre de Jesús?, ciertamente el Señor nos da una gran lección a toda nuestra comunidad cristiana, no están únicamente solo los que pertenecen nominativamente como los suyos: “no es de los nuestros”. Ciertamente, el que invoca el nombre de Jesús para hacer el bien, es porque se compenetra con El, por tanto no podemos pensar que el luego agraviará su nombre. “porque nadie puede hacer un milagro en mi Nombre y luego hablar mal de mí”.

Es así como Jesús, nos aclara a todos, católicos y otra confesiones cristianas, “Y el que no está contra nosotros, está con nosotros”, y a El lo que interesa no es si la persona forma parte o no de nuestra comunidad, pero si le importa es si hace el bien que debe hacer como buen hijo de Dios. ¿Cómo interpretamos nosotros el ecumenismo y como debemos interpretarlo?, creo que de una solo forma, como los hace Jesús.

Si hemos entendido bien que Jesús ha venido para salvarnos a todos, no podemos considerar que es propiedad exclusiva de alguna confesión en particular. ¿Si una persona no se considera discípulo de Jesús y hace el bien y en nada se contradice con el espíritu cristiano, tendrá su recompensa?

Les aseguro que no quedará sin recompensa el que les dé de beber un vaso de agua por el hecho de que ustedes pertenecen a Cristo.

"Dios no necesita nuestras obras, sino nuestro amor" (Santa Teresa de Lisieux). Jesús dio su vida, esto es algo inmensamente extremo en amor, sin embargo Jesús quiere que reconozcamos los gestos de donación que se hacen cada día, por pequeño que sean, una vaso con agua, una sonrisa, una acogida, una mano que levanta a quien no puede pararse solo y tanto otros gestos. ¡Quien desprecia al ladrillo no podrá nunca edificar la casa!. Esto es lo que también nos demuestra la santidad de José, esposo de María, padre adoptivo de Jesús, que sin llamar la atención, cumplió el programa de quien es "justo” con Dios mediante el fiel cumplimiento en la fe, esperanza y caridad; y con el prójimo por medio de su apertura constante al servicio de los demás como se construye la casa ladrillo a ladrillo, el edificio de la santidad se va realizando minuto a minuto, haciendo lo que Dios quiere. “san José es la prueba de que, para ser bueno y auténtico seguidor de cristo, no es necesario hacer "grandes cosas", sino practicar las virtudes humanas, sencillas, pero verdaderas y auténticas” (Pablo VI).

Si alguien llegara a escandalizar a uno de estos pequeños que tienen fe, sería preferible para él que le ataran al cuello una piedra de moler y lo arrojaran al mar.

El relato nos trae algunas sentencias contra lo que es motivo de escándalo o de tropiezo y, por consecuencia, de caída. Escándalo es aquello que nos desvía del buen camino y escandalizar a los pequeños es motivo para que los pequeños se extravíen del camino, es decir pierdan el rumbo y la fe en Dios. Quien hace esto, recibe la siguiente sentencia: “Si alguien llegara a escandalizar a uno de estos pequeños que tienen fe”, es preferible morir antes que atentar con nuestro propio comportamiento contra la debilidad del hermano, en particular si se sobreentiende la debilidad en la fe, ¿Por qué tanta dureza? ¡Porque Jesús se identifica con los pequeños!: "En verdad os digo que cuanto dejasteis de hacer con uno de estos más pequeños, también conmigo dejasteis de hacerlo." (Mateo (SBJ) 25, 40) Quien hace daños a los pequeños, se los hace a Jesús.

Y el Señor sentencia: “sería preferible para él que le ataran al cuello una piedra de moler y lo arrojaran al mar”, es algo tajante, severísimo, pero frente a esto debo preguntarme, ¿Por qué se van de nuestra Iglesia?, ¿Es que no se sienten nuestro hermanos?, ¿Hasta que punto soy culpable? ¿Qué de malo he hecho, cuanto he sido de poco acogedor?, ¿Me estoy mereciendo una soga al cuello con una piedra?

OH Dios cuanto amor por nosotros

En Dios y con Dios nos encontramos con el amor infinito. Jesús, dio la vida por nosotros y por todos, porque a todo nos ama por igual, todos somos sus hijos. Seguro que nuestro Padre amado se alegra cuando cualquiera de sus hijos acoge el amor que El le da, como también es seguro que El se alegra si sus hijos regalan a sus hermanos el amor que reciben de El, y ciertamente recompensará a los que comparten los bienes que se disponen.

De Corazón

Pedro Sergio

LUCAS 9, 43b-45

Mientras todos se admiraban por las cosas que hacía

Mientras todos estaban admirados por las cosas que hacía, Jesús nuevamente revela a sus discípulos la cruz que le espera. El contraste es muy grande, porque mientras todos se asombraban, es decir, mientras la gente sentía gozo y admiración por todo aquello que Jesús decía y hacía, correspondiendo a sus necesidades, a sus esperanzas, Jesús le revela que será preso y que será entregado en manos de los hombres.

¿Qué puede ser más importante para los discípulos, la gloria del maestro o que: El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres”?, ¿Que debo entender mejor, la identidad de Jesús, su revelación?. Entender la cruz, es comprender lo más resplandeciente e inadvertido del rostro de Dios enseñado y mostrado por Jesús. Comprender la cruz, es enamorarse del misterio.

Pero ellos no entendían estas palabras.

El anuncio de la Cruz, era un misterio que no podía entender, por mucho que lo escuchaban, no comprendían las palabra sobre la cruz. Sin embargo, no entendiendo, no piden aclaraciones. A lo mejor, tuvieron temor de hacer ver su ignorancia, o talvez eran incapaces de aceptar un Mesías que se hace siervo de sus hermanos, o/y a ellos solo les gustaba soñar con un Mesías triunfante.

Los discípulos, dejan en un completa soledad a Jesús, y parecen no querer compartir el lado más profundo de su acontecimiento. La primicia escapa a todos. No entendían y las Palabras le resultaban oscuras. ¿Era posible que el destino de los apóstoles pudiera estar separado de su maestro? , ¿Por qué tenía miedo de preguntarle?. Me parece que ellos vislumbran algo que les produce consternación, sin embargo, el destino del discípulo, tiene que ir de la mano con el destino de su Maestro. ¿Me pregunto si esto me turba, si esto me inquieta?

De Corazón

Pedro Sergio

LUCAS 9, 18-22

¿Quién es Jesús?

Por todas partes del mundo se oye ésta pregunta: ¿Quién es Jesús?, y la respuesta es muy importante por sus consecuencias. Nosotros como cristianos y frente a esta formulación, tenemos que saber que responder, porque de nuestra respuesta dependerá mucho la vida que seguirá quien la oiga y quien la dice.

Pero también debemos nosotros preguntarnos algo trascendente, ¿Quién creemos que es Jesús?, ¿Qué es para nuestra vida?, ¿nos transforma y nos hace cambiar de actitud Jesús?

Frente a estos interrogantes, tenemos que responder sin vacilación o tropiezo al hablar, en la pronunciación o en la elección de las palabras, y lo que más importa es con el testimonio de nuestra vida, a fin de respaldar y hacer creíbles nuestras palabras.

Jesucristo, es el único Hijo de Dios, Ungido por el Padre para traernos la salvación, no hay otro, el es nuestra esperanza, el es nuestra promesa, a El tenemos que descubrir, como lo hizo Pedro, por eso es preciso que nos pongamos en disposición de ser iluminado por el Espíritu Santo, único capaz de descubrir los corazones abiertos a EL.

