martes, 6 de octubre de 2009

LUCAS 10, 38-42

Marta recibe a Jesús y su hermana María se sienta a sus pies

El relato nos señala que Marta recibe a Jesús y su hermana María se sienta a sus pies y escucha con solicitud la Palabra del Señor.

Por una parte, nos muestra que una de las mujeres, como buena discípula, está encogida a sus pies, preocupada sólo de él y sus enseñanzas y por otra parte Marta, esta atareada con los quehaceres de la casa.

Marta quiere servir bien al Señor, quiere un estadía agradable, prepara de comer y atiende la casa, mientras ella trabaja, María escucha y medita, esta absorta oyendo las dulces palabras del Señor. Marta se preocupa del alimento corporal, María del alimento espiritual.

Señor, ¿no te importa que mi hermana me deje sola con todo el trabajo?

Entonces Marta va donde Jesús y le dice: "Señor, ¿no te importa que mi hermana me deje sola con todo el trabajo? Dile que me ayude". Seguramente ella pensó que Jesús le diría a María, levántate ve a ayudar a tu hermana, Pero el Señor le respondió: "Marta, Marta”, típica expresión de cariño y ternura cuando se repite el nombre dos veces, y luego le agrega; “te inquietas y te agitas por muchas cosas”, demostrando la preocupación amorosa por Marta, pero enseñándole que entre todas las cosas que hacemos, la mas importante siempre será la de preocuparnos por el Señor, por eso le dice “Y sin embargo, una sola cosa es necesaria. María eligió la mejor parte, esa que no le será quitada". La parte mejor que nunca será quitada al que ama es el amor mismo: Jesús-Amor.

María, eligió la mejor parte, pero marta no eligió la mala
El Señor distingue las ocupaciones, no las reprende, María, eligió la mejor parte, pero Marta no eligió la mala, pero la de María es la mejor porque no le será quitada, esa es la diferencia, porque la palabra del Señor es alimento de vida eterna, en cambio la de Marta es solo alimento temporal.

En la vida real, podemos pensar que la Iglesia es como Marta, que recibe de corazón a Jesús, y María es también como es la Iglesia, que Goza del la sabiduría del Señor. También podemos comparar las distintas formas de servir al Señor, algunos lo hacen de manera activa, otros contemplativas. La actividad de Marta es en este caso, como cuando la Iglesia se preocupa de muchas cosas buenas, pero la necesaria es una sola, preocuparse del Señor.

Lo que mas cuenta, la escucha de la Palabra

Me enseña el Señor, a no tener muchas veces mayor preocupación por cierto quehaceres, como cuando nos dice: Por eso os digo: No andéis preocupados por vuestra vida, qué comeréis, ni por vuestro cuerpo, con qué os vestiréis. ¿No vale más la vida que el alimento, y el cuerpo más que el vestido? Mirad las aves del cielo: no siembran, ni cosechan, ni recogen en graneros; y vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros más que ellas? (Mateo (SBJ) 6, 25-26). En cambio, a propósito de María, Jesús me enseña que ella ha elegido con lo que mas cuenta, la escucha de la Palabra, y que esta palabra no sea como aquella semilla que es ahogada por las zarzas de las preocupaciones.

De Corazón

Pedro Sergio

LUCAS 10, 25-37

“Amarás al Señor tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y con todo tu ser, y a tu prójimo como a ti mismo”

Amarse a si mismo, estando conciente de sus propios defectos y aceptándose a si mismo tal como se es, es parte de la humildad y sentirse amado, tal como uno es, le permite a uno reconocer sus propias miserias con amor a Dios y a sus hermanos.

A través de sus Evangelios, Cristo nos ha dejado ver con mucha claridad, que Dios nos tiene un amor extremadamente incondicional, a pesar de todas nuestras miserias. Este amor es lo más grande que tenemos, porque quien siente y se da cuenta que es amado por Dios y que le ama tal cual es, con todos sus defectos, se complace absolutamente y vive contento.

¿A quien pueden impedirle su paz sabiéndose amado por Dios?, ¿Quién no se sentirá contento como es, si sabe que Dios lo mira tal cual es? Es así como a pesar de que podemos tener muchos defectos, nos podemos amar a si mismo, porque a Dios le encantamos y prueba de ello, es que El esta dispuesto en todo momento a recibir nuestros arrepentimientos y demandadas de perdón. Si estamos convencido de esto, nos resultara fácil amar a nuestro hermanos, con el gran deseo de compartir todo nuestro amor que viene de Dios.

Estar tranquilo con uno mismo, tener paz interior, saberse hijo amado de Dios, complementado con la humildad del corazón, ayudara siempre a no tener conflicto con su alma, por tanto ayudara a no tenerla con su hermano. Quien se sabe hijo amado de Dios, no piensa solo en si mismo y le es fácil amar a los demás.

El hombre es imagen de Dios, y si amamos a nuestro prójimo, amamos a Dios, y si amamos a Dios, lo amamos también en el prójimo.

Este precepto es nuestro fundamento de la vida cristiana, basados en el amor, y por amor a Dios y al prójimo, juntos con saber que el Señor nuestro Dios es el único Señor; y que amaremos al Señor, nuestro Dios, con todo nuestro corazón y con toda nuestra alma, con todo nuestro espíritu y con todas nuestras fuerzas, conciente de que es el mandamiento más grande de la Ley

¿Libre para amar?
Libre para amar a Dios, libre para amar a los demás, esta es mi verdadera libertad, una libertad que está en total concordancia con el Evangelio. Caminar junto al Evangelio, es caminar junto a Jesús, tener fe, supone adhesión total a Jesús, de mente, pensamiento, alma y corazón.

Jesús, me hace comprometerme a no ser como los indiferentes que pasaron por alto al hombre herido en el camino a Jericó, Jesús me pida que descubra en mí la natural inclinación por hacer el bien que el nos ha infundido, Jesús me pide que nos endurezca mi corazón frente a los que sufren.

El Señor, me pide que sea libre para amar y hacerme prójimo en la familia, prójimo en mi trabajo, en mi barrio, en mi parroquia, es decir estar revestido del amor de Dios y estar siempre disponible para ocuparme de las necesidades de mi hermano.

Por eso te ruego Señor, que establezcas en mí, Señor, un corazón nuevo, hábil para darse cuenta de las necesidades de los que sufren y se sienten abandonados en el camino. Te ruego Señor instaures en mí un corazón convencido de tu amor, un corazón enamorado de ti y capaz de ocuparse de mí prójimo.

De Corazón

Pedro Sergio

sábado, 3 de octubre de 2009

MARCOS 10, 1-12

Se acercaron a Jesús algunos fariseos y, para ponerlo a prueba, le plantearon esta cuestión: “Es lícito al hombre divorciarse de su mujer?”

Nuestro Señor Jesucristo, del mismo modo como instruye a sus discípulos y aclara derechamente a los fariseos, nos instruye hoy y nos delata nuestros fariseísmos. En este relato, observamos como a todos nos da una enseñaza muy especial, para algunos muy ejemplar y para otros ciertamente incomoda.

Como de costumbre, los fariseos pretenden hacer caer en contradicción a Jesús, y además con su permanente mala intención pretenden demostrar que Jesús, no respeta la Ley. Los fariseos plantean: “Moisés permitió declaración de divorcio y separarse de ella”. Jesús les aclara que los preceptos de la Ley de Moisés no establecen el principio incondicional, sino una inhabilitación de un precepto de la ley originaria de la creación, inhabilitación motivada por la dureza del corazón de los hombres. Algo que demuestra la reiterada desobediencia a los preceptos divinos. Entonces Jesús les respondió: “Si Moisés les dio esta prescripción fue debido a la dureza del corazón de ustedes. Pero desde el principio de la creación, “Dios los hizo varón y mujer”.

Por tanto lo que queda claramente establecido, que Jesús, no está contra la ley de Moisés, lo que El hace, es volver a poner en primer plano la voluntad de Dios tal como se manifestó en el acto creador. Esto es lo que da su sentido a las citas del Libro del Génesis al decir que el hombre y la mujer han sido creados con una diferenciación sexual “Dios los hizo varón y mujer”, sin embargo están llamados a la unidad, a integrarse, y a perfeccionarse en la unión inseparable del matrimonio.