Pedro, tomando la palabra, respondió: “tú eres el Mesías de Dios”

Que podemos responder ahora nosotros frente a esta pregunta: ¿Quién dicen que soy yo?. Frente a la pregunta Pedro respondió: "Tú eres el Mesías de Dios" y nos damos cuenta que Pedro esta iluminado por la luz del Espíritu Santo, por eso penetra y descubre la personalidad de Jesús, y le es sencillo reconocer al elegido de Dios, al Hijo de Dios.

El que quiera descubrir, encontrar y hallar a Jesús, tiene que hacerlo con mucha fe, solo así puede ser capaz de penetrar en el profundo misterio que encierra Jesús.

Desde principios de siglo I hasta ahora, ha estado presente la búsqueda de tratar de conocer y reconstruir la vida de Jesús de diversos modos. Sin embargo, muchos pasan por alto y guardan silencio para abstenerse de hablar de lo que no tiene una explicación racional, y de esta forma pretenden decir que los prodigios del Señor no dejan de ser un mito.

Otros, buscan conocer a Jesús, a través del apoyo cierto o verdad en lo que se dice o se hace por la razón, e incluso a través de la ciencia histórica, con lo cual casi no se llega a conocer a Jesús. Del mismo modo, no faltan los que a través de historias literarias y de ciencia ficción, pretenden establecer quien era y a que vino Jesucristo, creando falsas conjeturas, respaldadas en juicios o idea que se forman a partir de indicios o de datos incompletos o no comprobados. Con esto ha formado un Jesús, mágico, taumaturgo, un revolucionario, un maestro de filosofías esotéricas, algo ocultas, que resultan incomprensible o de difícil acceso para la mente

Los prejuicios de los libres pensadores, idealistas y racionalistas, alegan y sostienes que es imposible que Jesús sea Dios, y no aceptan la realidad palpable de sus milagros.

¿Como era Jesús?
Jesús, Hijo de Dios, vivió e hizo cosa de hombres, trabajó con manos de hombre, pensó con inteligencia de hombre, participo en la vida de los hombres, obró con voluntad de hombre, sufrió como los hombres, amó con corazón de hombre.

Cuando leemos los Evangelios, no encontramos ninguna descripción del aspecto físico de Jesús, solo de un modo espiritual nos imaginamos como era, sin embargo, si leemos con detención cada uno de los Evangelios, nos podemos dar cuenta de detalles muy importantes. Los seres humanos nos acercamos siempre a las personas amables, la gente buena nos atrae y nos simpatiza, entonces para que muchos acudieran a El y no quisieran dejarlo, Jesús debe haber irradiado amabilidad y simpatía. Para que miles estuvieran atentos y hasta sin pensar en comer para oírle, debe haber sido muy dulce y atractivo su hablar, suave y agradable al oído. Del mismo modo, debe haber tenido una atracción divina, así lo presintieron ciegos al oír sus pasos, sabían que era de Jesús. También debe haber sido un Maestro inspirador, con charlas pedagógicas incansables de escuchar y aprender. A Jesús acudían los enfermos, los ancianos y los niños, El los oía y les imponía las manos, por tanto Jesús debe haber tenido modales muy agradables e inspirador de muchos afectos.

Jesús, el Mesías, El Cristo, Jesucristo, el Hijo de Dios, nos invita a que cada uno conozca cada vez más de El, es nuestro Salvador, y no hay mejor forma que leyendo los evangelios, empapándose de su mensaje, conversándolo en familia o con los amigos, y con especial dedicación con el mismo Señor Jesucristo

De Corazón

Pedro Sergio

jueves, 24 de septiembre de 2009

LUCAS 9, 7-9

Herodes decía: “A Juan lo hice decapitar. Entonces, ¿quién es éste del que oigo decir semejantes cosas?”.Y trataba de verlo.

Herodes está confuso: ¿quién es éste del que oigo decir semejantes cosas?”.Y trataba de verlo. El relato empieza con opiniones como es Juan, que ha resucitado, otros decían que es Elías, que se ha aparecido, y otros que es uno de los antiguos profetas que ha resucitado. Muchas suposiciones de quien es Jesús, como también muchas equivocaciones, me parece que este tipo de personas no entendían bien quien era Jesús o no se dieron cuenta que Jesús es una novedad, es alguien a quien no se puede comparar y no se puede identificar con otro.

Este error es repetitivo hoy en día, hay gente que ve en Jesús ciertos personajes, esto es una forma muy liviana de mirar al Señor, mejor dicho es no saber ni querer ver.

Herodes trataba de ver a Jesús, trataba de conocerlo, reunirse con el e informarse personalmente de quién es. Pero ¿de qué le valdría?. En Efecto, se reunió con Jesús durante la pasión, pero no logró comprender nada de Jesús.

Necesidad de conocer a Jesús

El mundo de hoy, esta cada vez más necesitado de conocer y estudiar no solo quien es, si no que es Jesús, a que vino y por que vino al mundo. El conocer y estudiar sobre Jesús, no es un privilegio de los teólogos, es una necesidad de todos, porque Dios lo envió para que nadie se quede si la posibilidad de salvarse y llegar a la vida eterna.

Jesucristo es la Palabra, el Verbo encarnado e Hijo de Dios, Jesús es nuestro salvador, Cristo es el redentor, el es nuestra fe, a esa fe nos adherimos y la hacemos nuestra total esperanza.

Cada uno de los sucesos relevantes del nacimiento, la vida, las obras, la pasión, la muerte y la resurrección de Jesucristo, debe empapar nuestro corazón. Todo aquello que se refiere a su persona, con especial dedicación a su obra de salvación, no puede ni debe estar oculto, y menos debe ser muy difícil de comprender o de explicar. Cristo es un misterio que tiene una explicación lógica, que se comprende y se cree por la fe, en el se resume todos los artículos de la fe, es decir la Santísima Trinidad, ya que Él es Dios, el Hijo del Padre, el Espíritu Santo. Los designios, es decir el plan que Dios que se propuso realizar y las obras de El, se ha realizado en Jesús, en el plan de su voluntad salvífica.

Como conocer a Jesús

A Jesús se le puede conocer externamente e internamente, no hay nada oculto hoy día, la historia es un método para llegar a conocerlo. Además existen muchos y rápidos elementos para conocer muy bien la realidad visible de la vida de Jesús, tenemos mucha información accesible, investigaciones técnicas y científicas, fotografías de lugares, películas, mapas etc. Sin embargo, hemos de comprender, que solo mediante la Revelación divina y la fe, podemos trascender lo externo y llegar con certeza y verdaderamente quién es realmente Jesús, leemos en san Mateo 11, 27 “Nadie conoce al Hijo sino el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquellos a quienes el Hijo se lo quiera dar a conocer”, también leemos en san Juan 6, 44 “Nadie puede venir a mí si no lo atrae el Padre que me envió”

Jesús, como persona se encargo de hacer respetar los derechos de los hombres de su tiempo en la tierra, lo hizo en las sinagogas frente a los fariseos, en calles y plazas, defendió con firmeza los intereses del Padre, es decir, El en su momento de mayor intensidad, fue la fuerza y perfección, mediador y plenitud de toda la Revelación. Así es como Jesús, no es un relato o una historia que quiere hacerse pasar por verdadera o que solo existen en la imaginación de los hombres, en otras palabras, no es un mito, El es Dios hecho hombre que vivió en un contexto histórico concreto, y los acontecimientos de su vida, son reales, comprobables. Sin embargo, para conocer a Cristo, es necesario, es imprescindible saber de su amor y hacer una vida que nos asemeje a El.