Cuando el Señor nos aclara este concepto de que “Lo que Dios ha unido que no lo separe el hombre”, me esta revelando la obra redentora de Cristo Jesús, El tuvo que rescatar también la institución matrimonial de la profunda degradación a que había sido llevada por el pecado de los hombres. La alianza matrimonial, por la que el varón y la mujer constituyen entre sí un consorcio para toda la vida, ordenado por la misma índole natural al bien de los cónyuges y a la generación y educación de los hijos, fue elevada por Cristo en los bautizados a la dignidad de sacramento.

Dulce es el yugo que une a dos fieles en una misma esperanza

Y así escribe Tertuliano:“No hay palabras para expresar la felicidad de un matrimonio que la Iglesia une, la oblación divina confirma, la bendición consagra, los ángeles lo registran y el Padre lo ratifica. En la tierra no debe los hijos casarse sin el consentimiento de sus padres. ¡Qué dulce es el yugo que une a dos fieles en una misma esperanza, en una misma ley, en un mismo servicio! Los dos son hermanos, los dos sirven al mismo Señor, no hay entre ellos desavenencia alguna, ni de carne ni de espíritu.”

Los matrimonios “Son verdaderamente dos en una misma carne; y donde la carne es una y el espíritu es uno”

Los matrimonios, rezan juntos, adoran juntos, ayunan juntos, se enseñan el uno al otro, se soportan mutuamente. Son iguales en la iglesia, en el banquete de Dios. Comparten por igual las penas, las persecuciones, las consolaciones. No tienen secretos el uno para el otro; nunca rehuyen la compañía mutua; jamás son causa de tristeza el uno para el otro... Cantan juntos los salmos e himnos. En lo único que rivalizan entre sí es ver quién de los dos cantará mejor. Cristo se regocija viendo a una familia así, y les envía su paz. Donde están ellos, allí está también Él presente, y donde está Él el Maligno no puede entrar.

ORACION

Te pido, Señor, por cada hombre y por cada mujer que, un día, se reconocieron hechos el uno para la otra y decidieron compartir toda la vida.

Te doy gracias por su coraje, por su determinación, sobre todo por su decisión de convertir el amor en alimento de sus jornadas. Te doy gracias por el don que son recíprocamente: es algo que también a mí me habla de tu amor. Te doy gracias por su entrega, renovada día a día: algo que me habla también de tu fidelidad. Te doy gracias por su apertura a la vida: algo que me habla también de tu desbordante paternidad y maternidad.

No les dejes solos y ayúdales a no dejarte nunca. Sé tú la fuerza de su unión. Y si han de vivir tiempos oscuros, en los que el amor parezca estancarse y cerrarse en los sacos del “dado por descontado” y de la falta de creatividad, haz que encuentren de nuevo aquella mirada transparente en la que se reconocieron entregados el uno a la otra y, atreviéndose a ser juntos don para los hermanos, den nuevo vigor a aquel amor que los hace una sola cosa, como tú, Dios, eres uno en la comunión trinitaria. (GIORGIO ZEVINI y PIER GIORDANO CABRA (eds.)

De Corazón

Pedro Sergio

LUCAS 10, 17-24

Al volver los setenta y dos de su misión, dijeron a Jesús llenos de gozo: “Señor, hasta los demonios se nos someten en tu Nombre”

Jesús había enviado a setenta y dos discípulos, al volver, estos le exponen al Maestro el éxito de la misión y lo atribuyen a la preponderancia del nombre de Jesús.

El desplome de Satanás concuerda con la llegada del Reino, los discípulos lo han podido comprobar a través de su misión. “Señor, hasta los demonios se nos someten en tu Nombre”. Esto es los poderes diabólicos se someten al poder del nombre de Jesús.

El poder de Jesús es un saber que nos hace apreciar el éxito ante la fuerza que puede tener el maligno. El poder de Jesús nos protege. Sin embargo hemos de tener mucho cuidado, Satanás aún no ha sido derrotado definitivamente, por tanto estamos llamados a impedir que este poder de Satanás, se practique sobre la tierra.

No se alegren, sin embargo, de que los espíritus se les sometan; alégrense más bien de que sus nombres estén escritos en el cielo.

El motivo de la alegría no está en la seguridad de salir ilesos, sino en el hecho de ser amados por Dios. Y dice el Señor: “alégrense más bien de que sus nombres estén escritos en el cielo”, con lo que nos esta diciendo la importancia de estar presente en el corazón de Dios, esto nos va a garantizar la continuación de nuestra vida en el espacio de la eternidad.

En aquel momento Jesús se estremeció de gozo, movido por el Espíritu Santo, y dijo: Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra.

Jesús, estremecido de gozo, se dirige al Padre movido por la acción del Espíritu Santo y nos observa que los sencillos son los que están abiertos al misterio y reciben la verdad de Jesús. Y es así, como Jesús alaba al Padre por el don concedido a los humildes y revela la unión de amor entre él y el Padre: “Todo me ha sido dado por mi Padre, y nadie sabe quién es el Hijo, sino el Padre, como nadie sabe quién es el Padre, sino el Hijo y aquél a quien el Hijo se lo quiera revelar”

Se hace indiscutible en la gente sencilla, en los humildes y pequeños, en los pobres, es decir en aquellos que pareciera que no cuenta para nada, que la palabra anunciada por los enviados ha sido acogida más puramente que en los sabios y eruditos, que en su seguridad, se complacen en su capacidad intelectual y teológica, por tanto esta actitud les impide entrar en el eficacia dada por Jesús a la salvación.

Por tanto es posible afirmar que la misión es concebida en el evangelio como irradiación del amor que une al Padre y al Hijo. Este amor revelado a la gente sencilla, es la fuerza que destruye el mal. Los discípulos son considerados felices, porque ven y gustan ya desde ahora el amor del Padre y del Hijo. Y el Señor le asegura que: Felices los ojos que ven lo que ustedes ven! ¡Les aseguro que muchos profetas y reyes quisieron ver lo que ustedes ven y no lo vieron, oír lo que ustedes oyen y no lo oyeron!.

De Corazón

Pedro Sergio

MATEO 18, 1-4

¿Quién es, pues, el mayor en el Reino de los Cielos?

En aquel momento se acercaron a Jesús los discípulos y le dijeron: ¿Quién es, pues, el mayor en el Reino de los Cielos? Él llamó a un niño, le puso en medio de ellos y dijo: Yo os aseguro: si no cambiáis y os hacéis como los niños, no entraréis en el Reino de los Cielos. Así pues, quien se humille como este niño, ése es el mayor en el Reino de los Cielos.

Los discípulos buscan un respuesta de Jesús, ¿Quién es, pues, el mayor en el Reino de los Cielos?, ¿Por qué hacen ellos esta pregunta?, ¿Acaso aún no habían entendido las enseñanzas de Jesús?. El Señor toma un niño y lo pone en medio de ellos para hacerles una enseñanza, para que entiendan la comparación. ¿Por qué?. Los niños son mas inocentes, no están contaminados de ambiciones, también los niños representan a los pobres, porque no tienen importancia en la sociedad. Al final nos agrega algo muy importante: “No es voluntad de vuestro Padre celestial que se pierda uno solo de estos pequeños.”

Y el Señor nos hace una gran advertencia: “Yo os aseguro: si no cambiáis y os hacéis como los niños”, es decir, tenemos que cambiar de actitud, tenemos que suprimir de nuestro corazón toda envidia y ambición que lleve a desear puesto de honor.

A Dios, poco le importa el rango o el puesto que ocupemos en la comunidad, el mas humilde, será grande ante El.

Y el que reciba a un niño como éste en mi nombre, a mí me recibe

“Y el que reciba a un niño como éste en mi nombre, a mí me recibe. Guardaos de menospreciar a uno de estos pequeños; porque yo os digo que sus ángeles, en los cielos, ven continuamente el rostro de mi Padre que está en los cielos.”

Nuestro Señor Jesucristo, se nos identifica con los pequeños, con los marginados, no olvidemos, que el que acoge al indefenso, al humillado, al marginado, esto es, todo lo que hacemos por un hermano los hacemos también por Cristo.

Cuídense de despreciar a cualquiera de estos pequeños, porque les aseguro que sus ángeles en el cielo están constantemente en presencia de mi Padre celestial.