De Corazón

Pedro Sergio

lunes, 21 de septiembre de 2009

MATEO 9, 9-13

“Sígueme”. Él se levantó y lo siguió.

Este relato, nos habla de una rápida acogida al llamado de Jesús, y de un Jesús acogedor, de un Jesús que no discrimina, de un Jesús misericordioso, con especial afecto y atención a los pecadores.

Este relato me demanda a responderle afirmativamente, con prontitud y generosidad, al llamado que el Señor me hace a través de las grandes y pequeñas ocasiones de mi vida diaria, como también me llama a revisar mi actitud de acogida con mi prójimo, con una actitud no prejuiciosa.

Mateo ofrece al Señor un banquete, talvez como despedida a su anterior vida y como una forma de destacar ante sus amigos que el se ha tomado en serio el seguir a Jesús. La participación, ojala diaria, en el banquete de la Eucaristía, es también una muestra de que nos tomamos en serio nuestra vida de seguidores de Jesús.

“¿Por qué su Maestro come con publicanos y pecadores?”.

Jesús es capaz de sentarse a cenar con todo tipo de personas, otra lección para nosotros, pues a imitación del Señor debemos hacer lo mismo alejando de nuestro corazón toda idea de discriminación. ¿me siento capaz de sentarme a la mesa co todo tipo de persona?

A Jesús no le importa que los fariseos vayan donde sus discípulos y le critiquen por el hecho de comer junto a publicanos y pecadores. Ciertamente en aquel tiempo, comer juntos significaba comunidad de vida y de sentimientos, pero al reunirse con los publicanos y los pecadores, el Señor se muestra con su carácter misericordioso y llama la atención a los fariseos por su legalismo. El Señor me anuncia con esto, que debo cuidarme de aquellas reglas que me hacen ser inclemente a las legítimas necesidades del Espíritu. El Señor me llama a no mostrar incapacidad de comprender las verdaderas necesidades de mi prójimo. Jesús nos exige gestos de misericordia, más que actos formalistas y llenos de reglas.

“Prefiero la misericordia al sacrificio”.

La misericordia de Dios busca al hombre para conducirle a la salvación, a pesar de que el hombre no siempre le es fiel. “Dios, que es rico en misericordia, por el gran amor con que nos amó, precisamente cuando estábamos muertos a causa de nuestros pecados, nos hizo revivir con Cristo.” (Éfeso. Ef 2, 4-10)

Dios, todo bueno y bondad en El, absolutamente misericordioso, lleno de amor por los hombres, y por el gran amor que nos tiene, sabiendo de nuestras faltas, fue tan bueno que nos trajo a Jesús, y nos ha hecho vivir con El. Pero no solo hizo eso, además, nos entrego a su propio hijo para que nos salváramos.

Si fuéramos capaces de poder entender bien lo que hizo Dios por nosotros, si pudiéramos sentir de verdad en nuestro corazón todo el amor que Dios nos tiene, sería entonces más sencillo darse cuenta de su amor infinito y su gran ideal de salvarnos. Para eso nos mando a Jesús, su buen Hijo, no para condenarnos, sino que todo lo contrario, para el que crea en El, no muera.

Porque yo no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores”.

Jesús, al llamar a Mateo y sentarse a la mesa con los pecadores, nos muestra que su misión es de una misericordiosa llamada a los pecadores, “No he venido a llamar a los justos sino a los pecadores". Y esa es la voluntad de Dios, que todos los hombres se salven. “El signo más grande del amor del Padre es Jesucristo quien no vino para condenar al mundo Sino para salvarlo.” (Jn 3, 14-21)

De Corazón

Pedro Sergio

domingo, 20 de septiembre de 2009

MARCOS 9, 30-37

Jesús atravesaba la Galilea junto con sus discípulos y no quería que nadie lo supiera, porque enseñaba y les decía: “El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres; lo matarán y tres días después de su muerte, resucitará”.

Jesús nos habla en este relato sobre el conclusión de su misión por la tierra, donde va a ser entregado en manos de los hombres, lo mataran y luego de tres días resucitará. Todo esto esta preparado por Dios para que así sea, y de este modo después de un recorrido de dolor de su Hijo, alcanzar la reconciliación con el mundo. El signo eficaz de esto será la resurrección de Jesús.

El relato no dice que: Pero los discípulos no comprendían esto y temían hacerle preguntas. Jesús se preocupa de formar y preparar a su discípulos, sin embargo estos no entienden, y más encima, no requieren aclaraciones, a mi me parece que no es por falta de interés, sino por el falso orgullo de los hombres que sufren de miedo si les descubren su ignorancia. ¿Pero acaso es necesario saberlo todo?.

Pero también es cierto, que el temor de preguntar podía venir por la huida de la cruz, y talvez consideraron ante su incomprensión, que era preferido no hablar de este tema. Sin embargo llama la atención que ellos van discutiendo quien sería el mas importante, “concepción del hombre terreno, huir del sacrificio para procurarse, en cambio, un poco de gloria y asegurarse un puesto elevado por encima talvez de los otros”. (Intimidad Divina)

Llegaron a Cafarnaúm y, una vez que estuvieron en la casa, les preguntó:“,De qué hablaban en el camino?”. Ellos callaban, porque habían estado discutiendo sobre quién era el más grande.

Ellos no responden, descubren que sus pensamientos no son agradables a Jesús, es el silencio de los que se sienten culpables, porque en el camino discutían sobre quién fuese el más grande. La conciencia absolutamente terrena que alaba el éxito personal y lo persigue a toda costa. ¿Falta de humildad?, algo que no es fácil, es saber si nosotros estamos confundidos, porque podemos ser humildes de aspecto, pero no de corazón y en forma oculta, buscamos notoriedad, y reconocimiento a lo que hacemos, que nos elogien y eso nos encanta, claro, nos halaga la vanidad. Por cuanto para aprender a vivir en humildad, debemos tener conciencia que donde hay vanidad, hay tierra de cultivo para los defectos.

Para vivir en humildad, no tratemos de ocultarle nuestros pensamientos a Dios, ni nuestros defectos, ni nuestras debilidades, al contrario, dejémosle que el nos enseñe por medio de ellas. Haciéndole ver a Dios nuestra bajeza, reconocemos en El su grandeza, y para aprender a ser humildes y vivir en ella. Cuando somos capaces de reconocer ante Dios todas nuestras falta, nuestros errores, el va de inmediato en nuestra ayuda.

Nada hagáis por rivalidad, ni por vanagloria, sino con humildad, considerando cada cual a los demás como superiores a sí mismo, buscando cada cual no su propio interés sino el de los demás. (Filp. 2,2 3-4)

Entonces, sentándose, llamó a los Doce y les dijo: “El que quiere ser el primero, debe hacerse el último de todos y el servidor de todos”. Después, tomando a un niño, lo puso en medio de ellos y, abrazándolo, les dijo: “El que recibe a uno de estos pequeños en mi Nombre, me recibe a mí y el que me recibe, no es a mí al que recibe, sino a Aquél que me ha enviado”.

El pensamiento nos juega a veces una mala pasada, excitando pasiones por la codicia de la gloria, como les sucedió a algunos discípulos, entonces les vino en el pensamiento la idea de preguntarse quien de ellos sería el mayor o el más grande. Parece que esta pasión nace cuando en una ocasión no pudieron curar a un endemoniado y se culparon entre ellos la impotencia de unos a otros. En otra ocasión ellos habían visto que Pedro, Santiago y San Juan, habían sido llamados aparte y llevados al monte.

Pero Jesús, conocía perfectamente bien el corazón de sus íntimos amigos, conocía lo que pensaban y lo que sentían y se daba cuenta lo que ellos planeaban y tramaban en su interior. Jesús, que sabe muy bien como salvar a los hombres de las caídas, cuando vio que se suscitaba esta idea en la mente de sus discípulos como un germen de amargura, antes que tomase incremento, la arrancó de raíz. Es así como conociendo sus pensamientos, sentándose, llamó a los Doce, tomó a un niño, lo puso en medio de ellos y, abrazándolo, les dijo: El que recibe a uno de estos pequeños en mi Nombre, me recibe a mí y el que me recibe, no es a mí al que recibe, sino a Aquél que me ha enviado”

El niño tiene el alma sincera, es de corazón inmaculado, y permanece en la sencillez de sus pensamientos, el no ambiciona los honores, ni conoce las prerrogativas, entendiéndose esto por el privilegio concedido por una dignidad o un cargo, tampoco teme ser poco considerado, ni se ocupa de las cosas con gran interés. A esto niños ama y abraza el Señor; se digna tenerlos cerca de sí, pues lo imitan. Por esto dice el Señor (Mt 11,29): "Aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón".

Dos enseñaza muy claras, nos dejo aquí Jesús, una que enseña simplemente que los que quieren ser más grandes deben recibir a los pobres de Cristo por su honor, y otra los exhorta a ser párvulos en la malicia.

El mas grande será quien reconozca su más grande indigencia ante Dios, y será mayor quien más ame al humilde.
Y a pesar de todos los errores que tenemos, Cristo nos busca y nos elige, no porque somos buenos, sino porque el es bueno y nos ama al extremo y espera que nosotros cambiemos. Dios nos pide cambiar y espera que seamos hombres buenos, como su Hijo Jesucristo, “mansos y humildes de corazón.”

Para ser humildes de corazón como Cristo, tenemos que abandonar nuestra vida y dejar que El viva en nosotros, “y no vivo yo, sino que es Cristo quien vive en mí”, (Gal. 2,30). Y orando a Dios debemos pedirle su ayuda para sentir la humildad del corazón de Cristo, “Dios de la paciencia y del consuelo os conceda tener los unos para con los otros los mismos sentimientos, según Cristo Jesús” (Rom 15,5.)

La oración es la llave para abrir la puerta que le permite a Dios trabaje en nuestra vida, y para que haga su obra en nosotros, tenemos que ser humildes en todo, para dejarnos someternos por El y sentir que somos en todo, dependientes de EL, con un absoluto reconocimiento de la necesidad de El. “Todo el cimiento de la oración va fundado en humildad, y mientras más se abaja un alma y se empequeñece en la oración, más la ensalza Dios (Santa Teresa, «Moradas Séptimas», 4, 9.).

La ganancia de la humildad, es la amistad de Dios, “Vivamos con Dios como con un amigo” nos enseña la Beata carmelita Isabel de la Trinidad. En efecto, el aprecio y la estima de Dios, tiene mucho más valor que vivir preocupado de la autoestima si se es humilde. La perdida de nuestro orgullo, es beneficio para el alma, “Para vencer el orgullo: matarlo de hambre. Mira, el orgullo es amor propio. Pues bien; el amor de Dios debe ser tan fuerte que anule por completo nuestro amor propio.”(Beata Isabel de la Trinidad).

La virtud de la humildad es un gran regalo de Dios. La humildad nos permite ser su amigo y que Cristo viva en nosotros, por lo cual debemos agradecerle siempre. Esta es la gracia que nos va a estar siempre transformando en otros Cristos. Sale el alma tan gananciosa, que el demonio no osa volver otro día para no salir con la cabeza quebrada (Santa Teresa de Jesús, C 12, 6).

De Corazón

Pedro Sergio

sábado, 19 de septiembre de 2009

LUCAS 8, 4-15

“La Parábolas”Jesús nos enseñas a través de narraciones de sucesos sencillos, “La Parábolas”, con ellas aprendemos enseñanzas de alguna verdad importante, especialmente en el aspecto moral, estos relatos fáciles de comprender generalmente llegan fácilmente al corazón de los hombres.

Los ejemplos que nos pone Jesús, están siempre vivos en nosotros, especialmente porque nos exige a nosotros mismos tomar conciencia de lo que es ser cristiano, es así como no solo debemos tener oídos atentos a las parábolas, además debemos tener preparado el corazón para comprender la sensibilidad de la enseñanza y alejar toda soberbia en nosotros para aceptarla.

La sutileza de la parábola, y me refiero a la delicada, suave e interesante forma que utiliza Jesús para penetrar en nuestro corazón, nos invita a rechazar los estilos de vida conducentes al pecado, especialmente a aquellos que son productos de la soberbia, la envidia, la ira, la vanidad, el egoísmo, sentimientos que nutren la forma mas desvergonzada de vida del hombre.

Es entonces en consecuencia, la parábola, una perfecta enseñanza de moral cristiana, es interesante saber descubrir en ella el llamado de salvación y conversión a Dios.

Como se reunía una gran multitud y acudía a Jesús gente de todas las ciudades, él les dijo, valiéndose de una parábola.

Nos imaginamos una gran muchedumbre que se reúne cerca de El para oírle, y debe haber sido quizás todo el día, porque el fragmento del evangelio de Mateo (13,23) dice: Entonces él les habló extensamente por medio de parábolas.

Nos preguntamos ahora, ¿cuanto tiempo disponemos para Jesús? ¿Qué atractivo tiene para nosotros oír sus enseñanzas? ¿Tenemos interés en conocer su palabra?, me hago la pregunta en razón de que es cierto que conocemos a personas que muestran antipatía por saber que decía el Hijo de Dios.

¡El que tenga oídos, que oiga!

¡El que tenga oídos, que oiga! Para algunos puede significar el esmero con el cual se oye la Palabra del Señor. Para llamar la atención a alguien se le dice te entra por un oído y sale por el otro. Pero la frase de Jesús es más bien, un anticipo, un toque de alerta. Un llamado a meditar.

Entonces, con la parábola del sembrador, tenemos que preguntarnos como somos nosotros en cuanto a tierra de cultivo, sabemos que la semilla es de primera calidad, y germinará según se comporte el suelo que la reciba.

Atesorar la palabra en el corazón
Jesús vino a nosotros a sembrar la semilla de la Palabra de Dios y la vino a colocar en nuestro corazón. En efecto, el mejor lugar para recibir la Palabra es el corazón, ¿tenemos otra opción para atesorarla?, ese en ese lugar donde habita el amor, es allí donde Jesús nos quiere depositar sus enseñanzas, y si no tenemos disposición a recibirla en ese lugar, es cuando el maligno la arrebata.

Pero tampoco se trata de tener una disposición aparente, superficial y con una actitud inconstante, porque con esa actitud, la Palabra no surtirá los efectos para lo cual fue recibida, la semilla no echará raíces y no dará frutos.

Las atenciones y cuidados excesivos por lo terrenal, las preocupaciones e intereses por las riquezas materiales, las ambiciones y el amor al placer, opuestas a las inquietudes del espíritu no dejan que aparezca la Palabra y la ahoga. Sin embargo cuando el corazón es bueno, limpio, sencillo y bien dispuesto, es cuando se comprende bien la Palabra, es como la tierra buena capaz de hacerla germinar y dar frutos en abundancia.