¿Qué son, pues, los ángeles? Son, seres luminosos de la divina Providencia para nosotros. Son seres que nos muestran la bondad paternal de Dios, que no deja que falte a sus hijos nada de cuanto es necesario y que además cuida de sus hijos.

¿Nos guían los ángeles hacia Dios? Como intermediarios entre la tierra y el cielo, son criaturas invisibles puestas a nuestra disposición para guiamos en el camino de retorno a la casa del Padre. Vienen del Cielo para volver a llevarnos al Cielo y para hacernos pregustar, ya desde ahora, algo de las realidades celestiales.

¿Es cierto que los ángeles nos cuidan? En ocasiones es posible experimentar de manera concreta y sensible la custodia de los ángeles, con tal que sepamos reconocerla. Se trata de encuentros casuales y que se vuelven determinantes en nuestra vida. Muchas veces sin darnos cuenta recibimos una ayuda imprevista e inesperada, y por lo general la recibimos en una situación de peligro. Y hay diferentes peligros del cual nos salvan los ángeles, estos pueden salvarnos del peligro del pecado. También nos ayudan a tener pensamientos justos. En todo caso, es además un gran privilegio sentir en buena compañía a lo largo del camino de la vida, para llegar juntos a contemplar el rostro de Dios.

De Corazón

Pedro Sergio

LUCAS 10, 1-12

¿Por qué dice Jesús?: "Rogad al señor de la mies que envíe trabajadores" (Santa Teresita del Niño Jesús, (Santa Teresita de Lisieux) Carta 135)

Santa Teresita del Niño Jesús, fue proclamada por el Papa Pío XI, patrona universal de las misiones, pese a que durante su vida religiosa jamás franqueó los muros de su convento de Lisieux, aunque deseó ardientemente ser misionera. Ella supo oír lo que pide Jesús y acogió ardientemente el llamado a orar y a decir: Nuestra misión….es la de formar trabajadores evangélicos que salven millares de almas.. (Santa Teresita del Niño Jesús, Carta 135)

Nuestro Señor Jesucristo, les pidió a sus discípulos y no sigue hoy pidiendo. Jesucristo nos pide, ¿le oímos?, ¿le hacemos caso?, ¿rogamos a Dios por mas vocaciones?, ¿se nos ocurre que hacer para que lleguen más trabajadores?, ¿qué hacemos para la salvación de la almas?, ¿conquistamos almas para Cristo?

Santa Teresita del Niño Jesús (Santa Teresita de Lisieux) le escribe a una de sus hermanas:

“Un día, mientras pensaba qué podría hacer para salvar almas, unas palabras del Evangelio me llenaron de luz. Una vez, Jesús decía a sus discípulos..: "La mies es abundante, pero los trabajadores son pocos; rogad, pues, al Señor de la mies que mande trabajadores".

¡Qué gran misterio...! ¿No es Jesús todopoderoso? ¿No son las criaturas de quien las ha hecho? Entonces, ¿por qué dice Jesús: "Rogad al Señor de la mies que envíe trabajadores"? ¿Por qué...? ¡Ah!, es que Jesús siente por nosotras un amor tan incomprensible, que quiere que tengamos parte con él en la salvación de las almas.. (Santa Teresita del Niño Jesús, Carta 135)

“La cosecha es mucha y los trabajadores pocos”Jesús que se dirige, literariamente en este contexto del evangelio a los discípulos: “La cosecha es mucha y los trabajadores pocos”, son esas muchedumbres que están como ovejas sin pastor, fatigadas y decaídas porque los trabajadores — esto es hoy los pastores cristianos — son pocos. Hace falta multiplicar su número y continuar la obra misional de Jesús. ¿Qué hacer para ello? Jesús nos da la respuesta. Es una oración misional. Dirigiéndose a los discípulos, les dice: “Rueguen”… para que envíe trabajadores para la cosecha”.

Jesús quiere colaboradores para llevar esas ovejas desfallecidas a su reino, y para que esos pastores los suscite el Padre, y entren por su puerta (Jn 10:1.2), pone el gran medio de la oración.

Jesús mismo nos pide que hagamos oración, ¿Cómo respondemos a este pedido del Señor?

El no quiere hacer nada sin nosotras. El creador del universo espera la oración de una pobre alma para salvar a las demás almas, rescatadas como ella al precio de toda su sangre. (Santa Teresita del Niño Jesús, Carta 135)

No hay tiempo que perder, Jesús esta muy interesado en que comprendamos esto, y nos advierte como la cosecha es abundante, algo que nosotros sabemos, son muchos los que necesitan evangelización, son muchos los que no conocen a Dios, por todas partes hay hermanos que ignoran el propósito y el plan de Dios, que son planes de salvación, son muchos los hijos que viven alejados de la casa del Padre.

Hoy tenemos muchas las Iglesias donde no hay quien celebre la Eucaristía, y en otras tantas, un mismo sacerdote celebra tres o cuatro en un solo día. En efecto, faltan muchas vocaciones sacerdotales, pero al mismo tiempo faltan muchas vocaciones de laicos que se comprometan como discípulos.

Así esta el mundo, y los trabajadores son pocos, entonces hay que organizar el trabajo apostólico del modo más eficaz. Y no olvidar lo que nos pide el Señor, rezar para que haya muchos trabajadores, porque es cierto que la tarea excede a la capacidad de los que dedican a esto, como así mismo no todos los que se dedican tienen el mismo talento para el trabajo que se requiere, pero debemos estar dispuesto a llevarlo a cabo con la fuerza que Dios nos da: con su Gracia. Nuestro Padre Dios oye a los que oran y da ayuda a sus hijos que, que con sencillez y confiados, le suplican.

“La cosecha es mucha y los trabajadores pocos”. No desoigamos estas palabras de Nuestro Señor Jesucristo, asumiendo el compromiso en la tarea de la evangelización, de la instauración del reino de Dios en el mundo.

Nuestra tarea debe ser como la hizo Jesús, con fidelidad, El nos enseño como hacerla, El es nuestro Maestro, a El debemos imitar. Jesús, no buscaba lucirse a si mismo o buscar especiales simpatías, lo que el hacia era para dar a conocer al Padre y a su enviado, Jesucristo. Al imitar a Cristo en su tarea, no busquemos que nos den alabanzas por lo que nos corresponde hacer, nuestra misión no es para que donde vayamos nos den reconocimientos.

El mundo de hoy necesita buenos apóstoles que no motiven desconciertos entre nuestros hermanos, es decir que no confundan, por eso debemos comprometernos a nuestra tarea con autentica piedad. Jesús: “al ver a la multitud, tuvo compasión”. Sepamos reconocer en estas palabras el comportamiento misericordioso, y los sentimientos de amor al prójimo y de compasión ante las desgracias ajenas.

Rueguen, al dueño, oren a Dios, es El que debe enviar trabajadores para su cosecha, no pretendamos nosotros libremente decidir donde debemos ir a cosechar, nuestro Padre Dios no señalará donde debemos servir, para saber cual será nuestro frente de trabajo, hagamos un poco de silencio para oír a Dios, hagámoslo con la oración del corazón y con sometimiento a su voluntad, El nos confiará la misión, y nosotros le ofreceremos la vocación de apóstol, en cualquier circunstancia o campo que nos corresponda realizar.

Rueguen. “orando en la montaña, pedidme trabajadores y yo los enviaré, ¡no espero más que una oración, un suspiro de vuestro corazón...El apostolado de la oración ¿no es, por así decirlo, más elevado que el de la palabra?.. (Santa Teresita del Niño Jesús, Carta 135)

La vocación ha de venir desde el Padre. Es así, como la vocación es un Don de Dios y nosotros debemos estar muy atentos, para reconocer y aceptar con mucho agradecimiento, pero no para quedarse en la alegría de haber sido llamado, esto es, además debemos tener conciencia clara de la exigencia que debe tener nuestra misión.

Nuestra misión….es la de formar trabajadores evangélicos que salven millares de almas.. (Santa Teresita del Niño Jesús, Carta 135)

Y es así, como Jesús convocó a sus doce discípulos por su nombre, El organizo su apostolado con un grupo de hombres, su amigos mas cercanos, a ellos los forma y les da una misión, además le dota de poderes y cualidades para destruir el mal. Todos nosotros fuimos elegidos también por nuestro nombre desde el Bautismo para seguir a Jesús, a igual que los Doce amigos seguidores del Maestro y para el mismo fin, es así, como el nos prepara con sus enseñanzas, para que tengamos fuerza en nuestra misión en un mundo donde la injusticia, la maldad, la corrupción esta presente cada día.