Jesús nos pide entender que oír la Palabra no es suficiente, esta además debe comprenderse para que sea fructífera. Para que la semilla produzca muchos frutos, la tierra tiene que tener vitalidad para superar todos los inconvenientes que se dejaran caer en ella, es así como nosotros debemos estar bien preparados para que la Palabra produzca fuerza para que se multiplique.

Por esa razón es preciso que nos preocupemos de labrar la tierra de nuestro espíritu, para que pueda recibir la semilla, entonces nos debemos de entusiasmar con la lectura y la profundización de la Palabra de Dios.

Pero además, Jesús nos pide que nosotros seamos buenos sembradores, El espera que nos encarguemos de llevar la semilla evangélica a todo lugar, es decir que repartamos con generosidad la semilla. Dependerá de nosotros cuanto produzca de efectividad.

ORACION

“Tu Palabra, me da vida, confío en ti Señor, Tu Palabra es eterna, en ella esperare”

Tu palabra Señor, hoy es nueva, es fresca, aunque la haya oído muchas veces, llega como un susurro, como suave brisa, aunque no la dejo de sentir como un clamor que me grita dentro, me quema. ¿No estaba ardiendo nuestro corazón dentro de nosotros cuando nos hablaba en el camino y nos explicaba las Escrituras? (Lucas 24,13ss)

Y tu palabra es lluvia, semilla, mensaje, grano enterrado, trigo molido y pan de altar.

Treinta años sembrando en el silencio de la familia, tres años sembrando sin cansarse entre los hombres que tanto amas, tres días para mostrarnos que “si el grano de trigo no cae en tierra y muere no puede dar frutos”. (Jn 12,24)

“Tu Palabra, me da vida, confío en ti Señor, Tu Palabra es eterna, en ella esperare”

De Corazón

Pedro Sergio

LUCAS 8, 1-3

Jesús recorría las ciudades y los pueblos, predicando y anunciando la buena noticia del reino de Dios. Lo acompañaban los Doce y también algunas mujeres.

Acompañar a Jesús, caminar junto a él.


¿Hacia donde va nuestra vida?, ¿hacia donde caminamos?, ¿a que vamos?, pareciera fácil responder si decimos a la vida eterna, caminamos hacia la eternidad y vamos a contemplar a Dios, esa es la meta que no hemos programado.

Ahora bien ¿como se llega?, seguramente cada uno pensará en un determinado camino, pero yo tengo la convicción que para llegar de forma segura, es acompañando a Jesús, caminar junto a Jesús, seguir sus pasos, “Entonces dijo Jesús a sus discípulos, "si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz y sígame. Porque el que su alma quisiere salvar, la perderá. Mas el que perdiere su alma por mí, la hallará". (Mt-16,24-25)

La gracia es un don gratuito que el Señor da a los hombres para alcanzar la gloria, y con cuanto amor Jesús nos ofrece la gracia de su compañía, que gran oportunidad la que nos entrega Cristo para estar cerca de El, caminar junto a EL, es una invitación a caminar con un paso seguro hacia la casa del Padre. ¿Como respondemos a esta invitación?, ¿la hacemos esperar?, ¿le ponemos condiciones?

Las dificultades del acompañamiento

Acompañar a Jesús en todo, es un camino difícil, pareciera fácil, pero no lo es, debe dejarse de lado ese deseo excesivo de mostrar las propias cualidades y de que sean reconocidas y alabadas, no es para vanagloriarse o ser presumido, se debe dejar de lado el aprecio excesivo hacia todo lo que se considera un bien material, hay que olvidarse del amor excesivo hacia uno mismo, que lleva a prestar una atención desmedida a los propios intereses sin ocuparse de los ajenos.

Además, es un camino agotador, y no hay elección de un camino fácil y si lo hacemos con una carga pesada en nuestro corazón aún se hace más difícil. La intención no es desanimarlos, pero ¿de que otra forma podríamos ser digno de caminar junto a Jesús?, si no es con un corazón limpio, sin vanidad, sabiendo amar profundamente a los más pobres, a los mismos que ama el Señor, ¿como podríamos caminar junto a El, si no podemos deshacernos de las cuestiones materiales?.

hay que alimentarse bien de su palabra,
Es necesario comprender, que solo el camino de la fe es por donde se camina junto a Jesús, es necesario darse cuenta lo importante que es caminar junto a Cristo, para considerar que vamos por el camino correcto, hay que estar atento a sus señales, hay que responderle siempre en forma positiva, no se debe perder el rumbo, hay que alimentarse bien de su palabra, para tener esa energía y esa vigorosidad, esa fuerza y vitalidad para caminar a su paso, para no mirar hacia atrás, y no desalentarnos por muy difícil que sea, por mucho sudor y lagrimas que nos provoque.

Todo esto es absolutamente recompensado, porque cuando caminamos junto a Jesús, cuando lo llevamos a nuestro lado, llevamos el aliento del Señor en el oído, El nos va confortarnos, el nos transforma y vemos nuestra vida de forma distintita, y si no empapamos de el, nuestro pasos son alegres y son seguros para llegar a nuestra meta, y en ese instante sabemos hacia donde va nuestra vida, hacia donde vamos y a que vamos.

Hemos sido privilegiados al recibir el bautismo, nuestra vida es un don de Dios, somos elegidos por Dios, y Jesús no acompaña en nuestra vida, sintamos su presencia, no estamos solos, Jesús es el camino y la puerta de entrada, nos esforzamos porque el esfuerzo se recompensa con el Reino de los Cielos, el Evangelio no indica cada día como seguir por la ruta sin error, la fidelidad a su palabra no indica el camino, es así, como en cada silaba descubrimos las enseñanzas de Cristo, en cada expresión el nos pide caminar junto a El, no dudemos en aceptar esta invitación para acompañar a Jesús, todo juntos, hombre y mujeres.

De Corazón

Pedro Sergio

jueves, 17 de septiembre de 2009

LUCAS 7, 36-50

Una mujer pecadora que vivía en la ciudad, al enterarse de que Jesús estaba comiendo en casa del fariseo, se presentó con un frasco de perfume.

En aquellos tiempos, las mujeres estaban muy marginadas, sin embargo en este relato ella pasa a ser una importante protagonista, la mujer de la que decían que era pecadora se acerca a Jesús, le besa y unge los pies con perfume. El Señor, no se aparta, ni aleja a esta pecadora, al contrario, la acoge y acepta su gesto. Nuestro Señor Jesucristo, no nos rechaza por ser pecadores, y se alegra que nos acerquemos a El junto con nuestras faltas para hacernos llegar la paz espiritual que necesitamos.

Lo que Jesús hace, según las prácticas de la época, era muy mal visto, pues era pecadora, por eso el fariseo critica a Jesús y censura a la mujer diciendo: “Si este hombre fuera profeta, sabría quién es la mujer que lo toca y lo que ella es: ¡una pecadora!”.

“Simón, tengo algo que decirte

Jesús le narra una parábola para responder a los pensamientos del fariseo, para luego hacerle una pregunta muy tierna frente al perdón: “Como no tenían con qué pagar, perdonó a ambos la deuda. ¿Cuál de los dos lo amará más?”. Simón contestó: “Pienso que aquél a quien perdonó más”. Jesús le dijo: “Has juzgado bien”. En este caso, tanto el fariseo que había invitado a Jesús, como la pecadora, habían recibido algo de Jesús, el primero, a Jesús en su casa, la mujer a Jesús en su alma, el fariseo le honró con la cena, la pecadora le bañó con sus lágrimas y los secó con sus cabellos.

Pero aquél a quien se le perdona poco demuestra poco amor”

El recado de Jesús para este fariseos es: Pero aquél a quien se le perdona poco demuestra poco amor”. Los fariseos de ayer, similares a los de hoy, pensaban que no eran pecadores, por que observaban la ley rigurosamente. El Señor me enseña como muchas veces me quedo impedido de experimentar la gratuidad del amor de Dios cuando le otorgo más importancia el cumplimiento de las leyes religiosas y no en el amor con que la debo observar.

La pecadora, desde que se acerco a Jesús, no cesó de besar sus pies, ungir su cabeza, derramar perfume sobre sus pies y sus numerosos pecados, le fueron perdonados. Por eso demuestra mucho amor y Simón a pesar de todo lo que le ofreció a Jesús, mostró su poco amor

“Tu fe te ha salvado, vete en paz”.

Después dijo a la mujer: “Tus pecados te son perdonados”. Los invitados pensaron: “Quién es este hombre, que llega hasta perdonar los pecados?”. Pero Jesús dijo a la mujer: “Tu fe te ha salvado, vete en paz”.

Aquí surge la novedad de la condición de Jesús, que es, El no condena, sino acoge y lo hace con mucho amor. El relato me enseña que la fe es lo que auxilia a la los pecadores a renovarse y a encontrarse consigo mismo, pero en forma muy especial con Dios.

También me enseña este relato, como mi encuentro con Jesucristo, me otorga una fuerza nueva y antes mis faltas me hace nacer de nuevo. “Creo que si El me ha amado tan apasionadamente y me ha hecho tantos favores es por verme tan débil.” (Beata Isabel de la Trinidad)

El que se acerca a la fuente, “como la cierva, tras las corrientes de agua, así anhela mi alma, en pos de ti, mi Dios”, “Tiene mi alma sed de Dios, del Dios vivo” (Salmos (SBJ) 42).

Jesús, me quiere hacer comprender que es la fe lo que me salva, fe en él, que se hizo verdadero hombre, para vivir como verdadero amigo de los hombres, y con especial afecto por los pecadores, así fue como se hizo amigo de los publicanos, de los pecadores. El es capaz de perdonar todos nuestros pecados, y junto con ello, me regala su Palabra consoladora y vigorosa: “Tu fe te ha salvado; vete en paz”

Vivamos con Dios como con un amigo (Beata Isabel de la Trinidad)

De Corazón

Pedro Sergio

LUCAS 7, 31-35

¿Con quién puedo comparar a los hombres de esta generación? ¿A quién se parecen?
Los Fariseos a Juan no lo aceptan, a Jesús tampoco. Tienen la inconstancia, aquí malévola, de los muchachos en sus juegos. Jesús hace una comparación o pequeña parábola sin elementos diferenciales alegóricos.

Vino Juan en la austeridad de la penitencia, y en la soledad, y lo consideraban “endemoniado.” Viene Jesús asistiendo por su apostolado salvador a tomar contacto con “publícanos y pecadores,” y se le califica de glotón y bebedor y amigo de esas gentes despreciables. No era, en el fondo, otra razón que el orgullo farisaico, que no aceptaba imposiciones por considerarse ellos los maestros de la luz.

Jesús, para censurar a los que no aceptan su Buena Noticia, utiliza una comparación que deja entrever su dura reflexión. La pregunta de Jesús va específicamente a aquellos que no han escuchado al precursor y ahora no quieren prestar oído a su predicación. Para esta comparación presenta a algunos niños obstinados en su negativa a participar tanto en la alegría de las fiestas de bodas como en la tristeza de los funerales. Semejante obstinación hace pensar en aquella otra con la que algunos judíos rechazaron la Palabra de Dios, personificada en Jesús. No es la diferente actitud de Juan y de Jesús lo que justifica su reacción, sino únicamente su corazón, que se ha vuelto impermeable a toda invitación al arrepentimiento, a la penitencia y a la conversión.

Juan el Bautista, que no come pan ni bebe vino, y ustedes dicen: “Tiene un demonio!”. Llegó el Hijo del hombre, que come y bebe, y dicen: “¡Es un glotón y un borracho, amigo de publicanos y pecadores!”.
Son dos modos un tanto atropelladores, aunque claramente reveladores de una mentalidad cerrada en sí misma y únicamente capaz de condenar sin piedad. La expresión final, relativa a la sabiduría. “Pero la Sabiduría ha sido reconocida como justa por todos sus hijos”, nos hace pensar en otra categoría, indiscutiblemente encontrada, de personas. Se trata de esas que andan a la búsqueda de la verdad, se dejan interpelar por toda predicación auténtica y se abren al Espíritu de Dios, que obra a través de las palabras y las obras de Jesús. Mateo pone esta aprobación de la sabiduría por sus “obras.” En el fondo es lo mismo, ya que estas “obras” son las de sus “hijos,” de los hijos de la sabiduría. Esta es la sabia providencia de Dios, que cantan los libros “sapienciales,” y que dan al ser humano la rectitud y la justicia. Es la que conduce a los humanos al Reino y los hace ingresar en él, que aquí es ese “pueblo” y esos “publícanos” de los que acaba de hablar, y que por ella ingresaron en el reino.

De Corazón

Pedro Sergio

martes, 15 de septiembre de 2009

JUAN 19, 25-27

Cerca de la cruz de Jesús estaba su madre

La Virgen María, fue consignada por Dios desde siempre a ser la Madre de Jesús, ella con gran generosidad y como servidora y humilde esclava del Señor, acepta su voluntad. Luego concibe a Jesús, Hijo de Dios encarnado, lo engendra, lo amamanta, lo cuida, le enseña los primeros pasos, lo presenta en el templo, lo lleva a las fiesta religiosas, lo acompaña en su vida y padece junto a El, el dolor de la muerte en la cruz, todo lo que hace ella, lo hace como una buena Madre.

Madre de Dios
María es verdaderamente la Madre de Dios, porque ella engendro a Jesús y Él es Dios, entonces la Virgen María es Madre de Dios. Ella comienza a ser Madre de Dios cuando el Hijo Eterno quiso entrar en el tiempo y hacerse hombre como nosotros. “Pero cuando vino la plenitud del tiempo, Dios Envió a su Hijo, nacido de mujer y nacido bajo la ley, para que redimiese a los que estaban bajo la ley, a fin de que recibiésemos la Adopción de hijos”. Gálatas 4:4: Dios se hizo hombre sin dejar de ser Dios, así es como María es madre de Jesús, Dios y hombre verdadero.

La Madre de Dios al pie de la cruz.
María durante la vida apostólica de Nuestro Señor logró pasar casi completamente inadvertida. Al no ser llamada para ayudar directamente a su Hijo en su ministerio, no quiso interferir en su trabajo con una presencia inoportuna. Dado que la Pasión de Jesucristo tuvo lugar durante la semana pascual, se espera naturalmente encontrar a María en Jerusalén. La profecía de Simeón se cumplió en su plenitud principalmente durante los momentos de sufrimiento de Nuestro Señor. Según una tradición, su Bienaventurada Madre se encontró con Jesús cuando cargaba con la cruz camino del Gólgota, donde se dice que ella tiene un desmayo al ver a su Hijo sufriendo, sin embargo luego ella tiene un comportamiento heroico al pie de la cruz, a pesar de ello, debemos considerar su calidad de mujer y madre en su encuentro con su Hijo camino del Gólgota, mientras que es la Madre de Dios al pie de la cruz.