Nuestra misión, debe comprender que la voluntad de Dios, no tiene fronteras para realizar nuestra tarea apostólica y no esta limitada a un lugar especifico, talvez nuestro campo de acción esta en nuestro propio hogar, en nuestra parroquia, en el trabajo, la comunidad donde vivimos o mas allá de la fronteras, basta tener muchas veces capacidad para conmovernos frente al dolor de la humanidad para darnos cuenta que la Palabra de Dios es indispensable en todo lugar.

“Por el camino, proclamen que el Reino de los Cielos está cerca”. No pensemos en dimensionarlo en tiempo, en años, pensemos que somos nosotros los que debemos hacerlo cercano, con nuestro estilo de vida, seamos constructores del Reino de los Cielos, lo hacemos con cada una de nuestras obras, y todas son importantes en esta obra, por muy sencillas que parecieran

Y el Señor nos dice que: “ustedes han recibido gratuitamente, den también gratuitamente”.En efecto hemos recibido gratuitamente, “de gracia”, la salvación del Señor, ¿y que meritos hemos hecho de nuestra parte?. ¿Qué estamos haciendo o qué nos proponemos hacer para anunciar a los demás el mensaje de amor que hemos recibido?

Hemos sido elegidos por Cristo, quien nos llamo a la fe, nos dio su mensaje evangélico, somos depositarios de el, y somos apóstoles con la misión de transmitirlo al mundo.

Y no lo hemos recibido para guardarlo para nosotros, es para compartirlo con todos los demás, porque todos estamos llamados a la salvación. Es así, hemos sido destinados a difundir el Reino de los Cielos, esa es nuestra misión, somos misioneros porque la misión es la forma concreta de manifestarle a Dios nuestro reconocimiento por haber sido llamados a ser en el mundo testigos de su amor.

Pero no basta dar gratuitamente lo que hemos recibido de igual forma, debemos darlo con cariño, con generosidad, con entrega total, a manos llenas, sin regateos, con todo el corazón, esta claro, con las cosas de Dios no podemos ser mezquinos.

Los apóstoles, somos todos los miembros de la Iglesia, obispos, sacerdotes, diáconos, religiosos y laicos, aunque lo hagamos en distintos frentes y de diferentes maneras, todos estamos encargados por Jesús a proclamar su Reino, apostolado es toda actividad efectuada por los cristianos que tiende a propagar el Reino de Cristo en el mundo y Jesús es la fuente y el origen del apostolado de la Iglesia, y la eficacia y la fecundidad de nuestra tarea depende fundamentalmente de nuestra unión con Cristo.

“¡Me parece tan hermoso nuestro destino!, ¿qué tenemos que envidiar a los sacerdotes..! (Santa Teresita del Niño Jesús, Carta 135)

De Corazón

Pedro Sergio

LUCAS 9, 57- 62

“Te seguiré adonde vayas”

Cristo Jesús necesita hombres y mujeres valientes, que actúen con valor, con ánimo y con decisión. Pero no para enfrentamientos, tampoco en pos de riquezas materiales. Cristo quiere discípulos preparados para actuar con prudencia, dispuestos a soportar los sacrificios necesarios para realizar la función de evangelizador, desempeñándose a la perfección en ese ministerio. (2 Tim 4,5).

Pero esta tarea no es fácil, no es tan simple como levantar el dedo y decir aquí estoy Señor, “Te seguiré adonde vayas”, ya que Jesucristo quiere testigos verdaderos, por tanto debemos estar dispuesto a pensar como El, sentir como EL, actuar como El, mirar a los demás como los mira El, pero además nos pide una firme decisión que rompa con el pasado, mirando hacia el futuro y sin añoranzas y con una libre voluntad para recibir su gracia.