“Mujer, ahí tienes a tu hijo”

María, esta con nosotros durante todo el día, con ella nos sentimos tranquilos como un niño que descansa en los brazos de su madre. Cuando estamos con pena y dolor, igual como ella, cuando estuvo frente a la cruz, nos sentimos consolados, por que Jesús nos la dejo como nuestra madre, Jesús, al ver a la Madre y junto a ella al discípulo que más quería, dijo a la Madre: “Mujer, ahí tienes a tu hijo”. Después dijo al discípulo: “Ahí tienes a tu madre”.Y desde aquel momento el discípulo se la llevó a su casa y nosotros la traemos a la nuestra y nos llenamos de alegría.

Decimos entonces, gracias Jesús, por dejarnos a María como nuestra Madre, con ella, no tenemos miedo, nos sentimos seguro y nos ayuda a buscarte, especialmente cuando tenemos peligro de caer o cuando caemos y buscamos ser perdonados por ti.

María nos invita permanentemente a mirar a Jesús

El amor de María, el mismo que ella tuvo por Jesús, nos reconforta, nos levanta con su radiación y no muestra en el camino que nos lleva al Señor. María nos invita permanentemente a mirar a Jesús, como ella lo miro en la cruz. Mirar a Jesús, amor encarnado, Hijo del Padre que nos ama sin condición. Ella nos muestra como mirar a Jesús crucificado, para amarlo, y también sufrir y saber perdonar, ¡Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen!

María nos enseña mirar a Jesús en Belén, desde ese instante aprendemos a amarlo y, luego nos formamos como discípulos de su hijo amado. María fue fiel a su Hijo y lo siguió hasta la muerte en la cruz y con su fidelidad nos motiva para seguir a Jesús hasta la misma cruz. María nos enseña a ser obedientes con su Hijo, "Haced lo que El os diga" (Jn 2:5). Maria nos muestra con su fidelidad al Padre y su solidaridad con su Hijo, un modelo de vida. Así es, como damos al Padre, Gracias por María, así como decimos al Hijo, gracias por darnos una madre fiel, amorosa. Gracias porque María nos ayuda sentirnos hijos amados del Padre, hermanos de Jesús. Gracias, porque su resplandor de buena mujer y buena madre, brilla ante todos sus hijos, alumbrándonos el camino para llegar a Jesús.

Con gran confianza, con mucha esperanza, acompañados por la Santísima Virgen María, caminamos hacia la luz, hacia la vida, hacia Dios. Maria Madre de Dios, nos ayuda a mantener siempre encendida esa luz que nos ilumina el camino para llegar a Jesús.

"Y la Madre de Dios es mía, porque Jesús es mío" (S. Juan de la Cruz)

De Corazón

Pedro Sergio

lunes, 14 de septiembre de 2009

LUCAS 7, 1-10

Jesús entró en Cafarnaún. Había allí un centurión que tenía un sirviente enfermo, a punto de morir, al que estimaba mucho. Como había oído hablar de Jesús, envió a unos ancianos judíos para rogarle que viniera a sanar a su servidor.

Jesús, con su natural inclinación por hacer el bien, El que es todo compasión y bondad, lleno de amor por los hombres empezó a recorrer toda la Galilea; enseñaba en las sinagogas de los judíos, proclamaba la Buena Nueva del Reino y curaba en el pueblo todas las dolencias y enfermedades. Su fama se extendió por toda partes, la gente le traía todos sus enfermos y cuantos estaban aquejados por algún mal: endemoniados, lunáticos y paralíticos, y El los sanaba a todos. Seguramente, todo esto la había oído el Centurión y envía a unos ancianos judíos para rogarle. El Evangelio, no menciona de que estaba enfermo el sirviente del centurión, solo dice que “estaba a punto de morir.” Ante la urgencia de la súplica, Jesús no duda en atenderlo. Jesús, siempre nos atiende, no tengo ninguna duda.

Cuando estuvieron cerca de Jesús, le suplicaron con insistencia, diciéndole: “Él merece que le hagas este favor, porque ama a nuestra nación y nos ha construido la sinagoga”. Jesús fue con ellos.

Jesús fue con ellos, esto nos dice que él recibe la invitación con agrado, y, diciendo que va a curarlo, se pone en camino con ellos a casa del centurión, probablemente un hombre temeroso de Dios (Mt 23:10). También debió ser una persona honrada y humanitaria. Cerca de la casa, el Señor se encontró con una representación de amigos del centurión y enviados por él, estos le dijeron a Jesús: “Señor, no te molestes, porque no soy digno de que entres en mi casa y agrega además: “Basta que digas una palabra y mi sirviente se sanará” También, ni él se creyó digno de ir personalmente a suplicárselo. Y los “amigos” dicen a Jesús las palabras que Mateo pone en boca del centurión: que si él manda a sus subordinados, mayor es el poder de Jesús.

En la fe del centurión hay una dosis de humildad y otra de confianza, Jesús se fija más en este detalle: “Señor, no te molestes, porque no soy digno”, que en las palabras de los ancianos que lo recomendaron: “Él merece que le hagas este favor”. Siempre es más eficaz, dirigirle al Señor palabras humildes y sinceras, que recomendaciones interesadas.

“Señor, no te molestes, porque no soy digno de que entres en mi casa; por eso no me consideré digno de ir a verte personalmente.

En la humildad del centurión, que no se considera digno de que Jesús entre en su casa, se presiente la acogida de los gentiles al “mensaje” de Jesús, como se ve en los Hechos de los Apóstoles. San Ambrosio afirma que esa fe representa al pueblo pagano, que se hallaba aprisionado por las cadenas de la esclavitud al mundo, enfermo de pasiones mortales, y que había de ser sanado por la bondad del Señor.

Basta que digas una palabra y mi sirviente se sanará.

La gran fe del centurión, nos da un gran ejemplo y en esta curación del siervo del centurión, Jesús se contenta con la palabra y responde así al elogio de la eficacia de la palabra pronunciada por el centurión, cuando éste último invita a Jesús a valerse únicamente de su palabra para realizar la curación.

Todos los días nos pide Dios que tengamos fe en su Palabra. Me invita este relato, a amar la Palabra de Dios. ¿Por que amar la Palabra de Dios?, es una pregunta sencilla, y la respuesta es igual de simple, Las Sagradas Escrituras, es la Palabra de Dios, es el mensaje de Dios al hombre, no importa quien, es decir esta dirigida a toda persona. ¿Para que?, para que a través de esta Palabra, el hombre conozca íntima y personalmente a su Padre del Cielo, que es nuestro Dios, a fin de que encuentre a Jesucristo Nuestro Señor, y de este modo viva para Dios y no para si mismo. ¿Como debemos leer y comprender la Palabra de Dios?, podemos decir que “tal como es”, debemos leerla y acogerla en la fe, además de comprenderla bajo la hermosa acción del Espíritu Santo, sabiendo que es una Palabra de Dios y que nos conduce a Dios.

De Corazón

Pedro Sergio

domingo, 13 de septiembre de 2009

MARCOS 8:27-30

¿Quién dice la gente que soy yo?"

El Relato de Marcos, nos hace una pregunta sobre la identidad de Jesús. Por la forma como lo describe este Evangelio, ya había mucha fama del Señor y El ya lo sabía, sin embargo le hace a sus discípulos esta pregunta esencial. Jesús de muchas maneras siempre nos esta preguntado o interpelando.

Sus discípulos, haciéndose conocedores de lo que la gente comenta, en especial sobre las esperanzas mesiánicas de Israel, le notifican al Señor que él es considerado como Juan el Bautista, o bien como el profeta Elías. De Elías, se esperaba su retorno precediendo a la venida del Mesías. “. He aquí que yo envío a mi mensajero a allanar el camino delante de mí, y enseguida vendrá a su Templo el Señor a quien vosotros buscáis; (Malaquías (SBJ) 3,1). También suponían que podría ser algún otro profeta.

El Señor me demanda ahora una respuesta, que escucho yo que dicen de él, y cuando escucho algo de él que no es cierto, ¿Qué le digo a la gente?, ¿me preocupo de decir lo que se yo de quien es él?

"Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?"

Ahora el Señor nos hace una pregunta esencial, "Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?". Pedro respondió: "Tú eres el Mesías", es decir, Cristo, es decir el Salvador. Pedro es el modelo de discípulo que profesa su propia fe en Jesús reconociéndolo como Mesías.

Sin embargo, aunque con su actitud y su respuesta tan espontánea es sincera, el se llena de temor cuando “Jesús comenzó a enseñarles que el Hijo del hombre debía sufrir mucho y ser rechazado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas; que debía ser condenado a muerte y resucitar después de tres días.” Pedro sigue una lógica diferente respecto a la de Dios, a la que se opone como Satanás. Entonces Jesús, dándose vuelta y mirando a sus discípulos, lo reprendió, diciendo: "¡Retírate, ve detrás de mí, Satanás! porque tus pensamientos no son los de Dios, sino los de los hombres".

Seguramente Pedro pensaba que había dado la respuesta correcta y ciertamente así lo había hecho, pero no le da a esta palabra el significado justo. Pedro no entiende a Jesús y creo que para Pedro la respuesta de Jesús fue severísima. Lo llama Satanás!, es decir lo llama como el ser que aleja a los hombre del camino de Dios y por supuesto, el Señor no permite que nadie lo aleje del camino de Dios.

Tengo que mirar con honestidad y responder desde mi corazón, ¿Quién es para mí Jesús?, ¿Qué es Jesús para mi?, ¿Me siento yo uno de sus discípulos?, ¿he vivido con Jesús y para Jesús?, “A priori” la respuesta puede ser sencilla, sin embargo, esta debe ser después de una profunda reflexión, por que la respuesta es vacía si no afecta a mi vida, es decir es una respuesta hueca si no enuncia mi compromiso con él.

El que quiera venir detrás de mí

"El que quiera venir detrás de mí, que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga. Porque el que quiera salvar su vida, la perderá; y el que pierda su vida por mí y por la Buena Noticia, la salvará".

Jesús me esta pidiendo un compromiso, tomar y cargar la Cruz, es momento de expresar como San Pablo: “En cuanto a mí ¡Dios me libre gloriarme si nos es en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por la cual el mundo es para mí un crucificado y yo un crucificado para el mundo!” (Gálatas (SBJ) 6,14)

¿Es la cruz pensar fatalistamente?, de ninguna manera, el Señor dice el que quiera seguirme, es decir en forma voluntaria, no es una exigencia, pero si es una consecuencia del compromiso libremente asumido, como lo hizo el propio Jesús para revelar la Buena Noticia.

Oración

OH mi Jesús Amado, por cierto que anhelo seguirte por siempre, es todo mi deseo, vivir contigo, pero ya sabes, no me es fácil convencerme de ese espíritu de renuncia, de abnegación, aunque comprendo que la Cruz es la meta. Pasamos momento difíciles, angustiosos, donde hay mucho dolor, pero ante todo, solo quiero una palabra en mi mente, “El que quiera seguirme, que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga”. Por eso mi amado Jesús, frente a nuestra debilidad, frente a esa cruz demasiada grande para mí, regálame mucha fuerza, te ofrezco todos mis padecimientos, y ayúdame a unirme a ti y como prueba de mi amor por ti, haré cuanto pueda para no abandonar el camino de la cruz. A cambio, de de renunciar a mi mismo, nada quiero pedir mas que amarte, mi amado Jesús.

De Corazón

Pedro Sergio

LUCAS 6, 43-49

“No hay árbol bueno que dé frutos malos, ni árbol malo que dé frutos buenos: cada árbol se reconoce por su fruto. No se recogen higos de los espinos ni se cosechan uvas de las zarzas.

Jesús nos dice que cada uno de nosotros es como un árbol y si este es bueno puede dar frutos buenos, y por otra parte nos expone que no es posible aspirar que dé frutos buenos si es el árbol es malo. El Apóstol Santiago nos dice: ¿Acaso la fuente mana por el mismo caño agua dulce y amarga? ¿Acaso, hermanos míos, puede la higuera producir aceitunas y la vid higos? Tampoco el agua salada puede producir agua dulce. (Santiago (SBJ) 3, 11-12).

Considero que estas Palabras que me dice el Señor, son para estremecerme, si él me ha llamado por mi nombre, es porque me conoce, y El sabe bien lo que hay en mi corazón como en el de cada uno de sus seguidores, para El, hay, luego, un tesoro bueno y otro malo, por lo mismo hay un corazón bueno y otro malo, en todo lo que hace, piensa y dice.

El hombre bueno saca el bien del tesoro de bondad que tiene en su corazón.

Todo lo que viene de mi interior, es decir de mi corazón, es lo que reflejo hacia el exterior y todo cuanto viene del exterior va a mi corazón.

“Y mantén firme el consejo de tu corazón, que nadie es para ti más fiel que él. Pues el alma del hombre puede a veces advertir más que siete vigías sentados en lo alto para vigilar. Y por encima de todo esto suplica al Altísimo, para que enderece tu camino en la verdad…. Raíz de los pensamientos es el corazón, (Eclesiástico (SBJ) 37, 15-17).

Y me dice Jesús: “El malo saca el mal de su maldad, porque de la abundancia del corazón habla su boca.” Esto me hace reflexionar como mi corazón sabe bien que de él surgen tanto pensamientos buenos como malos, ideas humanas o crueles, acciones buenas o malas.

Debo responder a mi Señor, como voy a sanar mi corazón para que sea bueno y que deseo que de él para que sea un tesoro de bondad, piedad y caridad. Pero también debo responder a su pregunta: ¿Por qué ustedes me llaman: “Señor, Señor”, y no hacen lo que les digo?. Por tanto debo comprender que lo importante no es solo hablar bien de Dios, sino hacer la voluntad del Padre.

Yo les diré a quién se parece todo aquél que viene a mí, escucha mis palabras y las practica.

Se parece a un hombre que, queriendo construir una casa, cayó profundamente y puso los cimientos sobre la roca. Me dice el Señor que mí seguridad, son los fundamentos que vienen de Dios, y él me invita a El para escuchar y para practicar sus enseñanzas, todo esto es el fundamento firme para superarme en las dificultades y no me hunda en las tormentas.

Es así como cantamos el Salmo: El Señor es mi roca y mi baluarte, mi liberador, mi Dios; la peña en que me amparo, mi escudo y fuerza de mi salvación, mi ciudadela y mi refugio. (Salmos (SBJ) 18,3)

De Corazón

Pedro Sergio