Cristo necesita valientes que estén dispuesto a dejarlo todo por El, y en este fragmento del Evangelio, nos destaca cual es el espíritu de esta decisión que debe tener quien quiera seguirlo. Este nos muestra un primer ofrecimiento, que le hace alguien a Jesús diciéndole; “te seguiré adonde vayas”. Jesús le respondió: “Los zorros tienen sus cuevas y las aves del cielo sus nidos, pero el Hijo del hombre no tiene dónde reclinar la cabeza”. Jesús no le rechaza, el es el que se invita, sin embargo, le pone la perspectiva ardua del apostolado: sólo tiene asegurado, en comparación con los zorros y aves, el incesante ir y venir para anunciar la Buena Noticia del Reino.

Señor, permíteme que vaya primero a enterrar a mi padre

Pero también debemos comprender, que una situación es, si el padre acaba de morir, entonces hay que enterrarlo y otra situación es que debo preocuparme de el mientras viva hasta que muera, ¿Por cuánto tiempo?, ¿tenemos que hacer esperar a Jesús?, el Señor quiere una respuesta inmediata, sin retrasos, y acordándose que debemos amar a Dios por sobre todas las cosas, y esto es claro, es anteponer todo por El, es así, que cuando el Señor no pide un servicio, esto va primero a todo lo demás.

Ahora, preocupémonos de llevar el mensaje para anunciar el Reino de Dios a los vivos, y por supuesto, especialmente a los que no están cerrados a la salvación y no hayan muerto espiritualmente o a la gracia.

Es de esta forma, como Jesús nos pide que lo sigamos, con decisión absoluta, dispuesto a peregrinar en la vida, sin comodidades, desprendidos, es una forma exigente, no es un camino fácil, es ir cuesta arriba, pero peor es ir con una mochila a la espalda, es fatigarse, por tanto es necesario estar con el corazón limpio, habrán en este caminar decaimiento, desaliento, incomprensiones y persecuciones, pero al final, la recompensa, la vida eterna.

Otro le dijo: «Te seguiré, Señor, pero permíteme antes despedirme de los míos». Jesús le respondió: «El que ha puesto la mano en el arado y mira hacia atrás no sirve para el reino de Dios».

Para seguir a Cristo hay que tener la decisión de dejarlo todo por El. No había inconveniente en una despedida. Pero es el espíritu de esta decisión lo que aquí se destaca. Utilizando el proverbio del arado, una vez puestas las manos a la obra del Reino, todo ha de ser para él y su obra. Cristo reclama para sí los afectos más profundos, pues está por encima de ellos.

Nos enseña este fragmento del Evangelio, que esta en nosotros, el tomar la decisión de seguir a Jesús, el ya nos ha dicho “El que quiera venir conmigo, que renuncie a sí mismo” (Mt 16, 24-28). Jesús desea que vayamos tras de El, pero no obliga a nadie a que le sirva, pero si espera que espontáneamente, tomemos la decisión de servirle. Seguir al Señor, caminar con El, junto a El, sintiendo su presencia junto a nosotros, es un agradable caminar, es vivir en paz espiritual y es una mano que nos saca del peligro en las turbulencias, pero es necesario para seguir sus pasos, ser como El, empaparse de sus sentimientos, y aceptar la voluntad del Padre, quien solo quiere lo mejor para sus hijos.

Y quien sigue a Cristo tiene que aceptar no sólo la cruz de Cristo, sino la propia. Lo dice Jesús para hacer comprender a sus discípulos que sería una ilusión pensar en seguirlo, pero sin llevar con él la cruz: “que cargue con su cruz y me siga.” (Mt 16, 24-28) Después del pecado es éste el único camino de salvación para los individuos y para la humanidad entera.

Sin embargo, Jesús, bueno y piadoso, algo natural en El, no quiso tener ninguno que lo sirviese como obligado, por el contrario, hace que lo sirviesen espontáneamente y le agradeciesen el poderlo servir. No obligando ni imponiéndose a nadie, sino persuadiendo y haciendo el bien, esa es la forma como atrae a todos los que quieren venir, diciendo: El que quiera venir conmigo. ¿Alguno de nosotros ha sentido este llamado?, ¿Qué estamos dispuesto a responder si este llega a nuestro corazón?

De Corazón

Pedro Sergio